martes, mayo 27, 2008

CALICANTO
(Mayo 26 de 2008)
http://calicantopinion.blogspot.com


Realidad virtual contra Memoria inmortal


Hernando Llano Ángel.

Estamos tan encandilados por los destellos fulgurantes del último escándalo político, que ya casi no podemos ver. Hemos sido cegados por las luces de las cámaras y anonadados por los noticieros. No han terminado de enfocar los camarógrafos y fotógrafos el nuevo congresista trasladado a la Picota, cuando ya aparece una nueva cara. Crece la galería de procesados en la Picota y disminuye el quórum en el Capitolio. Al paso que vamos, la legislatura del próximo 20 de Julio quizá la instale el Presidente en otro escenario. Ya no se escuchará un grito de independencia, sino muchos clamores de libertad. Tan vertiginosa es la sucesión de escándalos, que nuestro juicio no alcanza a valorarlos. Perdimos la noción de la gravedad de los hechos y flotamos en el universo de la relatividad y la banalidad. Nuestra competencia para juzgarlos ha sido extraditada. Por eso ahora se nos quiere hacer creer que la memoria es un adminículo del crimen y que cuando se extravían los computadores, sus discos duros y las tarjetas de los celulares de los “paras” extraditados, entonces olvidamos sus fechorías. Que inmediatamente quedamos sin rastro de sus conspicuos aliados, entre quienes están los que ayer aprobaron la reelección presidencial inmediata en el Capitolio y hoy honran su lealtad al Príncipe desde la Picota, además de los numerosos “ciudadanos de bien” y los amedrentados empresarios que financiaron sin escrúpulo alguno a los mercaderes de la muerte, esos cancerberos rabiosos de sus inversiones y ganancias.

Afortunadamente la memoria colectiva no es un asunto técnico. Ella es el baluarte de nuestra propia identidad y nadie podrá apropiársela y mucho menos manipularla impunemente. Poco importa que los discos duros y USB de los ex comandantes extraditados de las AUC se hayan extraviado, si protegemos y conservamos la memoria imborrable de sus víctimas y el testimonio insobornable e irreparable de sus sobrevivientes.

Podrán ser extraditados todos los protagonistas directos de la ignominia para así evitar que sus testimonios revelen los nombres de los honorables promotores y patrocinadores de sus crímenes, pero jamás podrán extraditar y mucho menos extraviar las evidencias de su complicidad. Ellas son públicas y revelan el sentido de nuestra historia. Están escritas con sangre y fuego en las páginas de los diarios, registradas en entrevistas y hasta proclamadas solemnemente en leyes y decretos. Tenemos la ley 975 del 2005, más conocida como de “justicia y paz” y el Decreto1364 expedido apenas hace un mes, del cual hoy se sirve ladinamente el Presidente para extraditar e impedir que conozcamos la verdad de la hecatombe humanitaria, en gran parte producto de las Convivir y las AUC, antes de ser sustituidas por la “seguridad democrática”. De una hecatombe que cobró al menos 123.787 víctimas, según lo denunciado por los familiares sobrevivientes y entre cuyas causas figuran las famosas cooperativas de seguridad “Convivir”, que en forma tan entusiasta promovió el entonces gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez.



Fueron tan eficaces y civilistas dichas “Convivir”, verdaderas crisálidas de las AUC, que durante su gobernación (1995-1997) se cometieron 939 asesinatos en el Urabá antioqueño, bajo el ejemplar mando militar del General (r) Rito Alejo del Río, a quien después rindió homenaje de desagravio con Fernando Londoño Hoyos en el Hotel Tequendama. Son hechos públicos de su grave corresponsabilidad en una vorágine sangrienta que no puede quedar relegada al olvido y la impunidad. Y no quedará porque con el paso de los días y los años brotarán de la tierra y de las fosas comunes evidencias insoslayables. Restos desmembrados de desaparecidos que se levantarán como acusadores implacables e inquisidores eternos en demanda de verdad, justicia y reparación. Así sucederá con las 11.000 víctimas atribuidas al bloque Catatumbo bajo el mando de Mancuso, de las cuales sólo alcanzó a reconocer 889. Para no continuar con la macabra lista de crímenes atribuidos a las estructuras de “Don Berna”, Jorge 40, Cuco Vanoy y un sangriento etcétera. En todos estos casos nada podrá la inverosímil defensa de una democracia espectral que proyectan sus testimonios y justificaciones frente a la inocultable e irrefutable evidencia de sus víctimas y la memoria inmortal de sus sobrevivientes.

Sin duda que algo semejante pasará con la muerte real y el mito penumbroso de Manuel Marulanda, pues él también será impotente para rendir cuentas ante la historia y el reclamo justificado e imprescriptible de todas sus víctimas. Especialmente de quienes hoy continúan sin libertad, padeciendo el oprobio del secuestro y la humillación. Ojalá Alfonso Cano recordara que lo propio de los rebeldes y los revolucionarios es luchar contra la injusticia, la ejecución sumaria y la ausencia de libertad, banderas que hoy sin rubor agitan en nombre de la seguridad y la prosperidad quienes son los principales, aunque no únicos, responsables de esta terrible e inverosímil “democracia,” donde quienes hacen la guerra mueren en brazos de su amada y quienes luchan políticamente por una paz con dignidad, justicia y verdad son estigmatizados, perseguidos, desaparecidos y asesinados.

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