PETRO, ENTRE EL MITO CONSTITUCIONAL Y LA MITOMANIA DEMOCRÁTICA
(Agosto 29 de 2022)
Hernando Llano
Ángel
Durante estos primeros 20 días de
Petro en la Presidencia, ya está claro que su mandato transcurrirá entre el
mito constitucional que proclama la Carta del 91 y la mitomanía de esta “democracia”
imaginaria y espectral en que vivimos. Dicha tensión se expresa en la arena política
y social en una impaciencia popular creciente que lucha por convertir el mito
constitucional en realidad vital y, de otra parte, en una recalcitrante intransigencia
elitista por conservar intocables sus privilegios. Las tensiones diarias de
indígenas y campesinos en Dagua[1] y
el norte del departamento del Cauca, ocupando predios rurales administrados por
la SAE y propiedades de ingenios azucareros[2],
son el preámbulo del conflicto histórico no resuelto alrededor de la propiedad
y el uso productivo de la tierra. Serán cuatro años de una tensión permanente
entre el mito de la Constitución del 91 y su retórico “acuerdo sobre lo
fundamental” y la mitomanía de una supuesta democracia “participativa y
pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana y la prevalencia del
interés general”. Mito y mitomanía que desatan la impaciencia popular por vivir
ya esas solemnes declaraciones constitucionales, sin más dilaciones, pues las
mayorías están desesperadas de reivindicarlas periódicamente y escucharlas cada
cuatro años en boca de todos sus gobernantes, sin que se cumplan. Exigen vivir
sabroso ya, sin demora y más aplazamientos. La paciencia se agotó. Por eso,
Petro culmina su discurso de posesión presidencial jurando que cumplirá el
artículo primero de nuestra Constitución: “Colombia es un Estado Social de Derecho,
organizado en forma de República Unitaria descentralizada, con autonomía en sus
entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el
respeto de la dignidad humana, en el trabajo, la solidaridad de las personas
que la integran y en la prevalencia del interés general”.
Del Mito a la Mitomanía
Y con ese juramento Petro se
compromete a pasar de dicho mito constitucional al hecho de la realidad vital,
pues está claro que ese Estado Social de Derecho no existe en todo el
territorio nacional. Es apenas un imperativo político y normativo muy distante
y ajeno a la vida cotidiana de la mayoría de colombianos, para quienes el
Estado ha sido incapaz de brindarles oportunidades de trabajo, educación, salud
y vivienda para el “respeto de su dignidad humana”. Una dignidad que todos proclamamos
como sagrada, pero es despreciada y conculcada cotidianamente por el hambre, la
discriminación racial, el clasismo maniqueo de los “ciudadanos de bien contra
los del mal” y la violencia letal de quienes matan por defender esta espectral
“democracia” y otros por instaurarla, enarbolando las banderas raídas de la
“soberanía nacional y la justicia social”. Y así ese mito fundante del Estado
Social de Derecho terminó convirtiéndose en una monumental y sangrienta
mitomanía, llena de buenas intenciones, adornada con mentiras como la
“autonomía de sus entidades territoriales”, la “democracia participativa y
pluralista”, fundada “en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo, la
solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés
general”. Mentiras solemnes que todos nos las creemos, pues nos confieren una
identidad de ciudadanos modernos y la complacencia de ser demócratas
integrales, aunque el Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de
la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) nos demuestre que somos todo
lo contrario. La autonomía territorial terminó en manos de organizaciones
criminales, difuminadas entre la codicia del narcotráfico y el delirio de la
“revolución”. Por eso somos la “democracia” más victimizadora y sangrienta del
continente americano, asentada sobre un territorio con una biodiversidad
portentosa, sometida a una depredación desbordada, que sobrevive gracias al
crisol de resistencias interculturales de pueblos indígenas y comunidades
negras invencibles, que protegen y defienden la Pacha Mamá con sus vidas y
dignidad. De allí, el título del Informe Final de la CEV: “Hay futuro si hay verdad”[3],
pues si no reconocemos y nos decimos en voz alta esas terribles verdades, jamás
tendremos un futuro distinto, como el que proclama y anuncia la Constitución
del 91 en su artículo 22: “La paz es un derecho y un deber de
obligatorio cumplimiento”. Todo lo contrario, seguiremos viviendo y
muriendo en este presente lleno de mentiras, imposturas violentas, ilegalidades,
corrupción, muertes incontables y criminalidad impune. Tal es el tamaño del
desafío en que nos encontramos. Un desafío que nos convoca a todos y a todas las
generaciones, pero que Petro como presidente y el Pacto Histórico, como coalición
de gobierno, asumen la responsabilidad de convertirlo en realidad desde el
Estado y con la sociedad, no contra la sociedad. Por eso, les conviene recordar
el sabio refrán popular según el cual “el camino al infierno está empedrado de
buenas intenciones”.
