domingo, mayo 16, 2021

Violencia+Vandalismo=Autoritarismo+Fascismo.

 

VIOLENCIA + VANDALISMO=AUTORITARISMO+FASCISMO

Abril 30 de 2021

https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/violenciavandalismoautoritarismofascismo

Hernando Llano Ángel

Violencia más vandalismo es igual a autoritarismo más fascismo. Esta parece ser una de las pocas ecuaciones que se verifica con frecuencia en la historia y la dinámica de los conflictos sociales y políticos. Cuando estalla la violencia en desarrollo de las protestas ciudadanas y degenera en vandalismo indiscriminado, se deslegitima la justa causa que las ha originado y convocado, como sucede en este caso con el rechazo a una reforma tributaria profundamente inequitativa. Y se produce un efecto todavía más perverso e indeseable, pues se fortalece el autoritarismo estatal y su deriva hacia el fascismo social. Así se constata en el llamado viral, desesperado y vertiginoso que recorre las redes sociales en Cali, clamando por mano dura y un ejercicio contundente de la autoridad. Un S.O.S angustioso pidiendo la rápida y urgente militarización de la ciudad. En las redes proliferan las fotos y los vídeos de civiles armados disparando en forma indiscriminada para contener el ataque de saqueadores a sus propiedades y garantizar la seguridad de sus vidas. Están, pues, servidos todos los ingredientes para la apología de la autodefensa civil y el armamentismo “legítimo” de los particulares y los “ciudadanos de bien” contra la canalla o la “garbimba”, para el estímulo de Frentes de Seguridad como los “CIUDADANOS EN RED” de la Comuna 22 y Zona sur de Cali. La Policía ha sido desbordada y el miedo recorre las calles e invade la mente de los ciudadanos. Entonces llegan a la Sultana del Valle los ministros de Defensa y del Interior y anuncian refuerzos del Ejército. De continuar esta tendencia, en lugar de avanzar por la senda de las reformas sociales urgentes y la búsqueda de un orden económico y un sistema tributario justo --que se requieren con más urgencia que las vacunas contra el Covid-- vamos a terminar en el peor de los escenarios. Un escenario de revanchismo social incontenible de miles de personas desbocadas por el desempleo y el hambre, aupadas por agitadores de la violencia a la izquierda y la derecha, que pescan ganancias políticas y económicas en el río revuelto de esta pandemia. Una pandemia que hace rato dejo de ser una hecatombe de salud pública para convertirse en un pandemónium económico y social. Según el DANE[1] hay 3.6 millones más de colombianos en la pobreza para quienes los subsidios no alcanzarán  y se suman a un mundo de carencias y hostilidades en que apenas sobreviven más de 21 millones, víctimas de una violencia estructural que no se superará con medidas asistencialistas, coyunturales y paliativas. De allí la urgencia de una propuesta más sólida y permanente como la Renta Básica Ya[2].

Un escenario apocalíptico

Llegamos así a un escenario apocalíptico, hoy cabalgamos sobre la peste, el hambre, la guerra y la muerte, presente en muchas regiones y ciudades del país, agudizado por un proyecto de reforma tributaria que logró exactamente lo contrario de lo que se proponía. En lugar de una “transformación social sostenible” ha generado un caos social insostenible en ciudades como Bogotá, Medellín y especialmente Cali. La letra del proyecto gubernamental de reforma tributaria que anunciaba más subsidios y dineros para paliar el hambre y el desempleo, terminó acelerando la peste del Covid, los saqueos, el vandalismo y la muerte. Definitivamente la letra de impuestos regresivos e injustos, sumados a la pandemia, resultó ser una fórmula de ingobernabilidad perfecta, tanto o más letal que la llamada “paz con legalidad”. Así las cosas, el presidente Duque, no tiene otra opción que retirar de plano en su totalidad tan nefasto proyecto, reconociendo su error y abrir el escenario para que, con amplios sectores sociales y populares, junto a los políticos en el Congreso, se elabore un nuevo proyecto para recomponer este agrietado, convulso y violento panorama económico y social, como lo sugiere la Conferencia Episcopal de Colombia[3]. Aunque también puede acoger el reciente trino del expresidente Uribe: “Apoyemos el derecho de soldados y policías de utilizar sus armas para defender su integridad y para defender a las personas y bienes de la acción criminal del terrorismo vandálico”, que podría llevar al actual gobierno y el mismo Estado colombiano a una deriva terrorista, según lo define el punto 33[4] del Manifiesto Democrático uribista cuando afirma que: “También es terrorismo la defensa violenta del orden estatal”. Sin duda, esto es así, porque cuando un orden estatal descansa más sobre las armas y la violencia de sus agentes y desconoce la opinión y las protestas ciudadanas, ya no estamos en una democracia sino en una autocracia violenta y arbitraria que apela a “razones políticas o ideológicas” para gobernar. Y así nos acercamos rápidamente a un régimen neofascista que aguza el miedo y la desesperación de muchos ciudadanos para que estos respalden el uso de las armas oficiales en defensa de sus bienes y vidas, sin importar el costo en vidas humanas y la hecatombe social y política que ello conlleve. Igual que en el pasado, siendo gobernador de Antioquia, Uribe promovió en forma entusiasta las cooperativas de seguridad Convivir, muchas de ellas embriones del paramilitarismo y perpetradoras de numerosas masacres[5]. Sin duda, la letra con sangre mata, más cuando quien escribe estos llamados al uso de las armas oficiales se proclama defensor de la democracia y todavía no reconoce y menos responde por los resultados criminales de sus “exitosas” políticas de seguridad como los “falsos positivos”[6], con más de 6.000 civiles asesinados en cumplimiento de la Directiva 029[7] de la “seguridad democrática”.

 

 



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