lunes, diciembre 25, 2023

2024: ¿ENTRE ESTADOS CRIMINALES Y CATÁSTROFES ECOLÓGICAS?

 

2024: ¿ENTRE ESTADOS CRIMINALES Y CATÁSTROFES ECOLÓGICAS?

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Hernando Llano Ángel.

2024 será un año de verdades históricas en el orden internacional y en el ámbito nacional. Será un hito en la historia política y social mundial. Pero también un reto ineluctable para nuestra supervivencia y del mismo planeta, como lo acaba de concluir la COP 28[1] celebrada en Dubái al decretar el inicio del fin de los combustibles fósiles: “Para limitar el calentamiento global a 1,5ºC, el acuerdo establece que se deben reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43% hasta 2030 y un 60% hasta 2035 en relación con los niveles de 2019, y alcanzar las emisiones netas de dióxido de carbono cero para 2050”. De no avanzar en dicha dirección, quienes vivan para entonces apenas podrán respirar, asediados por el calor y las avalanchas de desplazados climáticos procedentes del sur marginal e infernal. Aunque también cabe la posibilidad que el norte avanzado sea inundado como consecuencia del deshilo progresivo de los glaciares en el ártico, “que podría quedarse sin hielo en el verano de 2040”, según pronósticos de Worldwildlife[2].

Superar la criminalidad estatal

Pero antes de alcanzar esas metas ecológicas para la supervivencia planetaria, es más urgente superar el desafío político y social de la criminalidad estatal, que tiene un alcance más devastador en el corto plazo. Todo parece indicar que en el 2024 se consolidará el crimen y la impunidad en la jefatura de Estados que pugnan por reconfigurar el orden internacional. Empezando por Rusia en Europa del este con su victoria militar, al parecer inminente sobre Ucrania, pues la OTAN y sobre todo Estados Unidos no podrán subvencionar más a Volodímir Zelenski[3]. Israel en el oriente próximo como un Estado genocida, que pretende ser hegemónico en la región.  China en el continente asiático con su poder económico y militar inexpugnable y Estados Unidos en nuestro hemisferio, en manos de líderes vetustos y anacrónicos, asediados por la corrupción, el crimen y los migrantes.  Tanto Putin como Netanyahu son criminales de guerra que parecen “intocables” para la justicia internacional. Más ahora, con sus inminentes triunfos militares que están reconfigurando impunemente el orden internacional. Todo ello, devastando pueblos y cometiendo crímenes de lesa humanidad, imponiendo a sangre y fuego sus intereses geopolíticos, supuestamente en nombre de la seguridad de sus respectivos Estados. Las Naciones Unidas y la Corte Penal Internacional han quedado convertidas en una especie de patético corifeo que se limita a advertir catástrofes humanitarias sin poder investigarlas, evitarlas, contenerlas y casi ni gestionarlas, como le sucede en la Franja de Gaza, pues por cuarta vez se pospone en el Consejo de Seguridad una resolución de alto el fuego para ingresar ayuda humanitaria[4].  A todo lo anterior, hay que sumar la oleada de millones de migrantes[5], cerca de 184, el 2.5% de la población mundial, a los que el mundo “civilizado, democrático y liberal” cierra sus fronteras y los sepulta en el fondo del mediterráneo, o caer en redes criminales de traficantes y deambular como apátridas por continentes y sus porosas fronteras. Semejante panorama apocalíptico es posible porque el crimen y la ilegalidad son la moneda de cambio en el mundo político y sus principales protagonistas han convertido el Estado en una Asociación para delinquir, “legal y oficialmente”, en nombre de falacias como la “seguridad nacional”, “la democracia”, “los derechos humanos”, la “soberanía nacional” y el “libre mercado”. Por eso Trump, que afronta 78 cargos[6] y tres procesos penales entre cortes de Florida, Nueva York y Washington, D.C., figura en las encuestas como el más probable presidente de Estados Unidos en noviembre de 2024[7]. Por su parte, Putin, que tiene orden de arresto de la Corte Penal Internacional por crimines de guerra[8], se reelegirá una vez más en Rusia. Netanyahu pretende anexarse militarmente la franja de Gaza después de su devastación genocida. Xi Jinping con su Ruta de la Seda[9] controla casi toda Asia y pretende dominar los mercados europeos y mundiales con sus tecnologías de punta en la comunicación y la industria automotriz eléctrica, todo ello de la mano de su agresiva diplomacia de cooperación económica y desarrollo de infraestructuras, ya presente en casi toda Latinoamérica[10] y sus principales ciudades. Todos ellos conforman una especie de Internacional del Crimen, revestidos y protegidos por su inmunidad de jefes de Estado, así sean políticamente responsables del actual caos internacional y la devastación de pueblos en Ucrania, Gaza, Cisjordania, la minoría Uigur[11] en China y los millones de migrantes convertidos en parias y apátridas del planeta.

El Sur y la criminalización estatal

En cuanto a nuestro vecindario, desde Centroamérica hasta el Cono Sur, el panorama es más preocupante e incierto. Nos debatimos entre caudillos autoritarios que apelan a las necesidades, esperanzas y miedos acuciantes de sus pueblos. Algunos, para perpetuarse como hacendados anacrónicos y tiranos en sus correspondientes Estados: Daniel Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela y Nayib Bukele en El Salvador, en campaña de reelección violando la propia Constitución con beneplácito del Tribunal Supremo Electoral[12]. Otros, como Javier Milei en Argentina, busca desmantelar el Estado en su dimensión pública y social y convertirlo así en una especie de supermercado. Un Supermercado que no reconoce a los ciudadanos sino solo a empresarios y consumidores, obviamente en función de sus capacidades de inversión y compra. Es por todo lo anterior, que hoy vemos en los noticieros que los Estados intercambian seres humanos como mercancías. Israel y Hamás canjean prisioneros palestinos por rehenes israelíes y Estados Unidos libera a Alex Saab[13] por prisioneros norteamericanos. También los Estados aprenden de los criminales, con la diferencia de que los Jefes de Estado salen indemnes en sus maniobras, pues para ellos el crimen sí paga y con total impunidad. Incluso algunos son elevados a la categoría de héroes, cuando no premiados con el premio nobel de paz, como el ex Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger[14], en 1973.

