domingo, mayo 08, 2022

Serrat, la ubicuidad y vitalidad de su poesía.

                              SERRAT, LA UBICUIDAD Y VITALIDAD DE SU POESÍA

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Hernando Llano Ángel

Un poeta fantasmal recorre el mundo de los escenarios musicales con la vana pretensión de decir adiós. Es un poeta embustero y vagabundo, pues sabe muy bien que “es hermoso partir sin decir adiós, serena la mirada y firme la voz”. Es un adiós imposible. Nadie se despide de aquello que perdura en la memoria con ecos de alegría y en la piel con huellas de rebeldía. Ecos que resuenan en millones de corazones de varias generaciones a las que cautivó con sus letras, plenas de sentido, vitalidad y musicalidad. Su vida y poesía es parte de aquellas pequeñas cosas, que “uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta”. Sin embargo, Serrat a sus 78 años está obstinado en despedirse, desafiando y conjurando a las malhadadas parcas del olvido.  Viene con la simpatía y la gracia propia de Titiritero, a quien hoy encarna en su gira y “de aldea en aldea el viento lo lleva, siguiendo el sendero, su patria es el mundo, como un vagabundo va el titiritero”. Estará en Medellín y Bogotá el 23 y 25 de mayo, respectivamente, dejando en Cali a miles de melómanos huérfanos e inconsolables, siempre fieles a su ubicua y eterna poesía. La verdad, parece increíble que Serrat no pase por estos lares, en donde disfrutó momentos  inolvidables en sus largas tertulias con el “loco” Álvaro Bejarano y otros cuantos amigos en la bohemia y casi clandestina “Sultana del Valle”. Una “Sultana” hoy ultrajada y manoseada por la vulgaridad y mediocridad de tantos Balvin y Malumas que contratan y presentan codiciosos mercaderes. Estoy seguro que también el  sibarita de Tarres extrañará los sabores del restaurante “El Ringlete”, cuyo chunchullo evocó en su último concierto en el Teatro Jorge Isaac hace ya más de 6 años. Pero nos queda el consuelo de seguir recordándolo con nostalgia, como él lo hace con los “Fantasmas del Roxy”: “Cuentan que al ver a Clark Gable en persona en la cola de la ventanilla dos con su sonrisa ladeada y socarrona, una cajera se desparramó. Y que un oficial de primera, interino, sorprendió al mismísimo Glenn Ford, en el despacho del interventor, abofeteando a una rubia platino. Así que no se espante, amigo, si esperando el autobús le pide fuego George Raft. Son los fantasmas del Roxy que no descansan en paz”. Igual sucede con las canciones y poemas de Serrat que nunca descansarán en paz. En especial, su inolvidable e icónico disco “Mediterráneo”, que no para de sonar desde 1971. Seguramente por ello “fue elegida por votación popular como la mejor canción de la historia de la música popular en España, en un programa de Televisión Española, de título Nuestra mejor canción”. Y es que en Mediterráneo se encuentra el crisol y la matriz de la mejor poesía de Serrat. Son 9 canciones de su inspiración, más el poema “Vencidos” de León Felipe. En esos nueve poemas musicalizados encontramos sus inagotables musas inspiradoras, convocadas en Mediterráneo: el mar, el paisaje, el vino, la alegría y la picardía como fuentes de identidad y cultura. El recuerdo y la nostalgia invencible, con «Aquellas pequeñas cosas»“La mujer que yo quiero”, “llena de defectos y con demasiados huesos”, pero que es “más verdad que el pan y la tierra, que no necesita deshojar cada noche una margarita” y “nos habla con voz de sabio y tiene de mujer la piel y los labios”. El canto airado a un “Pueblo Blanco” donde “solo el olvido camina lento bordeando la cañada donde no nace una flor ni trashuma un pastor”, donde la rutina y las costumbres sepultan en vida a todos sus habitantes: “El sacristán ha visto hacerse viejo el cura, el cura ha visto al cabo y el cabo al sacristán. Y mi pueblo después vió morir a los tres… Y me pregunto: Por qué nacerá la gente si nacer o morir es indiferente”. “Lucía”, quizá la mejor “carta de amor que se lleva el viento pintado en mi voz a ninguna parte a ningún buzón”. Una carta escrita a una amada imaginaria e inalcanzable, pues “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí” y de quien aprendió a ser “sabio en amores en sus labios cantores, si alguna vez fui bello y fui bueno fue enredado en tu cuello y tus senos” y le quedó eternamente agradecido: “si alguna vez amé, si algún día después de amar, amé, fue por tu amor Lucía. Tus recuerdos son cada día más dulces, el olvido solo se llevó la mitad, y tu sombra aún se acuesta en mi cama con la oscuridad, entre mi almohada y mi soledad”. También encontramos la apología inolvidable a “Vagabundear”, donde protesta exasperado por tanto absurdo cotidiano y nos dice que está “Harto ya de estar harto, ya me cansé de preguntar al mundo Porqué y Porqué. La rosa de los vientos me ha de ayudar y desde ahora vais a verme vagabundear, entre el cielo y el mar vagabundear”, revelándonos su  verdadera identidad: “No me siento extranjero en ningún lugar, donde hay lumbre y vino tengo mi hogar. Y para no olvidarme de lo que fui mi patria y mi guitarra las llevo en mi. Una es fuerte y es fiel, la otra un papel”. Y no podían faltar dos hermosas y desgarradoras canciones de infancia, a la cual continuará evocando y cantando en muchos de sus posteriores discos. “Que va a ser de ti lejos de casa” y “Barquito de papel”. En la primera, encontramos el dolor del amor paternal ante la fuga y las ansias de libertad de su hija adolescente que abandona el hogar, “cantando quiero ser feliz” y “dejó sobre el mantel su adiós de papel… Te decía que en el alma y la piel se le borraron las pecas y su mundo de muñecas pasó… pasó veloz y ligera como una primavera en flor”. En “Barquito de papel” canta a la felicidad de la infancia que naufraga en “un extraño arenal” con “la sonrisa y el pasado vestidos de colegial”.  Para despedirse, un brindis a la gratitud y la generosidad de la amistad y el mecenazgo, con su canción a “Tío Alberto” que “cató de todos los vinos, anduvo por mil caminos y atracó de puerto en puerto. Entre la ruina y la riqueza entre mentiras y promesas, aún sabe sonreír”.   Para nuestra envidia,  Tío Alberto tuvo un destino que muchos deseamos: “Que suerte tienes cochino, en el final del camino te espero la sombra fresca de una piel dulce de 20 años donde olvidar los desengaños de diez lustros de amor, Tío Alberto”. Sin duda, el tío Serrat nos comparte con generosidad los dones de la ubicuidad de su poesía y  la vitalidad  de su reciente 78 invierno (27 de diciembre de 1943, Barcelona). Por eso, desde ahora, te invitamos y esperamos en Cali para celebrarte tu octogenario en la  próxima gira. Te veremos y escucharemos cuando vuelvas con tus musas y nos visites con los fantasmas de la amistad para degustar de  nuevo el exquisito chunchullo que firmaste en el Ringlete.

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Buena suerte Nano en esta gira y te esperamos en el 2023 para celebrarte como mereces tus primeros 80 años.

 

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