PETRO, ENTRE LA DESMESURA
POLÍTICA, LA IMPACIENCIA POPULAR Y LA INTRANSIGENCIA ELITISTA
Hernando Llano Ángel
Transcurrido casi un mes de su llegada a la Casa de Nariño, Petro se debate
entre la desmesura política de sus numerosas propuestas democratizadoras, la
impaciencia popular que ellas han desatado y la intransigencia elitista que se
opone a las mismas. La sensación anímica que tiende a predominar en el
ciudadano corriente, con frágil criterio de lo público, polarizado en forma
oportunista por una oposición recalcitrante, es que la Presidencia le quedó
grande a Petro. Desde ya, la intransigencia elitista apuesta por su rápido y
rotundo fracaso, incluso celebran prematuramente el vaticinio de la hecatombe
nacional que otrora proclamará el subjudice del Ubérrimo. El “Centro Democrático” está dispuesto, como
lo hiciera artera y maliciosamente en contra del plebiscito del Acuerdo de Paz[1],
a seguir mintiendo y tergiversando la realidad, para que la gente “salga
verraca” a la calle a protestar. De nuevo, pues, estamos entre el comienzo de
una esperanzadora apertura democrática y su acelerado aborto preventivo,
provocado por los mismos de siempre. Otra vez estamos atrapados en el
inconcluso y fatal pulso entre las elites de ese “País Político que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder”
y el “País Nacional que piensa en su
trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país
político tiene rutas distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la
historia de un pueblo!”[2],
como lo advertía Gaitán el 20 de abril de 1946 en el Teatro Colón. Han pasado
76 años y estamos peor, pues no ha cesado el desangre, ahora profundizado por
la asociación criminal de la codicia del narcotráfico con la degradación de la
rebelión. La emboscada y posterior asesinato de siete policías, acribillados en
forma despiadada por supuestas disidencias de las Farc en San Luis, Huila, parece
tener relación con la búsqueda “de una ruta de salida a la marihuana creepy y
la cocaína que se produce en el norte de Cauca a través del departamento de
Huila”[3],
por parte del “frente ‘Ismael Ruíz’, de
las disidencias (con injerencia en Tolima) que es aliada a la columna móvil
‘Dagoberto Ramos’ (con injerencia en Cauca)”.
De la Paz Total a la Paz
Pública
Ante este complejo entramado, la propuesta de “Paz Total” de Petro parece
inalcanzable solo con el diálogo y la tregua multilateral. Dicha “paz total”
requiere ser acotada de forma más realista, combinando seguramente todas las
formas de lucha y de negociación. Pero especialmente precisando su foco, que no
puede difuminarse en una supuesta “Paz total”, la cual seguramente solo existe
más allá del mundo político y terrenal, en la esfera ultramundana de la
espiritualidad y la eternidad. Es una paz metafísica, metapolítica,
trascendental. Pero la que precisamos con urgencia es una paz terrenal, una paz
pública inmanente, es decir, aquella que el Estado en su conjunto debe
garantizar a toda la sociedad, desarticulando las organizaciones responsables
de la criminalidad y la inseguridad. No conviene para la gobernabilidad
democrática hacer propuestas desmesuradas como la “Paz Total”, pues son
fácilmente deslegitimadas por la oposición y la ciudadanía cae en la
incredulidad y la desesperanza ante emboscadas tan dolorosas y repudiables como
la reciente de San Luis y probablemente muchas otras que vendrán, instigadas
por la codicia ilimitada de organizaciones dedicadas al narcotráfico. Pero
también hay otras propuestas del gobierno del Pacto Histórico que, no obstante
sus buenas intenciones y sustento científico, como la teoría del decrecimiento
de Serge Latouche[4], se pueden
convertir en un búmeran contra el gobierno y su futuro Plan de Desarrollo
Nacional. Aquí estamos en un punto de quiebre, como sucede también con las
imperiosas y necesarias reformas para alcanzar justicia tributaria, laboral y
agraria. No solo es una cuestión de prioridades, sino también de tiempo,
expectativas y viabilidades.
Es urgente sincronizar los
tiempos y no engañarnos
Tiempo que ya se agotó para ciertos sectores sociales marginados y
numerosos trabajadores que llevan generaciones reclamando y esperando dichas
reformas. Sin duda, el tiempo de las reformas sociales urgentes no está
sincronizado con el tiempo de la gobernabilidad democrática, sujeta a los
términos legales que impone la Constitución y la expedición de normas, además
de los inciertos procesos de negociación y transacción entre las diversas
fuerzas políticas, sociales y gremiales. De allí que gobernar para la izquierda
con su horizonte de mayor justicia social, sostenibilidad ambiental y
deliberación democrática resulte mucho más difícil y siempre correrá el riesgo
de fracasar. Por eso, Chile se encuentra en ascuas con su referéndum
constitucional de este domingo 4 de septiembre. Todo lo contrario, acontece con
la derecha, cuya gobernabilidad se agota en la fórmula complaciente de satisfacer
y proteger los intereses dominantes del Statu Quo, como lo hizo el expresidente
Uribe al eliminar mediante la ley 789 de 2002 las horas dominicales y de
festivos, extras y nocturnas de los trabajadores con la mentira de estimular la
producción y el empleo. Una reforma que le robó 28 billones de pesos a los
trabajadores desde el 2003 hasta el 2017, según la Escuela Nacional Sindical.[5]
Por ello, poco les importa a los gobernantes de la derecha la crisis climática,
la desconocen y niegan de plano como Bolsonaro, Trump y sus aliados nacionales,
con tal de aumentar el crecimiento de sus ganancias. Poco les importa las
enfermedades y mayores costos para la salud pública de las bebidas azucaradas y
los alimentos ultraprocesados, pues muchos de sus fabricantes aportaron
generosamente dinero a sus campañas políticas. Y así sucesivamente. Ahora que
el Pacto Histórico pretende restablecer dichos justos derechos laborales, todos
los gremios ponen el grito en el cielo. Ni hablar de la reforma tributaria y el
bloqueo de las grandes empresas y sus líderes gremiales, pretendiendo embaucar
a la opinión ciudadana con falsos argumentos como confundir la tasa de
tributación nominal con la efectiva. Al respecto, los investigadores Jairo
Orlando Villabona y Carlos José Quimbay, en su estudio “Tasas efectivas del impuesto de renta para sectores de la economía
colombiana entre el 2000 y el 2015”,[6]
demuestran que “los más favorecidos fueron el sector financiero, $20.6
billones, y el sector bancario con 10.9 billones. Finalmente, con respecto a la
deducción del IVA por inversión en activos fijos, el sector minería con $ 18
billones, y el sector comercio, con $11.2 billones, fueron los más
favorecidos”. Es decir, 60.7 billones en gabelas tributarias en 15 años, y
ahora se rasgan las vestiduras por la propuesta actual de recaudar $25
billones. En fin, si queremos vivir sabroso y que la dignidad se haga costumbre,
no podemos dejarnos engañar, pero tampoco exigir ya lo inalcanzable, pues reformas
como la agraria y la laboral no se hacen de la noche a la mañana. Si aspiramos
a ser potencia mundial de la vida y líderes en la transición energética a favor
del planeta, precisamos mayor responsabilidad personal y empresarial, pero
sobre todo más investigación y trabajo de la inteligencia, no solo el decrecimiento
de las economías del Norte rico. Si queremos mayor justicia tributaria, que
empiece por casa, es decir, el Estado, y se fije un impuesto similar al que se
propone a las pensiones de 10 o más millones de pesos en igual proporción para
todos los servidores públicos con dichos sueldos. Para empezar, gravar a los
congresistas[7], que
deberían sentir vergüenza republicana por devengar más de 35 millones de pesos
mensuales, especialmente los del Pacto Histórico. Con ironía y agudeza, el
politólogo y maestro Giovanni Sartori[8],
distinguió así a la izquierda de la derecha: “Izquierda es hacer el bien a los
demás, derecha el bien para sí; izquierda es Kant, derecha es Bentham”. Sin
duda, la izquierda auténtica hace prevalecer el interés general sobre el
particular, esperemos que los congresistas del Pacto Histórico sean coherentes
y no defrauden más a quienes dicen representar.
[1] https://www.semana.com/nacion/articulo/plebiscito-por-la-paz-juan-carlos-velez-revela-estrategia-y-financiadores-del-no/497938/
[3] https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/policias-asesinados-en-huila-investigacion-a-punta-a-disidencias-699570
[4] https://www.economiasolidaria.org/recursos/biblioteca-charla-de-serge-latouche-decrecimiento-o-barbarie/
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