En nuestro patio

Por último, en nuestro caso, el gobierno exige y por fin logra que el ELN y las Disidencias de las FARC renuncien al secuestro extorsivo, más no al político, para avanzar en las conversaciones de paz. De otra parte, el presidente Gustavo Petro[15] replantea la Paz Total y empieza a definirla de manera más precisa y realista como una paz territorial que debe sustentarse en la eliminación de las economías ilícitas, empezando por el narcotráfico, la minería criminal, la extorsión y el secuestro: “No nos emociona que lo único que se logre sea un cese al fuego…Lo que nos preocupa es si se ataca a la sociedad…así no se construye un proceso de paz, el cese al fuego queda subordinado a acuerdos previos sobre el reemplazo de estas economías ilícitas. ¡Qué ironía ¡Petro retoma ahora la paz legal de Duque, pero en el horizonte de “Colombia, potencia de la vida”. Duque fue incapaz de implementar esa paz legal y la convirtió en una paz letal por el número de líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos y reincorporados asesinados durante su cuatrienio que, según Indepaz[16], llegó a la terrorífica cifra de 957 y 261 firmantes de la paz. Para superar dicho estado de cosas inconstitucionales, recientemente declarado por la Corte Constitucional[17], el actual gobierno ha reformulado su política antidrogas, pasando del prohibicionismo inocuo, corruptor y criminal a diseñar una desafiante política de regulación llamada “Sembrando Vida, desterramos el narcotráfico”[18], que demandará una verdadera reinvención del Estado en los territorios, pues se trata nada menos que de arrebatarle a numerosas organizaciones criminales su control de sembradíos de coca, laboratorios, rutas y explotaciones mineras que utilizan eficazmente para incrementar sus ingresos, unos con fines puramente codiciosos, como las llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia, y otros con una criminal mezcla de política y narcotráfico, como el ELN y las Disidencias de las Farc. De avanzarse eficazmente por esta senda, también se lograría enfrentar con éxito la depredación de nuestros bosques y el saqueo de nuestra portentosa biodiversidad, que es el segundo gran desafío que enfrentamos como nación, alcanzar la paz telúrica, garantizando el respeto y la garantía de la vida, la libertad y seguridad de toda la población, la verdadera paz política. Sin duda, todo lo anterior precisa un Estado fuerte, con amplio respaldo de la ciudadanía, reformista y regulador que haga prevalecer el interés general y público en lugar del particular y empresarial como ha sucedido hasta la fecha en la salud, la educación, el trabajo, la vivienda y la seguridad social. Por ello, el 2024 es para el gobierno del Pacto Histórico el año crucial para avanzar en la paz democrática, territorial y telúrica, en defensa de la vida de los líderes, lideresas sociales y la biodiversidad. Si no lo demuestra el Gobierno nacional con hechos y reformas, mejorando su capacidad de gestión, seguridad pública y ejecución, continuaremos como sociedad extraviados en esta realidad donde predominan los poderes de facto de la ilegalidad, la violencia y la corrupción política, con la audacia e impudicia de líderes de la oposición que dicen defender la democracia cuando en realidad durante toda su vida han promovido negociados y privilegios en perjuicio de las mayorías. Si esto acontece, entonces en el 2026 volverá a ganar el país político sobre el país nacional: el país político, que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!”, como premonitoriamente lo expresó Jorge Eliécer Gaitán hace 77 años, en el Teatro Municipal de Bogotá el 20 de abril de 1946. ¡Pareciera que nuestro tiempo político y social se hubiera detenido desde entonces y no pasarán los años, pero siguiera corriendo la sangre de sus líderes sociales y la inequidad económica! Ojalá el país político empezará a transitar los caminos del país nacional y avanzáramos en el cumplimiento de la Constitución de 1991 con mayor contenido social, democracia real y vital, más allá de las mitomanías del Estado de derecho y las elecciones, copado éste y contaminadas estas respectivamente por poderes de facto legales como Odebrecht y la banca, o ilegales como el narcotráfico y los clanes políticos regionales. Entonces nuestra realidad dejaría de ser ese estado de cosas inconstitucionales que comienza cada nuevo año para la mayoría de colombianos. Solo así cobraría sentido el ritual saludo de Feliz Navidad y Próspero 2024, que les deseo con la mejor buena voluntad y esperanzador optimismo, pues precisamos de ambos para cambiar esta desoladora realidad nacional y convivir como seres humanos dignos, libres y fraternos en esta natividad políticamente secuestrada, aniquilada y bombardeada en Gaza e Israel, cuyas víctimas infantiles “son cada vez más, una mancha en nuestra conciencia colectiva”[19]. Hoy hasta los pesebres en Gaza serían bombardeados, Netanyahu superó en cinismo y sevicia a Herodes. En su obsesión por aniquilar a Hamás su ejército ya asesinó por error a tres rehenes israelíes[20]. Todo esto sucede, porque no hay mayor error y horror que responder al terror de Hamás con el terror implacable del poderoso Ejército israelí, imbuido de odio vengativo contra la población civil palestina. Hoy Palestina, la cuna de la natividad, es un campo de aniquilación, que nos recuerda el horror de los campos de concentración nazis contra el pueblo judío.



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