sábado, marzo 21, 2020

TRANSICIÓN DE VERDAD Y VERDADES EN TRANCE (I) (FEBRERO, 18 DE 2020)


TRANSICIÓN DE VERDAD Y VERDADES EN TRANCE (I)
(FEBRERO, 18 DE 2020)


Hernando Llano Ángel

Es tal la avalancha de declaraciones y revelaciones sobre nuestra realidad política, que es casi imposible discernir la verdad  o la mentira contenida en ellas. Pero, sin lugar a dudas, las más inquietantes corren a cargo de una pareja de protagonistas de la vida política nacional: Aida Merlano y Álvaro Uribe Vélez. No obstante la distancia insalvable que los separa por sus ejecutorias políticas, ambos tienen en común dos hechos irrefutables, de carácter público. El primero, sus líos con la justicia y, el segundo, que sus declaraciones nos parezcan al conjunto de los colombianos inverosímiles, aunque los dos sostengan que dicen toda la verdad y que así es la realidad.

La Declaración de Renta de Uribe

Para empezar, tenemos la Declaración de Renta de 2018 del senador Álvaro Uribe Vélez, hecha pública en virtud de la ley que a regañadientes aprobó el Congreso, forzado por los cerca de 12 millones de ciudadanos que lo exigimos en la Consulta Anticorrupción. En ella aparece que no tuvo que pagar un solo peso por concepto de impuestos, no obstante que su patrimonio bruto es superior a 12 mil millones de pesos, que  sus ingresos brutos alcanzaron la suma de casi 457 millones pesos y además percibió  51 millones por pensión.  Pero, según la verdad tributaria, claramente explicada por contadores profesionales consultados por Portafolio, ello no solo es legal sino que también se corresponde con la realidad de nuestro régimen tributario, como puede leerse en https://www.portafolio.co/economia/noticias-del-dia-declaracion-de-renta-de-uribe-colombia-hoy-538212.  Todo parece indicar que la Declaración del senador Uribe es tan tributariamente correcta como injusta e indignante para la inmensa mayoría de colombianos, especialmente para una clase media que paga impuestos con ingresos muy inferiores y con un pírrico patrimonio. Vergüenza debería sentir el senador por violar en forma tan ostensible el numeral 9 del artículo 95 de nuestra Constitución Política: “Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de conceptos de justicia y equidad”. Por revelaciones como las anteriores es que estamos viviendo una coyuntura política de verdades infamantes e insostenibles, no sólo en el ámbito de lo tributario, sino en el más doloroso y grave del conflicto armado interno. A tal punto que el general (R) Mario Montoya ante la JEP negó su responsabilidad como comandante del Ejército en la ejecución de los “falsos positivos” y los atribuyó a: “soldados muy pobres, ignorantes, que no entendían la diferencia entre resultados y bajas, por eso cometieron los falsos positivos”.

Una legislación inicua y criminal

Pero así como las normas tributarias explican el aberrante caso de injusticia fiscal a favor del senador Uribe, la Directiva 029 de 2005 de la “seguridad democrática” también explica legalmente la barbarie de las ejecuciones extrajudiciales, mal llamadas “falsos positivos”, con la firma del entonces ministro de defensa Camilo Ospina y la dirección militar del Comandante del Ejército, general Mario Montoya. Frente a estas horrendas verdades, revestidas de legalidad tributaria y marcial, los delitos de Aida Merlano parecen prácticas usuales en la dinámica política y electoral de nuestra simulada democracia.

Y, por escandaloso que suene, tal es la verdad al lado de las numerosas masacres de los grupos paramilitares aliados con senadores y representantes condenados por parapolítica, como puede consultarse en Verdad Abierta: https://verdadabierta.com/de-la-curul-a-la-carcel/, a quienes exhortaba el entonces presidente Uribe que “votaran sus proyectos de ley antes de ir a la cárcel”[1].  Por todo ello, se puede decir que estamos viviendo una transición de verdad que nos revela muchas verdades en trance. Una de esas verdades es la de Aida Merlano que, por su gravedad y aparente espontaneidad, merece un tratamiento especial en una próxima entrega, para no incurrir en la ligereza de banalizar y mucho menos justificar sus éxitos electorales y los de sus distinguidos mentores y patrocinadores como algo inherente a la democracia

No hay comentarios.: