viernes, enero 29, 2010

DE-LIBERACIÓN
(http://calicantopinion.blogspot.com)
Enero 23 de 2010

HORIZONTE POLITICO TOTALMENTE VICIADO
(Exclusivo para el Seminario Virtual Caja de Herramientas)
Hernando Llano Ángel.
Comienzan las campañas electorales y perdemos el horizonte en nuestras ciudades. Los pasacalles con consignas pueriles y las vallas gigantes con los rostros sonrientes de cientos de candidatos, nos ocultan el sol durante el día y en las noches nos roban la luna y las estrellas. Se produce una especie de eclipse total y nos sentimos extraviados. Hasta el horizonte de nuestras vidas parece diluirse en medio de tanta contaminación visual. Semejante desmesura en la publicidad, apenas logra ocultar promesas eternas, siempre repetidas con mucha “originalidad”: “El senador firme con la seguridad” (Santiago Castro, del Partido Conservador), “Luchando por un país justo” (Alexander López, del Polo Democrático Alternativo), “Lideremos el cambio” (Adriana Barragán, Cambio Radical) y “Participá o mamate la politiquería” (Juan Fernando Reyes, de Fajardo y Alianza Social Indígena). Aunque en muchos otros casos las consignas revelan verdades atroces e incluso desvelan las identidades de candidatos cuya ambición no conoce barreras y su vocación de tránsfugas es tan radical que siempre militan de frente en el bando ganador, como aparece en las vallas de Roy Barreras: “De frente con el Presidente”, del partido de la “U”. Una campaña elocuente, pues Uribe queda al descubierto tras esas gigantes y costosas vallas en su condición de Presidente-candidato. Es el mejor ejemplo de “tramparencia electoral”, según el corrosivo humor político de “El Cucuyo”.

“Lo llevo en la sangre”.
Pero en la transparencia de consignas electorales, la Alianza Democrática Nacional (ADN) es la ganadora absoluta, pues su lema reza: “lo llevo en la sangre”. Es decir, la política para ADN es una especie de herencia genética, transmitida de generación en generación, como si fuera un asunto de filiación atávica y no de afiliación racional. Así las cosas, el legado que han heredado es un lastre de ignominia, antes que un cúmulo de virtudes, pues uno de sus antepasados inmediato, además de su matriz, el partido “Colombia Viva” , fue el desaparecido movimiento “Convergencia Ciudadana” y en especial los genes electorales aportados por el ex senador Juan Carlos Martínez Sinisterra, cuya riqueza de genes también alcanzó para el nacimiento del Partido de Integración Nacional (PIN). Como es sabido, Martínez se encuentra en prisión por sus estrechas relaciones con el narcoparamilitarismo en el Valle del Cauca. Al respecto, no hay que olvidar que el ex senador Martínez aportó una cuota no despreciable de votos a su amigo Juan Carlos Abadía, hoy gobernador del Valle y adalid de la “seguridad democrática” en la región. Seguramente por ello ADN se presenta también en la propaganda electoral de sus vallas como “Uribismo de opinión”, con el beneplácito del presidente Uribe, para camuflar su descendencia directa y legítima de “Colombia Viva” y “Convergencia Ciudadana”. Lo curioso es que el presidente Uribe, tan sagaz en materia política, siempre alerta a denunciar los “guerrilleros vestidos de civil” y la “combinación de todas las formas de lucha”, no vea estos fenómenos de mutación criminal y mimetismo político, de los cuales se aprovecha y saca ventajas electorales sobre sus competidores. Ello lo sabe bien el aspirante al senado por ADN, Carlos Moreno de Caro, que no se pierde ni un Consejo Comunal presidencial. Incluso parece que Uribe de repente perdiera su prodigiosa memoria, pues olvida que él mismo extraditó a Hebert Veloza, alías “H.H”, ex comandante del Bloque Pacífico, y responsable de la masacre del Naya, según su propia versión ante la Fiscalía. Versión en la que también reveló la forma como electoralmente favoreció a Convergencia Ciudadana y en particular al ex senador Juan Carlos Martínez en las pasadas elecciones al Congreso.

