domingo, diciembre 31, 2023

2024, UN AÑO DE VERDADES CRUCIALES

 

2024, UN AÑO DE VERDADES CRUCIALES

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/2024-ano-verdades-cruciales

Hernando Llano Ángel

Por donde se lo mire, el 2024 será un año de verdades cruciales en todos los ámbitos y en todas partes. De verdades que pueden ser vitales o mortales. En el internacional, porque puede marcar la configuración de un precario orden multipolar penumbroso y tenebroso, determinado por el predominio de aquellos jefes de Estados que demuestren mayor capacidad para legitimar sus victorias criminales o, por el contrario, terminar políticamente derrotados y judicialmente encauzados por sus delirios hegemónicos. Tales los casos de Netanyahu y Putin, cuyas suertes política y judicial dependerán de sus victorias más o menos impunes, coronadas con crímenes de guerra y de lesa humanidad. Crímenes apenas comparables a los perpetrados durante la segunda guerra mundial por los nazis, militarmente derrotados y judicialmente condenados en Nuremberg. Pero hoy dichos criminales parecen estar cobrando revancha de la mano de Putin y Netanyahu, tanto en Europa del este como en el Oriente próximo, pues sus victorias serían la garantía de su gobernabilidad e impunidad.

¿Un orden político-criminal internacional?

En otras palabras, se convertirían en los artífices de un nuevo orden político internacional criminal. Un orden que podría consolidarse con la complicidad activa de los Estados Unidos y la pasiva de la Unión Europea, si permiten que ambos criminales de Estado impongan ese sangriento orden. Putin, sobre una Ucrania desmembrada y destrozada. Y Netanyahu sobre las ruinas de la Franja de Gaza y Cisjordania, al impedir a los palestinos el ejercicio de su autonomía política y casi exterminar sus descendientes, pues cerca del 70%[1] de las víctimas mortales son mujeres y niños[2]. Si ello acontece, tendríamos que reconocer la muerte del Estado de derecho y el nacimiento del Estado Criminal de facto, sustentando en la fuerza militar, la violación sistemática y masiva de los derechos humanos y el arrasamiento del Derecho Internacional Humanitario. Lo más grave y aterrador, es que dicho orden internacional criminal tiene su sustento en el apoyo brindado nacionalmente por mayorías de ciudadanos, manipulados hábilmente por líderes que levantan las banderas sangrientas del patriotismo, la seguridad nacional, la xenofobia rabiosa, la nostalgia de imperios decadentes y hasta la defensa cínica de la libertad y la democracia. Es por ello que figuras esperpénticas y delincuenciales como Trump[3], con cerca de 78 cargos y tres procesos penales en curso, seguramente gane de nuevo las elecciones en Estados Unidos este año, si la Corte Suprema de Justicia no lo impide. También que Bukele[4] en El Salvador, violando astutamente la Constitución que prohíbe la reelección inmediata, vuelva a la presidencia sin oposición alguna. Que se perpetúen en las presidencias de sus respectivos países Daniel Ortega y Nicolas Maduro, con sus maniobras persecutorias contra la oposición, saboteando elecciones libres, legales y competitivas. Y que, en Argentina en nombre de la libertad, Javier Milei[5], pretenda gobernar sin ley alguna que restringa su arbitrariedad para desmantelar el Estado de derecho y despojar a millones de ciudadanos de subsidios sociales si se oponen a sus designios supuestamente libertarios.

