LECCIONES DEL
NAUFRAGIO DE LA CONSULTA POPULAR
https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/lecciones-del-naufragio-de-la-consulta-popular/
Hernando Llano Ángel.
La
primera lección es que lo que realmente estaba en juego en la Consulta Popular
no eran los derechos de los trabajadores, sino la reelección de los senadores.
Por eso la oposición, en una jugada astuta y vergonzosa, prefirió revivir la
reforma laboral para así evitar que la Consulta Popular les fuera a poner en
riesgo su reelección, pues muy probablemente saldrían a votar a favor de ella
más de los 13 millones y medio de ciudadanos requeridos, lo que constituiría un
triunfo inobjetable de Petro en víspera de elecciones del 2026 para el Congreso
y la Presidencia.
Viva
el juego sucio
No
se le podía permitir semejante probable triunfo al Pacto Histórico, menos
faltando pocos minutos para la finalización del partido, con la participación
de una hinchada popular que invadiera esa especie de campo minado del Congreso
y terminará decidiendo en una Consulta Popular sobre sus derechos laborales,
conculcados en el 2004 por la reforma del expresidente Uribe[i]. No son aceptables esos
cuentos de la “democracia participativa” prescrita en los artículos 3, 40 y 103
de la Constitución. Mucho menos, la deliberación y decisión directa de la
ciudadanía en torno a sus intereses y derechos. Solo son aceptables las
jugaditas habilidosas de “jugadores profesionales” en ese campo cerrado y
vedado llamado Congreso, pues solo ellos supuestamente conocen de verdad los
intereses de los trabajadores y los ciudadanos. Por eso, durante este partido
han puesto todo tipo de “jugaditas y zancadillas” a las reformas sociales
propuestas por el Ejecutivo para impedir su avance y rechazarlas, como lo
acabamos de presenciar con el naufragio de la Consulta Popular.
Y la guachafita
contra la Consulta Popular
Lo
anterior suena demasiado evidente, hasta vulgar, pues demuestra que la alabada
y ponderada democracia representativa no es otra cosa que una partidocracia y
nada tiene que ver con el gobierno de los ciudadanos. Es el gobierno de los “políticos
profesionales”, esos impostores que se han apropiado y degradado la República,
la que nos pertenece a todos, en beneficio de sus “partidos”. Esas
organizaciones semicriminales dedicadas a los negocios clientelistas y
corporativos en beneficio de minorías, cuando no a perpetrar numerosos
conciertos para delinquir como lo hicieron en el proceso 8.000, la parapolítica
y los negociados con Odebrecht. Por eso la verdadera identidad de la mayoría de
los congresistas es la de actores mutantes que oscilan entre la legalidad y la
ilegalidad, la justicia y la impunidad, lo público y lo clandestino, casi
siempre subordinando los intereses generales a los particulares de sus
financiadores, cuando no a sus propias ambiciones. Por eso hoy están en la
cárcel los expresidentes del Senado y la Cámara de Representantes, David Name y
Andrés Calle. Así como ayer fueron
condenados los exministros de Álvaro Uribe --¡ese insuperable líder contra la
corrupción y la politiquería! -- Sabas Pretelt de la Vega del Interior y
Derecho y Diego Palacio de Protección Social, por el delito de cohecho
impropio, junto a los congresistas Yidis Medina y Teodolindo Avendaño. Un
delito que enriqueció las inimaginables variables de la corrupción pública,
pues agregó una mayor: la Corrupción Constitucional, cambiando un “artículito”
de la Carta, que con el respaldo de millones de colombianos elevó impunemente a
la presidencia de la República a Álvaro Uribe Vélez del 2006 al 2010.
Segunda Lección: ¡No
es la “Justicia y el bien común”!
Por
eso, la segunda lección es que la mayoría de Senadores y Representantes, una
vez electos, se representan en primer lugar a sí mismos y sus elevados emolumentos.
