CARTA DE UN INDÍGENA DEL
CAUCA A UN CALEÑO DE CAMISA BLANCA
Mayo 11 de 2021
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/carta-indigena-del-cauca-caleno-camisa-blanca
Hernando Llano Ángel.
Coincidencialmente encontré en la Avenida Cañasgordas de Cali, entre trapos
ensangrentados, esta carta anónima que a continuación divulgo, porque considero
que puede ser útil para comprender lo que nos está sucediendo, no solo en la
sucursal del cielo, sino en todo el país:
“Le escribo a usted, hombre de camisa blanca, con rabia y lágrimas en mis
ojos. También con odio en mi corazón. Usted y sus vecinos dispararon a matarnos.
Hirieron a 10[1] de mis
compañeros y la Policía, a su lado, no hizo nada para protegernos. ¿Por qué
cree usted y sus acompañantes de camisa blanca que pueden disparar y nada les
va a pasar? Acaso cree que nosotros no tenemos derecho a la vida, igual que
usted y sus familias, simplemente porque somos indios del Cauca. Eso era en el
pasado, cuando nuestros mayores a sangre y fuego fueron despojados de sus
tierras, humillados y obligados a refugiarse en el monte, sin que nada les
sucediera a los responsables de esos crímenes. Y ahora quieren hacer lo mismo
con nosotros, echarnos a punta de bala y sangre de Cali, como si esta ciudad
fuera una hacienda de su propiedad, para disfrutar solo con su familia y sus
amigos. Por eso atravesaron sus camionetas y sacaron sus armas, para que no
pasáramos en nuestras chivas. Y nos gritaron con furia: “¡Cali se respeta! Y nos insultaron: ¡Fuera de aquí indios malparidos!” ¡Vuelvan a su tierra!” Y empezaron a dispararnos, porque ustedes se
creen con derecho a matar, porque se consideran superiores y viven totalmente
convencidos y seguros de ser mejores y buenos. Así lo gritaban: “Los buenos somos más”. Y se visten de
blanco, pero tienen mucho odio en sus corazones y sangre en sus manos. Por eso
huyeron en sus carros a sus casas, para ponerse a salvo con sus guardias y
escoltas. Y hasta allí llegamos algunos, con rabia y con fuerza rompimos
puertas, causamos daño a sus carros y nos defendimos con nuestras manos,
bastones y piedras, pero no disparamos. Sí, quemamos carros, pero no herimos de
muerte a nadie. Nosotros estamos en Cali porque queremos vivir y hacer respetar
nuestros derechos. Porque tenemos iguales derechos que ustedes a la vida, sin
que nos maten por reclamarla. Porque no aceptamos que a nuestros hermanos
menores que viven en ciudades los persigan y maten por reclamar sus derechos y
dignidad. Porque todos, que somos mayoría, nos cansamos de vivir humillados,
hambreados e ignorados. Ya le perdimos el miedo hasta al COVID y a la muerte. Y
nos levantamos como ciudadanos, negros, indios y campesinos, con iguales
derechos a ustedes. Ya no somos menos, no somos peones, ni sirvientes, somos
ciudadanos, no somos esos “indios
cochinos” o esos “negros brutos”,
sin derecho a la ciudad, a sus centros comerciales, a sus parques, a sus
colegios y universidades, hospitales, calles y plazas. Porque nos han negado
durante toda la vida esos derechos fundamentales, como si no tuviéramos derecho
a nuestras vidas y dignidad, igual que ustedes. Por eso nos hemos tomado las
vías. Por eso están bloqueadas, porque solo así Duque y ustedes, entenderán que
nuestras vidas son más importantes que las vías y carreteras. Por todo eso,
hombres y mujeres de camisa blanca, estamos en Cali y no nos vamos a ir hasta
que nos reconozcan nuestros derechos a una vida tan digna como la de ustedes,
con garantías plenas a los derechos fundamentales que ustedes siempre han
gozado como privilegios: la vida, la salud, el trabajo, la educación y la
protesta. Y estamos en eso con millones de colombianos en las carreteras y en
otras ciudades. Cuando Duque nos trate igual a ustedes y no como a peligrosos
criminales y vándalos, contra los cuales arremeten furiosos policías y
militares, tengan la seguridad que transitarán libremente por carreteras y
calles. Porque primero el gobierno y ustedes tienen que desbloquear nuestras
vidas para nosotros desbloquearles las vías. Porque queremos que la vida de
todos y no la de unos pocos transite libre, segura y digna por todas las vías
de Colombia”.
Hasta aquí la imaginaría carta que encontré en la Avenida Cañasgordas, pero
que todos podemos ver y leer en los noticieros, si nos despojáramos de nuestros
prejuicios clasistas, racistas y del ejercicio de nuestros derechos como
privilegios exclusivos. Si nos comprometiéramos a forjar de verdad una democracia
de ciudadanos y ciudadanas, en lugar de seguir siendo complacientes y hasta
cómplices de un régimen político corrupto y electotanático, en beneficio de
privilegiados indolentes e insolidarios. Esos noticieros todos los días nos
informan de más víctimas mortales y menos vías vitales. Vías que han ido
permitiendo el tránsito de alimentos, medicinas y gasolina, para la vida de
todos. De alguna forma, los bloqueos y el vandalismo desbocado, también nos
revelan vergonzosamente que cada día perdemos más nuestra sensibilidad y
empatía como seres humanos y colombianos. Al punto que ya se anuncia por redes
sociales una “MANCHA BLANCA”, donde
sus promotores proclaman que: “Los
buenos somos más” y puede convertirse mañana, sin ellos proponérselo, en
una “MANCHA SANGRIENTA”, de la que
nadie está a salvo de ser parte, como está sucediendo en desarrollo del paro
nacional, donde el número de víctimas mortales oscila entre 40 según la ONG “TEMBLORES” y 33 el Ministerio de
Defensa[2]
y un número incierto de desaparecidos entre 379 y 133[3].
[1] https://www.semana.com/nacion/articulo/la-onic-reporta-al-menos-ocho-indigenas-heridos-por-balas-en-cali/202137/
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