Coherencia electoral más ilegitimidad democrática = Uribismo triunfante.
De lo anterior se concluye que en ese comportamiento político del presidente Uribe hay tanta coherencia y “tramparencia” electoral como incongruencia ética e ilegitimidad democrática, pues también se benefició en las pasadas elecciones de los votos aportados por movimientos como “Colombia Democrática” (que fundó con su primo segundo Mario Uribe) “Colombia Viva” y la misma “Convergencia Ciudadana”, todos inexistentes porque algunos de sus dirigentes y ex congresistas se encuentran en la cárcel por concierto agravado para delinquir. Por eso es que el horizonte político y electoral está totalmente viciado, pues gran parte de la opinión ciudadana ha refrendado esta simbiosis de la política con el crimen, a la cual no es ajena la llamada “seguridad democrática”, cuyos éxitos jamás podrán ocultar y mucho menos legitimar los asesinatos de jóvenes inocentes, cínicamente denominados falsos positivos. Por último y como para no desentonar con el anterior desolador horizonte político y ético, el Procurador Ordoñez, caracterizado por sus escrúpulos morales, reconoce en su concepto sobre el trámite de la ley de referéndum que se cometieron muchos vicios, pero que todos son subsanables porque la voluntad soberana de los ciudadanos prevalece sobre cualquier formalidad. Olvida el procurador que no puede existir legitimidad democrática sin acatamiento de la Constitución, pues como bien lo señala el artículo 3 de la Carta del 91 “La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la constitución establece”. Es decir, con estricto cumplimiento de las formalidades establecidas en la Carta y la ley 134 de 1994, a las cuales debe someterse el pueblo, por más mayoría que sea, con absoluto respeto del Estado de derecho, de los adversarios y las minorías políticas, cuando se trata de una auténtica democracia y no de una simulada como es la que siempre hemos tenido.

Mayorías Inexistentes

Pueblo que, entre otras cosas, no deja de ser una invención fantasmagórica y mediática, antes que una mayoría política, pues Uribe gobierna sólo con el respaldo del 27.67 por ciento del censo electoral, ya que obtuvo 7.397.835 votos en el 2006 de un censo total de 26.731.700 ciudadanos habilitados para votar. En vista de lo anterior, incluso el argumento político de la soberanía popular es una falacia más endeble que los supuestos argumentos jurídicos del Procurador Ordoñez. Así las cosas, no hay que perder de vista lo esencial, que en nuestro sistema político no deciden y mucho menos eligen las mayorías, sino las minorías concurrentes en las urnas, que ni siquiera alcanzan el 30% del censo electoral, en el caso de la elección presidencial. Y ello es casi una refrendación matemática de nuestra realidad de exclusión y segregación social, pues cerca del 70% de nuestra población vive en la informalidad del rebusque y la precariedad laboral. Quizás por todo ello los delegatarios en la Asamblea nacional Constituyente, que fueron electos también con apenas el 26 por ciento del censo en 1990, decidieron que la Constitución podía reformarse mediante referéndum si participaba al menos el 25 por ciento y la mitad más uno votaba positivamente la reforma propuesta.

Entonces llegamos a la conclusión más paradójica y preocupante, pues en nombre de una imaginaria democracia participativa, minorías que no superan el 13 por ciento del censo actual pueden decidir la suerte de la mayoría y con cinismo proclamar que encarnan la voluntad general y la soberanía popular. Definitivamente un horizonte político totalmente viciado, más allá de las irregularidades en la financiación y el trámite de la ley de referéndum, sumadas a las mutaciones y mimetismos de la parapolítica en movimientos como el PIN y ADN, que millones de electores, más no de ciudadanos política y éticamente responsables, parecen estar dispuestos a respaldar en las urnas para afianzar un uribismo cínico y triunfante que gobierna con una fórmula política que fusiona el miedo a las FARC con la codicia empresarial, el asistencialismo de Acción Social y el clientelismo de los Consejos Comunales, bajo siglas mentirosas como la “Seguridad democrática” y el “Estado Comunitario”, desde un supuesto “trono de superioridad moral”, según calificación del inefable José Obdulio Gaviria.

Posdata: Según últimas noticias, el Consejo Nacional Electoral acaba de suspender la personería jurídica de ADN, por irregularidades legales en su constitución, una de las más graves la intervención de los ex senadores Dieb Malof y Vicente Blel, quienes propiciaron la mutación y conversión de “Colombia Viva” en ADN. Igual suerte debería correr el PIN y por los mismos motivos, pues proviene de “Convergencia Ciudadana”, cuyo fundador, el ex senador Luis Alberto Gil Castillo y su correligionario, Juan Carlos Martínez, están presos. El mismo destino deberían correr todos los movimientos que representan el llamado “Uribismo de opinión”, como el partido de la “U”, pero los únicos competentes para imponer esa sanción somos los ciudadanos en las urnas el próximo 14 de marzo y el 30 de mayo. Vale la pena no olvidar a Edmund Burke: “Los políticos corruptos son elegidos por ciudadanos honestos que no votan”.