NUESTRA CÍCLICA
HISTORIA POLÍTICA Y CRIMINAL
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Hernando Llano Ángel
Más
allá de las teorías conspirativas sobre el golpe blando contra el presidente
Gustavo Petro y la veracidad o falsedad de lo revelado por Armando Benedetti
–cuya frustración a sus delirios y ambiciones políticas personales le ha
cobrado al presidente Petro una factura política mucho más costosa e impagable
que la pasada por Shakira a Pique con su canción “Pa’tipos como tú”[1]— conviene situar lo que sucede en el contexto
de la política nacional para sopesar sus efectos inmediatos y en los siguientes
tres años del gobierno del Pacto Histórico. Es una historia cíclica de la
política y el crimen, que sume a sus protagonistas en un laberinto de
ingobernabilidad con riegos de convertirse en una profunda crisis de
legitimidad. Una crisis de consecuencias impredecibles si dichos protagonistas
persisten en profundizar la confrontación, la manipulación y el maniqueísmo con
fines oportunistas y electorales, en lugar de asumir sus responsabilidades en
un escenario rodeado de corrupción y violencia que a todos los involucra en
mayor o menor grado. Lo que está en juego es si la política puede contribuir a
la convivencia ciudadana y la superación no violenta y devastadora de nuestros
principales conflictos o, por el contrario, continuar profundizándolos y
degradándolos ocultando su conversión en una red de complicidades entre sus
protagonistas institucionales para favorecer intereses particulares e ilegales.
En últimas, si somos capaces de construir o no un Estado democrático y dejar
atrás esta institucionalidad cacocrática[2], donde la política y sus
protagonistas están extraviados en un laberinto en el que es casi imposible
discernir lo legal de lo ilegal y lo legítimo de lo ilegitimo, convirtiéndonos los
ciudadanos en sus cómplices al elegirlos pensando solo en defender nuestros
propios intereses, ya sea por ignorancia o indolencia frente a los bienes
públicos y derechos universales como el trabajo, la salud, la seguridad social,
la educación, la justicia, la propiedad, en fin, el ejercicio real de los
derechos humanos, sin los cuales difícilmente podremos convivir en paz y
decentemente.
Del 8.000 a la
coprolalia del 15.000
Benedetti
en los audios revelados por la revista Semana[3] se consagra con su lenguaje
procaz, el trato misógino e inadmisible contra Laura Sarabia, como el mejor
intérprete en la política nacional de la coprolalia[4] o «tendencia patológica a
proferir obscenidades», superando con creces la sonora expresión del
expresidente Álvaro Uribe: “si lo veo le doy en la cara marica”[5]. Ese lenguaje y sus
amenazas, usual entre muchos políticos y también altos funcionarios, como el
exfiscal Néstor Humberto Martínez, hacen parte de una semántica propia de la
política coprológica[6], antesala de la violencia
política directa, pues no solo deslegitiman al adversario, sino que además
promueve su total descrédito, linchamiento moral y político en las redes
sociales y medios de comunicación. Es un indicador preocupante de la
degradación de la política y de nuestro propio lenguaje cotidiano, cada día más
permeado por expresiones cercanas al mundo de la delincuencia y de los procesos
judiciales. Ya es corriente escuchar en los noticieros y en todos los ámbitos,
hasta en el deportivo, expresiones como: “Pep Guardiola, involucrado en el
triunfo del Manchester City”, como si fuera un capo y no un entrenador. Ni
hablar del mundo político: Mancuso[7] involucra a Pastrana,
Uribe y Serpa en el apoyo de las AUC a sus campañas presidenciales. Hasta en
las noticias de farándula y de corazón se conjuga el verbo involucrar en tramas
donde es imposible separar el amor del dinero, pues ahora “Las mujeres ya no
lloran, las mujeres facturan”, como le canta Shakira a Piqué.
