LAS VERDADES DE LA COMISIÓN
DE LA VERDAD
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Hernando Llano Ángel
Todo parece indicar que le llegó la hora de la verdad a la Comisión para el
Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición (CEV)[1].
Su arduo trabajo y especialmente la comparecencia reciente de los expresidentes
Samper, Santos, Uribe y Pastrana, cada uno con sus verdades y sus respectivas contrarréplicas,
sumadas a las de la propia realidad, sus contradictores y aliados[2],
nos revelan que hay muchas verdades en disputa.
Verdades en disputa
Como en el conocido aforismo atribuido a Confucio: “En todo litigio hay por lo menos
tres verdades: Tú verdad, mi verdad y la verdad”, también podríamos
afirmar que en nuestra realidad hay por lo menos tres tipos de verdad en
disputa. En primer lugar, la verdad fáctica, la de los hechos
incontrovertibles, por más eufemismos que se empleen para ocultarla o negarla.
Como llamar retenciones a los secuestros; ajusticiamientos a los asesinatos y
“falsos positivos” a las ejecuciones extrajudiciales cometidas por miembros de
la Fuerza Pública. O, peor aún, en un acto de cinismo criminal, llamar
migrantes a los millones de colombianos violentamente desplazados de sus
parcelas y terruños, como en alguna ocasión lo expresó José Obdulio Gaviria[3].
A esos millones que no tuvieron más opción para sobrevivir que huir y
refugiarse en las periferias de nuestras ciudades y en los semáforos de las
avenidas. Sin desconocer los actuales esfuerzos del presidente Duque, con su
retórica desvergonzada, para ocultar las masacres bajo el eufemismo de “homicidios
colectivos” y gobernar con el lema de “Paz con legalidad”,
cuando en la realidad lo que cada día nos informan los telediarios y la prensa
es una “paz con letalidad”. Durante el 2020 se cometieron en Colombia,
según informe del Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz)[4],
91 masacres que dejaron 381 víctimas en 66 municipios. Y en lo corrido de este
año llevamos 69 masacres con 241 víctimas hasta el 8 de septiembre. En cuanto
al número de líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados hasta
el 9 de septiembre de 2021 la cifra llega a 115[5]
y el número de ex miembros de las Farc-Ep asesinados durante este año 2021 es
de 36[6].
Desde la firma del Acuerdo de Paz, en estos cinco años, la cifra de integrantes
del partido Comunes sobrepasa los 280 asesinados.
La verdad de las víctimas y
los victimarios
Todos son hechos dolorosos y verdades fácticas sangrientas que nos revelan
una segunda verdad, la verdad de las víctimas irredentas, que la CEV nos ha venido
presentado en su portal de manera rigurosa y documentada a través de series
como “Colombia
habla de Verdad”[7],
buscando con ello la verdad más grave e importante, la de los responsables que
perpetúan tanta ignominia e iniquidad. Es decir, la tercera verdad, la de los
victimarios. Una verdad que la mayoría de ellos difícilmente asume porque
quedan al descubierto sus identidades, desprovistos de toda legitimidad y
respeto, aunque traten de salvar sus rostros y conciencias apelando a supuestos
valores superiores para encubrir sus crimines. Desde la insurgencia, con la
bandera de la revolución y la justicia social. Continuando con la
contrainsurgencia, enarbolando la libertad personal y la propiedad. Y el Estado
con todo el entramado del establecimiento mediático y sus intereses económicos,
invocando la defensa de la “democracia y la seguridad”. Sin olvidar a los
millones de “ciudadanos de bien” que miran para otro lado y permanecen
supuestamente neutrales ante tanta barbarie o, abiertamente, toman partido,
acallan su conciencia y respaldan a quienes les brindan seguridad y
tranquilidad, sin importar el número de víctimas que dejan sus acciones
criminales y omisiones oficiales.
Es la hora de la verdad, la
convivencia y la no repetición
Para que algún día sea posible entre todos nosotros la verdad, la
convivencia y la no repetición de las atrocidades que hemos vivido, consentido
y padecido por más de medio siglo, sin duda que debemos tener presentes las
tres verdades: la fáctica, la de las víctimas y la de los victimarios. Y ello
dependerá de nuestro juicio ciudadano. Un juicio que tendremos la oportunidad
de expresar en las urnas el próximo año. Con nuestro voto, podremos contribuir
a poner fin a este degradado conflicto armado interno, mediante el cumplimiento
del Acuerdo de Paz y la búsqueda de más salidas políticas, o quizá prolongar
indolentemente por más generaciones esta absurda guerra contra las drogas y el
narcoterrorismo bajo sofismas como la “paz con legalidad” y coartadas falaces
como la lucha contra la impunidad. Pero también podremos reconocer la dignidad
de todas las víctimas a través de las verdades develadas y las reparaciones por
realizar o, por el contrario, continuar legitimando a sus victimarios y sus
identidades criminales mediante la justificación de sus actuaciones ilegales.
En las elecciones del 2022 está en juego la verdad, la convivencia y la no
repetición de más víctimas sin justicia y victimarios impunes. Está en juego el
comienzo del desmantelamiento de todo este entramado criminal y corrupto o su
fortalecimiento indefinido con amnistías generales y falsas reconciliaciones,
como lo fue el Frente Nacional. Todo dependerá de nuestro juicio ciudadano y de
nuestro riguroso examen del informe final de la Comisión para el
esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. ¿Seremos
capaces de convivir con la verdad como auténticos ciudadanos o continuaremos
manipulados, odiándonos y matándonos, votando por supuestos líderes demócratas
o encumbrados progresistas y narcisistas, ignorando su pasado y aliados, para
consagrar una vez más en nuestras conciencias y el Estado sus mentiras
instituidas? La respuesta está en nuestro juicio como ciudadanos y en las
urnas. No continuemos abriendo más tumbas para víctimas humilladas y elevando
al Estado a victimarios impunes y soberbios.
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