miércoles, octubre 30, 2019

Elecciones Fatales.



ELECCIONES FATALES
(miércoles 23 de octubre 2019)
Hernando Llano Ángel.

Tal como está el panorama político en nuestro convulsionado subcontinente, con la eclosión del volcán social en Chile, el cuestionado triunfo de Evo Morales en Bolivia y la victoria de la protesta indígena y social en el Ecuador contra Lenin Moreno, podemos concluir que las elecciones se han convertido entre nosotros en un ritual mortal. Han dejado de ser una institución para la legitimación democrática y se están transformado en una sofisticada coartada para la represión autoritaria. Ya lo expresó el presidente chileno, Sebastián Piñera: "Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible”.  Solo le faltó reconocer que él fue quien declaró la guerra, al tomar una medida que disparó la protesta popular.

Joker en Chile

Elecciones cada vez menos legales y democráticas, si tenemos en cuenta el efecto de Petrobras y Odebrecht, poderosas multinacionales para corromper y elegir presidentes en Brasil y Perú, donde la complicidad de “la clase política” y su dinámica corruptora no alcanzaron a controlar plenamente el poder judicial, como acontece en nuestro caso y Venezuela. Pero, a pesar de tan desolador panorama, todos los mandatarios de nuestros países se reclaman auténticos demócratas, simplemente por el hecho de ganar elecciones, así sea violando sus constituciones: modificando “articulitos” con cohechos (Uribe); desconociendo los resultados en referendos y elecciones (Evo Morales); clausurando el Congreso y reprimiendo violentamente a los opositores (Maduro) o sobrepasando los topes de financiación con aportes de Odebrecht (Santos y Zuluaga). No es de extrañar entonces que, ante tanta mentira e impostura, revestida de prepotencia y cinismo democrático, la respuesta de los gobernados sea iracunda y violenta, especialmente cuando sus presidentes toman medidas tan impopulares como las de Lenin Moreno y Sebastián Piñera. Ya la gente no soporta que, además de la confianza depositada en las urnas, le roben también el sueldo, esquilmen sus pensiones y conviertan sus sueños en pesadillas. Por ello no es coincidencia, ni mero efecto imitativo, que en las protestas en Chile empiecen a aparecer entre la multitud máscaras del Guasón, (Joker) ya desesperados de tanto comediante exitoso, soberbio y enriquecido, que hoy funge de gobernante demócrata.  Entonces las elecciones, esa especie de comedia política, se convierten en una tragedia social, tal como sucede en la película con la humillación y exclusión del Guasón y está pasando en Chile, Bolivia y Ecuador con la burla de las esperanzas populares.

Pero el asunto en la vida real siempre es más complejo que en el celuloide, porque en ella no basta con cambiar el reparto de comediantes, eligiendo y subiendo a otros en el escenario del poder. Hay que cambiar también el teatro y su decorado y ello no es un asunto que se resuelva en unas elecciones. Como lo dijo Álvaro Gómez Hurtado, quien conocía bien el entramado del poder y sus vericuetos, lo que hay que tumbar es el régimen.

Un Teatro deplorable

Empezando por el régimen municipal y su corporación de elección popular, el Concejo Municipal, responsable con el alcalde de la buena, mala o pésima administración de la ciudad.  Como se puede leer en el último boletín del Observatorio CALI VISIBLE, de la Universidad Javeriana https://www.javerianacali.edu.co/sites/ujc/files/node/fielddocuments/field_document_file/boletin_especial-2019_final.pdf), en el actual Concejo de nuestra ciudad hay doce (12) sindicatos y  el 46% (en promedio) de sus afiliados conforman las Unidades de Apoyo Normativo (UAN) de los concejales para el periodo enero 2016 a diciembre 2018. La pregunta obvia es, ¿Qué relación existe entre los sindicatos y los concejales? ¿Cómo explicar la existencia de 12 sindicatos en una corporación de 21 miembros? En el Concejo de Bogotá, conformado por 45 miembros, existen cinco sindicatos. Los 21 concejales nuestros tienen un fondo de aproximadamente $32.000 millones de pesos para conformar sus equipos técnicos de apoyo, mejor conocidas como Unidades de Apoyo Normativo. De acuerdo con el reglamento del Concejo de Cali, cada concejal dispone de 42,5 salarios mínimos mensuales legales vigentes, es decir, cada concejal tiene cerca de 400 millones de pesos anuales para conformar su UAN (puede ser por vía prestación de servicio o por libre nombramiento). CALI VISIBLE encontró que el 47% de las UAN designadas por nombramiento están desempeñadas por bachilleres y el 26% por profesionales; igualmente que, de quienes pertenecían a las UAN mediante contrato de prestación de servicios, el 35% eran bachilleres y el 36% profesionales. Queda claro que las UAN, pagadas con nuestros impuestos, son un reducto de clientelismo, personalismo y amiguismo, pues poco se puede esperar de un apoyo normativo competente a cargo de bachilleres.

