RECONOCIMIENTO, ANTES DEL PERDÓN Y LA
RECONCILIACIÓN
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Hernando Llano Ángel.
Antes del perdón y la reconciliación está el reconocimiento de nuestra
igual condición y dignidad humana. El reconocimiento de nuestra igual
fragilidad frente a la violencia y el sufrimiento: “Acero y piel, combinación
tan cruel”, canta Sting[1].
En fin, el reconocimiento de nuestra común mortalidad. Sin dicho reconocimiento
por parte de todos aquellos que han causado daño, sufrimiento, devastación y
aniquilación de millones de víctimas, carece de sentido hablar de perdón y
reconciliación. El reconocimiento del daño, el sufrimiento y el mal causado es
el primer paso para el perdón y la reconciliación. Pero sucede que en Colombia
hay una legión de compatriotas incapaces de dar ese paso porque su soberbia
moral se los impide. Es el caso de todos aquellos que se consideran moralmente
superiores y siempre actúan absolutamente convencidos que sus juicios y
decisiones solo producen el bien, porque a ellos les asiste la verdad y la
justicia. Se consideran imbuidos y portadores del espíritu del bien y consagran
sus vidas a derrotar el mal. A exterminarlo de la faz de la tierra. Sus vidas
solo tienen sentido si lideran una cruzada para aniquilar a los malvados. Lo
grave es que en medio de tanta lucidez beatífica y obsesión por hacer el bien
son incapaces de reconocer el mal que causan. «El diablo no es el príncipe de
la materia, sino la soberbia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad sin
sombra de dudas», escribió Eco en «El nombre de la Rosa». Y entre nosotros abundan estos encumbrados
personajes a la derecha y la izquierda del espectro político. Por eso han
convertido a la política en una actividad espectral, mortal. Desde el inicio de
nuestra vida republicana se han dividido y enfrentado en bandos
irreconciliables, cuyas banderas cambian según las circunstancias coyunturales.
Centralistas contra federalistas, proteccionistas contra librecambistas, Terratenientes
contra campesinos e indios, Patricios contra plebeyos y negros, Conservadores
contra Liberales, Creyentes contra Ateos, Demócratas contra Comunistas,
Patriotas contra Terroristas y hoy en forma más difuminada la llamada “gente de
bien” contra la “chusma y la canalla”, esa masa informe de indios, negros y
mestizos, que pretende representar el Pacto Histórico. Pero con el informe de
la Comisión de la Verdad y el encuentro entre Gustavo Petro y Álvaro Uribe
parece que ese maniqueísmo letal, esa guerra moral y mortal interminable entre
unos supuestos “buenos” contra otros absolutamente “malos” empieza a revelarse como
la gran mentira que nos ha condenado al odio y el desconocimiento mutuo en
medio de una densa bruma de sectarismos
políticos a la derecha y la izquierda,
de prejuicios sociales, culturales, sexistas y racistas que comienzan
lentamente a difuminarse. Pero ello nos llevará generaciones. No es un asunto
que desaparezca después de unas elecciones presidenciales donde por primera vez
en la historia gana el País Nacional[2]
sobre el País Político. Más bien pude recrudecerse, pues no faltará la llamada
“gente de bien” que repudia radicalmente la presencia en la cúpula del Estado
de representantes de los y las nadies, como la Vicepresidenta Francia Márquez. Así aconteció en Estados Unidos con el triunfo
de Obama y la nefasta revancha de la supremacía blanca con Trump. Pero también
porque en el Pacto Histórico hay mucho lastre de ese País Político que puede
impedirle avanzar a la velocidad y en la dirección reformista que demanda el
País Nacional. Personajes destacados de ese País Político como Roy Barreras,
Armando Benedetti y Piedad Córdoba, entre muchos otros, que hoy se le suman al
Pacto Histórico bajo la coartada del Acuerdo Nacional y la reconciliación
política.
El Titanic de Duque
Sin duda, la Nave del Estado a la que llega Petro es muy parecida al
Titanic, ostenta lujo y boato, pero tiene el casco roto, tiende alfombras rojas
al paso de un Capitán autista que ignora su inminente naufragio y está dedicado
a repartir condecoraciones, mientras algunos de sus tripulantes aprovechan el
caos para desmantelar y apropiarse lo poco que aun flota sobre la Nave. Es una
Nave que hace agua por todos los costados, casi sin combustible para terminar
la extraviada y sangrienta travesía de
un Ducado que deja más de 900 líderes sociales asesinados[3]
y culmina dentro de un mes sin ser capaz de contenerla. Le tocará a Gustavo
Petro conducir esta vetusta y corrupta Nave en medio de un mar agitado y la
pandemia de la recesión económica internacional. Una pandemia mucho más difícil
de sortear que la del Sars-Cov-2 y sus innumerables variables, pues contra ella
no se ha inventado todavía una vacuna efectiva. En contraste con este incierto
panorama internacional, cuenta Petro con una carta de navegación extraordinaria
para evitar el naufragio del Estado, como es el Informe Final de la Comisión de
la Verdad. Un informe que nos interpela a reconocer nuestra responsabilidad
personal como ciudadanos en el cumplimiento del artículo 22 de la Constitución:
“La
paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”.