Nuestro mayor desafío como ciudadanía

En nuestro caso, el 2024 determinará si como sociedad seremos capaces de liberarnos del lastre del crimen y la violencia en la política, reconociendo las verdades y sentencias de la JEP, repudiando para siempre a sus perpetradores materiales, pero sobre todo a sus responsables políticos y determinadores intelectuales. Es decir, si por fin como ciudadanía no aceptamos esa dicotomía maniquea e hipócrita que califica y tolera a una violencia como buena --aquella que defiende el Statu Quo, sin límite alguno— y otra como mala y terrorista, que lo ataca y propende transformarlo, cometiendo a su vez crímenes atroces también sin limitación alguna. En ambas violencias, sus máximos responsables intelectuales e ideológicos sufren de una especie de autismo político y de paranoia ética, que siempre hacen responsables de todos los males a sus enemigos y ellos se eximen por completo de responsabilidad. Autismo político, porque son incapaces de reconocer su propia responsabilidad en las consecuencias criminales de sus decisiones y acciones, sean estas tomadas desde el Estado o desde la orilla contraria, la insurgencia. Por ejemplo, la incapacidad del expresidente Álvaro Uribe de reconocer, no solo los errores sino también los horrores de su “exitosa” política de “Seguridad democrática”, cuyos resultados atroces desconocieron incluso el punto 33 de su “Manifiesto Democrático”[6]: “A diferencia de mis años de estudiante, hoy violencia política y terrorismo son idénticos. Cualquier acto de violencia por razones políticas o ideológicas es terrorismo. También es terrorismo la defensa violenta del orden estatal”, tal como sucedió con los miles de “falsos positivos”. En el mismo autismo político incurre el máximo comandante del ELN, Antonio García, no solo incapaz de reconocer el crimen del secuestro como una infracción flagrante del DIH y del orden penal interno, sino de vivir alucinado en un mundo paralelo o metaverso político que lo lleva a proponer la financiación estatal o internacional de su “revolución armada”. ¡Nada menos que hacer la revolución con el auspicio del Statu Quo y la comunidad internacional! Sin duda, Antonio García vive su revolución como ese “funcionario de un negociado de sueños dentro de un orden”, según canta Serrat en Utopía[7],  solo que en el caso de García su orden es criminal. El próximo año será, pues, crucial para todos, comenzando por el ELN, las Disidencias de las Farc y las organizaciones de alto impacto criminal, que no podrán seguir endilgando a este gobierno el fracaso de los procesos de paz en curso.

La hora de la paz mínima y vital

Pero especialmente para el gobierno, que tendrá que demostrar, superando una oposición empeñada en su fracaso a toda costa, que los auténticos democratizadores deben “aprender a dividir tanto como a unificar y no solo a dar esperanzas sino a desalentar expectativas”, como lo aconsejaba la politóloga Terry Lynn Karl en su ensayo “Dilemas de la democratización en América Latina”, ya desde 1997. Expectativas superlativas del Pacto Histórico que no están sincronizadas con su capacidad de gestión, especialmente en materia de seguridad y control del orden público, en parte por la dificultad de reconciliar eficacia militar con respeto a los derechos humanos y el DIH. Esto se refleja de manera dramática y frustrante en el doloroso número de 188 asesinatos de líderes y lideresas defensores de derechos humanos durante el 2023, a las que hay que sumar 44 firmantes del Acuerdo de Paz y 94 masacres[8]. Por lo anterior, la Paz Total debería convertirse en una Paz Mínima y Vital, acordando con todos los grupos armados ilegales un respeto irrestricto a la población civil o, de lo contrario, el gobierno deberá aplicar la máxima de Thomas Hobbes: “los tratados de paz sin la espada son solo palabras”. Sin duda, ante la incoherencia de los grupos armados ilegales con los acuerdos firmados, no basta solo con las palabras y la activa pluma del presidente Petro en su red social X. Se requiere el peso de la espada en desarrollo de la política de la seguridad humana, pues sin ella la paz que reina seguirá siendo la de los cementerios y las fosas comunes, como lamentablemente sucedió durante este luctuoso 2023 que culmina. El 2024 debe ser el año de la paz vital, para la que también se precisan reformas concertadas y viables en todos los campos sociales, especialmente en el rural, la salud, laboral y judicial.

