¿Se podrá votar sin miedo por
Petro y con transparencia por Fico?
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Hernando Llano Ángel
La complejidad de nuestra realidad política y social está más allá de la
competencia electoral entre Petro y Fico, si bien es cierto que sus propuestas
tienen relación con los dos más graves y acuciantes problemas que enfrentamos:
la cuestión social y la inseguridad. El hambre y la propiedad privada.
Problemas que están en el centro de la vida de todos los colombianos y por lo
tanto no son asuntos solo de Petro y Fico. Y mucho menos podrán resolverlos
solos, cualquiera sea el que gane. Son problemas vitales que nos afectan y
conciernen a todos, claro que con distinta intensidad. Algo que, curiosamente,
no entienden los que se sitúan en el centro político, probablemente porque no
sufren las penalidades del hambre y gozan de cierta seguridad. Pero no hay que
caer en falsas dicotomías. Con hambre y sin seguridad no hay esperanza para
nadie. Problemáticas que se disputan Petro y Fico, sin que Fajardo y los demás
candidatos se enteren todavía de ello. En parte por eso se encuentran rezagados
en esta competencia electoral. Están en el lugar equivocado, totalmente
descentrados de las necesidades y angustias de las mayorías: el hambre y la inseguridad.
Sin superar estos dos mortales desafíos no habrá esperanza, democracia y mucho
menos lucha eficaz contra la corrupción. Con hambre, miedo e inseguridad no existe
el paraíso de la ética, ella no puede prosperar en medio de tanta necesidad y
marginalidad social.
¡Tened presente el hambre[1]!
Es claro que la propiedad privada nunca estará segura con el hambre
creciente y acuciante de la población. Por más policías y penas de cárcel que
se aumenten. El ansía por sobrevivir es incontenible, sobrepasa el miedo y el
castigo. El hambre sitia a la seguridad y la desborda, como sucedió durante el
estallido social. Pero también es cierto que sin propiedad no hay seguridad
alimentaria. Porque la propiedad de la vida y la libertad de cada uno comienza
con un mínimo de ingresos monetarios que le sacian el hambre, lo prevengan de
la enfermedad y la inedia mortal. Para ello se requiere generar empleos y
crecimiento económico, no solo subsidios y asistencialismo estatal, como
panaceas a la crisis social. Ese asistencialismo estatal, sea de derecha o
izquierda, de Fico o Petro, no será suficiente, aunque es imprescindible. Se
precisa además estimular la inversión privada con seguridad y reglas claras. Generar
empleos reales y no solo el rebusque informal. Aumentar la productividad junto
a los salarios y así incrementar progresivamente su capacidad adquisitiva. Es
decir, fortalecer la economía social, el mercado interno y no solo las
ganancias especulativas de unos pocos, como los banqueros que obtuvieron 117
billones[2]
más de utilidades durante el año del estallido social. En medio de la hambruna
social que vivimos y la que se avecina, con certeza mucho mayor y más aguda, la
seguridad no será cuestión de autoridad sino de equidad social y de
productividad. De justicia e inclusión social, antes que de represión policial.
De concertación política en el Congreso antes que de confrontación social y
menos de ese maniqueísmo político que nos divide entre “buenos y malos
ciudadanos”. Asuntos que parece comprender mejor Petro que Fico, pues para este
último el estallido social fue más terrorismo urbano que protesta popular y los
colombianos nos dividimos entre supuestos “buenos ciudadanos cumplidores de la
ley y respetuosos de la autoridad”, contra presuntos “malos ciudadanos que
protestan violentamente y desafían las autoridades”.
¿La hecatombe nacional?
