jueves, noviembre 20, 2008


El Régimen Piramidal
(Noviembre 20 de 2008)
Hernando Llano Ángel.
De nuevo las noticias son tan vertiginosas, que ya las pirámides sepultan las fosas comunes de los falsos positivos. Sobre los gritos inconsolables de las madres frente a los restos de sus hijos, ahora se imponen las voces airadas de los clientes de DMG y de las Pirámides en contra del Gobierno. Así las cosas, esas captadoras de sueños y codicia han logrado opacar al terrible Leviatán que, en nombre de una supuesta “seguridad democrática”, desaparece, ejecuta y sepulta a quienes considera una amenaza para su orden y prosperidad o le proporcionan una fácil oportunidad para proyectar su invencible superioridad militar, como aconteció con los jóvenes de Soacha.

Pirámides de desaparecidos

Resulta ahora mucho más grave la desaparición de una Pirámide, como DFRE[1], que la de miles de seres humanos Desaparecidos en forma Fácil, Rápida y Ejecutiva. Como una cruel ironía, que refleja muy bien la escala de valores predominante, han salido a las calles miles de manifestantes a desafiar al Príncipe porque éste se ha convertido en una amenaza para sus bolsillos, pero no para sus vidas. Al menos por ahora. Y así han quedado de nuevo solas las víctimas de los falsos positivos, relegadas a un rincón de la actualidad, como si fueran una pesadilla que rápidamente hay que ocultar y olvidar. Igual a como sucedió hace 23 años con los desaparecidos del Palacio de Justicia, por el delito de ser jóvenes y trabajar en la cafetería. Con mayor razón ahora, cuando los desaparecidos son jóvenes marginales de Soacha, seres sospechosos e indeseados, sin ninguna fortuna. El crimen de Estado ha sido desplazado por los damnificados de las Pirámides y las avalanchas del invierno. La realidad contante y sonante del dinero ha sepultado, una vez más, el sentido de la vida y la dignidad de estos jóvenes, pobres y desafortunados. Ellos carecen de valor para el Gobierno y la sociedad. Son marginales y “desechables”. Sus muertes no ameritan la declaratoria de la emergencia social, como sí la exige con premura el poderoso don dinero.

Esas son las prioridades de este régimen piramidal, en cuya cúspide rige la mentira y gobierna la avaricia del poder aliada con el crimen de lesa humanidad. Es precisamente por ello que los damnificados de DMG y las pirámides consideran intruso e ilegítimo al presidente Uribe: por inmiscuirse en un asunto que ellos estiman no le compete. Nada menos que el derecho de cada ciudadano a disponer de su dinero como a bien tenga. Ya lo vociferaba ante las cámaras de televisión una furibunda y fiel usuaria de DMG: no habrá más votos por el presidente Uribe. Razón tenía Maquiavelo cuando le advertía al Príncipe que no se metiera en forma arbitraria con el dinero del vulgo y mucho menos con sus mujeres. Parece que la crisis de las Pirámides presagia por ahora el fin de los Consejos Comunitarios, no vaya a ser que un desesperado damnificado o una visceral estafada se transformen en una mortal carga explosiva y arrasen con toda la parafernalia de la seguridad presidencial.

A tales extremos se suele llegar cuando la política se mezcla con la mentira, la codicia y el crimen, como sucede en la actualidad, aunque ello se pretenda ocultar bajo el oropel de la legalidad y una mediática y carismática popularidad presidencial. Por ejemplo, al tipificar como sediciosos en una supuesta ley de “justicia y paz” a criminales de lesa humanidad y narcotraficantes de alta peligrosidad, cuyas máximas penas serían en Colombia de ocho años en prisión. Y tan portentosa alianza del crimen con la ley, auspiciada y convenida por el presidente Uribe con el auxilio del entonces viceministro de Justicia y hoy Fiscal General, Mario Iguarán, se pretendía perfeccionar en el altar de la llamada justicia transicional. Afortunadamente la Corte Constitucional y la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia no lo permitieron y develaron así el escándalo de la mal llamada parapolítica, que es en realidad la simbiosis del crimen con la política, de la que en forma magistral se ha servido el presidente Uribe desde su gobernación en Antioquia.

Algo semejante, pero en el terreno más cenagoso del mercado y las finanzas, es lo que ha venido haciendo con éxito David Murcia Guzmán, sin cargar con el lastre de tanto falso positivo. Lastre sangriento que nos lo recuerda Mancuso en su última teleaudiencia, casi inadvertida por el escándalo de las Pirámides, cuando afirma que se reunió en varias ocasiones con el entonces Secretario de Gobierno de Antioquia, Pedro Juan Moreno, mano derecha de Uribe, para coordinar la creación de las Convivir, que luego se trasmutaron en las criminales AUC. No por casualidad las víctimas de estas bandas en Antioquia, durante sus tres años como gobernador (1995-1997), aumentaron piramidalmente, con 143 asesinatos en 1995, en 1996 con 357 y en 1997, como para culminar su “mandato de bien”, la cifra llegó a 439. Todo ello, bajo el reinado de quien condecoró como “pacificador de Urabá”, y le rindió luego un homenaje de desagravio, el General (r) Rito Alejo del Río, hoy detenido por su activa colaboración con las AUC, según lo confirman con sus testimonios Mancuso y Ever Veloza, alías “H.H.”.

AUV > DMG
Por todo lo anterior, se puede afirmar que Álvaro Uribe Vélez (AUV) es en la política lo que David Murcia Guzmán representa en la economía, aunque como jefe de Estado lo supere en responsabilidad social y lo someta en el ámbito judicial. Ambos encarnan la promesa y la realidad de ganancias rápidas, seguras y rentables, sin importar mucho los medios para alcanzarlas. Ambos transitan por la ambigua línea de la legalidad y la escabrosa de la criminalidad. Uribe con las Convivir y la “Seguridad democrática”; DMG con sus tarjetas y novedosos mecanismos de comercialización y financiación. Los dos tan cercanos al narcotráfico, pero tan distantes de sus protagonistas. Ambos despiertan tanta pasión como odio y cuentan con miles de seguidores, que adoran sus virtudes y no ven sus graves defectos. Pero cada uno de ellos beneficia a unos pocos, aunque se proyectan en sus respectivos campos como líderes altruistas que trabajan incansablemente por el bien de todos. Uribe se autoproclama como el demócrata por excelencia que combate a muerte el terrorismo y la corrupción; Murcia se proyecta como el empresario generoso que lucha por la clase media y los pobres contra la codicia y la ambición del sector financiero. Mientras Uribe manipula y defrauda la confianza ciudadana y los valores democráticos, Murcia hace lo propio con la ambición y el dinero de sus clientes. Pero entre ellos existe una diferencia apreciable. Uribe supera con creces a Murcia, pues es un timador de la fe pública y un defraudador profesional de la democracia. Las pérdidas que produce son irrecuperables: vidas humanas sacrificadas en nombre de la “seguridad democrática” y la creciente ilegitimidad de las instituciones estatales, copadas por la ambición de mercaderes y mercenarios al servicio de unos pocos. Sólo que semejante costo no es apreciado por las mayorías en lo inmediato, pues está diferido hacia el futuro y girado contra las generaciones por venir. Ellas tendrán que rescatar de los cimientos de las pirámides miles de desaparecidos y hacer justicia a la memoria de tantas víctimas inocentes, además de ajustar cuentas con la buena conciencia de verdugos ilustres, hoy intocables por el poder judicial porque ocupan la cúspide de la pirámide estatal.

Por el contrario, las pérdidas generadas por Murcia son de cobro inmediato y, aunque cuantiosas, recuperables, pues se tasan en precios y no en valores tan trascendentales e irreversibles como la vida, la dignidad, la decencia y la legitimidad política. Seguramente por ello es mucho más fácil juzgar y hasta condenar a DMG. Sus delitos son económicos y no de lesa humanidad. Ellos están al alcance de la justicia nacional. Todo lo contrario sucede con AUV, que se sitúa más allá del bien y del mal, pues obra inspirado por el más noble servicio a la “Patria” y con la coartada de la “seguridad democrática”. De allí su obsesión por el poder presidencial, que le garantiza impunidad, siempre y cuando cuente con el juicio favorable de sus firmantes y electores, convertidos así en cómplices de este ignominioso régimen piramidal. Un régimen coronado por la criminalidad y sustentado en la impunidad política y la indolencia ciudadana. Un régimen que ocupa el primer lugar en el mundo por crímenes de sindicalistas, con 39 asesinados durante el año pasado y 464 desde el 2002, bajo la eficiente protección de la “seguridad democrática”. Un régimen que es sacudido en sus estructuras de mentira y fraude por escándalos como la Yidispolítica y movimientos telúricos como la Minga de Resistencia Indígena y Popular, que hoy ingresa a Bogotá.

Con bases tan deleznables no hay pirámide que se sostenga indefinidamente. Su imagen tambalea en el orden internacional, aunque internamente parezca tan firme como DFRE y DMG para sus ingenuos ahorradores. Pero de ilusiones y mentiras no puede vivir una sociedad por mucho tiempo. Ya lo saben los ahorradores defraudados, ahora falta que lo aprendan los electores deslumbrados, aunque ya sea demasiado tarde, pues los daños en la vida pública, por perjudicarnos a todos, son insubsanables. Sólo nos queda el derecho a no creer y reelegir a los responsables de semejante hecatombe política, económica, social y ética. Sería tanto como nombrar a David Murcia Guzmán de gerente del Banco de la República. Sin embargo hay millones de ciudadanos que así lo quieren, pero en la Presidencia de la República, por una tercera vez.

[1] “Dinero Fácil, Rápido y en Efectivo”, según el ingenio pastuso de su fundador, Carlos Alfredo Suárez.

2 comentarios:

JALeT dijo...

Hernando, excelente artículo. Yo en los últimos días he estado pensando que algo más grave que lo de los jóvenes de Soacha está por suceder desde que Uribe tiene a los medios de "comunicación" volcados hacia las pirámides.
Saludos

Cesar Andres Arango dijo...

La denuncia abierta y el claro manejo de un lenguaje anti Uribista es debidamente sustentado en este articulo. Pero hay una gran falencia en los anti-Uribistas, la extraordinaria incapacidad de hacer enfocar todos los sentidos hacia algo determinado, algo en lo que Uribe da catedra. La mejor oposicion no es la que se hace abiertamente, es la que penetra las entrañas del poder, se apropia del mismo y lo utiliza en favor de sus propositos ideologicos de una manera sutil e inteligente.