EN HALLOWEEN MÁS ALLÁ DE LAS “PETRADAS” Y LAS “TROMPADAS”
Para los hooligans que siguen y
animan a Trump, Petro es un payaso disfrazado de estadista. Y viceversa, para
los petristas, Trump es un fascista esperpéntico y rubicundo, que está
condenado al fracaso.
Hernando Llano Ángel
La intensa y patética
confrontación entre los presidentes Petro y Trump, más propia de gamberros de
barrio que de estadistas, es fácil reducirla a un pulso entre dos líderes
megalómanos y narcisistas. Sobre todo, hoy, en Halloween, pues podrían salir
con sus disfraces de superhéroes por el vecindario y envenenarnos con sus
golosinas mortales. Pero sería un grave error “psicologizar” por completo una
compleja relación política entre dos Estados, marcada por una asimetría profunda
de poder. A fin de cuentas, son líderes políticos situados en las antípodas
ideológicas, pues tienen y expresan concepciones irreconciliables de la vida
social, económica, cultural y del mismo orden internacional. Bien lo sentenció
John Plamenatz: “El estudio más digno de la política no es el hombre sino las
instituciones”. Por eso, vale la pena intentar un breve análisis a partir de la
clásica conferencia de Max Weber “La política como vocación”. Precisamente
porque ambos están empeñados en convertir la política en una deplorable función
circense de poder donde todos podemos salir perdiendo, empezando por ellos
mismos.
Primer Acto fallido, Trump y su Maga.
De un lado, tenemos a Trump con
su delirio por contener el declive irreversible de Estados Unidos como potencia
hegemónica. Se parece a un cómico incapaz de reconocer el nuevo orden
internacional multipolar emergente, donde su idealizada MAGA está siendo
arrinconada contra las cuerdas por su decadencia en el mercado mundial y está
gravemente amenazada en su liderazgo tecnológico por China. Le queda, entonces, como último recurso
exhibir su potencia militar indisputable, para desde allí tratar de imponer sus
objetivos en los otros campos. Y lo hace como un típico gánster empresarial, ya
condenado por 34 cargos criminales, recurriendo al chantaje de los aranceles en
el comercio internacional y a la fuerza bruta de la Guardia Nacional contra sus
opositores en casa y a su invencible armada en el mar caribe. Fuerza bruta que
ahora despliega contra Venezuela con el pretexto de ganar la guerra contra el
narcoterrorismo y el cartel de los soles. Una guerra que nunca podrá ganar,
pues ella se libra en primera instancia en el cuerpo y la mente de millones de
sus compatriotas adictos, que constituyen una demanda insaciable a disposición
de las mafias, tanto a las de casa, que parecen intocables e inidentificables,
como las de afuera. En ese imaginario autoritario y patriarcal tan querido por
todas las derechas, Trump se proclama el padre protector y salvador de su indefensa
juventud norteamericana. Una pobre e indefensa juventud que está siendo
envenenada y asesinada por temibles y malvadas hordas de narcoterroristas
procedentes del Sur, puesto que en casa no hay redes criminales ni cómplices
nativos que investigar, encarcelar y mucho menos matar. Y si existen, son
latinos y extranjeros que amenazan la grandeza de MAGA, por eso los persigue
sin pausa.
Un neopirata imperial
Para todos ellos hay fuego
implacable en los mares y se regodea declarando, desde el despacho oval rodeado
de micrófonos, cámaras y periodistas incondicionales, que hay que “matar y
matar”, bombardear embarcaciones a diestra y siniestra, como si fuera un juego
de Nintendo del que parece ser un adicto incurable. En su mente belicista no
cabe la investigación y desarticulación de esas bandas criminales, capturando a
los traficantes, pues ese no es el objetivo real de su cruzada de neopirata
imperial, sino el pretexto perfecto para intervenir y propiciar la caída de
Maduro y su putrefacto régimen cacocrático militar. Así pretende recomponer e
instaurar, en alianza con la oposición y la premio nobel de paz, María Corina
Machado, un nuevo orden político y económico que le permitiría “perforar y
perforar” la mayor reserva mundial de crudo, además de explorar, controlar y
depredar ricos yacimientos de minerales críticos o tierras raras para hacer
frente a la China, potencia mundial que controla el ochenta por ciento de ese
mercado estratégico. Tal es la causa principal que anima a Trump.
