DIATRIBA DE LA RAZÓN CONTRA LA ESTULTICIA DE LA PROHIBICIÓN
Hernando Llano
Ángel.
“Nuestro mundo no necesita almas tibias, sino corazones
ardientes que sepan dar un sitio justo a la moderación”, Albert Camus.
Sin duda, la intervención del
presidente Gustavo Petro[1] en
la 77 Asamblea General de las Naciones Unidas fue una diatriba de la razón y la
libertad contra la estulticia del prohibicionismo y los fanáticos de la absurda
“guerra contra las drogas”. Una estrategia del “ejemplar” presidente Richard Nixon
diseñada en 1968 contra los jóvenes universitarios y negros norteamericanos que
se oponían a la guerra de Vietnam, como lo reveló su asesor John Ehrlichman[2]: "La campaña de Nixon de 1968, y la Casa
Blanca de Nixon, tenían dos enemigos: la izquierda antiguerra y los negros.
¿Entiendes lo que te digo? Sabíamos que no podíamos hacerlos ilegales por ser
negros o estar en contra de la guerra, pero al hacer que el público asociara a
los negros con la heroína y a los hippies con la marihuana, y luego criminalizar
ambas sustancias fuertemente, podíamos fragmentar sus comunidades”. El
discurso de Petro fue una diatriba[3]
por su tono vehemente, “acre y violento”, contra la estulticia[4]
que domina el mundo y ceremonialmente se expresa cada año desde la sede de las Naciones
Unidas en Nueva York, esa necrópolis[5]
para latinos y negros que algunos periodistas insulsos llaman la “Capital del
mundo”. La estulticia es la “necedad y tontería” de seguir pensando y actuando
conforme a libretos y estilos de vida que conducen inevitablemente la dignidad
humana a su colapso y a la depredación progresiva de la vida planetaria. Entre
dichos libretos y estilos se encuentran la extrema adicción de la economía a
las energías fósiles y la fracasada “guerra contra las drogas”, que solo
beneficia a quienes hacen parte de un gran entramado criminal. Entramado donde
se mezcla la hipocresía de jefes de Estados, el prohibicionismo de convenciones
internacionales inocuas y eurocéntricas contra los estupefacientes y
psicotrópicos, como la Convención de Viena de 1988[6].
Pero, sobre todo, la codicia de unos cuantos criminales, cuyo espectro abarca
desde sanguinarios capos, pulcros y avalados banqueros[7],
encumbrados políticos, corporaciones militares, agencias estatales y
conglomerados industriales de precursores
químicos para el procesamiento de la cocaína, la devastación de millones de
hectáreas de bosques tropicales y el envenenamiento de sus fuentes hídricas. Todos
ellos aumentan sus ganancias siderales gracias al prohibicionismo. Por eso, una
vez más hay que citar a uno de los pontífices del neoliberalismo, Milton Friedman[8],
un pensador estelar y premio nobel de economía en 1976, a quien veneran y
entienden perfectamente los fanáticos
del mercado, que hoy se rasgan las vestiduras por la diatriba de Petro: “Si analizamos la guerra contra las drogas
desde un punto de vista estrictamente económico, el papel del gobierno es proteger el cartel de las drogas. Eso es
literalmente cierto”[9], afirmó Friedman, que conoció y
comprendió algo del mercado capitalista. Sin duda, pues a mayor persecución
judicial, represión policiva-militar y fumigación de las selvas con glifosato,
más crecen las ganancias de los carteles de la droga, su lavado de activos en
la economía legal, la corrupción política y la violencia criminal con su
ubicuidad incontrolable en todas las sociedades. Pero la verdad más cruel es que
aumenta exponencialmente el número de víctimas letales que propicia el
prohibicionismo. Víctimas propiciatorias cuya mayoría se encuentra en el polo
de la oferta, en comunidades campesinas, indígenas y negras cuyas vidas y
territorios se convierten en campos de exterminio y confinamiento de muerte. Por
todo ello, es imperiosa una nueva política internacional sobre estupefacientes
y sustancias sicotrópicas, que asuma la regulación de su producción y consumo,
así como la educación y prevención pública, que es exactamente lo contrario de
la legalización del narcotráfico. Es más bien el comienzo del fin del
narcotráfico, así como el fin de la enmienda prohibicionista[10]
del licor en los Estados Unidos en 1933 fue la medida más eficaz para controlar
y combatir las mafias dedicadas a su importación, producción y distribución,
causantes de la grave corrupción de la policía, los políticos y la inseguridad
en la vida pública norteamericana desde entonces hasta nuestros días.
Organizaciones mafiosas con posteriores e inimaginables mutaciones, al parecer
comprometidas en los magnicidios de J.F Kennedy[11] y
su hermano Robert, como lo pone en escena Oliver Stone en su cinta JFK[12]
La “Solución Final” de la guerra contra las drogas
De alguna forma, el
prohibicionismo de la guerra contra las drogas es la “solución final” y la
aniquilación de la vida y su entorno para miles de campesinos, comunidades
indígenas y negras en nuestro país y la región andina. Una “solución final” más
tolerada e infame que la del nazismo, pues la “guerra contra las drogas” no
necesita de los campos de concentración y menos de cámaras de gas. Para convertir
las selvas tropicales en campos de muerte les basta el glifosato y los precursores
químicos que envenenan el aire, las aguas, las plantas y la vida de sus
pobladores. ¡Y todo ello en nombre de la “libertad”, el “orden”, la “legalidad”,
la “seguridad” y hasta la salubridad pública! ¡Todo ello para salvar la
civilización occidental --la cuna de la democracia, la libertad y la cultura--
de la barbarie y la ambición de los malvados narcotraficantes del Sur que, con
sus plantas “mortíferas” como la marihuana y la coca, amenazan su libertad,
prosperidad y seguridad! Y todavía hay millones de personas que creen semejante
estúpida narrativa, incapaces de pensar más allá de las versiones pueriles de
los “formadores de opinión” que confunden la coca con la cocaína, y se dedican
por las redes sociales y con trinos falaces a denigrar y tergiversar los
argumentos del presidente colombiano, señalando a Gustavo Petro de ser el
ideólogo de la legalización planetaria del narcotráfico. El capo de capos.
La Patraña de Pastrana
Vergüenza debería darle al
expresidente Andrés Pastrana haber escrito el siguiente trino[13]: “Vergüenza! Petro se declara en la ONU como el gran capo defensor de la cocaína.
Desecha sus efectos sobre la salud pública y desprecia los muertos que, como la
Corte Suprema masacrada por su M-19 para Pablo Escobar, dejan las mafias con
que hoy pacta el poder— Andrés Pastrana
A (@AndresPastrana) September 20, 2022”. Una verdadera patraña de mala fe
tras la cual pretende ocultar Pastrana su enorme responsabilidad en el criminal
“Plan Colombia”, pues durante su administración los grupos paramilitares no
solo cometieron el mayor número de masacres contra campesinos y civiles
inermes, sino que controlaron vastos territorios dedicados al cultivo de la
coca, su procesamiento en cocaína y exportación desde Urabá, la región caribe y
la sierra nevada de Santa Marta para los “inocentes y civilizados” consumidores
de Norteamérica y Europa. Y sobre el desenlace apocalíptico en el Palacio de
Justicia, es pueril seguir afirmando que la alucinada y terrorífica acción del
M-19 –estando Petro[14]
en la cárcel pagando una condena por porte ilegal de arma— se realizará
cumpliendo órdenes de Pablo Escobar, cuando su objetivo central era someter a
un descabellado juicio político de responsabilidades al presidente Belisario
Betancur por el fracaso del proceso de paz. Además, las pruebas y expedientes
para la extradición de Pablo Escobar siempre estuvieron en manos de la justicia
norteamericana que lo requería, no en los archivos del Palacio de Justicia. Lo
que sí se destruyó e incineró en el Palacio de Justicia fueron numerosos
expedientes del Consejo de Estado contra altos oficiales del ejército por
torturas y otras violaciones de derechos humanos, como lo revela la periodista
Ana Carrigan en su libro “El Palacio de Justicia, una tragedia
colombiana”[15].
Misael Pastrana y el Palacio de Justicia
A propósito, la siguiente fue la
conversación y el consejo de su padre, Misael Pastrana Borrero, al presidente
Belisario Betancur, para resolver la crisis del Palacio de Justicia: “Por mi parte, lo que está en juego aquí no
es simplemente un Gobierno, o un sistema, ni siquiera el futuro de nuestra
sociedad, sino todo el sistema de
valores que es parte intrínseca de todas nuestras tradiciones y de la
civilización cristiana de la cual formamos parte; eso es lo que está en riesgo aquí”. Acto seguido el presidente
Betancur le pidió al expresidente Misael que le repitiera dicho consejo al general
Miguel Vega Uribe, su ministro de defensa, quien pasó al teléfono, según lo
relata Carrigan en su libro: “Un momento, por favor, Misael. Si
le paso al general Vega al teléfono, ¿usted tendría la bondad de repetirle a él
lo que me acaba de decir a mí? Me gustaría que él oyera en sus propias palabras
lo que acaba de decir”. Y por si acaso el recién llegado ministro de Defensa tuviera
algunas dudas sobre la posición del presidente en ésta, la más grave de las
crisis nacionales, Belisario Betancur le pasó el auricular al general Vega
Uribe (Carrigan, 2010, p. 158)”. De manera, pues, que la responsabilidad de su
padre, Misael Pastrana Borrero, no solo se remonta al origen del M-19, cuando
el presidente Carlos Lleras Restrepo escamoteó el triunfo electoral del general
Gustavo Rojas Pinilla, según revelación del periodista Jorge Téllez[16].
