COLOMBIA Y VENEZUELA ANTE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL
Hernando Llano
Ángel
De alguna forma Colombia y
Venezuela son Estados sub júdice en el ámbito del derecho internacional de los Derechos Humanos[1],
pero especialmente del Estatuto de Roma y de la Corte Penal Internacional (CPI)
por la violación crónica y masiva de los
Derechos Humanos y del Derecho Internacional humanitario. Violación sistemática
y continúa que sus gobernantes, desde la vigencia del Estatuto de Roma, no han
tenido la capacidad para evitar, investigar, procesar y condenar a los
presuntos responsables. Y esa es la única formar de detener la perpetuación de
la impunidad y la repetición de frecuentes crisis humanitaria. Colombia ocupa
el primer lugar en el mundo de desplazados forzados internos[2],
cerca de 8.3 millones a finales de 2020, y Venezuela el primer lugar en el
continente de migrantes forzados, cerca de 9 millones[3].
Pero ambas naciones proclaman ser paradigmas de “democracia” y “Estados de
derecho”.
Duque y Maduro tan cerca y tan lejos
En este aspecto Duque y Maduro están
más cerca de lo imaginable, aunque ambos estén política e ideológicamente muy
lejanos. Ambos presiden Estados que simulan ser de derecho, pero en los que
predomina la violencia, la ilegalidad y el crimen contra gran parte de su
población, especialmente aquella que se opone a sus proyectos y políticas
gubernamentales. Y en esto están muy cerca. Basta recordar como cada uno de
ellos reprime violentamente las protestas populares. También coinciden en que
sus respectivos partidos y proyectos políticos rechazan y ven con profundo
recelo el papel de la CPI y les tocó forzosamente, tanto a Duque como a Maduro,
por imperativos de la diplomacia y la globalización de la justicia, aceptar los
Acuerdos que firmaron recientemente con el Fiscal de la CPI, Karim A. A. Khan
QC[4].
Es verdad que los Acuerdos difieren. El de Colombia es un Acuerdo de
Cooperación que pone fin condicionado al examen preliminar que la CPI
adelantaba desde 2004 sobre el Estado colombiano, porque ésta confía en la
competencia e idoneidad de la JEP para continuar con las investigaciones y
proferir sanciones contra los responsables, tanto de las FARC-EP como de
agentes del Estado, con fundamento en el Sistema Integral de Verdad, Justicia,
Reparación y garantías de no Repetición (SIVJRNR), fruto del Acuerdo de Paz.
Sistema que no existe en Venezuela y por ello el Acuerdo firmado obliga a
Maduro a prestar toda su colaboración a las investigaciones que promueva la
Fiscalía de la CPI sobre violaciones al Estatuto de Roma[5].
Pasa así de una “fase de investigación preliminar a investigación formal”.
Pero, según el Acuerdo contraído por el Estado colombiano con la Fiscalía de la
CPI[6],
el presidente Duque y sus sucesores deben apoyar y dotar a la JEP de los
recursos necesarios para el cumplimiento de sus labores. Pero resulta que el
Centro Democrático, como el mismo presidente Duque, han hecho hasta lo
imposible para torpedear a la JEP, orquestando campañas difamatorias como la de
afirmar que es una jurisdicción de impunidad. Difamación que la JEP acaba de
refutar con la imputación a los miembros del extinto secretariado de las
Farc-Ep de haber incurrido en el delito de lesa humanidad de esclavitud[7],
por el trato inhumano infligido a numerosos rehenes en su poder. Incluso el
expresidente y exsenador sub júdice, Álvaro Uribe Vélez, trinó el 18 de febrero
de 2019: “Bueno que objeten la JEP, mejor eliminarla” [8].
Ironía de la vida, solo explicable porque para Uribe como para la mayoría de
sus adoratrices hay “delitos legítimos y hasta legales”, como los mal llamados
“falsos positivos”, cometidos por supuestos “héroes de la Patria” en
cumplimiento de la Directiva 029 de 2005[9],
quienes le mintieron a él y a sus inmediatos superiores. Delitos que están
siendo investigados por la JEP[10]
como crímenes de guerra y de lesa humanidad. Según ese maniqueísmo mortal de
Uribe, hay crímenes y criminales buenos porque ejecutan a supuestos o
auténticos “terroristas” que son “buenos muertos”. Como seguramente también
habrá “buenos torturados” y “buenos desaparecidos”. Tampoco se puede olvidar
que incluso Duque objetó la ley estatutaria de la JEP y se convirtió así en el
primer presidente que la Corte Constitucional obligó a sancionar, es decir
firmar y promulgar dicha ley, pues la Corte considero que no había lugar para
dichas objeciones. Siete de los ocho magistrados de la Corte “consideraron que
tanto en Cámara como en Senado se presentaron las mayorías necesarias para
votar y hundir las objeciones que presentó Iván Duque a la Estatutaria de la
JEP”.[11] ¡Tremenda
paradoja! Ahora el presidente Duque firma ese Acuerdo de Cooperación con la CPI
y se compromete con la JEP a que el Gobierno: “continuará: (i)salvaguardando su
marco constitucional y legislativo establecido y su estructura; (ii)asignando
el presupuesto necesario para su implementación; y (iii) previniendo cualquier
interferencia con sus funciones. Asimismo, el Gobierno se compromete a:(iv)
asegurar la seguridad y protección del personal judicial y de los fiscales, así
como de los participantes que comparezcan ante los diferentes mecanismos de
rendición de cuentas, y (v) promover la plena cooperación y coordinación entre
las diferentes entidades del Estado asignadas con funciones relacionadas a la
rendición de cuentas, en particular entre la Fiscalía General de la Nación y la
Jurisdicción Especial para la Paz”. Por todo lo anterior, el presidente Duque y
sus correligionarios en el Congreso deben retirar de inmediato su proyecto de
reforma a la JEP. De lo contrario, Duque seguirá simulando ser un demócrata
como también pregona ser su eterno “enemigo”, Nicolás Maduro. En verdad, ambos
están muy cerca de la CPI y muy lejos del Estado de derecho y, por
consiguiente, de la democracia que cada uno jura defender y gobernar. Cada uno,
en su estilo, es un excelente simulador, pero hay que reconocer que Duque le
lleva mucha ventaja a Maduro. Lo acaba de demostrar en su fulgurante gira
internacional y su compromiso solemne en Glasgow con el medio ambiente y
nuestros bosques tropicales que los quiere reverdecer y conservar rociándolos
con glifosato. Igual a lo que ha realizado con el Acuerdo de Paz y su política
de “Paz con legalidad”, más letal y peligrosa que el mismo glifosato para
nuestros bosques tropicales y la salud de las comunidades indígenas, población
campesina y negra, como sucede ahora en el municipio de Argelia Cauca, con más
de 6.373 desplazados forzados y más de 2.000 familias afectadas.[12]
[6] https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/SiteAssets/Paginas/Comunicado-de-Prensa-sobre-la-decisi%C3%B3n-del-fiscal-de-la-Corte-Penal-Internacional-sobre-examen-preliminar-en-Colombia/535686349-CPI-Acuerdo-de-Cooperacio-n%20%281%29.pdf
[7] https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/la-jep-aseguro-que-las-farc-si-incurrieron-en-el-crimen-de-lesa-humanidad-de-esclavitud-3257980
[9] https://www.infobae.com/america/colombia/2021/02/19/este-fue-la-directiva-029-de-2005-que-reglamento-el-pago-de-recompensas-de-hasta-3800000-a-militares-por-capturar-o-dar-de-baja-a-guerrilleros/
[10] https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/Paginas/JEP-imputa-cr%C3%ADmenes-de-guerra-y-de-lesa-humanidad-a-otros-15-miembros-del-ej%C3%A9rcito-por-falsos-positivos-en-la-Costa-Caribe.aspx
No hay comentarios.:
Publicar un comentario