lunes, enero 30, 2012

Angelino ante la OIT: Una candidatura muy poco angelical
(Publicado en razonpublica.com)

Con su estilo popular y bonachón, el vicepresidente le ha jugado a todos las bandas y los bandos, a tal punto que ahora aspira a dirigir la organización mundial de los trabajadores en representación del país donde más se persigue a los sindicalistas.

Hernando Llano Ángel

Donde se matan más sindicalistas

La candidatura oficial del vicepresidente Angelino Garzón a la dirección de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha convertido en un purgatorio, que ante la intensidad de las llamas de la oposición levantadas por delegados de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y el Polo Democrático Alternativo (PDA) --con la vocería del senador Alexander López-- está a punto de evaporarse en humo. Durante su gira por Estados Unidos y Europa, los opositores han presentado argumentos que tienen la contundencia irrebatible de la violencia y la impunidad pues - como acaba de informar Humans Rights Watch- Colombia sigue ocupando el vergonzoso primer lugar en el mundo por el número de sindicalistas asesinados.

Según datos de la Escuela Nacional Sindical: “Un total de 51 sindicalistas fueron asesinados en 2008, 47 en 2009, 51 en 2010 y 26 entre enero y el 15 de noviembre de 2011”. Para acabar de agravar la situación, el 17 de enero pasado fueron asesinados en Orito, Putumayo, el líder comunitario y trabajador de la USO Mauricio A. Redondo y su esposa, Janeth Ordoñez, aumentando así los sentimientos de rechazo de numerosas centrales obreras internacionales. Con razón el presidente de la CUT, Tarsicio Mora, dijo a El Espectador que “No es posible que aspiremos a semejante cargo cuando en Colombia se violan los derechos (…) Colombia ha perdido todas las calificaciones frente a la OIT”. En estas circunstancias no es posible dejar de recordar que desde 1986 han sido asesinados más de 3 mil sindicalistas y que la impunidad por dichos crímenes es del 96 por ciento.

Tercera vía

Y sin embargo el panorama anterior es paradójicamente utilizado por el gobierno Santos y por el propio Angelino como un gran argumento para vender su candidatura: la dirección de la OIT sería el sitio ideal para velar por la protección de los sindicalistas colombianos. En este punto cuentan con el apoyo del ex presidente Uribe pues, como dijo en entrevista para Radio Todelar en Cali, “Si lo nombran director, está muy bien para él y para Colombia. Una persona como el doctor Angelino nos tiene que ayudar a que no haya sindicalismo armado, a que no haya confrontación entre empresarios y trabajadores”.

Santos y Uribe por una parte, y por la otra el PDA y la CUT: de esta manera la polarización que existe en Colombia se proyecta al plano internacional. Y sin embargo al mismo tiempo Angelino se presenta como el hombre providencial para ensayar una especie de “tercera vía” y superar las conflictivas relaciones entre el capital y el trabajo, que desde por lo menos la década de los 90 se convirtieron en un asunto “interméstico”, pues su tratamiento requiere cada vez más de convergencias entre la legislación laboral internacional y la doméstica. Así lo comprendió Uribe, cuando incluyó a Angelino en una gira por Estados Unidos para persuadir a demócratas y republicanos de la importancia que le daba al sindicalismo conciliador y no al reivindicador, que con su estilo estigmatizador él califica de armado. Y más todavía cuando lo nombró Representante Permanente de Colombia ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, para maquillar la imagen de su gobierno en este frente para él tan sensitivo.

Resulta, entonces, lógico para un gobierno cuyo Plan de Desarrollo da prioridad a la “locomotora” minero-energética, contar con los oficios de un conciliador profesional como Angelino, en virtud de su pasado como líder sindical y su antigua militancia en organizaciones de izquierda, desde el anquilosado Partido Comunista hasta la aniquilada Unión Patriótica, siendo uno de los pocos dirigentes que sobrevivieron al genocidio político.

Un político ubicuo y ambiguo

En pocas palabras: Angelino es el ornitorrinco de la política nacional, cuyas virtudes y habilidades lo convierten en un animal político ubicuo y ambiguo como ninguno otro. Aunque Garzón se define como un “hombre de centro izquierda católico”, sería más preciso describirlo como un hombre políticamente ubicuo e ideológicamente ambiguo. Ubicuo, porque durante su intensa y extensa vida pública ha hecho gala de tal flexibilidad que ha pasado por todos los grupos y ha militado en todas las tendencias políticas, sin perder su discurso popular ni su propia identidad, con su acento inconfundible de hombre gentil y sencillo, matizado con cierto aire de cura de pueblo.

Desde la izquierda ortodoxa del partido comunista, pasando por la heterodoxa Alianza Democrática-M19 –como delegatario en la Asamblea Nacional Constituyente¬— hasta funcionario en los gobiernos irreconciliables de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, para culminar como vicepresidente de Santos. No tuvo ningún reato de conciencia ni de su fe de católico para apostar un día por la paz negociada, y al día siguiente representar a un gobierno que, negando la existencia del conflicto, llegó a acuerdos políticos con criminales de lesa humanidad.

Cuando estuvo de candidato a la Gobernación del Valle del Cauca, contó con el apoyo de Convergencia Ciudadana y de Juan Carlos Martínez Sinisterra, sin escrúpulos de orden ético (católico) o político (izquierda), y así sumó todos los apoyos que fueron necesarios para obtener la más alta votación alcanzada hasta la fecha por gobernador alguno.

Tales son su ubicuidad política y su ambigüedad ideológica, que el año pasado promovió al saliente gobernador del Valle, Francisco José Lourido, contra la aspiración del PIN de seguir usufructuando el botín departamental y ahora apoya al gobernador Héctor Fabio Useche, quien gobierna en nombre del PIN. Y como si esto fuera poco, ahora reniega del partido de la U, aunque en su nombre haya alcanzado y ejerza la Vicepresidencia de la República.

Quizá por todo lo anterior, Garzón esconde sus veleidades y su oportunismo político bajo la sigla de una enigmática corriente de opinión que denomina “centro independiente”, con la cual navega por las oscuras aguas del clientelismo y la burocracia.

Un discurso milagroso

Los anteriores malabarismos políticos e ideológicos le permiten estar en el centro de la vida pública, donde despliega un inteligente y sinuoso discurso, matizado de sentimientos morales y religiosos, con frecuentes alusiones al perdón, la gratitud, la reconciliación, la justicia social y el mismísimo Señor de los Milagros de Buga, a quien encomienda la suerte de su gestión y aspiraciones.

Ante semejante popurrí político-religioso y social fácilmente la audiencia se rinde y se adormece su espíritu crítico. Es así como en una extensa entrevista radial concedida a RCN, además de agradecer a Pastrana, Uribe, Santos y la Iglesia Católica las oportunidades que le han dado para desempeñarse en importantes cargos, se solidariza con la tragedia –son sus palabras-- de Tomás y Jerónimo por ser investigados judicialmente a raíz de sus negocios en la zona franca de Mosquera y sus dudosas relaciones con el Canoso, un destacado miembro de las AUC de la costa Caribe.

Frente a las investigaciones contra el gobernador Useche, responde que él no es un juez y presume su inocencia hasta que no se demuestre lo contrario, pero a renglón seguido recuerda que conoció a su padre cuando era dirigente sindical en Bugalagrande, donde fue asesinado, e invoca entonces la calidad de víctima de la violencia para el actual gobernador Useche y la solidaridad con su gestión.

De esta forma Angelino ha forjado una imagen que le permite estar bien con casi todo el mundo, pero especialmente promover una aureola de hombre justo e imparcial (defensor por excelencia de los más humildes y su precario salario) capaz de conciliar los intereses más antagónicos para aspirar legítimamente a la dirección de la OIT, donde promoverá una “alianza de carácter tripartito con soporte de empresarios, trabajadores y gobiernos”, presentándose como el candidato de la región, pues su candidatura ha sido respaldada por los gobiernos de América Latina y el Caribe.








martes, enero 17, 2012

DE-LIBERACIÓN


(Enero 16 de 2012)



PARÁFRASIS POLÍTICAS

(Breves reflexiones sobre la actualidad política nacional e internacional)

Hernando Llano Ángel.



1- Entre los “Urabeños” y los “Uribeños” hay mucho más que una afinidad fonética. Existe una coincidencia estratégica: ambos creen que la fuerza y la violencia son la esencia de la política. Los “urabeños” cometen crímenes para alcanzar fines políticos. Los “uribeños” para eludir responsabilidades políticas. Por eso su jefe trina y clama para que sean bombardeados. Ironías del “posconflicto”.



2- La alquimia de la paz política, savia de la democracia, transmuta a los enemigos en adversarios. A partir de ese momento ya no se pretende doblegar al enemigo en un combate a muerte, sino más bien superar al adversario en un vital debate, donde ganan los votos y pierden las balas. Es la distancia entre las urnas y las tumbas, la confianza y el odio, que ni Santos ni las FARC parecen capaces de aminorar.

lunes, enero 16, 2012

DE-LIBERACIÓN


(Exclusivo para revista EL CLAVO, edición 62, Dic 2011)





JUVENTUD, REBELDÍA Y POLÍTICA


Hernando Llano Ángel


No tiene mucho sentido hablar de la juventud en abstracto, sin tener en cuenta los ineludibles condicionamientos del tiempo y el espacio, aunados al género y la condición social. En nuestro caso, la ley 375 de 1977 encasilla la juventud entre los 14 y 26 años de edad, pero habría que intentar otros criterios para su comprensión y caracterización.

Uno de ellos es la rebeldía, como actitud de inconformidad y rechazo del mundo que se hereda de los adultos. Esa actitud permea todas las clases, géneros y etnias que cruzan a la juventud, al punto que incluso sobrepasa el criterio cronológico de la edad, pues aquel joven que vive por completo integrado e identificado con el estilo de vida, costumbres y valores de los adultos, queda inmediatamente por fuera de la “tribu” y se lo considera un desertor que ha ingresado prematuramente al bando de los “cuchos”. Sin duda, en todas las sociedades se percibe cierta hostilidad entre el mundo juvenil y el adulto. Por eso la juventud juega un papel crucial. Ella puede ser el relevo y la continuidad de un pasado vergonzoso o la superación del mismo, marcando así un nuevo comienzo y la construcción de una sociedad más amable y digna para todos sus miembros. Y es justo en esta tensión y coyuntura de transición donde los jóvenes se definen en relación con el segundo criterio mencionado, la política.

Al quedar los jóvenes situados en el terreno conflictivo de la política tienden a dividirse en varios bandos. En un extremo se agrupan los que radicalmente se oponen a lo existente y no ven otra opción que su destrucción o apropiación violenta contra aquellos que, situados en la otra orilla, por ser herederos o beneficiarios del presente, se preparan para su administración y defensa a muerte. Y en el medio queda una minoría que intenta su transformación y reforma gradual y la mayoría que se desentiende de la política por considerarla un juego sucio manchado de sangre, corrupción y desigualdades. Pero nadie puede escapar a las consecuencias de la política, sea joven o adulto, y menos en una sociedad como la nuestra, cruzada por un conflicto violento que tiende a polarizarla y dividirla en bandos irreconciliables. En tanto la juventud asume la vida con mayor intensidad, emotividad y pasión, cuando se compromete con la política lo hace por lo general en forma visceral e incondicional. El resultado de estas actitudes radicales y desesperadas, es la desaparición temprana y violenta de miles de jóvenes, paradójicamente por sus ansias de vivir y deseos incontenibles de un mejor presente. Son los jóvenes quienes mayor número de víctimas cobra nuestro conflicto armado y la llamada violencia social, justamente porque son quienes más aman la vida y no quieren esa muerte lenta, de todos los días, que administran resignadamente los adultos. Se convierten, entonces, en víctimas y verdugos de su propia generación. Terminan siendo guerreros implacables que no conocen ningún límite y mueren precozmente, apenas sin haber vivido. En algunas circunstancias actúan como rebeldes, en otras como contrarrevolucionarios o simplemente como sicarios. Pero en cualquiera de los roles que desempeñen, es claro que militan en las filas de la muerte, aquella que niega el presente de su juventud y el futuro de todos. En lugar de ser el eslabón de la vida, que articula las generaciones pasadas con las futuras, se convierten en piezas de una cadena que nos ata a todos a la violencia y la muerte. Ser lo uno o lo otro depende, en gran parte, de la forma como los mismos jóvenes asuman politicamente su inconformismo y rebeldía