Del modo guerra al modo paz

Pero también un año en que como ciudadanía debemos tener la capacidad de pasar del “modo guerra” al “modo paz”, cumpliendo el legado de la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición”: “Hay futuro si hay verdad”[9]. No tendremos futuro sin contar con todas las verdades, las de las víctimas y los victimarios. Una democracia de verdad solo puede existir sin victimarios impunes y víctimas irredentas, a quienes se les continuará negando su sufrimiento y dignidad en tanto todos los victimarios no reconozcan plenamente sus responsabilidades frente a ellas. Tanto los victimarios institucionales y gubernamentales que auspiciaron y cometieron crímenes de lesa humanidad en nombre del “Estado de derecho”, “la seguridad” y la “democracia”, continuando con los empresarios oportunistas que se enriquecieron despojando tierras de mano de los paramilitares, y los insurgentes que en nombre de la revolución la degradaron con sus crimines atroces y continúan haciéndolo con cinismo e impunidad. A todos ellos, este 2024 les llegará la hora de rendir cuentas cuando la JEP comience a emitir sentencias contra comandantes de las FARC-EP y miembros de la Fuerza Pública. Sentencias que seguramente no colmaran las expectativas de justicia de todas las víctimas, quienes deberían tener en cuenta esta reflexión de Hannah Arendt sobre los crimines cometidos por los nazis: “es muy significativo, elemento estructural en la esfera de los asuntos públicos, que los hombres sean incapaces de perdonar lo que no pueden castigar e incapaces de castigar lo que ha resultado imperdonable”.  Por todo lo anterior, el 2024 será un año de verdades cruciales, que ellas sean vitales o mortales dependerá en gran parte de nuestra capacidad para pasar del modo guerra al modo paz, de conversar y concertar en función de intereses públicos, en lugar de denostar y derrotar para defender privilegios, intereses sectoriales, corporativos o gremiales. Será una responsabilidad no solo de quienes recientemente elegimos y gobernarán territorialmente, quienes sin duda tienen la mayor responsabilidad política, constitucional y ética. También dependerá de nuestra actitud cotidiana frente a sus ejecutorias, si contemporizamos y somos complacientes con sus jugaditas porque los elegimos y son afines a nuestros intereses y bienestar, o, por el contrario, les exigimos que gobiernen en función del interés público y no de sus empresas y copartidarios. Por lo pronto, mis augurios por un vital, pacífico y socialmente incluyente 2024, posible gracias al compromiso y la solidaridad de todos con la verdad y la justicia social, presupuestos de la seguridad pública y la prosperidad nacional. Vale la pena comenzarlo escuchando a Marta Gómez, Para la guerra nada[10].

TRES EXCELENTES NOTICIAS POLÍTICAS

 

TRES EXCELENTES NOTICIAS POLÍTICAS

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“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”[1]. J.M Serrat.

Hernando Llano Ángel

PRIMERA EXCELENTE NOTICIA: Estoy seguro que este próximo 28 de diciembre[2] recibiremos la mejor noticia del año. Será portada de la revista SEMANA. Por fin se alcanzó el Acuerdo Político Nacional entre el presidente Petro y la oposición. Se logró, después de arduas discusiones y debates, cuando ambas partes reconocieron que estaban equivocadas. El gobierno aceptó que no siempre la oposición defendía los privilegios del Statu Quo y que en ocasiones sus propuestas políticas estaban bien intencionadas y hasta coincidían con la búsqueda del interés general. Por su parte, la oposición en boca del expresidente Álvaro Uribe, reconoció la buena fe del gobierno y que no estaba inspirado por ideologías totalitarias, menos socialistas, como las había calificado, pues su horizonte también era el interés público y el bienestar general, no la expropiación de los empresarios y la propiedad privada. Dicho Acuerdo Nacional fue posible porque cada una de las partes reconoció que su particular concepción del bien público estaba sesgada por sus prejuicios doctrinarios, intereses partidistas y las obsesiones personales de sus líderes. Que tanto la promoción a ultranza de las reformas, presentadas por el gobierno nacional como la panacea a todos los problemas existentes, así como la oposición cerril y estigmatizadora de las mismas por la oposición, anunciando su fracaso ineludible, poca relación tenían con la compleja realidad que pretenden transformar. A esta conclusión se llegó gracias a la deliberación argumentada de los pros y contras de cada una de las reformas en los más diversos ámbitos y espacios de la vida nacional, donde se superó la polarización estéril entre los partidos del Pacto Histórico y la oposición. La deliberación empezó en las universidades públicas y privadas, que presentaron enriquecedoras sugerencias, todas ellas sustentadas en rigurosas investigaciones y tesis académicas olvidadas en sus anaqueles. Continúo con la escucha de multiplicidad de voces ciudadanas y de sus organizaciones sociales, todas ellas expresión del País Nacional[3], que le demostraron al País Político del Congreso y sus partidos que no las representaban. Ante semejantes evidencias, divulgadas diariamente en forma transparente y sin manipulación alguna por los periódicos, emisoras, noticieros y programas de opinión televisados, hasta la revista Semana, tanto el gobierno nacional como la oposición tuvieron que concertar las reformas a la salud, laboral, pensional y educativa atendiendo las propuestas del País Nacional y desistiendo de sus intereses clientelistas y del entramado corrupto del País Político[4] con sus legiones de mediadores y oportunistas que suelen lucrarse con el trámite de reformas que desangran el presupuesto público. Se espera que en el 2024 el Congreso las apruebe acogiendo los aportes del País Nacional y pasen a la sanción presidencial, sin que el ambiente preelectoral presidencial del 2026 frustre el trámite formal y el resultado de esta inimaginable reconciliación. Reconciliación del saber especializado de las universidades, las asociaciones de profesionales y la ciudadanía participativa con el saber burocrático de la contraparte del poder institucionalizado, representado por los partidos políticos en el Congreso. Entre una vibrante democracia participativa y una anquilosada democracia representativa. Por primera vez, en nuestra historia, el País Nacional y el País Político empiezan a recorrer un mismo camino, el del interés general y la democracia real, así suceda solo durante el día de los inocentes y no en los demás días del año. “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