Actores de reparto

Mediante una serie de indicadores de retención del talento humano, el Observatorio buscó explorar la estabilidad de las UAN de los concejales.  El indicador se aplicó solo para quienes tenían contrato por prestación de servicio vinculados al fondo de las UAN. Se encontró que once (11) concejales  tienen un índice de retención de su UAN por prestación de servicio inferior al 30%; 6 concejales tienen un indicador de retención de su UAN superiores al 30% pero inferior o igual al 50%; sólo 3 concejales superan el 70% de retención y esto particularmente se explica por dos razones: La primera, dos de estos concejales entraron al Concejo como reemplazo de curul, por lo que no tuvieron oportunidad de contratar sino hasta el segundo año de ejercicio en el Concejo. Y, la segunda, un solo concejal tiene un indicador del 100% de retención de su UAN, que la conforma una sola persona, a quien contrató a lo largo del periodo. Con ello, queda demostrada la utilización de las UAN con criterio clientelista y personalista en desmedro de una orientación técnica al servicio de intereses públicos, pues poco se puede esperar de asesores con una rotación y movilidad tan elevada, como simples actores de reparto. Así, pues, valdría la pena que al votar por los candidatos al próximo Concejo tuviéramos presente que, más allá de sus calidades personales, hay que exigirles un cambio en el entramado del Concejo para que éste le cumpla a la ciudad y no a las clientelas partidistas. A propósito, ¿Sabe usted cuáles candidatos al Concejo apoyan a su candidato a la Alcaldía? De tales apoyos dependerá, en gran parte, nuestra calidad de vida en los próximos cuatro años.


miércoles, octubre 09, 2019

La hora de las verdades.



LA HORA DE LAS VERDADES

Octubre 6 de 2019

Hernando Llano Ángel[1]

Una forma de interpretar e intentar comprender nuestra inverosímil realidad política, es reconociendo que estamos llegando a la hora de las verdades. Que todos los días asistimos a mayores y más escandalosas revelaciones, pese al intento de la mayoría de sus protagonistas políticos por ocultarnos sus actuaciones y evadir sus responsabilidades. Incluso, fugándose acrobáticamente como la ex-congresista Aída Merlano[2]. O, lo que es peor, pretendiendo eludir el cumplimiento de la ley como hace el partido Conservador, el abanderado del orden y las buenas costumbres, al resistirse a dejar la “silla vacía” de la curul de Merlano, obtenida con la compraventa de votos, ya demostrada judicialmente.

Las verdades del Acuerdo de Paz
En gran parte, esta coyuntura de verdades se debe al Acuerdo de Paz, el cual fue posible en virtud del reconocimiento de la existencia de un conflicto armado interno, en lugar de persistir en la pesadilla de una guerra sin cuartel contra el terrorismo. Una guerra tan profundamente degradada que el 81% de las víctimas fueron civiles y el 19% combatientes, según las rigurosas investigaciones realizadas por el Centro Nacional de Memoria Histórica, recopiladas en su informe “¡Basta Ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad”[3], las cuales también pueden apreciarse en su desgarrador y hermoso documental “No hubo tiempo para la tristeza”[4]. Claro está que no hay acuerdo sobre el número de las víctimas y los horrores a que fueron sometidas, mucho menos sobre la identidad de los principales responsables. Por tal magnitud del horror, vivimos en un régimen político electofáctico que niega de tajo la democracia, pues en lugar de permitir contar las cabezas en elecciones libres y legales, permite cortarlas sin poder contarlas con certeza. Precisamente para evitar que ello siga aconteciendo, el Acuerdo de Paz, en su quinto punto, definió un complejo y articulado Sistema de Justicia, Verdad, Reparación y no Repetición (SJVRNR), constituido por la Jurisdicción Especial de Paz (JEP), la Comisión de Búsqueda de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas. Dicho sistema debe contribuir a la desafiante labor de reconciliar la Justicia con la Paz, para evitar de un lado la impunidad total de los crímenes más graves y, de otro, la perpetuación de este conflicto, con su inadmisible e inagotable capacidad de generar más víctimas, por la obsesión de imponer una justicia draconiana y punitiva a los principales perpetradores de dichos crímenes.