No cumplen el artículo 133 de la Constitución que les ordena que “deberán
actuar consultando la justicia y el bien común”. Todo lo contrario, pues en nuestro país un
congresista gana cerca de 50 veces más que el salario mínimo de un trabajador
formal. Ni hablar de la diferencia con el paupérrimo ingreso que un trabajador informal
pueda recaudar a final del mes en medio de las penurias del hambre, las
enfermedades y la inseguridad. En la actualidad un congresista le cuesta al
Estado hasta 81 millones al mes. Según estudio del Observatorio Fiscal de la
Universidad Javeriana: “Para el caso de los senadores, la asignación mensual es
de $11,6 millones, mientras que por representación les giran $20,6 millones y
su prima especial de servicios es de $15,8 millones. En total, 48.08 millones
al mes. Para los representantes los montos son diferentes, especialmente porque
estos funcionarios tienen otras tareas, como los desplazamientos a las regiones.
Sus asignaciones mensuales son de $10,3 millones, los gastos de representación
ascienden a $21,9 millones y la prima de servicios es de $21,4 millones, en
total, 53.6 millones. Si se suman los demás ítems, en el caso de los senadores
el gasto total mensual asciende a $74,6 millones, mientras que el de los
representantes llega a $72,8 millones. Hay funcionarios cuyo gasto mensual es
más significativo, por ejemplo, el secretario de la Cámara con $83,2 millones
en total, o el director del Senado que llega recibir hasta $98,8 millones. Solo
el costo de los 108 senadores y 188 representantes a la Cámara, le valen
172.137 millones de pesos al mes”[ii]. Por eso es apenas
comprensible que el ochenta por ciento de los colombianos no crean en la
democracia, según encuesta de EL PAÍS de España[iii], y les cueste a los
congresistas tanto trabajo legislar pensando en la justicia y el bien común de
los colombianos.
Basta cumplir la CP
del 91.
Pero
quizás ahora, bajo las paradojas de este gobierno que ha logrado hacer transparente
tanto escándalo y que sus intenciones reformistas están a punto de frustrase en
medio de una oposición cerril y cínica, además de por su propia incoherencia en
la gestión pública, el canibalismo interno de sus altos funcionarios, la crisis
de orden público y la criminalidad de sicarios y extorsionistas en ascenso,
todos tomen consciencia que si no aprueban al menos una reforma laboral que
restituya derechos mínimos y justos a los trabajadores, incluso sus
aspiraciones a ser reelectos estén en peligro y más aún su victoria
presidencial. Por eso la senadora Angelica Lozano presidenta de la Comisión
Cuarta del Senado “aseguró que dará todas
las garantías para el trámite de la resucitada reforma laboral que promueve el
Gobierno del presidente Gustavo Petro” y además nos trata de convencer, con
cierto cinismo, que “esto no es una puja política”[iv].
Una puja que trasladará a las calles y las movilizaciones populares el
presidente Petro, para que se cumplan esas garantías y se apruebe una reforma
laboral que tenga en cuenta parcialmente los “principios mínimos fundamentales”
consignados en el artículo 53 de la
Constitución: “La ley correspondiente
tendrá en cuenta por lo menos los siguientes principios mínimos fundamentales:
Igualdad de oportunidades para los trabajadores; remuneración mínima vital y
móvil, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo; estabilidad en el
empleo; irrenunciabilidad a los beneficios mínimos establecidos en normas
laborales; facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y
discutibles; situación más favorable al trabajador en caso de duda en la
aplicación e interpretación de las fuentes formales de derecho; primacía de la
realidad sobre formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones
laborales; garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y
el descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al
trabajador menor de edad. El estado garantiza el derecho al pago oportuno y al
reajuste periódico de las pensiones legales. Los convenios internacionales del
trabajo debidamente ratificados, hacen parte de la legislación interna. La ley,
los contratos, los acuerdos y convenios de trabajo, no pueden menoscabar la
libertad, la dignidad humana ni los derechos de los trabajadores”.
Amanecerá y veremos si pasamos de la confrontación a la concertación, que exige
tanto de la oposición como del gobierno mutuas concesiones y dejan de darnos
espectáculos tan deplorables como los de ayer. Así cumplirían los senadores con
lo mandado por el artículo 53 de la CP, que por ironía tiene las mismas
iniciales de la Consulta Popular.
[i] https://www.pares.com.co/post/la-reforma-laboral-de-%C3%A1lvaro-uribe-que-favoreci%C3%B3-a-los-empresarios-y-hundi%C3%B3-a-los-trabajadores
[ii] https://www.elcolombiano.com/negocios/cuanto-gana-un-senador-y-representante-a-la-camara-en-colombia-al-mes-FJ26588094
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