CIUDADANÍA, DEMOCRACIA Y
JUSTICIA TRIBUTARIA PARA LA PAZ
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/ciudadania-democracia-justicia-tributaria-la-paz
Hernando Llano Ángel.
Sin ciudadanía no hay democracia y menos paz política. Suele reducirse la
ciudadanía a sus dimensiones más formales y visibles, tales como el
cumplimiento de la mayoría de edad, que cada día se reduce a una menor edad en
todas las democracias. También a incentivar desesperadamente su participación
periódica en las urnas. Incluso, instaurando el voto obligatorio, como si
bastará con depositarlo en una urna para la existencia de la democracia. Pero
se olvida lo esencial: el ciudadano es el sujeto creador del poder democrático
y máximo responsable de su existencia, no un objeto del poder estatal. Nos
convertimos políticamente en ciudadanos, nadie es naturalmente ciudadano. La
ciudadanía es lo más artificial que existe y ha costado mucha sangre, sudor y
lágrimas a todas las sociedades democráticas. Somos ciudadanos en tanto tenemos
la capacidad de forjar un poder político estatal con otros y no tanto contra otros.
Un poder político estatal garante de los derechos humanos y la dignidad de
todos. Dimensión proteica de la ciudadanía que no es reconocida por la mayoría
de colombianos. En gran parte, porque nuestra socialización y educación
política históricamente ha sido engendrada en una matriz profundamente
antidemocrática: racista, clasista, sexista y depredadora, que convierte a la
naturaleza en una fuente supuestamente inagotable de crecimiento económico para
beneficio de unos pocos. Por todo lo anterior, no es sorprendente que algunas
personas expresen en forma tan vehemente su racismo y odio, como la
manifestante opositora que comparó a la vicepresidenta Francia Márquez con un
simio y a la población negra con la criminalidad, la violencia, la brutalidad y
la ignorancia: “Francia Márquez, es un simio, qué educación puede tener un negro, los
negros roban, atracan y matan... Qué educación puede tener un negro”[1].
Pero dicha declaración es apenas una expresión más de las que viralmente
circulan por las redes sociales, incluso con fotografías y memes más infamantes
contra la vicepresidenta, que se suman a una campaña misógina intensa contra la
ministra de minas, Irene Vélez, cuya “incompetencia” “logrará que gracias a un acuerdo que se debe dar en las próximas
semanas ente generadores y comercializadores de energía eléctrica se puede asegurar que las tarifas bajarán
sin duda al finalizar el año”[2].
Se le niegan a la Vicepresidenta Márquez
y a la ministra Vélez sus competencias y logros en beneficio de toda la población
porque los prejuicios raciales y machistas se sobreponen al juicio ciudadano.
Un juicio que siempre debe sustentarse en la prelación de lo público sobre lo
privado, pues un auténtico ciudadano es aquel que vive en función del bienestar
y la prosperidad de la Polis, de la Ciudad o la Nación, y por lo tanto es capaz
de pensar y actuar en función de lo público, “aquello que afecta por igual
nuestra condición humana y la dignidad de todos”. Es una exigencia de
la que estamos muy lejos en nuestra cultura ciudadana, permeada casi siempre
por un individualismo extremo con múltiples expresiones en los más diversos órdenes.
Por ejemplo, en la familia, con refranes tan reveladores y amorales como aquel
de que siempre debes estar “con tu familia, con razón o sin ella”. Un refrán
que es la quinta esencia del familismo amoral y la piedra angular de la cultura
mafiosa. Sin duda, no hay reproche alguno del amor y la entrega de Pablo
Escobar a su familia, que con orgullo reivindicaron su madre, hermana, esposa y
descendientes en su sepelio ante los medios comunicación. Otras expresiones de
este familismo son los carteles empresariales, tan frecuentes en nuestra
economía, que incluso reclaman con orgullo los paisas con su otrora “sindicato
antioqueño”, hoy más conocido como Grupo Empresarial Antioqueño[3].
Y está presente también en la cartelización
de la economía en muchas otras regiones y sectores económicos, como el clúster[4]
azucarero en el Valle del Cauca. Ese individualismo, corporativismo empresarial
y familismo amoral es tan fuerte, que se expresa de manera especial en la
peculiar relación que la mayoría de colombianos tienen con la ley y su capacidad
para burlarla y eludirla, siempre a su favor, en contra del interés público y
general. Ya lo resaltó en forma brillante García Márquez en su Proclama “Por
un país al alcance de los niños”: “En
cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un
leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas
sin castigo”[5].