Entre el sueño democrático y la pesadilla caudillista plebiscitaria
Porque puede suceder todo lo
contrario y el sueño democrático convertirse en una pesadilla caudillista
plebiscitaria. Pues las buenas
intenciones de la “Paz Total”, de ser la “potencia mundial de la vida”, liderar
ante la comunidad internacional “la transición energética ecológica” y tener
una “justicia tributaria” con políticas sociales redistributivas, todas metas
loables y democráticas, están agudizando muchas expectativas populares irrealizables
a corto plazo, así como intransigencias elitistas inadmisibles por más tiempo. Y
bajo semejantes presiones sociales, políticas y económicas la ingobernabilidad
es un riesgo ineluctable, pero también la tentación de apelar a una fórmula de
gobernabilidad autoritaria bajo el espejismo del caudillismo plebiscitario, que
ya exhibió Petro como alcalde de Bogotá cuando fue ilegalmente destituido por
el entonces Procurador General de la Nación, según providencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos[4]. Riesgos que el Presidente debe sortear y
superar, si quiere ser coherente con su proyecto de la Colombia Humana y
convertirnos en potencia mundial de la vida. Es el desafío histórico y el
riesgo político que corren todos los proyectos progresistas y reformistas de
izquierda cuando se embarcan en reformas estructurales que afirmen la
prevalencia del interés general y público sobre el particular y empresarial. En
dicho trance se encuentra Chile y su presidente Gabriel Boric, pues el próximo domingo
4 de septiembre[5]
los chilenos decidirán en referendo si se comprometen o no con la nueva
Constitución progresista o la rechazan. En nuestro caso, el debate sobre el
impuesto a las bebidas azucaradas[6] y
los alimentos ultraprocesados es el mejor ejemplo de las resistencias para
avanzar por la senda del interés general. Debería prevalecer el interés general
y el bien público de la salud de todos, especialmente de la población más
pobre, sobre las ganancias de las empresas particulares de gaseosas y embutidos,
cuyo principal y casi único objetivo es aumentar sus dividendos, aprovechándose
de las necesidades y estimulando los malsanos hábitos alimentarios de la
mayoría. Pero ello conllevaría probablemente protestas populares airadas y el descrédito
acelerado de un gobierno que prometió beneficiar a los excluidos y marginados. Algo
idéntico sucede con el desafío de la transición energética, pues el Estado no
puede en lo inmediato prescindir de los ingresos del petróleo y el carbón, así
como del gas, pues todos somos “gasoadictos” y dependemos de su consumo diario
para preparar nuestros alimentos. Ni hablar de cómo remediar la aberrante
concentración de la propiedad agrícola productiva, donde Colombia aparece en el
quinto lugar más desigual del mundo, según el Informe Final de la CEV en su
volumen de Hallazgos y Recomendaciones[7],
como puede leerse en la página 650. En esta “democracia participativa” el
índice Gini de tierras según el Censo Agropecuario de 2014 del DANE fue de
0.92, siendo 1 el índice de mayor desigualdad y concentración absoluta de la
propiedad. Para superar esos desafíos históricos se precisará de mucho diálogo,
como lo recalcó Petro en su discurso de posesión[8],
pero sobre todo capacidad de concertación acompañada de realismo, pragmatismo,
creatividad y sacrificio de todas las partes. Primero, el sacrificio de ciertas
elites económicas y sociales indolentes que deben ceder privilegios y ganancias
exorbitantes, pues les llegó la hora de comprender que vivir en un Estado
Social de derecho es exigente y costoso, pero especialmente que durante este gobierno
