lunes, noviembre 29, 2021

Las ilusiones y mentiras del Centro Político Tanático

 

LAS ILUSIONES Y MENTIRAS DEL CENTRO POLÍTICO TANÁTICO

https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/las-ilusiones-mentiras-del-centro-politico

Hernando Llano Ángel

Todo parece indicar que en estas elecciones nada es más disputado y pretendido que el centro político. Todos los candidatos huyen de la derecha y la izquierda. Se declaran de centro-derecha o centro-izquierda, para seducir y conquistar esa amante esquiva y elusiva de la voluntad popular. A tal punto que el mismo expresidente Uribe bautizó a su partido “Centro Democrático” y siempre ha sostenido que no cree en la política de derecha y mucho menos de izquierda. Así las cosas, toda la política es de centro y quienes no se sitúen en ese espacio omnipresente y omnicomprensivo, están fuera de lugar. Se encuentran, no solo en el lugar equivocado, sino que inmediatamente son calificados de “comunistas o mamertos” y quizá hasta “castrochavistas” y “terroristas”. A ese maniqueísmo simplista se ha llegado en la política nacional y hasta sus mismos protagonistas se lo creen. Incluso Petro se identifica como de centro izquierda. Es verdad que parece imposible renunciar a esa especie de geopolítica ideológica y doctrinaria, un dogma del sentido común, que ineludiblemente nos ubica a la derecha, centro o izquierda. Pero se trata de una ilusión espacial. En la realidad política no existen esos referentes espaciales fijos porque la política es mucho más que un campo de juego predefinido y estático. No es un campo de fútbol donde se pueden ubicar jugadores a la derecha, la izquierda y el centro. Es, en primer lugar, un campo de disputa permanente cuyos límites y puntos cardinales los fijan y cambian sus protagonistas de acuerdo con sus programas, discursos, propuestas y especialmente sus actuaciones en la vida pública. Por ello, no solo es una ilusión que los candidatos y sus partidos digan que son de extremo centro –como afirmó serlo el presidente Duque[1], seguramente por la ubicación de la Casa de Nariño en el extremo centro de la de derecha del capital financiero-- o de centro derecha o centro izquierda y hasta del centro radical, sino que además es una mentira ofensiva para la inteligencia de los colombianos. Todos sabemos muy bien que ese centro no existe más allá de la necesidad de los precandidatos de atraer el mayor número de electores ingenuos para derrotar a sus contrincantes, descalificándolos por ser de extrema izquierda o derecha, y quedarse así el ganador con el centro del botín estatal para repartirlo entre sus amigos del Centro plutocrático[2], como una empresa particular a la manera de Agro Ingreso Seguro[3] o en el presente con la cacocracia del Mintic de Centros Poblados[4]

Las mentiras del centro político

Entonces tendríamos que concluir que hoy todos los precandidatos están en el centro de una comedia y representan una parodia de la auténtica política. Que son unos comediantes profesionales, algunos convincentes y otros patéticos, situados en el centro de un escenario de mentiras. Lo grave es que esa comedia electoral que representan se convierte en una tragedia nacional cuando se despojan de su careta de actores, abandonan el escenario del centro y les toca gobernar, tomando medidas que no pueden ser centradas, porque la realidad es completamente diferente y sus decisiones van a favorecer y afectar a gente real. Así constataremos que ninguno era del centro que decía ser. Pues la política real en nuestro país tiende a beneficiar más a unos pocos, afines a la derecha, que suelen vivir en el norte de la mayoría de nuestras principales ciudades. Esa política y sus partidos los representan bien y agencia regularmente sus derechos y privilegios, muy distantes de los de las mayorías situadas en el extremo de la periferia de nuestras principales ciudades y de quienes sobreviven abandonados en un inhóspito campo. Esas mayorías citadinas malviven casi siempre hacinadas en el suroriente de nuestras principales ciudades, sin empleo estable, con carencias vitales y al borde de la inanición, descentradas y marginadas sistemáticamente por politiqueros y demagogos que con subsidios, clientelismo y compraventa de votos las llevan periódicamente a las urnas para reelegirse indefinidamente. Esas mayorías atiborran el centro de las ciudades ignoradas por los del centro político, como vendedores ambulantes y artistas del hambre, funámbulos a punto de caer en las profundidades de la delincuencia, la ilegalidad y cárceles de inhumanidad. Ese es el centro que conoce y se disputa cerca del 60% de la fuerza laboral en nuestras ciudades, el centro paupérrimo de la informalidad económica y el rebusque. Por último, queda la clase media en el limbo de la precariedad, con salarios y sueldos que no llegan a fin de mes. Esa clase media que ingenuamente tiende a creer que es el centro de la sociedad, su eje vertebrador, suele terminar votando por los candidatos de “centro-derecha” pues teme que los de “centro-izquierda” la pauperice más con sus políticas sociales y nuevos impuestos para subsidiar a “vagos” y pobres que supuestamente no quieren trabajar.

Un Centro Tanático

Así las cosas, es forzoso concluir que ese centro político tan preciado y disputado por todos los precandidatos en realidad se parece más al agujero negro de un centro tanático. Un agujero negro que amenaza arrastrarnos con su fuerza centrípeta a una dimensión desconocida donde confluyen las dinámicas extremas de la pobreza, la violencia, el desplazamiento forzado, la criminalidad, la ilegalidad y la pandemia. Dinámicas que parecen subestimar los numerosos precandidatos del centro. Ellos ignoran que están situados en el vórtice del agujero negro y deben estar preparados para ser los primeros en enfrentar y sufrir sus avatares y consecuencias. Porque lo que nadie puede negar y desconocer es que vivimos en el centro de una ingobernabilidad mortal de la cual es urgente salir. Sin embargo, hasta ahora todos los precandidatos del centro temen presentarnos sus propuestas para abandonar ese centro caótico y tanático por miedo a perder votos.  Así, el día de las elecciones, comprobaremos que el tal centro político no existe y que solo con nuestro voto definiremos si continuamos profundizando este agujero negro de ingobernabilidad, horadado con tanta destreza por la derecha del presidente Duque --quien se autodefine como un gobernante de centro extremo-- o, por el contrario, buscamos salir de tanta centralidad autoritaria y centralismo incompetente que nos tiene sumidos en este insondable y caótico centro tanático de corrupción, exclusión y violencias que arrasa todos los días con más vidas de líderes y lideresas sociales[5] y aumenta dramáticamente el número de desplazados forzados, según el último informe de la CIDH[6]. Y quizá la única forma de salir de ese centro es no botando nuestro votos por candidatos y partidos que no definen claramente sus propuestas y proyectos, profesionales de las ilusiones y las mentiras, incapaces de comprometerse a fondo con la paz política, la justicia tributaria y una democracia ciudadana, plebeya y telúrica, es decir, con el País Nacional[7], derrotando por fin al País Político que históricamente ha gobernado y pretende seguir haciéndolo en nombre de un supuesto e inexistente Centro Político, que en la realidad es tanático.

 

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