SEGUNDA EXCELENTE NOTICIA

La segunda gran noticia, todavía más inverosímil, es que el presidente Petro reformuló sustancialmente la ambiciosa y etérea Paz Total, de común acuerdo con los diversos grupos alzados en armas, desde los insurgentes hasta los denominados grupos con alto impacto criminal. Después de prolongadas conversaciones, llegaron a la conclusión de que en lugar de una Paz Total lo más urgente era alcanzar una Paz Mínima-Vital de carácter territorial, sustentada en el respeto incondicional de la vida y la libertad de todas las personas, junto al cuidado y la preservación de la biodiversidad, sin convertir a la naturaleza en un botín de guerra. Se fue perfilando así una paz democrática, donde la participación de las comunidades organizadas dejó de estar intimidada y tutelada por las armas, pero también cooptada por el clientelismo y la compraventa de votos. Gradualmente, con la asesoría de expertos de las Naciones Unidas en programas de DDR, Desarme, Desmovilización y Reintegración[5], más los aportes de una comisión técnica de la Fuerza Pública, se delimitaron territorios de paz y convivencia donde los miembros de dichas organizaciones alzadas en armas empezaron a trabajar con comunidades rurales en la implementación de la nueva política “Sembrando Vida, desterramos el narcotráfico”[6], tomando como plan piloto el departamento del Cauca. De la mano de comunidades campesinas, indígenas y negras, antes brutalmente victimizadas y confinadas por dichos grupos armados ilegales, ahora se comienza a reconocer el potencial económico, agroindustrial y farmacológico de plantas ancestrales antes estigmatizadas como ilegales y hoy convertidas en fuentes de ingreso y de vida por sus portentosos atributos naturales presentes en la coca y la marihuana. Se espera que en el 2024 se conformen Cooperativas Populares Telúricas dedicadas a su cultivo y transformación con la activa participación de miembros de los grupos armados ilegales comprometidos en procesos de DDR, quienes irían sustituyendo sus armas por azadones, palas, picas y demás implementos necesarios para la producción, transformación y comercialización de productos derivados de la coca y la marihuana, bajo la supervisión y control del Invima y el Consejo Nacional de Estupefacientes con la asesoría de ONUDC[7] en asociación con empresas industriales de bebidas, alimentos y medicinas, promoviendo así alianzas productivas entre la economía popular y la privada empresarial.