Reconocimiento de máximos
responsables políticos
Un deber que demanda especialmente de los máximos líderes políticos su
capacidad para reconocer sus responsabilidades en la degradación y perpetuación
del conflicto armado interno. Sin ese reconocimiento expreso y personal, no
será posible avanzar hacia el perdón y la reconciliación política nacional. Un
reconocimiento que debe empezar por el presidente electo, Gustavo Petro, y su
pasado como militante en el M-19, cuya organización cometió asesinatos
execrables como el mal llamado “ajusticiamiento” del líder sindical José Raquel
Mercado[4]
y la acción terrorífica de la toma del Palacio de Justicia[5],
aunque Petro no estuviese personalmente implicado en tales hechos. Pero también
debe esclarecerse la responsabilidad que cabe a todos los expresidentes, empezando
por Álvaro Uribe Vélez, como máximo comandante de las Fuerzas Armadas por los
numerosos “falsos positivos”[6]
o ejecuciones extrajudiciales cometidas en cumplimiento de su política de
“seguridad democrática”. Sin dicho reconocimiento por parte de los dos más
influyentes y reconocidos líderes políticos del presente, la dignidad y memoria
de miles de víctimas nunca será reparada y la verdad continuará sepultada junto
a sus cuerpos. Menos será posible avanzar hacia el perdón y la reconciliación política
si los mayores responsables de la violencia política, ya desde la subversión en
el pasado o desde el gobierno, son incapaces de reconocer sus
responsabilidades, declarar sus verdades y comenzar a reparar a las víctimas y
sus descendientes. Algo que han empezado a realizar los máximos comandantes de
las FARC-EP[7] ante la
JEP y sus miles de víctimas. Pero falta que sigan ese ejemplo una larga fila de
encumbrados funcionarios, como los expresidentes Gaviria, Samper y Pastrana,
cuyas versiones ante la Comisión de la Verdad fueron más exculpatorias de sus
errores que de reconocimiento de sus horrores ante las víctimas del
narcoterrorismo, el narcotráfico y el Plan Colombia. Ni hablar de los falsos
positivos, cuyas explicaciones y versiones de los entonces ministros de defensa[8]
Martha Lucía Ramírez, Jorge Alberto Uribe y Camilo Ospina aún no conocemos. El
único que las rindió públicamente en audiencia ante la Comisión de la Verdad
fue el ministro Juan Manuel Santos[9]
y solicitó perdón por no detener a tiempo la saga criminal de los “falsos
positivos”. El expresidente Uribe negó toda responsabilidad en su cita con el
padre De Roux, diciendo que jamás pudo pensar que su ejército cometiera tales
crímenes y que “la culpa nunca es de quien exige resultados”[10].
Le corresponde ahora a Petro que le cuente al país y a las víctimas del M-19 lo
que sucedió durante su joven militancia y hasta donde asume responsabilidad por
ello, sin exculpar por ello al M-19 como organización política-militar. Porque
el primer paso para el perdón personal y la reconciliación política nacional es
el reconocimiento de las propias responsabilidades por el daño, el sufrimiento
y el mal causado, así haya sido cometido con las mejores intenciones y en
defensa de la democracia, como pregonaba la consigna del M-19: “Con
el pueblo, con las armas, al poder”, después del fraude electoral
auspiciado por el expresidente Carlos Lleras Restrepo[11]
a la Alianza Nacional Popular del general Gustavo Rojas Pinilla. Ahora que
Petro ha llegado a la Presidencia con el pueblo en las urnas, es la oportunidad
para el Pacto Histórico de dar ejemplo y demostrarles a los líderes del
establecimiento político que se precisa de la máxima integridad moral para
gobernar democráticamente. Para comenzar, se precisa del reconocimiento de las
propias y personales responsabilidades políticas en la existencia y
perpetuación de víctimas y victimarios, comprometiéndose a poner fin a esa
criminal gobernabilidad electofáctica[12]. De eso se trata la consigna de «Colombia
potencia mundial de la Vida»[13]. Solo así podrá el Estado romper la interminable
espiral de venganzas y ajustes de cuentas y dejar de ser esa máquina productora
de víctimas y victimarios, para convertirse en una institucionalidad generadora
de vida, justicia social y convivencia democrática. Es, nada menos, que el
desafío de pasar del Estado cacocrático[14]
actual, que naufraga como el Titanic, al Estado democrático y social de derecho
anunciado en el primer artículo[15]
de nuestra Constitución. Una Nave del Estado que solo será navegable si se
construye en el astillero de la participación ciudadana, la concertación de
intereses públicos y la conservación de la Pachamama[16],
arrojando rápidamente por la borda el lastre de cacos que ya tomaron asiento en
la travesía.
[3] https://www.elpais.com.co/judicial/indepaz-senalo-que-mas-de-900-lideres-sociales-han-sido-asesinados-durante-el-gobierno-duque.html
[4]https://www.lasillavacia.com/la-silla-vacia/detector-de-mentiras/detector:-el-m-19-s%C3%AD-asesin%C3%B3-a-jos%C3%A9-raquel-mercado
[8] https://www.infobae.com/america/colombia/2021/02/18/los-cuatro-ministros-de-defensa-que-tuvo-colombia-durante-el-periodo-mas-algido-de-los-falsos-positivos/
[9] https://redmas.com.co/w/falsos-positivos-lo-reconozco-y-les-pido-perdon-a-todas-las-madres-y-a-todas-sus-familias-victimas-de-este-horror-santos-ante-la-comision-de-la-verdad
[10] https://www.semana.com/nacion/articulo/en-vivo-alvaro-uribe-y-el-padre-de-roux-hablan-sobre-el-conflicto-armado-en-colombia/202108/
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