PELÍCULAS DE VERDAD CONTRA LA REALIDAD
(febrero 3 de 2020)
(febrero 3 de 2020)
Hernando Llano Ángel.
Cuando alguien nos cuenta algo
inverosímil, le decimos que no nos venga con otra “película de vaqueros”, pues
en ellas no solo distinguimos claramente a los malos y los buenos, sino que
además siempre terminan ganando estos últimos. Los fanáticos de estas películas
salen felices de los teatros, se van plácidamente a dormir y al otro día se
reconcilian con la vida. Se levantan convencidos que pertenecen al bando de los
buenos y están protegidos por sus gobernantes contra los malos. Pero en
ocasiones asistimos a películas que nos revelan, en medio de su ficción y
elaboradas tramas, que la vida es otra cosa y que en la realidad los papeles de
buenos y malos no están prefijados. Al punto que las ficciones terminan siendo
más verdaderas que la misma realidad. Es lo que acontece con la mayoría de
películas que este año están nominadas a los premios Oscar en Hollywood. Empezando
por aquellas que abordan terribles acontecimientos, como el nazismo, con la
corrosiva e hilarante parodia de Jo Jo
Rabbit de Taika Waititi, y Érase una
vez… en Hollywood de Tarantino, pues en ambas la imaginación de sus
creadores y directores nos revelan que la realidad es mucho más compleja que lo
acontecido. En estas películas, los actores y sus circunstancias tienen más
aristas y sombras que aquellas que nos proyecta la historia oficial con su
verdad congelada en la memoria colectiva. Película como El irlandés, de Scorsese, nos devela que las relaciones entre el
crimen y la alta política del Estado, presidida por un descendiente de
irlandeses, como J.F. Kennedy, son desde entonces un rasgo estructural en la
política doméstica e internacional de
los Estados Unidos de Norteamérica. La ambigüedad del título juega con el rol
protagónico de Robert De Niro y el político histórico de las relaciones
sostenidas por Kennedy, el otro “irlandés”, con la mafia norteamericana y la
fracasada invasión a bahía Cochinos, que al parecer termino por sacarlo
violentamente del libreto del poder.
EL OSCAR DE LA IMPUNIDAD
Y hoy dicha relación entre la política y el
crimen está protagonizada por Donald Trump, al extremo de ser intocable por la
justicia, pues sus copartidarios republicanos no solo impidieron la
comparecencia de testigos, como John Bolton ante el Senado, y la presentación
de nuevas pruebas, sino que lo absolverán, consagrando así una impunidad
presidencial que convierte a esa
democracia imperial en una tragicomedia criminal. Así las cosas, la absolución
de Trump debería estar nominada para ganar el Oscar a la mejor película --en el
género histórico del colapso de la democracia por la simbiosis entre política y
criminalidad-- y el mismo Trump ser
reconocido como el mejor actor en el escenario de la mentira y la simulación de
justicia. Seguramente en algunos años estaremos viendo, en una excelente película,
más escenas verdaderas sobre lo ocurrido en este juicio simulado, que la
profusión de fake news que nos invadirán durante las próximas semanas
relacionadas con la absolución de Trump, que lo elevará a la consagración
estelar de ser el mejor protagonista del poder de la mentira y la soberbia
narcisista. A las anteriores dotes hay que sumar su misoginia y vulgaridad
machista, que pone de presente la película “El
escándalo”, recordándonos los trinos de Trump contra la corresponsal de Fox
News, Megyn Kelly, protagonizada por Charlizie Thereson, humillada y
ridiculizada por el entonces candidato republicano. Pero suele acontecer que el
buen arte termina siendo el juez más implacable de los ambiciosos de turno
revestidos de poder, como en este caso sucede con Trump, más allá de las
complicidades de la mayoría republicana que lo absuelve y protege. Parece que
algo similar ocurre entre nosotros, pero en un nivel bucólico y pintoresco, con
más de un protagonista de la vida política nacional actualmente en la antesala
de la justicia. Incluso para desentrañar la sangrienta madeja tejida por la
política y el crimen, disponemos de una compleja tramoya conformada por la JEP,
la Comisión de la Verdad y la Unidad de búsqueda de personas dadas por
desaparecidas en desarrollo del conflicto armado interno. Solo nos queda
esperar la película nacional que proyecte estos personajes intocables y nos revele
sus proezas criminales, tanto de la diestra como de la siniestra. No hay duda
que tenemos suficiente talento joven para asumir semejante desafío, pero quizá
falte el patrocinio y el valor civil para que puedan hacerlo.
Hollywood como conciencia crítica y pantalla de verdad
La próxima ceremonia en Hollywood
de entrega de estatuillas en las diversas categorías, promete ser el mejor
tribunal de la conciencia crítica y la sensibilidad artística contra esta
realidad que vivimos, global y nacionalmente, infestada por un virus más mortal
que el temido coronavirus. El virus que portan aquellos gobernantes que niegan
la realidad, la crisis climática, la devastación del planeta, el nuevo holocausto
de millones de migrantes, la desigualdad social infamante y, en general, todos
aquellos portadores sanos y buenos ciudadanos que creen que la vida se agota en
el éxito empresarial y la felicidad
familiar, como lo denuncian con implacable humor las películas Parásito y Joker. Son de antología las secuencias escatológicas de Parásito ridiculizando la portentosa
tecnología de Corea del Sur y su aberrante discriminación clasista, expresada
en el agudo olfato del exitoso empresario y ejemplar padre de familia, que vive
como un auténtico parásito del trabajo, el talento y el esfuerzo de los demás. Así
como también Joker ejecuta al bufón del entretenimiento y la mentira,
protagonizado por De Niro, animador de un concurso televisivo tan parecido al
dirigido por Trump en el pasado, The Apprentice, en el que ridiculizaba
y humillaba a los perdedores, con su grito: Estás despedido! Sin duda, esta
temporada de películas nominadas nos está proyectando en la pantalla más verdad
que la misma realidad. La ficción y el arte develando las mentiras del poder,
el cinismo criminal de George W Bush y la complicidad de Tony Blair, en Secretos de Estado; el acoso sexual
como chantaje para el ascenso laboral en El
Escándalo; el sufrimiento y la degradación en la vida artística de Judy a costa de su salud y muerte. Y,
para terminar la función con una lección de humanidad y coraje, la película de
Sam Mendes, 1917, heroica y
antibélica que exalta la ética y el honor del guerrero. Vale la pena ver y compartir estas producciones, pues corroboran
que en nuestros días la ficción cinematográfica no solamente es superior a la
realidad sino mucho más verdadera.
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