Del nudo gordiano de la
ingobernabilidad al hilo de Ariadna de la paz democrática
Hernando Llano Ángel
Parece que al quedarse el presidente Petro sin Laura Sarabia, “su mano
derecha” y exjefe de Gabinete, el hilo de Ariadna de la gobernabilidad se puede
convertir en una especie de nudo gordiano[1]
de ingobernabilidad. Un nudo cada vez más inextricable e intrincado, formado
por las versiones policiacas de la revista Semana[2]
que, amparada en el secreto de una fuente anónima, proyecta una imagen
delincuencial y deleznable del presidente Petro[3].
Lo presenta como un codicioso sin límites que utilizó el apartamento de Laura
Sarabia para supuestamente ocultar tres mil millones de pesos cuyo origen se
desconoce, pero que todo el mundo asocia con dineros procedentes del
narcotráfico, después de las etílicas revelaciones de Armando Benedetti sobre
un supuesto ingreso de 15 mil millones de pesos a su campaña presidencial.
Deslegitimar para impedir
gobernar
Esta puesta en escena de Semana, de la cual se hace eco todo
el establecimiento mediático, entraña una estrategia política de
deslegitimación inadmisible, cuyo objetivo es hacer imposible la gobernabilidad
presidencial y torpedear el trámite de sus reformas en el Congreso, como en
efecto está sucediendo. Una estrategia cuyo curso no puede continuar amparándose
en una perversa utilización del secreto periodístico y la protección de una
fuente humana anónima, cuya existencia es más incierta que el paradero de
Wilson[4],
el comando canino extraviado en la selva. A la revista Semana y su directora no
les queda otro camino, si tienen realmente interés en la verdad judicial y en
la defensa de la democracia, que remitir en forma inmediata y formal a la
Fiscalía todas las pruebas que el anónimo informante les suministre para que
sea el Fiscal Barbosa quien rápidamente avance en la investigación y, de ser el
caso, formule denuncia contra el presidente Petro ante la Comisión de
Acusaciones de la Cámara de Representantes. Pero de ser lo anterior toda una
patraña, lo mínimo que debería hacer Vicky Dávila es renunciar a la dirección
de Semana y retirarse del periodismo por su ausencia de ética y responsabilidad
profesional. Como lo advertía Albert Camus, un periodista de verdad: “El privilegio de la mentira es que siempre
vence al que pretende servirse de ella”.
El Golpe Semanal
De no hacerlo así, Semana confirmaría que hace parte de
la primera fase del llamado golpe blando. Fase que consiste precisamente en
socavar sin prueba alguna la legitimidad de un gobernante a punta de rumores y
graves cargos criminales, que son reforzados por los prejuicios y el odio
incontenible que circula por las redes sociales, creando así una “realidad” indemostrable,
pero eficazmente polarizadora, sustentada en tramas propias de un thriller digno
de Tarantino. A continuación, esas redes sociales pueden desatar pasiones de
fanáticos dispuestos a batirse en contra de quienes apoyan el gobernante
estigmatizado, ya condenado irremediablemente en sus mentes, ámbitos familiares
y medios empresariales. Luego convocarán manifestaciones públicas para salvar
la “democracia”. Allí, esas multitudes salvíficas de ciudadanos de bien
promoverán la “defenestración” del corrupto presidente y, en cuestión de Semanas,
estaríamos en la antesala de una violencia incontenible, con un saldo de
víctimas incierto, propiciadas por el manejo irresponsable e interesado de esas
versiones periodísticas. Versiones sin sustento alguno en pruebas o hechos
públicos demostrados, alimentadas en gran parte por un anónimo fantasma y un
entramado mediático cuyo interés no es informar sino manipular y exacerbar la
crisis política para que ésta haga tránsito de la ingobernabilidad a la
ilegitimidad.
¿Crisis de gobernabilidad y
de legitimidad?