El difícil equilibrio de paz con justicia

Y ese difícil equilibrio es la tarea más compleja que debe abordar la JEP. La clave para alcanzarla es que ante ella comparezcan todos los responsables de la barbarie del conflicto armado y cuenten la verdad completa sobre sus crímenes. Tanto los insurgentes, como los miembros de la Fuerza Pública, los altos funcionarios del Estado y los terceros particulares que los auspiciaron y financiaron.

No a las verdades parciales y a las polarizaciones criminales

Ya lo están haciendo los miembros del otrora Secretariado de las FARC-EP, pero han empezado a contar solo su verdad sobre los motivos y las justificaciones para la práctica generalizada y sistemática del secuestro de civiles y la toma de rehenes de numerosos miembros de la Fuerza Pública. Según sus palabras, los cometieron por la implacable lógica de la guerra, para ajustar cuentas con el enemigo y garantizar la financiación de su causa. Una verdad tan parcial, insuficiente e inadmisible, como esa búsqueda desesperada de resultados por parte de la Fuerza Pública que engendró los terroríficos falsos positivos, en cumplimiento de la Directiva O29 de 2005[5] y la mal llamada “seguridad democrática”. Sin duda, “La verdad es la primera baja en toda guerra”, como reza el proverbio inglés. Y esa verdad es que todas las partes en una guerra terminan degradando su propia condición y dignidad humana cuando la subordinan al triunfo de sus causas, sin importar su presunto carácter “revolucionario” o “democrático”. Por eso el heroísmo de los combatientes, tanto el del insurgente guerrillero como el del soldado y oficial valiente, es tan peligroso y funesto. Todavía más en un conflicto armado interno como el nuestro, donde los civiles estamos en medio de la refriega, como sucedió en el Palacio de Justicia el 6 y 7 de noviembre de 1985, en el epicentro de la capital y de los poderes públicos, o en el periférico y horripilante de la iglesia de Bojayá, entre las Farc y los paramilitares. Pero es mucho más grave y deplorable que los ciudadanos tomemos partido apasionado en la justificación y pretendida legitimación de los crímenes de uno u otro bando. En la oda triunfal de los líderes revolucionarios, elevados al pedestal de la Historia, o en la defensa visceral de los líderes democráticos, santificados en el altar de la inmunidad evadiendo la Justicia y avalando la intangibilidad e impunidad de sus delitos. Algo tan absurdo, como imaginar que Rodrigo Londoño (alias, Timochenko) merezca un monumento por su gesta guerrillera o que, su contraparte, Álvaro Uribe Vélez, deba ser consagrado héroe y salvador de la democracia, más allá de la verdad de los hechos, las pruebas de la justicia y del ordenamiento legal.

Ya lo había advertido lúcidamente Albert Camus, en su ejemplar ensayo “El hombre rebelde”: “A partir del momento en que por falta de carácter corre uno a darse una doctrina, desde el instante en que se argumenta el crimen, éste prolifera como la misma razón, toma todas las figuras del silogismo. Era solitario como el grito; heló ahí universal como la ciencia. Ayer juzgado, hoy legisla”. Lo que hoy debemos afrontar como ciudadanía --en esta incierta transición cuando por primera vez en nuestra historia se emplaza a todos los victimarios para que nos cuenten la verdad de sus acciones y asuman plenamente la responsabilidad de las mismas frente a la sociedad y sus innumerables víctimas-- es si vamos a continuar aceptando que el crimen no sólo legisle, sino que además continúe impunemente gobernando. Estamos llegando a la hora de las verdades y estas elecciones regionales son una buena oportunidad para emitir nuestro juicio, bien a favor de la complicidad de la política con el delito y la corrupción o, de su repudio y condena, aligerando así al sistema judicial y los órganos de control de una responsabilidad que casi siempre cumplen tardíamente. El próximo 27 de octubre vote a conciencia, no por conveniencia o animadversión.