También fue determinante en la cruenta solución final del Palacio de Justicia,
pues consideró que si el presidente Betancur buscaba una salida política: “la civilización
cristiana estaba en peligro de perecer”. Con semejantes razonamientos y
concepciones de la vida y la civilización se insiste y persiste hoy en la
criminal “guerra contra las drogas”: hay que destruir los cultivos de coca,
quemar los laboratorios, fumigar a la población campesina y extraditar a los capos
para salvar a las pobres víctimas del próspero Norte del “flagelo de la cocaína”.
¡Podrá haber mayor estulticia y falta de responsabilidad en quienes piensan así
y delegan en el Estado y sus agentes el control de sus vidas y las de sus
hijos! ¡De verdad creen que la letra del prohibicionismo con sangre entra y
liberará a la humanidad de los malvados narcotraficantes y del “flagelo de la
droga”! Quienes piensan así simplemente abdican del ejercicio de la libertad y
voluntad, propias de todo ser humano, para dejar en manos de las autoridades el
comportamiento y corrección de sus vidas y la de millones de enfermos adictos.
¡Necesitan ser vigilados, perseguidos, multados y encarcelados para no consumir
ciertas sustancias! Carecen de la más mínima dosis de confianza en su propio
juicio y comportamiento. Son incapaces de reconocer que la llamada “Guerra
contra las drogas” se libra todos los días y se ganará o perderá en su propia
mente y la de los consumidores compulsivos, no en los campos sembrados de coca
ni en los laboratorios que convierten esa planta sagrada y maravillosa[17]
en una mercancía letal. Que esa guerra jamás se ganará con la extradición
interminable de capos, pues siempre habrá nuevos emprendedores para satisfacer
la extra-adicción
de sus millones de clientes en el civilizado Norte que, al parecer, necesitan sobredosis
de cocaína y opioides para vivir, competir y triunfar en su paraíso de consumo
y evasión, que bien recrea Hollywood en cintas como el “Lobo de Wall Street”[18]
de Matin Scorsese y su exitoso banquero, para quien la cocaína, según sus
propias palabras: «mantiene el cerebro despierto y hace que logres teclear
rápido». Por todo ello, el mundo hoy necesita, como lo escribió Camus, más “corazones
ardientes que sepan dar un sitio justo a la moderación” y no millones
de almas tibias e hipócritas que se refugian en la estulticia del
prohibicionismo y la represión. Almas que incluso condenarían al cadalso y la
extradición a un hombre que hace más de dos mil años convirtió el agua en vino,
corrompiendo y condenado eternamente a la humanidad al consumo de bebidas
peligrosas, espirituosas y enajenantes. Tales los excesos de quienes son
incapaces de un juicio propio y reclaman penas, prohibiciones y más cárceles para
poner a salvo su deplorable condición humana, supuestamente amenazada por los
terribles y codiciosos narcotraficantes del Sur. Pobrecitos ellos, los del Norte,
tan virtuosos y buenos, quedaron petrificados y estupefactos después de
escuchar una diatriba tan dolorosa y verdadera en una voz desgarrada llegada
del Sur. Una voz que son incapaces de atender y comprender, despojándose de sus
prejuicios maniqueos, y por eso se empecinan en denigrar y tergiversar, tanto
más aquí que allá. Definitivamente, lo más grave de la estupidez es su
obstinada persistencia en el error y el horror de la “guerra contra las
drogas”, acompañada de la letal adicción de la economía mundial a los
combustibles fósiles. ¿Será por eso que sabotean con tan mala fe las propuestas
de Petro y celebran con alegría su afonía?
[1] https://www.youtube.com/embed/F_HJHZd1w2o?rel=0
[6]https://es.wikipedia.org/wiki/Convenci%C3%B3n_de_las_Naciones_Unidas_contra_el_Tr%C3%A1fico_Il%C3%ADcito_de_Estupefacientes_y_Sustancias_Psicotr%C3%B3picas
[7] https://www.riskglobalconsulting.com/co/blog/multado-banco-del-grupo-aval-por-faltas-en-el-control-de-lavado-de-activos-del-crimen/#:~:text=El%20Banco%20de%20Occidente%20S.A.,autoridades%20informaci%C3%B3n%20sobre%20esa%20materia.
[9] El Malpensante, (2000, septiembre 16 a octubre 31) No. 25, p. 20
[13] https://noticias.caracoltv.com/politica/pastrana-tilda-a-petro-de-gran-capo-defensor-de-la-cocaina-por-discurso-en-la-onu-rg10
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