PETRO, ESFINGE DE LA POLÍTICA NACIONAL (I)
https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/petro-esfinge-de-la-politica-nacional-i/
“El estudio más digno
de la política no es el hombre sino las instituciones” John Plamenatz.
Hernando Llano Ángel.
A
los dos años de la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño está claro que en
ella no se encuentra el epicentro del poder político nacional y que su
transitorio huésped oficial está muy lejos de ser el hombre más poderoso de
Colombia. Seguramente por lo anterior al presidente Petro no le gusta estar
encerrado y menos atrapado en la Casa de Nariño. Allí se siente como un rehén
del poder
constituido y lo que realmente lo desvela y apasiona es el poder
constituyente. Por eso su impuntualidad incorregible a la mayoría de
compromisos oficiales. Parece más obsesionado en procurar ser puntual con el
poder del pueblo y la historia y lo expresa en giros retóricos tan exagerados
como afirmar en su discurso que “en dos años hemos hecho una revolución”.
También ha dicho en varias ocasiones que los aposentos de la Casa de Nariño son
fríos y fantasmales, meros fetiches del poder político y social real, que acaso
lo reflejan en sus paredes como sombras chinescas. Un poder que conoce como
líder político antes de ser presidente y sabe muy bien que se encuentra
disperso en la sociedad, que por su esencia es cambiante, dinámico y siempre
objeto de disputa emocional en las calles, las plazas y en vastos espacios
rurales, marginados y sufridos, que hoy controlan múltiples y antagónicos
actores armados ilegales, esquivos a la Paz Total. Ese poder ubicuo, que está
al mismo tiempo en todas partes y es tan inasible como difícil de regular
legalmente, es el poder constituyente. Un poder formado por millones de rostros
anónimos que, como presidente, quisiera poner en la primera línea de la
historia. De allí su ambivalencia y ambigüedad entre la Asamblea Nacional
Constituyente y el Poder Constituyente, espejismos que lo distraen y le impiden
gobernar eficazmente. También, su enorme dificultad para reconocerse como la
cabeza del poder constituido, es decir, presidente de la República y su empeño
en convertirse en ese líder histórico y providencial que va a redimir en el
poder constituyente al pueblo colombiano, en su mayoría excluido y marginado
por el poder institucional del País Político. Un poder testaferro del poder económico
legal, concentrado en pocas manos, y del ilegal que irriga todos los mercados,
en especial el de las campañas electorales, que al parecer también infiltró la
suya. Por todo lo anterior, la figura de Gustavo Petro Urrego es enigmática,
desconcertante y muchas veces incomprensible, objeto de amores incondicionales
y de odios viscerales. Es la esfinge --“en la mitología griega, monstruo
fabuloso representado generalmente como una leona alada con cabeza y pecho de
mujer, que planteaba enigmas irresolubles e indescifrables” -- del poder
político nacional. Una esfinge que tiene rasgos de muchos rostros
presidenciales y líderes políticos que lo han antecedido, como López Pumarejo,
Jorge Eliecer Gaitán, Belisario Betancur y hasta Álvaro Gómez Hurtado. Vale la
pena, así sea sucintamente, detenerse en algunos de esos rasgos y perfiles,
para intentar descifrar esa esfinge política que encarna Gustavo Petro Urrego
como presidente de la República y líder del Pacto Histórico. Pero ello
demandará varios Calicantos. En este comenzaré por la figura de Alfonso López
Pumarejo (1) presidente de Colombia entre 1934-38 y 1942-45, con quien tiene en
común su espíritu reformista y progresista, guardando la distancia de
liderazgos tan diferentes y sus respectivas épocas, ambas internacionalmente
convulsas e inciertas. Hoy ignoramos hacia donde pueden llevarnos conflictos y
guerras actuales como las de Ucrania y el genocidio del pueblo palestino en
Gaza, Cisjordania y el reciente asesinato en Irán del líder político de Hamás,
con quien se negociaba la libertad de cientos de rehenes, lo que puede desatar
catástrofes humanitarias irreversibles e irreparables con repercusiones en todo
el mundo, tal como aconteció durante la segunda guerra mundial entre 1939-45.
