Perdón social y Cacocracia
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/perdon-social-cacocracia
Hernando
Llano Ángel
El
mayor riesgo de la propuesta de Petro sobre el perdón social es que se diluya
en medio del escándalo electoral. Un riesgo inevitable, puesto que se planteó
en el escenario penitenciario y sus inspiradores, según el mismo Petro,
resultaron ser servidores públicos condenados por graves delitos contra la
administración, como los hermanos Samuel e Iván Moreno Rojas. Dos connotados
representantes de la cacocracia[1],
aquella forma de gobierno presidida por los más hábiles ladrones de la
confianza ciudadana, es decir cacos, que una vez alcanzan posiciones de poder o
gobierno (kratos) los utilizan para desmantelar y depredar el presupuesto y los
bienes públicos. Tal el origen de la cacofónica palabreja: cacocracia que, en
efecto suena muy mal, pero sus consecuencias en la vida pública y social son
todavía más desagradables y dañinos. El primer efecto es la deslegitimación de
la democracia, pues ella se convierte en el gobierno de los cacos, en beneficio
de pocos y perjuicio de todos. A partir de allí crece la desconfianza y un
número cada vez mayor de ciudadanos difícilmente vuelve a creer en los
políticos. Por eso en el humor popular nadie es más deleznable, vituperable y
hasta despreciable que los políticos. Ellos son la mejor expresión de la
deshonestidad, la picardía y la incompetencia. Un humor comprensible y estúpido
que lo repiten periódicamente los “cuentachistes” de Sábados Felices y su
público lo celebra a carcajadas, sin ser consciente que quienes ríen son sus
primeras víctimas, pues no suelen votar y dejan que otros elijan siempre a los
mismos corruptos. Ese público que ríe es tan listo que no comen cuento, pero si
sufre el cuento de la corrupción. Y así viven felices aplaudiendo a quienes los
roban y repitiendo en las reuniones sociales a sus hijos, nietos y amigos esos
malos chistes sobre los políticos corruptos. Exactamente lo mismo puede suceder
con la propuesta de Petro, convertirse en el peor chiste de todos en esta
campaña, siendo quizá uno de los asuntos más serios y graves, pues si no lo
resolvemos es imposible que vivamos algún día democráticamente en paz y con
dignidad. De lo que se trata, en verdad, es de saber si como sociedad somos
capaces de romper el vínculo estrecho entre la política y el crimen, entre la
política y los delincuentes de cuello blanco, que la mayoría de las veces
quedan impunes o se reeligen en cuerpo ajeno. De saber, también, el tipo de
justicia que se requiere para ello y sobre todo cuál es nuestra responsabilidad
como ciudadanos corrientes para que ese vínculo no se prolongue hasta el
infinito. ¿No será que en lugar del perdón social lo que precisamos es la
condena irrevocable en las urnas de semejantes cacos del interés público y del
bien común?
Desde el Frente Nacional hasta nuestros días
Tan es
así, que dicho desafío fue planteado desde los orígenes del Frente Nacional en
la célebre Declaración de Sitges en los siguientes términos: “Ninguno de los
dos partidos tradicionales de Colombia acepta que el delito pueda ser utilizado
para su incremento o preponderancia. Los crímenes que se cometen con ese
fingido designio deben ser repudiados y reprimidos enfáticamente por una y otra
de nuestras colectividades, de manera constante e indudable, porque su
impunidad afecta el decoro de la república y va en deslustre directo de los
mismos partidos en cuyo servicio, se pretende, hipócritamente, cometer[2].Un
desafío que todavía como Nación no hemos sido capaces de superar. Más bien nos ha sucedido todo lo
contrario, se ha profundizado a un nivel inimaginable con el concurso de
millones de ciudadanos que eligen periódicamente a quienes desde el gobierno
auspician la corrupción y el desfalco de los bienes públicos, en beneficio de
sus propios partidos. O, peor aún, convierten el delito mismo en una fuente de
legitimidad política, totalmente ajena a la legitimidad democrática, que
incluso posibilitó la reforma constitucional de 2004[3],
cambiando un “articulito” de la Constitución mediante la comisión de un cohecho
ministerial. Así sucedió y por ello fueron condenados los exministros Sabas
Pretelt[4] y Diego
Palacio. Gracias a la comisión de dicho delito, cerca de 7 millones de
ciudadanos pudieron reelegir en el 2006 a Uribe Vélez en la Presidencia[5].
Por eso el mismo presidente Uribe, en ejercicio de su cargo, en el Congreso
Cafetero realizado el 29 de noviembre de 2006, pronunció estas históricas
palabras, que son el santo y seña de la cacocracia: “les voy a pedir a todos los
congresistas que nos han apoyado que mientras no estén en la cárcel a votar las
transferencias, a votar la capitalización de Ecopetrol, a votar la reforma
tributaria”[6].
Y con absoluto cinismo, Uribe tenía toda la razón, pues entonces la Corte
Suprema de Justicia adelantaba investigaciones por parapolítica contra
numerosos congresistas que culminaron con la condena de más de 60 de ellos,
cuya mayoría respaldaron su gestión presidencial, según esta rigurosa relación
del portal Verdad Abierta que lleva el significativo título de “La
curul a la cárcel”[7].
Y si a lo anterior sumamos el número de cercanos colaboradores y subordinados
del entonces presidente Uribe condenados por graves delitos, que van desde
concierto para delinquir y crímenes de lesa humanidad, como los cometidos por
el director y subdirector del DAS, Jorge Noguera[8] y
José Miguel Narváez[9]
respectivamente, y muchos otros más contra la administración pública, como Agro
Ingreso Seguro con Andrés Felipe Arias[10],
tenemos que concluir objetivamente que entre 2002 y 2010 vivimos el máximo esplendor
de la cacocracia, coronada con las cerca de 6.400 ejecuciones extrajudiciales
conocidas como “Falsos Positivos”, que hoy investiga la JEP[11]
como el macrocaso número 3.
¿Paz con legalidad o letalidad?
Por
todo lo anterior, es apenas comprensible que uno de los principales propósitos
del presidente Duque haya sido controvertir y torpedear al máximo la labor de
la JEP y que ladinamente su consigna central para deslegitimar el Acuerdo de
Paz haya sido “paz con legalidad”, hoy expresada en operativos tan ilegítimos
y criminales como el de Puerto Leguízamo[12]
con la masacre de 11 civiles inermes, masacre que todavía Duque proclama como
un operativo legítimo. Con esa actitud, su diferencia con el cinismo de Putin y
la ocupación de Ucrania estriba solo en el número de víctimas civiles
sacrificadas, pero no en los falsos argumentos que ambos esgrimen para
justificar esos crímenes de lesa humanidad. También es comprensible que el expresidente
Uribe oculte al máximo lo que es público y evidente, el apoyo incondicional de
su partido, el Centro Democrático, a la candidatura criptouribista de un tal
Fico, que augura la consolidación de la cacocracia y por ello es todo lo
contrario de lo que proclaman sus vallas: “el presidente de la gente”. En realidad,
es el candidato para asegurar y perpetuar la impunidad cacocrática, de allí que
aparezca dando declaraciones contra la corrupción por fuera de la cárcel La
Picota[13]. Así
como es de significativo y desacertado que Petro lance su propuesta de perdón
social atendiendo un llamado de los hermanos Moreno, Iván y Samuel[14],
a quienes con sus denuncias él mismo Petro llevó a la cárcel. Desacertado, pues
no cabe ningún perdón social con quienes no solo defraudaron al que entonces
era su partido, el Polo Democrático, sino la confianza ciudadana de millones de
bogotanos, depredando el presupuesto para obras públicas en beneficio propio y
de sus cómplices. Para quienes se lucran y viven de la política, solo cabe la
sanción política y social en las urnas, jamás el perdón y mucho menos su elección
en cuerpo ajeno, sobre todo cuando simulan ser el candidato de la gente, pero
hacen sus campañas con quienes más roban y se aprovechan en forma impune de la
ingenuidad, la ignorancia, las necesidades y el miedo de la gente como las
redes clientelistas de los Char y Dilian Francisca Toro.
[4] https://cortesuprema.gov.co/corte/index.php/2015/04/15/condena-a-exministros-sabas-pretelt-y-diego-palacio/
[9] https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/corte-suprema-dejo-en-firme-condena-del-exsubdirector-del-das-jose-miguel-narvaez-3121582
No hay comentarios.:
Publicar un comentario