TERCERA Y ÚLTIMA GRAN NOTICIA, CON ÑAPA INTERNACIONAL

La tercera y última noticia en este día de los inocentes, es que el expresidente Uribe frente a las evidencias irrefutables presentadas por miembros de la Fuerza Pública ante la JEP[8] sobre las miles ejecuciones extrajudiciales (“falsos positivos”) en cumplimiento de su política de seguridad democrática, profundamente desengañado al haber sido “traicionado” por tantos subalternos, ha decidido retirarse totalmente de la vida política y pública para dedicarse en su hacienda “El Ubérrimo” al exclusivo cuidado de sus nietos, caballos y otras bestias, seguro de que allí encontrará el amor familiar y la lealtad animal que le fueron esquivos en su vida pública. Como ñapa, para terminar este inocente y fantasioso relato, agregaría dos recientes noticias internacionales: La Corte Suprema de los Estados Unidos ha impedido la candidatura presidencial de Donald Trump por su responsabilidad política al promover la toma del Capitolio en enero del 2021[9] y estar así incurso en el delito de insurrección, violando la enmienda 14 de la Constitución Política norteamericana[10]. A esa buena noticia para tan moribunda democracia, hay que sumar la orden de arresto que acaba de dictar la Corte Penal Internacional contra Benjamin Netanyahu por crímenes de guerra contra la población civil en la Franja de Gaza, la que se suma a la ya dictada contra Vladimir Putin[11] por la brutal ocupación militar de Ucrania y los excesos contra la población civil e infantil. Se ignora el paradero de ambos criminales infanticidas, pero al parecer se encuentran tramitando con urgencia un asilo eterno en el mismo  infierno, que Satanás ha rechazado por temor a su seguridad y perder el control de su reino.



lunes, diciembre 25, 2023

2024: ¿ENTRE ESTADOS CRIMINALES Y CATÁSTROFES ECOLÓGICAS?

 

2024: ¿ENTRE ESTADOS CRIMINALES Y CATÁSTROFES ECOLÓGICAS?

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Hernando Llano Ángel.

2024 será un año de verdades históricas en el orden internacional y en el ámbito nacional. Será un hito en la historia política y social mundial. Pero también un reto ineluctable para nuestra supervivencia y del mismo planeta, como lo acaba de concluir la COP 28[1] celebrada en Dubái al decretar el inicio del fin de los combustibles fósiles: “Para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, el acuerdo establece que se deben reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 en relación con los niveles de 2019, y alcanzar las emisiones netas de dióxido de carbono cero para 2050”. De no avanzar en dicha dirección, quienes vivan para entonces apenas podrán respirar, asediados por el calor y las avalanchas de desplazados climáticos procedentes del sur marginal e infernal. Aunque también cabe la posibilidad que el norte avanzado sea inundado como consecuencia del deshilo progresivo de los glaciares en el ártico, “que podría quedarse sin hielo en el verano de 2040”, según pronósticos de Worldwildlife[2].

Superar la criminalidad estatal

Pero antes de alcanzar esas metas ecológicas para la supervivencia planetaria, es más urgente superar el desafío político y social de la criminalidad estatal, que tiene un alcance más devastador en el corto plazo. Todo parece indicar que en el 2024 se consolidará el crimen y la impunidad en la jefatura de Estados que pugnan por reconfigurar el orden internacional. Empezando por Rusia en Europa del este con su victoria militar, al parecer inminente sobre Ucrania, pues la OTAN y sobre todo Estados Unidos no podrán subvencionar más a Volodímir Zelenski[3]. Israel en el oriente próximo como un Estado genocida, que pretende ser hegemónico en la región.  China en el continente asiático con su poder económico y militar inexpugnable y Estados Unidos en nuestro hemisferio, en manos de líderes vetustos y anacrónicos, asediados por la corrupción, el crimen y los migrantes.  Tanto Putin como Netanyahu son criminales de guerra que parecen “intocables” para la justicia internacional. Más ahora, con sus inminentes triunfos militares que están reconfigurando impunemente el orden internacional. Todo ello, devastando pueblos y cometiendo crímenes de lesa humanidad, imponiendo a sangre y fuego sus intereses geopolíticos, supuestamente en nombre de la seguridad de sus respectivos Estados. Las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional han quedado convertidas en una especie de patético corifeo que se limita a advertir catástrofes humanitarias sin poder investigarlas, evitarlas, contenerlas y casi ni gestionarlas, como le sucede en la Franja de Gaza, pues por cuarta vez se pospone en el Consejo de Seguridad una resolución de alto el fuego para ingresar ayuda humanitaria[4].  A todo lo anterior, hay que sumar la oleada de millones de migrantes[5], cerca de 184, el 2.5% de la población mundial, a los que el mundo “civilizado, democrático y liberal” cierra sus fronteras y los sepulta en el fondo del mediterráneo, o caer en redes criminales de traficantes y deambular como apátridas por continentes y sus porosas fronteras. Semejante panorama apocalíptico es posible porque el crimen y la ilegalidad son la moneda de cambio en el mundo político y sus principales protagonistas han convertido el Estado en una Asociación para delinquir, “legal y oficialmente”, en nombre de falacias como la “seguridad nacional”, “la democracia”, “los derechos humanos”, la “soberanía nacional” y el “libre mercado”. Por eso Trump, que afronta 78 cargos[6] y tres procesos penales entre cortes de Florida, Nueva York y Washington, D.C., figura en las encuestas como el más probable presidente de Estados Unidos en noviembre de 2024[7]. Por su parte, Putin, que tiene orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crimines de guerra[8], se reelegirá una vez más en Rusia. Netanyahu pretende anexarse militarmente la franja de Gaza después de su devastación genocida. Xi Jinping con su Ruta de la Seda[9] controla casi toda Asia y pretende dominar los mercados europeos y mundiales con sus tecnologías de punta en la comunicación y la industria automotriz eléctrica, todo ello de la mano de su agresiva diplomacia de cooperación económica y desarrollo de infraestructuras, ya presente en casi toda Latinoamérica[10] y sus principales ciudades. Todos ellos conforman una especie de Internacional del Crimen, revestidos y protegidos por su inmunidad de jefes de Estado, así sean políticamente responsables del actual caos internacional y la devastación de pueblos en Ucrania, Gaza, Cisjordania, la minoría Uigur[11] en China y los millones de migrantes convertidos en parias y apátridas del planeta.

El Sur y la criminalización estatal

En cuanto a nuestro vecindario, desde Centroamérica hasta el Cono Sur, el panorama es más preocupante e incierto. Nos debatimos entre caudillos autoritarios que apelan a las necesidades, esperanzas y miedos acuciantes de sus pueblos. Algunos, para perpetuarse como hacendados anacrónicos y tiranos en sus correspondientes Estados: Daniel Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela y Nayib Bukele en El Salvador, en campaña de reelección violando la propia Constitución con beneplácito del Tribunal Supremo Electoral[12]. Otros, como Javier Milei en Argentina, busca desmantelar el Estado en su dimensión pública y social y convertirlo así en una especie de supermercado. Un Supermercado que no reconoce a los ciudadanos sino solo a empresarios y consumidores, obviamente en función de sus capacidades de inversión y compra. Es por todo lo anterior, que hoy vemos en los noticieros que los Estados intercambian seres humanos como mercancías. Israel y Hamás canjean prisioneros palestinos por rehenes israelíes y Estados Unidos libera a Alex Saab[13] por prisioneros norteamericanos. También los Estados aprenden de los criminales, con la diferencia de que los Jefes de Estado salen indemnes en sus maniobras, pues para ellos el crimen sí paga y con total impunidad. Incluso algunos son elevados a la categoría de héroes, cuando no premiados con el premio nobel de paz, como el ex Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger[14], en 1973.

En nuestro patio

Por último, en nuestro caso, el gobierno exige y por fin logra que el ELN y las Disidencias de las FARC renuncien al secuestro extorsivo, más no al político, para avanzar en las conversaciones de paz. De otra parte, el presidente Gustavo Petro[15] replantea la Paz Total y empieza a definirla de manera más precisa y realista como una paz territorial que debe sustentarse en la eliminación de las economías ilícitas, empezando por el narcotráfico, la minería criminal, la extorsión y el secuestro: “No nos emociona que lo único que se logre sea un cese al fuego…Lo que nos preocupa es si se ataca a la sociedad…así no se construye un proceso de paz, el cese al fuego queda subordinado a acuerdos previos sobre el reemplazo de estas economías ilícitas. ¡Qué ironía ¡Petro retoma ahora la paz legal de Duque, pero en el horizonte de “Colombia, potencia de la vida”. Duque fue incapaz de implementar esa paz legal y la convirtió en una paz letal por el número de líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos y reincorporados asesinados durante su cuatrienio que, según Indepaz[16], llegó a la terrorífica cifra de 957 y 261 firmantes de la paz. Para superar dicho estado de cosas inconstitucionales, recientemente declarado por la Corte Constitucional[17], el actual gobierno ha reformulado su política antidrogas, pasando del prohibicionismo inocuo, corruptor y criminal a diseñar una desafiante política de regulación llamada “Sembrando Vida, desterramos el narcotráfico”[18], que demandará una verdadera reinvención del Estado en los territorios, pues se trata nada menos que de arrebatarle a numerosas organizaciones criminales su control de sembradíos de coca, laboratorios, rutas y explotaciones mineras que utilizan eficazmente para incrementar sus ingresos, unos con fines puramente codiciosos, como las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, y otros con una criminal mezcla de política y narcotráfico, como el ELN y las Disidencias de las Farc. De avanzarse eficazmente por esta senda, también se lograría enfrentar con éxito la depredación de nuestros bosques y el saqueo de nuestra portentosa biodiversidad, que es el segundo gran desafío que enfrentamos como nación, alcanzar la paz telúrica, garantizando el respeto y la garantía de la vida, la libertad y seguridad de toda la población, la verdadera paz política. Sin duda, todo lo anterior precisa un Estado fuerte, con amplio respaldo de la ciudadanía, reformista y regulador que haga prevalecer el interés general y público en lugar del particular y empresarial como ha sucedido hasta la fecha en la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y la seguridad social. Por ello, el 2024 es para el gobierno del Pacto Histórico el año crucial para avanzar en la paz democrática, territorial y telúrica, en defensa de la vida de los líderes, lideresas sociales y la biodiversidad. Si no lo demuestra el Gobierno nacional con hechos y reformas, mejorando su capacidad de gestión, seguridad pública y ejecución, continuaremos como sociedad extraviados en esta realidad donde predominan los poderes de facto de la ilegalidad, la violencia y la corrupción política, con la audacia e impudicia de líderes de la oposición que dicen defender la democracia cuando en realidad durante toda su vida han promovido negociados y privilegios en perjuicio de las mayorías. Si esto acontece, entonces en el 2026 volverá a ganar el país político sobre el país nacional: el país político, que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!”, como premonitoriamente lo expresó Jorge Eliécer Gaitán hace 77 años, en el Teatro Municipal de Bogotá el 20 de abril de 1946. ¡Pareciera que nuestro tiempo político y social se hubiera detenido desde entonces y no pasarán los años, pero siguiera corriendo la sangre de sus líderes sociales y la inequidad económica! Ojalá el país político empezará a transitar los caminos del país nacional y avanzáramos en el cumplimiento de la Constitución de 1991 con mayor contenido social, democracia real y vital, más allá de las mitomanías del Estado de derecho y las elecciones, copado éste y contaminadas estas respectivamente por poderes de facto legales como Odebrecht y la banca, o ilegales como el narcotráfico y los clanes políticos regionales. Entonces nuestra realidad dejaría de ser ese estado de cosas inconstitucionales que comienza cada nuevo año para la mayoría de colombianos. Solo así cobraría sentido el ritual saludo de Feliz Navidad y Próspero 2024, que les deseo con la mejor buena voluntad y esperanzador optimismo, pues precisamos de ambos para cambiar esta desoladora realidad nacional y convivir como seres humanos dignos, libres y fraternos en esta natividad políticamente secuestrada, aniquilada y bombardeada en Gaza e Israel, cuyas víctimas infantiles “son cada vez más, una mancha en nuestra conciencia colectiva”[19]. Hoy hasta los pesebres en Gaza serían bombardeados, Netanyahu superó en cinismo y sevicia a Herodes. En su obsesión por aniquilar a Hamás su ejército ya asesinó por error a tres rehenes israelíes[20]. Todo esto sucede, porque no hay mayor error y horror que responder al terror de Hamás con el terror implacable del poderoso Ejército israelí, imbuido de odio vengativo contra la población civil palestina. Hoy Palestina, la cuna de la natividad, es un campo de aniquilación, que nos recuerda el horror de los campos de concentración nazis contra el pueblo judío.