LA DEMOCRACIA EN AMÉRICA, ENTRE SU COLAPSO MERCADOCÉNTRICO O SU RENACIMIENTO
CIUDADANO Y ECOCÉNTRICO
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/la-democracia-america-colapso-mercadocentrico-renacimiento-ciudadano-ecocentrico
Hernando Llano
Ángel.
Los resultados de las recientes
elecciones en las dos más populosas democracias del continente americano pueden
significar su colapso mercadocéntrico en Estados Unidos o su renacimiento
ecocéntrico en Brasil. Ambas tienen en común que padecen el síntoma más grave
para la existencia democrática, como es la pérdida de confianza entre sus
líderes protagonistas y partidistas, que mutuamente se acusan de ponerla en
riesgo y se tratan como enemigos y no como adversarios. Por lo tanto, no pueden
permitir al enemigo su triunfo electoral y mucho menos su gobernabilidad, ya
que éste supuestamente acabaría con la democracia. Así perciben los demócratas
un eventual triunfo de los republicanos, con mayor razón si son liderados por
Trump, quien efectivamente demostró durante su presidencia que no tiene talante
y mucho menos vocación democrática. Sin duda, es un autócrata ignorante, que
solo rinde culto al mercado y las ganancias que genera, ocultas bajo su lema
nacionalista de America First. Además, exhibe una cosmovisión antitética de los
valores democráticos, como son su racismo y supuesta supremacía de los
norteamericanos blancos y
los redneck;
su machismo depredador de la dignidad y autonomía de la mujer, incluida hasta
su hija Ivanka, de quien afirmó: "Si Ivanka no fuera mi hija, tal vez
hubiera salido con ella"; además
de su negacionismo radical de la crisis climática y el favorecimiento sin
límite a la industria petrolera y los excesos de un consumismo desbocado. Sin
dejar de mencionar sus acciones más peligrosamente antidemocráticas: el
desconocimiento del triunfo electoral de Biden y su estímulo a la toma
vandálica del Capitolio por sus más fanáticos seguidores; su respaldo
entusiasta a la mortífera Asociación Nacional del Rifle (NRA),
además de ufanarse de burlar el pago de impuestos federales. Es decir, los tres
pilares institucionales de la democracia moderna: la competencia electoral
legal; el derecho exclusivo del Estado al control legal de las armas y limitar
su violencia mortífera y el derecho estatal, también exclusivo, del cobro de
impuestos y la obligación ciudadana de su pago, que son las banderas políticas
de Trump. Por eso está incurso en dos investigaciones tan trascendentales como
graves, la política ante el Senado por auspiciar la toma del Capitolio y la
Fiscal ante la Justicia por presunta evasión de impuestos.
Homo Economicus Vs Homo Politicus
Lo más grave es que
millones de norteamericanos se identifiquen con semejante líder antidemocrático
porque sus políticas proporcionan y garantizan, al parecer más eficazmente que
los líderes demócratas, sus empleos y nivel de consumo más o menos ilimitado.
Algo completamente comprensible en el presente y desde el interés personal,
familiar y empresarial, pero nefasto a mediano y largo plazo para el bienestar
público y la contención de la crisis climática, la vida de las futuras
generaciones y la misma supervivencia planetaria. Ese pragmatismo con su culto
al consumismo y la prosperidad explica, en gran parte, que los latinos en La
Florida votarán por Ron DeSantins,
para defender y proteger su nivel de vida en contra de las oleadas de
inmigrantes, procedentes la mayoría de sus propias naciones. Es el triunfo
inobjetable del homo economicus sobre el homo politicus, de la competencia
sobre la solidaridad, del bienestar personal y privado sobre el colectivo y el
público, en fin, de la mercadocracia sobre la democracia. Y esto exacerba el
arribismo social, el racismo y todas las “virtudes” que encarna Trump: la
egolatría y la prepotencia de quienes subordinan todo y a todas las demás
personas a su triunfo personal, familiar y empresarial, sin importar mucho las
consecuencias sociales y públicas de tal comportamiento. Ese es el trasfondo
ideológico de la derecha en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y
Europa, que aquí se esfuerzan en emular los “ciudadanos de bien” y sus líderes,
movilizando desde ya sus recursos y huestes para ganar en las elecciones
locales y regionales. Sin duda, Bolsonaro en Brasil es el reflejo de Trump. No
por casualidad ambos son responsables del mayor número de víctimas mortales de
la pandemia de Covid-19, Estados Unidos con más de 900.000,
“casi el 20 % de los fallecimientos provocados por la COVID-19 en todo el
mundo, pese a que el país norteamericano solo supone el 4 % de la población
mundial” y, Brasil, con 648.000 víctimas mortales a principios de 2022. Igual que Trump, Bolsonaro ha sido renuente a
reconocer explícitamente el triunfo de Lula y es tanto o más ególatra, racista,
machista, militarista y depredador del medio ambiente, como lo ha demostrado
con la devastación en la Amazonia de “34.000 kilómetros cuadrados de bosque
tropical, una superficie superior a la de Cataluña o un país como Bélgica”. Pero,
por eso mismo, representa al 49.10% de los brasileños con 58.198.346 votos
frente a 60.331.211 de Lula, el 50.90% de los electores. Lo mismo que en la
democracia del norte, significa que el sentido de lo público, de la vida y de
la conservación de la naturaleza, para casi la mitad de los brasileños debe
estar subordinado a su prosperidad personal, familiar y empresarial. Es por
todo ello que la democracia está colapsando y su renacimiento precisa
urgentemente que el ciudadano, el homo politicus, contenga el desaforado y
codicioso homo economicus, para que los mandatarios que elija dejen de ser
simples testaferros del mercado y rescaten de nuevo el sentido de lo público,
de la política, de la dignidad humana y de la vida planetaria. Y que dichos
mandatarios, de la mano de la inteligencia, de la sensibilidad y de la
solidaridad, no vayan a ser arrastrados por el péndulo del idealismo y el fundamentalismo
conservacionista, al extremo que reduzcan el empleo y la prosperidad presente
en aras de un futuro deseado pero inalcanzable, sino realizan la transición
energética en forma progresiva y no disruptiva. Que tengan siempre presente el
consejo, entre irónico y paradójico, de un poeta romántico como Friedrich
Hölderlin,
quien escribió con sensatez en el siglo XIX: “Lo que ha hecho del Estado un
infierno en la tierra ha sido precisamente el intento del hombre de convertirlo
en su cielo”. Intento en el que históricamente se ha empeñado una
izquierda utópica, doctrinaria y autoritaria, con resultados infernales, bien
por fracasar o por propiciar el triunfo de una derecha cínica e indolente, con
su apología a este capitalismo depredador e inicuo que sacrifica vidas y
dignidad al becerro de oro, como sucedió en Estados Unidos y Brasil durante la
pandemia con su población. Es de esperar que Lula, con su experiencia y
pragmatismo, marque pautas para que los líderes más jóvenes de esta nueva
izquierda socialdemócrata y ecologista, como Gabriel Boric y Gustavo Petro, no
se deslumbren con espejismos conservacionistas irrealizables ya, y logremos
dejar atrás en nuestro continente el colapso democrático y pasar al renacimiento de una democracia
telúrica, vital, ciudadana y social, como alternativa urgente a esta
mercadocracia tanática, elitista, expoliadora y devastadora del planeta y todos
sus seres vivos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario