domingo, octubre 31, 2010

DE-LIBERACIÓN

(Octubre 31 de 2010)

El prohibicionismo: Una política criminal.

(http://calicantopinion.blogspot.com)

Hernando Llano Ángel.

A dos días de celebrarse el referéndum en California sobre la llamada proposición 19, donde la ciudadanía tendrá la oportunidad de decidir si se avanza hacia un reconocimiento y tratamiento legal, vale decir responsablemente racional de la producción, distribución y consumo de la marihuana, no está de más repetir que el prohibicionismo es una política auténticamente criminal, antiliberal y antidemocrática. Una política criminal, pues ella en lugar de contener y desestimular el auge de las bandas de narcotraficantes y sus secuelas de inseguridad social, corrupción de los funcionarios estatales y aumento de las tasas de homicidios y de la población carcelaria, ha sido objetivamente funcional a los propósitos y fines del crimen organizado en todas las latitudes.

Empezando por la degradación del orden público en los países productores, rápidamente militarizado y cooptado por la deletérea penetración del dinero, hasta la desintegración acelerada de los lazos familiares, que comienza cuando uno de sus miembros es estigmatizado como una “oveja negra” que debe ser lanzada al ostracismo del repudio y el desafecto, sin interrogarse sobre el sentido de su evasión a un paraíso alucinante, menos árido y crudo que la normalidad y la felicidad promovidas por la realidad. Sin duda, el prohibicionismo persiste y parece ser una política inmodificable, porque el reconocimiento de su fracaso implicaría que la narcisista y ejemplar familia de consumo mirase su rostro decadente reflejado en las vitrinas relucientes del mercado, por sí solas incapaces de dar sentido y serenidad a la vida humana, atrapada en la adicción del consumo y la incomunicación de la soledad.

No gratuitamente Milton Friedman, ese adalid de la no intervención del Estado en el mercado, sentenciaba en este caso que: “Si analizamos la guerra contra las drogas desde un punto de vista estrictamente económico, el papel del gobierno es proteger el cartel de las drogas. Eso es literalmente cierto.” En efecto, porque a mayor represión, mejores precios en el mercado ilegal. Todo lo contrario persigue la proposición 19, mayor regulación legal para disminuir los costos que implica la política criminal de persecución y represión. Incluso para convertir un filón de ingresos entregado a la criminalidad en una suculenta fuente de recursos fiscales para políticas públicas de prevención, educación y tratamiento de los potenciales consumidores, como sucede en el Estado de California que tiene el mayor déficit presupuestal entre todos los Estados de la Unión. Según los promotores de la proposición, “La Junta de Ecualización Estatal de California ha estimado que la imposición de un impuesto tributario de 50 dólares por onza en la venta de marihuana podría generar unos ingresos fiscales de 1400 millones de dólares anuales. Esto representa una gran cantidad de ingresos en un momento en el que el Estado se encuentra experimentando una presión financiera.”2

Por último, es una política profundamente antiliberal y antidemocrática, porque desconoce que todo adulto --pues la proposición sólo aplicaría para personas mayores de 21 años-- es autónomo en las decisiones que afectan su propia vida y personalidad, siempre y cuando no pongan en riesgo la seguridad o vida de terceros y menores de edad. Asunto este que está claramente regulado en la proposición 19, cuando establece restricciones y sanciones severas como las siguientes:

• “Mantiene las leyes existentes contra la venta de drogas a menores de edad y la conducción bajo sus efectos.

• Mantiene el derecho del empresario a tratar el consumo de marihuana en caso de afectar el rendimiento laboral de un empleado.

• Mantiene las leyes existentes contra el transporte interestatal o internacional de marihuana.

• Cualquier persona que posea una licencia, permiso o autorización para la venta de marihuana y venda o entregue deliberadamente marihuana a menores de 21 años, tendrá como consecuencia la prohibición a poseer o dirigir un establecimiento autorizado de marihuana durante un año o a ser empleado del mismo.

• Cualquier persona que posea una licencia, permiso o autorización para la venta de marihuana que a sabiendas venda o entregue marihuana a una persona mayor de 18 años pero menor de 21, será encarcelada en la prisión de su condado por un período de tiempo de hasta seis meses y una multa de hasta 1.000 dólares por cada delito.

• Cualquier persona que posea una licencia, permiso o autorización para la venta de marihuana que a sabiendas venda o entregue marihuana a menores con edades comprendidas entre 14 y 17 años, será encarcelada la prisión estatal por un período de tres, cuatro, o cinco años.

• Cualquier persona que posea una licencia, permiso o autorización para la venta de marihuana que a sabiendas venda o entregue marihuana a menores de 14 años, será encarcelada en la prisión estatal por un período de tres, cinco o siete años” .

Pero obviamente los anteriores aspectos no son reconocidos por los fanáticos del prohibicionismo, que obtusamente desconfían de la responsabilidad de sus ciudadanos y los tratan como menores de edad y cretinos morales, salvo cuando reclaman sus votos y lealtad para ser electos como legisladores y estadistas. Porque estos políticos, que posan de estadistas y moralistas, en realidad son unos vulgares maniqueístas, que fustigan como vicioso o corrupto a quien no los acompañe en sus cruzadas de miedo y guerra contra el narcotráfico. Cruzadas que sólo han servido para alimentar las ganancias de la industria militar norteamericana y la burocracia represiva, bajo eufemismos como el “Plan Colombia”, con la degradación de la política en narco-para-política y la perpetuación de la guerra en una simbiosis inimaginable entre las FARC y las llamadas BACRIM, sin olvidar las cuentas bancarias de los criminales y sus aliados en los paraísos fiscales.

Para todos los anteriores el prohibicionismo es funcional a sus intereses, aunque sean antagónicos entre sí, y además proporciona a los Estados Unidos la coartada perfecta para perpetuar su tutelaje sobre gobiernos dóciles e inmaduros en América Latina. Ellos niegan lo que todos sabemos, que la guerra contra el narcotráfico no se libra ni se ganará en los vastos territorios ricos en biodiversidad, como los de la Amazonía, que están siendo depredados y degradados, sino en una región más frágil, portentosa y esquiva: la mente y la voluntad humana, que poco entiende de prohibiciones y castigos y mucho más de razones y estímulos.







1 comentario:

Armando Calillos dijo...

La Tierra se fermenta ante la insensatez de su peor retoño: la raza humana. Somos tan incoherentes, tan contradictorios, que hemos prohibido fumar marihuana, pero al tiempo orinamos en agua potable. Que orgullo de sociedad tan aberrante, que irracionalidad tan malparida, que cimientos tan soeces y toscos en donde fundamentamos nuestra existencia, que cantidad de sistemas, doctrinas e ismos tan despreciables, tan viles. ¡Qué pendejada creer todo el tiempo que tenemos la razón!, ¿cuál razón? Si ni siquiera razonamos, sólo desvariamos. No se haga ilusiones, nadie se las haga, que ésta connivencia es de nosotros contra nosotros. Convertimos lo milagroso en pandemónium y ahora hacemos equilibrio para no tropezar estando al borde de la cornisa del abismo hacia la cloaca que creamos.