Familismo en el que incluso incurrió el presidente Gustavo Petro, un adalid
del interés general sobre el particular, al designar a su esposa, Verónica
Alcocer, como “Embajadora de Misión
Especial para que pudiera atender la invitación de Japón a Colombia y también
acompañara al canciller Álvaro Leyva al funeral de la Reina Isabel II”[6],
con viáticos equivalentes a 63 millones de pesos. Misión que mejor podría haber
cumplido la Viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil[7],
como funcionaria del Estado, sin incurrir el presidente en ese censurable
favorecimiento conyugal, así haya sido frecuente en gobiernos pasados. Pero una de las expresiones más
escandalosas e inadmisibles se encuentra en las exenciones tributarias, que
burlan legalmente el sentido de la justicia tributaria y social a favor de
intereses empresariales y particulares. El derecho como fuente de inequidad
económica e iniquidad social.
Las exenciones tributarias
El ejemplo más claro se encuentra en las dificultades casi insuperables que
el actual gobierno enfrenta para la aprobación de su reforma tributaria y
orientar los mayores recaudos al desarrollo de políticas públicas a favor de
las mayorías. Según los expertos, el valor de las exenciones tributarias fue de
92 billones[8] en el 2021
y “dentro del grupo de personas jurídicas contribuyentes en el impuesto de
renta que utilizan las rentas exentas, se destacan los subsectores de
actividades financieras y de seguros y suministro de electricidad, gas, vapor y
aire acondicionado, con una participación de 39,7 y 26,2 %, respectivamente, en
el costo fiscal”. Los sectores que se oponen radicalmente al proyecto del Pacto
Histórico, que pretende recaudar 25 billones, son liderados por los
congresistas del Centro Democrático, como lo expresa su líder eterno el
expresidente Álvaro Uribe Vélez[9]:
“Eliminar los transitorios antes del vencimiento del plazo legal es un golpe a
los empresarios, a los trabajadores y a la confianza. Lo mismo si se afecta el
periodo de exención que trajo tanta inversión”, resaltó. Algo comprensible y
muy coherente con políticas de estímulo como Agro Ingreso Seguro[10]
que canalizó a favor de grandes empresarios agrícolas la módica suma de 233.486.708.188
millones de los cuales “el 1 de octubre de 2010 la Fiscalía indicaba una
negociación en proceso para recuperar aproximadamente 13 mil millones de pesos”.
Sin olvidar la historia de la Hacienda Carimagua, ahora que hay tanta
indignación por la toma de tierras en diferentes regiones del país, que “fue adjudicada a desplazados por la
violencia generada por el conflicto armado colombiano, pero tras cuatro años, el 11 de febrero de 2008, el ministro de
Agricultura Andrés Felipe Arias intento cambiar la adjudicación y dársela a
inversionistas privados alegando que darían mejor uso a la tierra y eso
representaría mayores dividendos para el estado y a su vez a los desplazados.
Los inversionistas privados pretendían cultivar Palma africana para el
desarrollo de biocombustibles”[11].
Para resolver ese conflicto histórico en torno a la propiedad, la posesión,
producción y redistribución de la tierra es imperioso empezar por cumplir la
Constitución en su artículo 58[12]:
“Cuando de la aplicación de una ley expedida por motivos de utilidad pública o
interés social, resultaren en conflicto los derechos de los particulares con la
necesidad por ella reconocida, el interés privado deberá ceder al interés
público o social. La propiedad es una función social que
implica obligaciones. Como tal, le es inherente una función ecológica. El
Estado protegerá y promoverá las formas asociativas y solidarias de propiedad.
Por
motivos de utilidad pública o de interés social definidos por el legislador,
podrá haber expropiación mediante sentencia judicial e indemnización previa.
Esta se fijará consultando los intereses de la comunidad y del afectado.
En los casos que determine el legislador, dicha expropiación podrá adelantarse por
vía administrativa, sujeta a posterior acción contenciosa-administrativa,
incluso respecto del precio”. Sin duda, los ciudadanos y este gobierno,
que juró cumplir la Constitución, tenemos en la aplicación de este artículo la
fórmula más democrática, justa y pacífica para tramitar y resolver los
conflictos actuales sobre la tierra, pues lo propio de un Estado Social de
derecho es velar por “la prevalencia del interés general”,
según el artículo 1[13]
de la Carta. Solo falta pasar del dicho al hecho, de la Constitución a la
realidad, de su burla y violación, a su respeto y cumplimiento, que es lo
mínimo que debe hacer todo gobernante y ciudadano.
[1]https://www.semana.com/nacion/articulo/como-se-identifico-a-luz-fabiola-rubiano-la-mujer-que-fue-llamada-a-imputacion-por-ataques-racistas-a-francia-marquez/202237/
[2] https://www.elpais.com.co/politica/a-finales-de-este-ano-bajaran-las-tarifas-de-energia-aseguro-la-ministra-de-minas.html
[6] https://www.elcolombiano.com/colombia/primera-dama-veronica-alcocer-fue-designada-como-embajadora-de-colombia-MK18742187
[8] https://www.semana.com/economia/macroeconomia/articulo/beneficios-tributarios-otorgados-en-2021-costaron-92-billones-y-son-los-que-quiere-tumbar-petro/202236/
[9] https://www.radionacional.co/actualidad/economia/reforma-tributaria-uribe-defiende-estimulos-tributarios
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