Rasgos sobresalientes
de Petro como esfinge política de López Pumarejo
Sin
duda, el primer rasgo procede del entonces presidente Alfonso López Pumarejo y
su proyecto histórico de la “Revolución
en Marcha” (2), quien intento a través de reformas inconclusas, como la
política, agraria y laboral, modernizar a Colombia. Su obra quedó trunca por la
oposición virulenta y violenta de intereses privilegiados y sectarismos
políticos de ultraderecha que aún subsisten. El paralelo con el actual proyecto
de “Colombia, potencial mundial de la
vida”, no deja de ser sorprendente, como puede verse en el siguiente
informe oficial de los logros sociales alcanzados en estos dos años: https://www.presidencia.gov.co/AvanzandoEnDignidad/index.html. Con la diferencia de que los
desafíos actuales de Petro son mayores y casi insuperables, pues no dependen
solo de su liderazgo nacional, como sucede con su principal y ambiciosa bandera
de la “Paz Total”. Una paz que está
naufragando en ríos de sangre por la codicia y los intereses ilegales de sus
principales actores armados, como el llamado Clan del Golfo o “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”
(3), cuyos cabecillas son solicitados en extradición por los Estados Unidos; la
criminalidad del Estado Mayor Central de las Farc, sumadas a las dificultades
actuales en las conversaciones de paz con el ELN. De tal suerte que el
sometimiento y la desarticulación del Clan del Golfo tendrá que concertarse con
el poder del Norte –principal consumidor de cocaína-- además de vencer en el
Congreso la oposición maniquea y oportunista de un establecimiento político
nacional corroído por ese poder ilegal, como lo demostró la parapolítica y el
Informe Final de la Comisión de la Verdad (4). Un asunto “interméstico” (5), pues la “Paz Total” no depende solo de
decisiones domésticas, sino de la superación de políticas internacionales como
el prohibicionismo y la “guerra contra las drogas”, que geopolíticamente son
funcionales a los intereses del Norte. Un desafío mucho mayor que el enfrentado
por López Pumarejo, quien reconoció al final de su vida que: “Si la obra quedó trunca, el edificio
inconcluso y frustradas muchas esperanzas, la
culpa fue de quienes no seguimos avanzando y no de las masas, que
instintivamente nos reclamaban nuevas reformas” (El Tiempo, noviembre
21 de 1959). Se comprende, entonces, porque la obsesión de Petro con el poder
constituyente y su gusto por la política en las calles y no en la Casa de
Nariño, cada día más escenario de escándalos de corrupción, intrigas y
ambiciosos maleantes, como el desfalco de la UNGRD, al parecer planeado desde
el despacho de Carlos Ramón González, entonces director del Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República.
“La Casa de Nari”
Una
Casa que desde hace muchos años se ha convertido en un edificio carcomido por
la corrupción y el crimen, como también sucede en el Congreso. Una Casa en
donde se han tomado decisiones tan funestas como la operación devastadora del
Palacio de Justicia y de gran parte de la cúpula del poder judicial el 6 y 7 de
noviembre de 1985 –¡en defensa de la democracia, Maestro! según el Coronel
Plaza Vega- (6) sin olvidar el ingreso a la “Casa de Nari” --así llamada por
delincuentes-- como alias Job “asesor político de Don Berna” (7) y miembro de
la temible oficina de Envigado. Una Casa en donde se urdieron estrategias
ilegales como la Yidispolítica (8) para cambiar un “articulito” de la
Constitución y permitir la reelección presidencial de Álvaro Uribe Vélez, que
llevó a la cárcel a sus ministros de Justicia y Salud, Sabas Pretelt y Diego
Palacio (9). Esa casa es hoy nuevamente el epicentro de la corrupción de la
UNGRD, según denuncias de su director e incriminado Olmedo López. Con razón
López Pumarejo, quien conoció por dentro ese monstruoso establecimiento
político, social y económico, sentenció: “Me
inclino a creer que la historia de
Colombia podría interpretarse como un
proceso contra sus clases dirigentes, las cuales se han sentido en todo tiempo dueñas de
preparación y de capacidades superiores a las que han demostrado tener en el manejo de los negocios públicos;
y pienso, además, que si se engañan
sobre su propio valor, atribuyéndose virtudes que no poseen en el grado que
ellas pretenden, su equivocación reviste trágicos caracteres cuando
desconocen que muchos de los defectos
que esas clases atribuyen al pueblo colombiano son producto del abandono
implacable a que este ha vivido sometido”. Y, habría que añadir, al
pésimo ejemplo que han dado al frente del Estado, administrándolo como si fuera
una extensión de sus haciendas y empresas privadas, subordinando el interés
público a los intereses particulares. Juicio de López Pumarejo que, de alguna
manera, suscribe el presidente Petro con pugnacidad sin límite casi todos los
días en su cuenta “X” contra los dirigentes empresariales a quienes no cesa de
criticar y hacerlos responsables del bloqueo a sus reformas sociales porque los
considera cancerberos inexpugnables de privilegios económicos en sectores como
la salud y las pensiones. Otro rasgo sobresaliente que incorpora Petro a su
compleja e indescifrable identidad de esfinge política, proviene de Jorge
Eliécer Gaitán con su dicotómica e irreconciliable distinción entre el País
Político y el País Nacional, que abordaré en el próximo Calicanto, por
consideración con el tiempo y la desmesurada extensión de esta historia.
(1)
https://es.wikipedia.org/wiki/Alfonso_L%C3%B3pez_Pumarejo
(2)
https://www.comisiondelaverdad.co/la-revolucion-en-marcha
(3)
https://insightcrime.org/es/noticias-crimen-organizado-colombia/urabenos-perfil/
(5)
https://www.resdal.org/producciones-miembros/art-bobea-jun-2011.pdf
(6)
https://www.youtube.com/watch?v=mt9HvpTusFM
(7)
https://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Fernando_Murillo
(8)
https://es.wikipedia.org/wiki/Yidispol%C3%ADtica
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