miércoles, marzo 16, 2022

Contra el fetichismo electoral

 

CONTRA EL FETICHISMO ELECTORAL

https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/contra-el-fetichismo-electoral

Hernando Llano Ángel.

Este fin de semana conoceremos los resultados de las elecciones para Congreso y las consultas interpartidistas.  Así sabremos quienes son los candidatos a la Presidencia y la nueva composición del Congreso. Pero no sucederá lo mismo con las 16 curules[1] para las víctimas del conflicto armado interno, cuyas campañas han estado cercadas con alambradas de hostilidad, irregularidades infamantes y falta de garantías oficiales, como bien lo denuncia el editorial[2] de EL ESPECTADOR de hoy viernes. Este fracaso en la elección de las 16 curules para las víctimas demuestra la incapacidad y mala fe del gobierno de Duque para honrar su palabra y lema central: “Paz con legalidad”. En lugar de ello, exhibe sin vergüenza la realidad de una “paz con letalidad”, más parecida a la criminal ocupación militar de Putin en Ucrania. Durante este año de “paz con legalidad” han sido asesinados 36 líderes sociales y 7 excombatientes de las Farc, según el siguiente detallado reporte de INDEPAZ[3], hasta el pasado 6 de marzo. Esto significa que día de por medio es asesinado un líder social y eliminado un forjador de paz. En otras palabras, durante estas elecciones se han cavado más tumbas que abierto urnas para las víctimas. Según informe de la agencia de noticias EFE[4] del 13 de febrero de 2022,  “se han reportado 163 víctimas de violencia política, dentro de las que figuran 19 candidatos y políticos que han sido asesinados”. ¿Cómo hablar de democracia en estas circunstancias? ¿Cómo afirmar que estas elecciones son libres, pacíficas y legales para todos los aspirantes y candidatos en el territorio nacional?

¡Que vivan las elecciones!

Y, sin embargo, el domingo en la noche habrá jolgorio en las toldas de los candidatos victorioso y frustración en las de los derrotados, sin que ellas condenen, ni siquiera lamenten la anterior macabra estadística. Lo que importa es contar y celebrar los votos obtenidos y no las vidas que se pierden en medio del jolgorio. ¡El show debe continuar! Gracias a ello conoceremos con precisión las posibilidades de algunos candidatos para llegar a la Casa de Nariño. La nueva conformación del Congreso, la correlación de las fuerzas políticas, si hubo o no una renovación política o de nuevo ganaron las maquinarias y las complicidades de “los mismos con las mismas”, para perpetuar otros cuatro años esta indolente e impune cacocracia[5]. Una cacocracia al servicio de los intereses de cleptócratas y plutócratas que han convertido el Estado en su más rentable empresa privada, expropiándolo casi por completo del sentido de lo público y de la búsqueda del bien común. Los resultados electorales nos revelarán si la justa indignación de miles de jóvenes y ciudadanos inconformes, expresada en calles y plazas públicas durante el estallido social de 2021, tuvo eco y retumbó también al interior de las urnas, reflejándose en más participación y menos abstención electoral. Sabremos si hubo o no una eclosión del voto de opinión o, por el contrario, volvieron a ganar las maquinarias y el clientelismo, utilizando ladinamente las necesidades de millones de colombianos y la codicia de los plutócratas privilegiados. Plutócratas de la banca que siempre AVALan[6] las campañas, como la de Duque y el Centro Democrático hace cuatro años. De esta forma financian y aceitan las maquinarias políticas para asegurarse contratos públicos, alianzas público-privadas, zonas francas, exenciones tributarias y continuar aumentando sideralmente sus ganancias. Así afianzan en cada elección su red de complicidades y de puertas giratorias para pasar de sus empresas particulares al control del Estado, la mayor y más rentable de todas sus empresas, para su exclusivo beneficio. Ya lo anunciaba explícitamente el “Manifiesto Democrático de Álvaro Uribe Vélez en su punto 17: “Las empresas estatales son las empresas privadas más importantes porque pertenecen a toda la comunidad. Es un delito de lesa comunidad hacer fiesta con lo estatal”. Sin duda,  ya sabemos que no pertenecen a toda la comunidad de los colombianos sino a las de los plutócratas de “Agro Ingreso Seguro[7] y a los cleptocratas de “Unión Centros Poblados”[8], pues todavía no aparecen los 70 mil millones de pesos destinados a las escuelas rurales. ¡Así cumplen sus promesas electorales! Conviene no olvidarlo. No solo cometen delitos de “lesa comunidad” sino también de lesa humanidad, como las más de 6.400 ejecuciones extrajudiciales[9] que dejó la exitosa “seguridad democrática”. También sabemos que el amor a la Patria del “presidente eterno” se agota en el favorecimiento de su fratría[10], Jerónimo y Tomás Uribe, que comenzó legalmente con la Zona de Franca de Mosquera[11] y hoy se extiende por numerosos municipios[12] con prósperos centros comerciales. Una portentosa y emprendedora demostración de “patriotismo y patrimonio familiar”.

El fetichismo electoral

Es por todo lo anterior que las elecciones entre nosotros son un fetiche fatídico. Creemos que ellas, por si solas, nos asegurarán el triunfo del bien público sobre los intereses particulares y su insaciable codicia. Depositamos en un voto y en una urna nuestra confianza, como poderosos amuletos y talismanes[13], creyendo que solo con ello cambiaremos la realidad y nuestras vidas. Pero eso no es posible y menos suficiente. Como sucede con todo fetiche, le conferimos al tarjetón y la cruz que marcamos sobre él un poder que no tiene. Con ese ritual ciudadano solo estamos confiando y delegando en terceros nuestra voluntad y de alguna forma perdiéndola. Por eso Rousseau fustigaba a los ingleses porque enajenaban su libertad en las urnas. “El pueblo inglés se piensa libre; se equivoca mucho; solo lo es durante la elección de sus miembros del Parlamento; en cuanto han sido elegidos, es esclavo, no es nada”. Y así nos sucede la mayoría de las veces a nosotros: nuestro poder es defraudado y traicionado. Simplemente nuestro voto es negociado y transado con otros en el Congreso y en las demás corporaciones públicas, donde priman los intereses de pocos sobre el bienestar de todos. Quizá por ello para la mayoría de los colombianos los políticos son corruptos y despreciables, tramadores y mentirosos, en quienes no se puede confiar. Ya le advertía el mismo Popeye a Pablo Escobar para que no incursionara en la política electoral: no hay peor mafia que la de los políticos y lo ratifica el hijo del capo[14]. Una vez reciben millones del narcotráfico para sus campañas y ganan las elecciones, desde el “poder” los persiguen, niegan sus contactos, los extraditan y hasta eliminan, como sucede periódicamente. Esa es una de las más claras expresiones de la cacocracia, ella se roba y defrauda sistemáticamente la confianza ciudadana depositada en las urnas y además incumple los acuerdos con sus patrocinadores, socios y cómplices. Es también por ello que la violencia oficial aparece como un recurso inevitable para gobernar y sofocar la indignación y las protestas de miles de ciudadanos engañados y desesperados, como sucedió durante el estallido social y lo reporta la CIDH en sus observaciones y recomendaciones[15] al actual gobierno. Pero también la violencia oficial se despliega para capturar y extraditar a quienes les brindaron su apoyo en las campañas electorales, como lo hizo Samper con los Rodríguez y Uribe con los comandantes de las AUC[16]. Y ahora todo parece indicar que sucede lo mismo con Otoniel: hay que extraditarlo rápido antes de que revele a la JEP[17] lo que sabe sobre los “Falsos Positivos” y a la Comisión de la Verdad[18] sobre sus relaciones con políticos y miembros de la Fuerza Pública. Por todo lo anterior hay que desmitificar las elecciones y ser conscientes que la democracia no se agota en ellas y menos puede ser contenida en una urna. Que la democracia depende, fundamentalmente, de nuestra capacidad ciudadana de exigir y realizar organizadamente, desde abajo, desde lo barrial y lo veredal hasta lo nacional, todo aquello que contribuya a nuestra mayor libertad, justicia y convivencia social, siendo el sufragio universal apenas un primer paso.  Un primer paso rodeado de enormes limitaciones y riesgos, como bien lo saben lideresas de la integridad y valor de Francia Márquez[19], las mujeres de Estamos Listas[20] y académicos como Sandra Borda y Ariel Avila[21]. Limitaciones y riesgos que abordaré en el Calicanto de la próxima semana, analizando los resultados electorales que nos arroje la jornada del domingo.

 



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