¿SEREMOS CAPACES DE CONVIVIR
DEMOCRATICAMENTE?
(Segunda parte)
Hernando Llano Ángel
Para convivir democráticamente tenemos que aprender a deliberar porque la
democracia no es un dictado de un mandatario, mucho menos el monólogo de un
gobernante, ni la aclamación mayoritaria e incuestionable de un pueblo a su
caudillo. Cuando esto sucede, la democracia empieza a morir, independientemente
de si la ideología del gobernante o el caudillo es de derecha, centro o izquierda.
Simplemente porque la democracia no se sustenta en consensos unánimes, sino en
disensos pluralistas que hacen posibles acuerdos para la convivencia política y
social. Por eso, la esencia de una Constitución democrática es que posibilita
el acuerdo para estar en desacuerdo. Como lo repetía con frecuencia un
elocuente vocero de la derecha, Álvaro Gómez Hurtado (Q.E.P.D), es “un acuerdo
sobre lo fundamental”. Y lo fundamental
es que se pueda deliberar, es decir, disentir sin correr el riesgo de morir y mucho
menos incitar a matar. Algo que, lamentablemente, como Estado, Nación y
sociedad todavía nos falta aprender. Por eso, Karl Popper[1]
alguna vez afirmó que, en democracia, en lugar de nosotros, morían nuestras
ideas. Pero en nuestra realidad todos los días sucede lo contrario, son
asesinados los portadores de ideas democráticas que defienden valores e
intereses tan esenciales como la vida, la tierra, la salud pública y ambiental,
la alimentación, en fin, el pan, la libertad y la justicia. Para ellos no fue
posible la deliberación sino la eliminación. Desde la firma del Acuerdo de Paz,
en 2016, “más de 1.000 defensores de derechos humanos y líderes sociales han
sido asesinados, según la Defensoría del Pueblo de Colombia”[2],
señaló Human Rights Watch en su informe mundial. A ellos, hay que sumar los
miembros del partido Comunes que se desarmaron, desmovilizaron, empezaron a
deliberar y fueron asesinados: “Según el Instituto de Estudios para el
Desarrollo de la Paz (Indepaz) desde 2016, cuando se firmó la paz entre el
Gobierno colombiano y las FARC, han sido asesinados 349 desmovilizados”[3].
Un panorama tan desolador como antidemocrático, que se ensombrece aún más, pues
ahora corremos el riesgo de que la misma deliberación sea asesinada, eliminada
por la obsesión de opositores y gobierno de no ceder en sus respectivas
posiciones en el trámite de las reformas sociales en el Congreso. Empezando por
la de la salud, pues todos sabemos que las EPS no son perfectas. Durante el
pasado gobierno del presidente Duque, estuvieron en proceso de liquidación 14 y
un indicador irrefutable de sus graves problemas de funcionamiento es el número
de “peticiones, quejas, reclamos y denuncias registradas en el último año, las
cuales ascendieron a 1.128.122, es decir, en promedio cada día la SuperSalud
recibió 3.000 quejas por el servicio de salud de los colombianos. En los
últimos cuatro años la SuperSalud ha atendido más de 7 millones de PQRD, un
crecimiento significativo con relación al anterior cuatrienio, que fue de 3.1
millones, según el reporte de la entidad”[4].
De manera que, por su ineficiencia y corrupción, basta recordar el escándalo de
Saludcoop de Carlos Palacino[5],
con el desvío de aproximadamente 400 mil millones de pesos por “mal uso del
dinero de las Unidades de Pago por Capitación (UPC) y rentas parafiscales”, las
EPS deben ser sustancialmente reformadas y no defendidas a ultranza, como lo
hacen quienes derivan de ellas pingües
ganancias, sus voceros y testaferros en el Congreso. De otra parte, el gobierno,
como sucede con su polémica transición energética, debe atender los argumentos
técnicos que aconsejan un cambio progresivo y no disruptivo en la prestación de
los servicios de salud a cargo de las EPS y su costo fiscal, evaluando las
observaciones de algunos de sus ministros, como Hacienda, Educación,
Agricultura y el director de Planeación Nacional[6].
Por todo ello, cito literalmente al maestro José Bernardo Toro[7]
y sus sabias consideraciones sobre lo que implica un auténtico proceso de
deliberación, con la esperanza de que los congresistas las tengan en cuenta: “La deliberación se convierte en un valor
social, cuando, frente a un conflicto: 1- las diferentes personas son capaces
de poner en juego sus intereses. 2- Pueden
expresarlos, sustentarlos y defenderlos
con serenidad y transparencia 3- Buscan convencer a otros de la pertinencia
de sus intereses, pero están dispuestos
a dejarse convencer por la prioridad de otros intereses. 4- Aprenden a ceder y a recibir cesiones. Y 5- Entre todos, a partir de las diferencias, son capaces de construir bienes colectivos. La deliberación social es el
instrumento de la democracia para construir los consensos sociales que son la
base de la paz”. Solo agregaría que no hay que obsesionarse con la búsqueda
de consensos, pues en esta materia como en la paz, ellos son imposibles de
alcanzar, pues no se puede complacer a todas las partes en todas sus
pretensiones. Lo que debemos buscar son acuerdos viables para la convivencia
democrática con justicia social, salud y vida decente para todos. Entonces la paz
será grande[8],
pero no total, pues seguiremos resolviendo sin matarnos nuestras diferencias e
incurables enfermedades, hasta que nos llegue la hora de partir hacia una
anhelada paz celestial, quizá total.
[1]https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Popper#:~:text=Karl%20Raimund%20Popper%20(Viena%2C%2028,y%20el%20criterio%20de%20demarcaci%C3%B3n.
[2] https://www.infobae.com/america/colombia/2023/01/12/human-rights-watch-denuncia-que-desde-2016-han-asesinado-en-colombia-mas-de-mil-lideres-sociales/
[3] https://www.swissinfo.ch/spa/colombia-conflicto_denuncian-ataque-a-seguridad-de-integrante-del-partido-comunes-en-colombia/48302316
[5] https://www.eltiempo.com/justicia/investigacion/preso-carlos-palacino-tras-ocho-anos-de-escandalo-192136
[6] https://cambiocolombia.com/poder/si-este-documento-se-filtra-la-reforma-se-cae-el-papel-de-la-discordia
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