Mucho menos parece comprenderlo el expresidente Uribe, que ahora no acepta
los recientes resultados electorales en la conformación del Congreso, porque el
preconteo provisional acaba de asignar tres curules más al Pacto Histórico y
pierden una respectivamente el Centro Democrático, el Partido Conservador y el
Verde. Prepara así las condiciones para realizar su profecía fatal, azuzando el
miedo: la hecatombe nacional. Lo único que faltaba. Para Fico y sus seguidores
del Centro Democrático, cualquier reforma social es castrochavismo y dictadura
izquierdista. Para ellos, promover la justicia social, la movilización popular
y la autonomía ciudadana es una deriva hacia el totalitarismo, una inminente venezonalización
de Colombia, advierte Fico con su voz apocalíptica de culebrero paisa. Por eso
tilda a la protesta social de terrorismo urbano, cuando la mayoría de las veces
es un recurso desesperado de los excluidos y una indignada voz ciudadana de
clase media contra tanta incompetencia y corrupción oficial. Quizá por ello un
sector de esa clase media no votó por la difusa esperanza del Centro político y
sí lo hizo por la incierta justicia social que enarbola la izquierda del Pacto
Histórico. Para Fico y sus seguidores de derecha votar por cualquier otro
candidato no tiene sentido porque vivimos en una democracia ejemplar, casi
perfecta, que solo requiere más pie de fuerza y penas draconianas, incluso más
salvoconductos para que los “ciudadanos de bien” porten armas y disparen en
“legítima defensa” contra tanta chusma e inseguridad, como lo promueven María
Fernanda Cabal y Christian Garcés. En esa concepción señorial y semifeudal la
democracia de los llamados “ciudadanos de bien” se agota en sus propiedades,
sus ganancias, sus tierras y la máxima seguridad para sus negocios e ilimitadas
libertades. El Estado es una extensión de sus negocios e inversiones
estratégicas: “Las empresas estatales son las empresas privadas más importantes
porque pertenecen a toda la comunidad. Es un delito de lesa comunidad hacer
fiesta con lo estatal”, como reza el punto 17 del Manifiesto Democrático[3]
uribista. Una comunidad como la de Carimagua[4], limitada
a los empresarios amigos del exministro y hoy condenado Andrés Felipe Arias,
igual que Agro Ingreso Seguro y Unión Temporal Centros Poblados, tan
perfectamente gestionado por la exministra Karen Abudinen[5],
quien todavía no responde por la pérdida de más de 70 mil millones de pesos. En
eso quedó la consigna “el que la hace la paga”, así como la “paz con legalidad”
ya cobra más de 800 asesinatos de líderes sociales durante este gobierno[6].
El miedo nunca es inocente
Por eso ahora agitan de nuevo el fantasma del miedo con la llegada de un
imaginario, inminente e inexistente comunismo, si gana Petro la Presidencia.
Pero en realidad lo que está en juego en estas elecciones, como en las
anteriores, es la urgencia de un tímido reformismo económico y social para
evitar y contener una explosión mucho mayor que el estallido popular del año
pasado. Con certeza, esta vez sus ondas expansivas destructivas serían mayores
y de alcances impredecibles. Contra ese reformismo se dirige ahora la feroz
campaña de la llamada “cláusula Petro”, que no es otra cosa que el veto de los
mercaderes a la libertad política de los ciudadanos. ¿Cómo hablar de democracia
cuando pende sobre la voluntad de los votantes la amenaza de la liquidación de
posibles contratos laborales, de inminente fuga de capitales y de congelamiento
de inversiones? La respuesta es clara, en este caso la democracia desaparece,
lo que existe es la tiranía del mercado impuesta por el miedo a una mayor
precariedad económica para las mayorías. La consolidación de una mercadocracia
en beneficio de pocos y no de una democracia en función del interés general. Por
eso el miedo nunca es inocente. Siempre hay detrás de él alguien que se
beneficia, como ha quedado claro después del plebiscito contra el Acuerdo de
Paz. Entonces miles de ciudadanos votaron NO por el miedo a que Colombia se
convirtiera en Venezuela. Se les advirtió a los que votarán por el SÍ que le
entregarían Colombia a “la Far” de la mano del traidor de Santos, un
castrochavista disfrazado. Incluso que parte de sus pensiones serían destinadas
al sostenimiento de los exguerrilleros y que sus hijos serían adoctrinados por
la perversa “ideología de género” para moralmente pervertirlos. Y muchas
mentiras más que llevaron a la gente a “votar verraca”[7]. Y seis años después, el partido Los Comunes,
que agrupa a los exguerrilleros de la extinta Farc-Ep, apenas alcanza 50.000
votos en elecciones para el Senado. Esa violenta y temible guerrilla que
convertiría a Colombia en comunista, se desmovilizó con un Acuerdo de Paz que
contiene las premisas mínimas para la existencia de una auténtica democracia:
Paz política; Reforma rural integral; Curules paras las víctimas; Verdad, Justicia,
Reparación y garantías de no Repetición; Sustitución de cultivos de coca y planes
de desarrollo con enfoque territorial. Hoy la mayoría de los 10.000
exguerrilleros defienden la propiedad privada, se dedican laboriosamente a
cultivar y trabajar el campo, soportando el asedio y el asesinato de más de 300
de sus compañeros, firmantes de la paz[8].
Preguntas y respuestas pendientes
Por todo lo anterior, para votar por Petro sin miedo o por Fico con
transparecia al menos deberían respondernos preguntas básicas cómo las
siguientes. ¿Cuáles son sus programas para resolver el crecimiento de la
pobreza, el hambre y la exclusión social? ¿Cómo piensan hacerlo? ¿De dónde
saldrán los recursos? ¿Con quienes desarrollarán esas políticas sociales?
¿Cuáles sus propuestas de justicia tributaria? ¿Cómo garantizar un sistema
pensional justo y con mayor cobertura? ¿Cómo resolver el problema de las drogas
ilícitas? ¿Cuál política energética promoverán? ¿Cómo enfrentarán el problema
de la inseguridad y la violencia social? ¿Cómo garantizarán la vida de los
líderes sociales y de la oposición? ¿Qué reformas realizarían a la Fuerza
Pública, en especial a la Policía y el Ejército Nacional? ¿Adelantarían conversaciones
de paz con el ELN y las disidencias de las Farc? ¿Cómo enfrentarían el desafío
de los grupos armados organizados dedicados al narcotráfico y las economías
ilegales? Y, como ambos han sido alcaldes de las dos más importantes ciudades
del país, se ¿someterían a una evaluación académica y de expertos sobre los
resultados de sus políticas de seguridad y desarrollo social en Bogotá y
Medellín? Por último, de llegar a la segunda vuelta, ¿harían antes de la
votación públicos los acuerdos políticos que tienen con sus aliados, la futura
conformación de sus respectivos gabinetes, el dinero gastado en sus campañas y
sus patrocinadores, así como sus declaraciones de rentas y fuentes de ingreso
actuales? Sin duda, con sus respuestas,
los ciudadanos podríamos votar sin miedo, con seguridad y mayor confianza por
alguno de los dos o en blanco, sin dejarnos arrastrar por prejuicios, odios y
mentiras, que parecen ser los únicos insumos que hasta ahora tenemos y circulan
profusamente por las redes sociales, embotando la mente y envenenando el
corazón de todos.
[2] https://www.elcolombiano.com/negocios/utilidades-de-los-bancos-fueron-de-117-billones-GE16472985#:~:text=Seg%C3%BAn%20el%20ente%2C%20en%20noviembre,(%
[5] https://www.infobae.com/america/colombia/2022/01/01/y-los-70-mil-millones-le-preguntan-a-karen-abudinen-quien-reaparecio-con-mensaje-de-ano-nuevo/
[6] https://www.infobae.com/america/colombia/2021/10/02/en-colombia-han-sido-asesinados-mas-de-1200-lideres-sociales-desde-la-firma-del-acuerdo-de-paz-segun-indepaz/
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