La matriz del delito
en la política colombiana
Ya
en la histórica declaración de Sitges de 1957, Alberto Lleras Camargo y
Laureano Gómez Castro, se comprometieron con el siguiente solemne principio:
“ninguno de los dos partidos tradicionales de Colombia acepta que el delito
pueda ser utilizado para su incremento o preponderancia”, como lo habían hecho
con intensidad e impunidad ambos partidos durante la Violencia, sobre todo a
partir de 1948 y hasta 1953. Sin embargo, 66 años después, ese sagrado
principio, presupuesto de cualquier democracia real, no se ha cumplido
plenamente. Por el contrario, la dinámica deletérea del narcotráfico ha
permeado progresivamente la política y la sociedad, desatando procesos y
dinámicas impredecibles que oscilan entre la negociación con el Estado, su
cooptación y confrontación violenta. Desde Gaviria en la constituyente hasta el
presente, el narcotráfico ha gravitado en forma condicionante y determinante en
la vida política nacional. Todos los expresidentes han enfrentado sus desafíos
sin lograr su contención y desarticulación, porque son rehenes y promotores de
la política del prohibicionismo, que es el origen de la plata y el plomo de los
narcotraficantes, combinación mortal de metales que dinamiza y degrada a todos
sus protagonistas. Con la plata los narcotraficantes financian las campañas
políticas y con el plomo eliminan a los candidatos insobornables (Galán y Lara
Bonilla), a los competidores en el mercado (AUC vs Farc; AGC vs ELN vs
disidencias de las Farc) y entre ellos mismos (Escobar Vs los Rodríguez;
disidencias de las Farc Vs ELN). Por eso el conflicto armado interno es un
caleidoscopio donde el crimen y la política forman alianzas y figuras
inimaginables e insospechadas. Desde el MAS, la política de sometimiento a la
justicia, el proceso 8.000, el Plan Colombia, los PEPES, las AUC, la
parapolítica, la reciente Ñeñepolítica[8] que involucró gravemente
la campaña presidencial de Iván Duque en el 2018 con la presunta financiación
del narcotráfico por el «ganadero» José Guillermo Hernández y la narcotización
de la guerrilla con todos sus atroces crímenes. Nadie escapa al poderoso Don
Dinero blanco o blanqueado que, según Benedetti, parece haber jugado un papel
decisivo en la costa caribe en las pasadas elecciones, como lo viene haciendo
al menos desde 1982, según esta confesión del expresidente Alfonso López
Michelsen en el libro “Palabras Pendientes, conversaciones con Enrique Santos
Calderón”[9]:
“Se había realizado la convención
de Medellín, que me había proclamado candidato para las elecciones
presidenciales de 1982, y el jefe de nuestra campaña era Ernesto Samper.
Estábamos en la capital de Antioquia y por la noche llegaron el senador
Federico Estrada Vélez y Santiago Londoño a decirme que había un grupo de
copartidarios que quería saludarme. Yo estaba de prisa, entré un momento y ni
siquiera me senté. Les di la mano a unos tipos que no conocía. Después, en el
curso de los episodios, descubrí que eran los Ochoa, Pablo Escobar y,
probablemente Carlos Lehder y Rodríguez Gacha. Estuve un rato con ellos y
después me salí. Samper se quedó en la reunión con Santiago Londoño, a quien le
dieron un cheque por veintitrés o veinticinco millones de pesos, no recuerdo
bien, cheque que no ingresó a la campaña sino al directorio liberal de
Antioquia. Posteriormente, cuando terminaron las elecciones, en las que
participaron como candidatos, además de mi persona, Belisario Betancur y Luis
Carlos Galán, se nombró una comisión investigadora sobre el ingreso de los
llamados dineros calientes a las campañas, comisión que absolvió de culpa a los
tres grupos. Lo cual no resultaba muy afortunado, porque se examinaron las
cuentas de Bogotá y, por ejemplo, las de Belisario funcionaban en Antioquia. Su
tesorero era Diego Londoño, que después trabajó como gerente del metro de
Medellín, y que tenía relaciones muy cercanas con Pablo Escobar. Hoy se
encuentra preso. Pero, del otro lado, está también el caso de Rodrigo Lara
Bonilla, que es aún más impresionante porque la mafia le metió un cheque que a
la postre le costó la vida. (p. 142).
Tal
episodio podría haberse repetido en Barranquilla con el supuesto ingreso de 15
mil millones de pesos a la campaña de Petro, según Benedetti, al parecer sin
conocimiento del jefe de campaña, Ricardo Roa[10], como le sucedió a
Rodrigo Lara Bonilla con el cheque fatal de Evaristo Porras[11]. Y ahora para frustrar el
programa reformista del Pacto Histórico de corte socialdemócrata, las fuerzas
políticas del establecimiento han emprendido una despiadada campaña de
deslegitimación en su contra, mucho más intensa que el 8.000 contra Samper, a
fin de cuentas, un hombre del establecimiento. Una campaña que busca promover
una especie de golpe de opinión para aniquilar su legitimidad e impedir su
gobernabilidad, que Petro denomina un “golpe blando”[12] y al cual ha respondido
con el Estado de opinión en la calle. Como esto apenas comienza, ello será el
tema de Calicanto de este fin de semana a partir del análisis del contenido del
discurso de Petro ayer, su capacidad de convocatoria popular y los escenarios
políticos de confrontación y transacción que se vayan configurado en el trámite
de las reformas en el Congreso, junto a los avances o retrocesos de la Paz
Total. Sin duda, serán días y meses cruciales, pues definirán no solo el
resultado de las próximas elecciones regionales y locales en octubre, sino la suerte
de varias generaciones.
[3] https://www.semana.com/semana-tv/vicky-en-semana/articulo/semana-revela-los-impactantes-audios-que-cruzo-armando-benedetti-con-laura-sarabia/202359/
[4] https://www.semana.com/semana-tv/vicky-en-semana/articulo/semana-revela-los-impactantes-audios-que-cruzo-armando-benedetti-con-laura-sarabia/202359/
[7] https://caracol.com.co/2023/05/15/autodefensas-apoyaron-campanas-de-horacio-serpa-andres-pastrana-y-alvaro-uribe-mancuso/
[9] https://www.panamericana.com.co/palabras-pendientes-conversaciones-con-enrique-santos-calderon/p
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