Segundo Acto, Maga al ataque
Una causa que parece perdida,
pues MAGA no podrá continuar siendo esa reina indiscutible en la arena
internacional a la que todas las demás potencias le deben brindar pleitesía y
someterse a sus designios, como hasta ahora lo ha hecho la sumisa Unión Europea.
Es en este contexto donde se pueden entender sus actuaciones prepotentes,
continuas amenazas arancelarias, persecuciones políticas y matoneo personal
contra quienes desafían sus objetivos políticos y económicos, tanto
internacionales como nacionales. Y es también allí donde aparece la figura
irreverente y desafiante del presidente Petro, cuyo proyecto y causas
políticas, tanto nacionales como internacionales, son inadmisibles y
despreciables para Trump.
Entonces, como en una arena
circense, vemos el combate entre un Goliat prepotente contra un David
desafiante, desarmado e impotente, que alza las banderas de todos los
perseguidos, oprimidos y condenados a muerte por el Tío Sam. Para los hooligans
que siguen y animan a Trump, Petro es un payaso disfrazado de estadista. Y
viceversa, para los petristas, Trump es un fascista esperpéntico y rubicundo,
que está condenado al fracaso. Pero, sin duda, ambos están muy distantes de lo
que creen ser y representar. Incluso, les puede suceder que sus grandilocuentes
metas de Maga y America First, junto a la Paz Total y Colombia, potencia
mundial de la vida, terminen siendo todo lo contrario y sus mutuos delirios de
grandeza histórica sean un fracaso. Para ambos, valen estas reflexiones y
consejos de Max Weber en su célebre conferencia “La política como vocación”
Cae el telón de Max Weber para
Petro y Trump
A continuación, cito literalmente
dichos consejos como cierre del telón de esta tragicomedia. Primer consejo: “La
pasión no convierte a nadie en político, sino está al servicio de una causa y
no hace de su responsabilidad hacia esa causa el norte que oriente sus
acciones”. Segundo: “La política se hace con la cabeza y no con otras partes
del cuerpo o del alma”. Tercero: “Sólo el hábito de la distancia (en todos los
sentidos de la palabra) hace posible la enérgica doma del alma que caracteriza
al político apasionado y lo distingue del simple diletante político
estérilmente agitado”. Cuarto: “En último término, no hay más que dos pecados
mortales en el campo de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la
falta de responsabilidad, que frecuentemente, aunque no siempre, coincide con
aquélla. La vanidad, es lo que más lleva al político a cometer uno de estos
pecados o los dos a la vez”. Y el más certero para ambos, adictos incontenibles
al uso de Truth Social y a X: “el político tiene que vencer cada día y cada
hora a un enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy común vanidad, enemiga
mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso de la mesura
frente a sí mismo”. Mesura de la que por cierto carecen los dos.
Como colofón, el consejo más
paradójico y trascendental: “Es una tremenda verdad y un hecho básico de la
Historia (de cuya fundamentación no tenemos que ocuparnos en detalle aquí) el
que frecuentemente o, mejor generalmente, el resultado final de la acción
política guarda una relación absolutamente inadecuada, y frecuentemente incluso
paradójica, con su sentido originario”. Sin duda, pues sus trascendentales
objetivos políticos parecen estar condenados al más colosal fracaso histórico.
Ni MAGA volverá a reinar y America First ni siquiera funciona hoy como gobierno
federal. Ni hablar de la Paz Total y de Colombia, potencia mundial de la vida.
En fin, ambos son aprendices de brujo y deberían dejar de lanzarse “Petradas” y
“Trompadas”, disfrazarse en la noche de Halloween como estadistas y así
endulzarnos por una noche la vida para poder dormir tranquilos, siempre y
cuando sus golosinas no estén envenenadas y recubiertas de mentiras mortales.