De esta forma, una crisis de gobernabilidad presidencial puede convertirse
en una grave crisis de legitimidad institucional, cumpliéndose así la
autoprofecía catastrófica de la derecha según la cual un gobierno de izquierda provocaría
una hecatombe nacional. Para conjurar semejante escenario, los medios de
comunicación deberían ser conscientes de su inmensa responsabilidad histórica
si se convierten en cajas de resonancia y divulgación de graves cargos
criminales contra el presidente Petro, propalando versiones de fuentes anónimas
y de un Benedetti decepcionado e irascible por no ser atendidas oportunamente
sus ambiciones de figuración y protagonismo político. Por ello, Benedetti
deberá aportar a la Fiscalía pruebas, contactos y movimientos que demuestren el
ingreso de esos supuestos 15 mil millones de pesos a la campaña presidencial de
Petro en el caribe. Si no lo hace e insiste en su versión de que todo fue
producto de un ataque de “rabia y tragos”, le corresponderá a la Fiscalía
desvirtuar esa versión de Benedetti y demostrar la ocurrencia de tan generosa
financiación, así como los responsables de la misma. Es probable que en esa
investigación tenga más éxito el fiscal Barbosa que en su fracasada defensa del
expresidente Uribe[5]. Entonces
asistiríamos a una especie de nudo gordiano de la política nacional formado por
la acusación contra Petro por supuesta financiación ilegal de su campaña
presidencial, la oposición cerril a las reformas sociales del Pacto Histórico y
el incierto avance de la Paz Total. Un nudo que penderá sobre las próximas
elecciones regionales del 29 de octubre, pues serán convertidas por la
oposición en una especie de plebiscito de la gestión presidencial, buscando
asestarle una derrota histórica en las principales ciudades y departamentos del
país.
De la Paz Total a la Paz
Democrática
De allí que el mayor desafío que enfrenta el presidente Petro sea no solo
superar la actual crisis de gobernabilidad, sino sobre todo evitar que se
convierta en una crisis de legitimidad. Y ello dependerá, en gran parte, del
curso de la Paz Total. Una paz que deberá convertirse en Paz Democrática, para
que las elecciones puedan desarrollarse con garantías para todos los partidos y
aspirantes, sin tutelaje y constreñimiento a los electores por parte de ninguna
organización armada. Que los comicios no transcurran entre urnas semivacías y
tumbas de candidatos asesinados, como suele suceder en esta “democracia
genocida”[6].
Tal propósito implica que el acuerdo de paz en marcha con el ELN se sustente en
el poder de la palabra concertada y honrada. Es decir, que el ELN reconozca que
el poder democrático no nace de la punta del fusil sino de la libre
participación ciudadana. Y ese reconocimiento demanda desde ya el fin de las
extorsiones, los secuestros, los confinamientos y la violencia contra la
población civil. Porque si ello continúa siendo una práctica consuetudinaria
del ELN, entonces no habrá libertad para el ejercicio de la política por parte
de la sociedad civil y menos seguridad humana, pues lo que se impone es el
miedo, la intimidación y la violencia. Actuaría como un Ejército Liberticida y
no de liberación nacional. Entre otras, porque la deliberación presupone el
respeto irrestricto de los derechos humanos y del derecho internacional
humanitario, sin los cuales no existen las condiciones mínimas para el ejercicio
de la democracia. Y le corresponde constitucionalmente al Ejecutivo y el Estado
garantizar lo anterior, pues como bien lo expresó Hobbes, “los pactos, sin la espada, son
solo palabras”. Quizá así se empiece a desatar el nudo gordiano de la ingobernabilidad,
como también a tejerse entre todos y con muchas manos diferentes el hilo de
Ariadna de la civilidad y la democracia para salir del laberinto de horror en
que vivimos y eliminar para siempre el Minotauro[7]
de la guerra y la ilegalidad que históricamente nos ha devorado.
[2] https://www.semana.com/semana-tv/semana-noticias/articulo/atencion-la-plata-era-de-petro-eran-cinco-maletas-y-3000-millones-de-pesos/202309/
[3] https://www.elheraldo.co/colombia/gustavo-petro-desmiente-que-3-mil-millones-de-pesos-en-casa-de-laura-sarabia-eran-de-el
[4] https://www.elpais.com.co/colombia/aparecio-wilson-aca-toda-la-verdad-detras-de-esta-tendencia-de-twitter-sobre-el-heroe-de-cuatro-patas-1434.html
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