¡NO MIREMOS ARRIBA, NI A NUESTRO INTERIOR Y MENOS A LOS LADOS!
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/no-miremos-interior-menos-los-lados
Hernando Llano
Ángel.
¡No miremos arriba, ni a nuestro
interior y menos a los lados!, parecen ser las consignas para este 2022. Estoy
parafraseando la última parodia de Netflix, “No miren arriba[1],
una hilarante crítica contra la estupidez de exitosos gobernantes y sus leales
seguidores. Así comenzamos este año en Polombia, –ese país imaginario y encantado
donde reina un Duque-- sin mirar arriba, ni a nuestra conciencia y mucho menos
a nuestros semejantes del lado. Lo digo, no tanto por nuestra realidad
política, como por el contagio exponencial de la variante ómicron del COVID 19.
No miramos lo que está sucediendo arriba. En la parte septentrional del
planeta, Estados Unidos y Europa, donde ómicron[2]
hace las veces del cometa Dibiasky que destruirá la Tierra ante la ambición de
poder y el narcisismo de la presidenta de Estados Unidos, Janie Orlean,
protagonizada por Meryl Streep. Por eso
ella niega la evidencia científica de la existencia del Cometa Dibiasky[3]
–como Trump y Bolsonaro lo hicieron con el Covid19-- y promueve su reelección
con la consigna “No miren arriba”[4].
Y casi lo logra, como también pretende el presidente Duque que lo hagamos con
su sucesor del Centro Democrático, creyendo que la realidad es lo que él nos
cuenta en su triunfal entrevista[5] de
El Tiempo y que no veamos su incompetente y fatal legado de masacres[6],
líderes sociales asesinados[7],
Acuerdo de Paz[8]
agónico y las exponenciales ganancias del sector financiero[9],
que AVALó[10]
generosamente su candidatura. Algo similar sucede en la película con el exitoso
empresario de BASH, Peter Isherwell[11],
y su última gama de celulares, empeñado en extraer del cometa Dibiansky sus
valiosos minerales para aumentar su sideral fortuna, así se corra el riesgo de
la destrucción de la tierra y el fin de la humanidad. Sin duda, una alegoría
perfecta de la codicia y la prepotencia de los multimillonarios que devastan la
tierra y controlan nuestras vidas, al igual que el general del Ejército norteamericano
que cobra a los científicos los snacks gratuitos que brinda la Casa Blanca a
sus invitados, al comienzo del film. Es decir, no solo vive de los impuestos de
los ciudadanos, sino que además les roba por su ingenuidad. Todo lo anterior es
posible porque la mayoría de los electores no miran lo que hacen los de arriba,
no examinan su propia conciencia, no realizan ningún autoexamen de sus vidas y
menos aun cuando van a votar y elegir a sus gobernantes. Lo único que les
importa es seguir comprando con seguridad y consumiendo los últimos avances
tecnológicos. Viven demasiado obsesionados con ser más bellos, exitosos, ricos
e intocables. Basta con la productividad, las ganancias y la seguridad.
Trabajan para comprar el último celular que ofrece BASH con una aplicación
extraordinaria que los salvará de sus depresiones y demás desajustes
emocionales, garantizándoles estabilidad y felicidad eterna, salvo por la
inminente colisión mortal del cometa Dibiansky contra la tierra. Y así van perdiendo el control sobre su mirada
interior, cada día más dispersa y extraviada en el piélago de las redes
sociales. Millones de usuarios de BASH quedan deslumbrados y ciegos, sin la
menor capacidad para discernir entre la verdad y la mentira de los miles de
mensajes que reciben durante el día.