ya no cuentan con el patrocinio y muchas veces la complicidad de un Estado
patrimonialista y corporativo siempre a su disposición para aumentar sus
ganancias y eximirlos de impuestos. Ya terminó la era neoliberal del “Estado
como mercado”[9]
y al parecer reiniciamos con la pandemia del Covid la del Estado Social de
derecho o Estado de Bienestar. Segundo, mucha creatividad, buena voluntad y
temperancia de los sectores más excluidos y sacrificados de nuestra sociedad, cuya
paciencia se agota pues se saben sujetos de derechos políticos, sociales,
económicos y culturales, es decir, ciudadanos
plenos[10],
que no soportan más seguir siendo tratados como siervos y plebeyos agobiados de
deberes y despojados de derechos. Proclaman y demandan a viva voz, desde sus organizaciones
y movilizaciones, que la dignidad se haga costumbre y no se diluya en mero asistencialismo
y clientelismo estatal. Tercero, le corresponde al presidente Gustavo Petro y
el Pacto Histórico demostrar que tienen el suficiente liderazgo democrático
para conducir en forma imaginativa, creativa y transformadora ese magma popular
de insatisfacciones para conducir en forma imaginativa, creativa y
transformadora ese magma popular de insatisfacciones y evitar una nueva
erupción del volcán social como la del año pasado. Pero también que como
Presidente y Pacto Histórico tienen la prudencia y la audacia para canalizar el
emprendimiento, la inteligencia y la buena voluntad de la clase media, la
Academia, los artistas, sectores empresariales y agroindustriales productivos,
banqueros no agiotistas e inversionistas extranjeros no depredadores, pues sin
capital, trabajo e inteligencia será imposible vivir sabroso. Quizá, entonces,
pasemos del mito y la mitomanía constitucional a la realidad y el verdadero
Estado Social de derecho, presupuesto existencial de la democracia y garantía
efectiva para el ejercicio de los Derechos Humanos, poniendo así fin a
generaciones de víctimas, victimarios e impostores que cínicamente se proclaman
demócratas y aspiran a seguir gobernando impunemente, desfalcando y robando el
dinero y trabajo de todos los colombianos. De otra parte, es de esperar que
quienes hoy se oponen al gobierno del Pacto Histórico no añoren el pasado y
recurran, nuevamente, a la antidemocrática y criminal estrategia de la “acción
intrépida” para “hacer invivible la República”[11],
desatada por Laureano Gómez en contra de la República liberal reformista de
Alfonso López Pumarejo. Es de esperar que ahora sus admiradores y seguidores
sean capaces de asumir las responsabilidades políticas por la desaparición de
la democracia y su conversión en una cacocracia[12],
como lo revela muy bien el Informe Final de la CEV en sus volúmenes “No matarás”[13] y
“Hasta la guerra tiene límites”[14].
[1] https://www.elpais.com.co/cali/polemica-asi-fue-la-agitada-discusion-en-dagua-por-la-invasion-a-predio-donde-se-encuentra-paz-animal.html
[2] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/08/05/sigue-el-conflicto-por-las-tierras-en-cauca-y-valle-gremio-azucarero-denuncio-un-incremento-en-las-invasiones/
[4] https://www.elespectador.com/judicial/corte-idh-condena-a-colombia-por-haber-destituido-a-petro-de-la-alcaldia-de-bogota-article/
[5] https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20220827-a-una-semana-del-plebiscito-en-chile-encuestas-apuntan-a-rechazo-de-nueva-constituci%C3%B3n
[6] https://www.valoraanalitik.com/2022/08/08/costarian-impuestos-bebidas-azucaradas-alimentos-ultraprocesados/
[10] https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/carta-indigena-del-cauca-caleno-camisa-blanca