Entre caras y caretas de
políticos
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/caras-caretas-politicos
Hernando Llano Ángel.
Cuando no hay política, es decir, deliberación sobre programas y proyectos
que definen el sentido de la vida pública y confieren valor, dignidad, justicia
y confianza a la vida compartida entre todos y todas en una Nación, las
campañas políticas se convierten en un espectáculo deplorable y se parecen más
a un circo que a un debate electoral. Entonces los candidatos aparecen en
escena, no enfrentándose cara a cara, sino más bien mostrándonos sus mejores
caretas y ocultando al máximo sus verdaderos rostros. No vemos personas, sino
personajes, “seres ficticios que intervienen en una obra literaria o película”.
En este caso, la película por el papel estelar de ser presidente. No escuchamos
propuestas políticas, sino ofensas y descalificaciones personales, como el
sainete entre Ingrid Betancur y Alejandro Gaviria. Eso fue lo que presenciamos
en el evento organizado por la revista
Semana y el diario El Tiempo en “El
primer cara a cara entre 10 aspirantes a la Presidencia”[1].
“¡Yo me llamo…
Anticorrupción!
Empezando por su coordinadora, Vicky Dávila, que más parecía una animadora en
una feria de vanidades. El debate fue una auténtica piñata electoral, con
contusos y heridos entre candidatos con más egos narcisistas por exhibir que
propuestas políticas por debatir. La animadora Dávila, para cerrar, solicitó al
público aplausos para sus invitados, como si la política fuera un espectáculo
parecido al “Yo me llamó…[2]”
de Caracol. La verdad, su profesionalismo periodístico le pone a cualquiera los
pelos de punta. Pero no solo ella, más de un candidato parecía actuando en “Yo
me llamo” y se confundió de programa y escenario. La canción preferida fue la
tonada de la lucha contra la corrupción y la politiquería. La misma
cancioncilla mentirosa que con voz destemplada y mano en el corazón entonó el
candidato Álvaro Uribe Vélez en 2002 y terminó su faena presidencial en el 2010
con más de una docena de sus mejores acompañantes cantando al unísono “soy
inocente” en la cárcel. Desde un ministro con la voz aflautada de víctima, como
Andrés Felipe Arias[3], hasta
el dúo dinámico de Sabas Pretelt[4]
y Diego Palacio[5], que con
la ayuda de la soprano Yidis Medina[6]
y el barítono Teodolindo Avendaño[7],
cambiaron un articulito de la Constitución para la reelección inmediata del
“incorruptible” del Ubérrimo. Una reelección ilegal, gracias al cohecho
cometido a cappella[8] por sus
ministros, pero electoralmente legítima y políticamente impune pues la avalaron
en las urnas 7.397.835 electores, aunque la abstención haya sido del 55% del
censo electoral[9]. De
nuevo, tres lecciones: primera, nada es políticamente más rentable que
apropiarse de la bandera contra la corrupción y la politiquería. Segunda: nada
es más falso y demagógico, como bien lo demostró el adalid triunfador que
gobernó durante ocho años con corrupción y politiquería. Y además nos dejó,
entre otras “heroicas” ejecutorias, un rastro sangriento de por lo menos 6.000
ejecuciones extrajudiciales[10]
llamadas “Falsos positivos”. Tercera: la abstención es la mayor cómplice de la
corrupción política. Y lo es porque deja en manos de unos farsantes,
autodenominados políticos, aquello que nos pertenece a todos: la política que
define la calidad de nuestras vidas, desde el “aire que respiramos, el agua que
bebemos y los lugares por donde transitamos”, parafraseando a Karl Deutsch en
su texto “Política y Gobierno: cómo el
pueblo decide su destino”[11].
Una vez más es inevitable citar a Edmund Burke[12]:
“Los políticos corruptos son elegidos
por ciudadanos honestos que no votan”. Y la mayor ironía es que muchos de
estos ciudadanos no votan porque consideran que la política siempre será
corrupta, puesto que todos los políticos son corruptos. Y así se perpetuará
eternamente la corrupción de la política, que Polibio denominó la anaciclosis[13].
El coronavirus de la
corrupción
Para salir de este círculo infernal de la cacocracia[14]
que nos gobierna desde la noche de los tiempos, lo primero que debemos
reconocer es que no hay salvador, no existe ningún líder, sea de derecha,
centro o izquierda que nos vaya a salvar y liberar de la corrupción de la
política. Porque todos estamos sujetos al germen de la corrupción, así como nos
encontramos expuestos al coronavirus. No hay una vacuna contra la corrupción, simplemente
porque siempre que buscamos nuestro beneficio personal y sacamos ventaja de los
demás, burlando las reglas de juego y los compromisos, estamos propiciando la
corrupción. Cuando irrespetamos el turno en la fila, evadimos los impuestos,
mentimos y hacemos trampas para ganar, estamos afianzando la corrupción en la
vida personal, social y política. Por eso no hay personas totalmente honestas y
transparentes, mucho menos absolutamente incorruptibles. Lo que tenemos es
relaciones donde propiciamos beneficios solo personales, familiares,
empresariales, sindicales o partidistas en desmedro de beneficios colectivos y
públicos. Así es como generamos y consolidamos la corrupción de la política
hasta convertirla en un sistema y una forma de vida, que es lo que predomina
entre nosotros, y que Álvaro Gómez llamaba el “régimen a tumbar”. Forma de vida
que está sarcástica y esperpénticamente proyectada en la parodia de JUANPIS de
NETFLIX[15]
con su final inverosímil. Quizá por ello no tenemos partidos políticos con programas
y propuestas políticas, sino una eclosión de personalismos narcisistas que
pugnan por demostrarnos, como niños en competencia escolar, que cada uno es
mejor y más virtuoso que los demás. Que nada tiene que ver con maquinarias,
como lo exige Ingrid, depredadoras de los bienes e intereses públicos. Esta
ausencia de partidos políticos y de sentido de lo público es sustituido por una
visión maniquea de la controversia política entre supuestos puros e
incorruptibles contra politiqueros apertrechados en maquinarias clientelistas
corruptas. Entonces aparecen personajes tan patéticos, dignos de la serie de
Netflix, como Rodolfo Hernández, con la careta de antipolítico incorruptible,
cuando su desempeño como alcalde de Bucaramanga lo revela de cuerpo entero como
un gamberro de barrio sancionado por la Procuraduría[16].
Lo único que nos falta es que JUANPIS aparezca en escena y gane la presidencia
en primera vuelta revelándonos que vivimos en Polombia[17].
[9]https://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_presidenciales_de_Colombia_de_2006#:~:text=El%20presidente%2Dcandidato%20%C3%81lvaro%20Uribe,porcentaje%20que%20super%C3%B3%20el%2060%25.
[10]https://www.jep.gov.co/Sala-de-Prensa/Paginas/JEP-imputa-cr%C3%ADmenes-de-guerra-y-de-lesa-humanidad-a-otros-15-miembros-del-ej%C3%A9rcito-por-falsos-positivos-en-la-Costa-Caribe.aspx
[13] file:///C:/Users/admin/Downloads/65983-Texto%20del%20art%C3%ADculo-4564456577017-1-10-20191217%20(1).pdf
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