La Realidad no existe
Lo que describo a continuación
sucede en la realidad, no en la película. Los ojos de los usuarios de celulares
se enturbian y desorbitan concentrados en sus pantallas y pierden la distinción
entre la belleza y la fealdad, la humanidad y la bestialidad, atosigados por
videos y fotos pornográficas donde ya es imposible separar el goce de la
brutalidad. El placer voyerista se alcanza con la exposición degradante de hombres,
mujeres, niños y niñas que deambulan con sus sentidos extraviados por redes
sociales, sin más horizonte que la publicidad y la alienación del consumo. A
estos usuarios no les queda tiempo para mirarse internamente, volcar su mente
sobre ellos mismos, pierden su propia vida mirando, imitando y hasta envidiando
la vida de los demás. Se pasan horas chateando, celebrando o difamando la vida
de los otros, sus conquistas y éxitos que brillan cada minuto en las pantallas
de los celulares y pierden toda capacidad de juicio y reflexión. Solo queda en
sus mentes el reflejo de sonrisas blancas y deslumbrantes, de una felicidad tan
instantánea y efímera que se esfuma con un like sobre cada imagen. Millones de
personas se han convertido en la vida real en un apéndice de su celular, son
solo un adminículo de la tecnología y la publicidad que los enajena en un mundo
ilusorio, insaciable de consumo. Sin darse cuenta pierden contacto con la
realidad y quedan atrapadas en la pantalla de su celular, como moscas, que son
devoradas por densas telarañas de mentiras y fantasías que tejen los mensajes
de las redes sociales. Quedan convertidas en entes tecnológicos, pierden su
capacidad de ser y por tanto carecen de identidad propia. Sus identidades son
manipuladas por algoritmos, la publicidad y los miles de agujeros negros del
ciberespacio. Ya no miran a los lados. Los demás no existen, pues no reciben
mensajes de ellos en sus celulares. Sus vidas ya no cuentan. Los demás son
seres fantasmales, ya que sin celulares están desconectados de la realidad y no
viven en este mundo. A tales extremos hemos llegado. Millones de cibernautas
niegan la realidad, pues han dejado de vivir en ella. Es una pandemia más grave
que la del Covid19. Apenas comparable con la de aquellos que viven conectados a
redes de internautas que afirman que la tierra es plana, la pandemia es una
conspiración y rechazan radicalmente las vacunas. Consideran que las vacunas
nos convertirán en zombies absolutamente dóciles a los mandatos de los de
arriba, que no queremos ver. Prefieren morir en libertad, afirman orgullosos en
calles y plazas, antes que vivir sometidos como siervos. Por eso desprecian la
vida de los ingenuos que nos hemos vacunado y nada les importa contagiar a los
del lado. Para la mayoría de los activistas antivacuna todo es una conspiración
de las empresas farmacéuticas y su ambición ilimitada, impulsadas por
gobernantes corruptos y mentirosos, mercaderes de la muerte. Pareciera que los
antivacuna no creen en nada, más allá de la eterna nada de la muerte. Están
seguros que nos convertimos en conejillos de indias y en una década o menos
estaremos lisiados de por vida o muertos. Por eso nos corresponde a los creyentes
en la ciencia, a quienes “ingenuamente” nos hemos vacunado, mirar atentamente
hacia arriba para fiscalizar bien a los responsables de las vacunas y
garantizar su aplicación oportuna y masiva en todos los países, sin la letal
discriminación entre naciones ricas y pobres, que todavía predomina ante la
inoperancia e incapacidad de la OMS. Mientras millones tenemos tres dosis,
cientos de millones apenas han recibido la primera[12]. Porque
solo salvándonos como humanidad podremos vivir como individualidad. Por eso
debemos mirar hacia nosotros mismos y ver nuestra personal e indelegable
responsabilidad, para no convertirnos en vectores de la muerte y evitar que
quienes estén a nuestro lado pierdan su humanidad. En fin, deberíamos primero
mirar muy bien hacia nuestro interior o conciencia y así valorar la humanidad
que nos circunda por todos los lados, arriba, abajo, a la derecha y la
izquierda. Tal puede ser el principal propósito de este 2022 y una clave
imprescindible para elegir buenos gobernantes y no a narcisistas engolosinados
con el poder, la retórica y las apariencias como sucede en un reino “encantado
llamado Polombia[13].
Un reino donde no predomina propiamente la Política, como afirma el presidente
Duque, sino el plomo en muchas regiones, como en Arauca[14] y
las principales capitales, Bogotá[15] y
Cali[16],
excepto Medellín[17],
que tuvo la tasa más baja de homicidios en cuatro años y quizá por ello algunos
sectores políticos tanáticos y fanáticos promueven la revocatoria[18]
de su alcalde, Daniel Quintero. Lo único que les falta a estos revocadores es
el grito falangista de “Viva la muerte”[19],
“Muera la inteligencia” del funeralmente célebre general Millán-Astray,
a quien respondió Don Miguel de Unamuno, entonces rector de la universidad de
Salamanca: «Venceréis, pero no convenceréis».
En este caso, nos quieren convencer a todos de que no hubo corrupción en la
represa de Hidroituango, como lo hicieron con el Metro de Medellín, que
terminamos pagando todos los colombianos. ¡Ya es hora de mirar arriba! ¡Que así sea, con la GEA[20]!
Parece que los Gilinski[21]
ya lo están haciendo.
[2] https://cnnespanol.cnn.com/video/omicron-variante-covid-mundo-intv-jose-gonzalez-zamora-mirador-mundial/
[3] https://www.semana.com/cultura/articulo/descubrio-un-cometa-un-meteorito-lleva-su-nombre-e-inspiro-la-ciencia-del-super-estreno-de-netflix-dont-look-up-hablamos-con-amy-mainzer-de-nasa/202120/
[4] https://www.netflix.com/co/title/81252357
[7] https://www.dw.com/es/estados-unidos-pide-a-iv%C3%A1n-duque-aclarar-asesinatos-de-l%C3%ADderes-sociales/a-56542882
[8] https://www.wola.org/es/analisis/el-acuerdo-de-paz-de-colombia-no-es-debil-es-duque-quien-insiste-en-debilitarlo/
[9] https://www.larepublica.co/finanzas/utilidades-de-bancos-crecieron-105-billones-en-agosto-con-resultado-de-818-billones-3248473
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