viernes, noviembre 18, 2022

ELPLANETA EN MODO FÚTBOL

 

EL PLANETA EN MODO FÚTBOL

https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/planeta-modo-futbol

 

Hernando Llano Ángel.

Desde este domingo 20 de noviembre de 2022 el planeta estará en modo fútbol. Su inmensidad quedará reducida a los confines de un rectángulo de 75m por 110m, según lo fijado por la FIFA para competencias internacionales[1]. El planeta girará bajo un sistema futbolcéntrico, no heliocéntrico. El sol se eclipsará, incluso en Catar, y solo veremos los destellos de un balón, golpeado en forma brutal y hermosa por 20 jugadores empeñados en vencer a quienes solo ansían atrapar en sus manos ese esquivo y diminuto sol. La alegría y la tristeza de millones de espectadores quedarán anudadas en el fondo de unas redes abatidas. Sus héroes ya no serán jefes de Estado, mucho menos generales, solo 22 jugadores que se disputarán la gloria de triunfar o el infortunio de perder. Sin duda, habrá ganadores y derrotados, clasificados y eliminados, pero no vencedores y vencidos, mucho menos victimarios o víctimas. Al menos, en el campo de juego, poco importa lo que suceda por fuera de él, y mucho menos lo que haya sucedido antes de empezar el partido. Se trata de un mundial de fútbol. La política está fuera de lugar. No entra en el juego, está expulsada de la cancha, enfatiza el presidente de la FIFA, Giovanni Vincenzo Infantino[2], aunque haya tenido el desliz de proponer una tregua en el campo de batalla de Ucrania, invadido y destrozado por Putin y su legión de jugadores letales. Tampoco hay lugar a denuncias, mucho menos a investigaciones sobre los hermosos y portentosos estadios de Catar, que ocultan los cuerpos de miles de obreros inmigrantes[3], al menos 6.500 según The Guardian,  eliminados y expulsados de por vida del campo de juego. Perdieron sus vidas en accidentes de trabajo. Así sucede en la cancha con la vida futbolística de algunos jugadores, como Sadio Mané[4] de Senegal, junto a  Nicolás González y Joaquín Correa de Argentina[5], que no podrán estar en este mundial por recientes lesiones. Y otros más. ¡Qué mala suerte! No podrán jugar en el mundial, como no podrán verlo los miles de obreros que murieron construyendo esos templos del fútbol. El mundial debe comenzar y no hay lugar a empañarlo metiéndole política al asunto. Siempre ha sido así. No por casualidad Hitler inauguró las olimpiadas de 1936 en Berlín[6], sin sombra alguna de política. “Hitler aprovechó la instancia deportiva para demostrar al mundo la "magnificencia" del nazismo y encargó un elaborado programa de difusión al ministro de propaganda Joseph Goebbels, quien a su vez encargó la puesta en escena a Albert Speer y la supervisión y filmación a la fotógrafa Leni Riefenstahl”. Mucho menos tiene lugar recordar el mundial que organizó y ganó argentina en 1978[7] contra Holanda 3 a 1, bajo la dictadura terrorista presidida por el teniente general Jorge Rafael Videla[8]. Y mucho menos, es pura coincidencia, que el pasado mundial haya tenido lugar en Rusia y las olimpiadas recientes de invierno en China[9]. Ya era justo que le tocará a Catar. No deja de ser significativo que dichos eventos mundiales se realicen justamente en los lugares donde se desconozca en forma plena y oficialmente la libertad política, la democracia y los derechos humanos. El contraste no deja de ser infamante y de un cinismo inadmisible, pues es propio de las olimpiadas y de los mundiales de fútbol todo lo contario. En las justas deportivas hay ganadores y derrotados, clasificados y eliminados, pero no vencedores y vencidos, mucho menos victimarios impunes y víctimas irredentas. En el campo de fútbol habrá lesionados, pero no caídos en combate, como sucede en Ucrania. Veremos refriegas y choques violentos, pero no bajas en la cancha, mucho menos desaparecidos, como sucedió en Argentina bajo la dictadura. Miles de ellos, al menos 30.000[10],  no pudieron celebrar el triunfo de su selección.

La cancha no es un campo de batalla

La cancha no es un campo de batalla, es un campo de juego disputado donde las reglas protegen la vida de todos los jugadores, como también sucede en toda auténtica democracia. Es un juego agonal[11], con “reglas ciertas y resultados inciertos”, como en el fútbol. Lo grave es que en la realidad política mundial sucede todo lo contrario. No se respetan las reglas del juego limpio y son los jugadores más sucios y brutales los que suelen ganar. La ONU es una FIFA impotente a pesar de sus esfuerzos por hacer respetar el Derecho Internacional Público. Pero lo más triste es que el resto nos convirtamos en espectadores del desastre y poco nos importe que el planeta esté en manos de irresponsables, incompetentes y criminales, que permiten que la cancha de todos continúe siendo devastada y horadada. Que celebremos los goles de Catar[12] sin deparar que es una monarquía absoluta cuyo alto nivel de vida y mayor renta per cápita del planeta, derivan precisamente del petróleo y de poseer la tercera mayor reserva mundial de gas natural, justo los recursos fósiles que están catalizando la crisis climática planetaria. Cuestiones que nada tienen que ver con la política y menos con el mundial, obviamente, pues él se disputa en las canchas y los estadios, no en los yacimientos de petróleo y de gas. Tampoco debe importarnos lo que sucede entre Rusia y Ucrania, pues no clasificaron al mundial. Nada debe importarle al mundo que se aniquilen y eliminen entre sí.  No están en el mundial. No existen. No hay cámaras para ese espantoso espectáculo. Todas están en Catar, siguiendo milimétricamente las espectaculares jugadas y los goles de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, kylian Mbappé, Harry Kane y demás estrellas por brillar. El mundo está a sus pies. Lo demás no existe, solo nos importa celebrar, pues no sufriremos con el genial e inocuo jugo de nuestra grandiosa selección nacional. El mundo futbolístico y Cátar ignoran el espectáculo que se pierden con la ausencia de Luis Díaz, Radamel Falcao y James Rodríguez, goleador en el mundial de Brasil de 2014[13] con seis goles. ¡Que viva el mundial y muera el planeta! ¡Poco importa la lluvia y sus damnificados! ¡Que lluevan los goles es lo importante! ¡Qué hermoso autogol a nuestra humanidad!



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