lunes, febrero 24, 2025

¿De la Paz Total a la guerra sin fin?

 

 

¿DE LA PAZ TOTAL A LA GUERRA SIN FIN?

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https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/de-la-paz-total-a-la-guerra-sin-fin/

La experiencia histórica enseña que a ideales desmesurados corresponden siempre catástrofes prácticas”. Giovanni Sartori.

Hernando Llano Ángel.

La Paz Total es una dolorosa constatación más del sabio aforismo de Sartori. La Paz Total es un fracaso colosal, no sólo por los errores tácticos y de método en su conducción -como lo señaló el senador Ariel Ávila, en conversatorio en Cali convocado por “La Paz Querida”[i]-- sino sobre todo por ser un fin inalcanzable. En efecto, no es posible alcanzar una paz total sin antes conjurar y neutralizar aquello que la convierte en una guerra sin fin: la existencia de economías ilegales que le aportan el combustible necesario y suficiente para nunca extinguirse. Por eso se ha degradado a los niveles actuales, donde supuestas organizaciones guerrilleras se enfrentan y aniquilan por el control de vastos territorios sembrados de coca, desconociendo todos los principios y limitaciones del Derecho Internacional Humanitario. Está claro que dichas organizaciones perdieron hace mucho tiempo, con su accionar criminal, todo asomo de proyecto político rebelde.

“Ejército Liberticida Nacional”

El caso más grotesco y patético es el del ELN, cuyas siglas ahora significan Ejército Liberticida Nacional, pues confina y niega a las comunidades rurales la libertad de movimiento y existencia en el Catatumbo, Chocó y Cauca. Ya demostraron sus comandantes ser incapaces de comprender el lenguaje de la paz, dilapidando una vez más la generosa e ingenua oportunidad brindada por este gobierno en prolongadas y extenuantes mesas de diálogo, que culminaron en la actual crisis humanitaria. Todo parece indicar que les ha llegado la hora de entender las armas, el único “lenguaje” que saben articular y disparar. Por eso tiene sentido el nombramiento del general Pedro Sánchez[ii] como ministro de defensa. Quizá así se compruebe, una vez más, la grave sentencia de Hobbes: “Los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, en modo alguno. Ello significaría, por doloroso y cruel que suene, que para dichas organizaciones solo“la paz con sangre entra”, pues no le han dejado al “gobierno del cambio” otra opción que confrontarlas en el campo de batalla, sobre el cual sin duda sabe mucho más el general Sánchez que el saliente y bien intencionado ministro Iván Velásquez, un hombre de leyes y no de armas, extraviado en el laberinto de esta guerra degradada.

Un general para la Paz

Sería también una oportunidad histórica para la Fuerza Pública, pues el general Pedro Sánchez podrá refutar los hipócritas y falaces argumentos de exministros civiles como Rafael Pardo y Martha Lucía Ramírez, que ahora ponen el grito en el cielo y hablan de “inconsistencia ideológica” del primer presidente de izquierda. Dice la exministra de defensa, Martha Lucía Ramírez: “Es inconcebible que después de todo el avance de Colombia para que haya un poder civil a la cabeza de las Fuerzas se ceda este poder. (Petro) lo hace para congraciarse con las Fuerzas Militares, a las que no ha hecho otra cosa que maltratar”. Más bien es todo lo contrario, exministra, lo inconcebible es que usted, bajo la dirección del presidente Uribe y el mando del general Mario Montoya, haya realizado la Operación Orión en la comuna 13 de Medellín, en asocio criminal con Don Berna, Diego Fernando Murillo[iii], de las AUC, cuyo saldo de crímenes impunes no solo “maltrató” a las Fuerzas Militares, sino que las deslegitimó y degradó. Algo similar le sucedió al exministro Rafael Pardo, el primero civil recién estrenada la Constitución del 91, que no solo prometió llevar a la mesa de negociaciones a las FARC en seis meses y estuvo al frente de la fracasada “guerra integral”, sino que además promovió con el entonces presidente César Gaviria la creación de las CONVIVIR[iv], mampara de la actuación de las AUC en muchas regiones del país que luego anegaron en sangre con sus masacres. Cooperativas que siempre auspició y defendió el muy civilista gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, que condecoró como general de la Paz a Rito Alejo del Río, condenado a 26 años por su ejemplar colaboración con las AUC y el crimen de Marino López Mena en el marco de la Operación Génesis adelantada en el Cacarica y Salaquí entre el 24 y 27 de febrero de 1997[v].

¡Civiles guerreristas contra el general Sánchez!

Y para completar el corifeo de indignados por la presencia del general Sánchez en el ministerio de defensa, tenemos la flamante y reveladora declaración del representante a la Cámara por el Centro Democrático, José Jaime Uzcátegui, hijo del general (r) Jaime Humberto Uzcátegui: “Que el nuevo ministro sea de origen militar permite pensar que se va a reactivar la ofensiva de la Fuerza Pública que necesita Colombia, pero a su vez queda la duda de si Sánchez es una persona capaz de decirle ‘No’ al Presidente y anteponer los intereses del sector Defensa a la obediencia debida que tienen los militares ante el jefe de Estado”. Declaración inaudita en un congresista, pues afirma que los “intereses del sector Defensa deben estar por encima del poder civil presidencial y de la Constitución que manda en su artículo 22: “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Sin duda, las reacciones de estos tres acérrimos civilistas, confirma el aserto atribuido a Don Miguel de Unamuno: “Es más fácil civilizar a un militar, que desmilitarizar a un civil”. Sobre todo, porque esos civilistas acérrimos nunca han estado en el campo de batalla exponiendo sus vidas y cuando más se han limitado a dar órdenes desde sus seguros escritorios ministeriales o vociferar discursos belicistas en sus encumbradas curules del Congreso. Todo lo contrario del general Sánchez, con 35 años en servicio, quien “lideró en 2023 la 'Operación Esperanza', con la que se logró el rescate de los menores Lesly Mucutuy, de 13 años; Soleiny Mucutuy, de 9; Tien Noriel Ranoque Mucutuy, de 4 años, y Cristin Ranoque Mucutuy, de uno, en un operativo que contó con el apoyo de los conocimientos ancestrales de las guardias indígenas”. Solo cabe desearle igual éxito al general Sánchez en el rescate del orden público nacional, demostrando que la seguridad humana y territorial es el presupuesto necesario para la paz, confrontando eficaz y legítimamente, con el cumplimiento del DIH y los Derechos Humanos, a las organizaciones criminales que hoy los desconocen y conculcan la vida, libertad y seguridad de civiles en vastas regiones del país.

miércoles, febrero 19, 2025

Petro ¿De rebelde a rehén del regimen?

 

 

Petro: ¿De rebelde a rehén del régimen?

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Hernando Llano Ángel.

La frase lapidaria del presidente Petro al empezar el Consejo de Ministros del pasado 4 de febrero: “Ustedes tienen un presidente revolucionario, pero el gobierno no lo es”, hoy parece revelarnos todo lo contrario. A saber, que el revolucionario terminó siendo un presidente rehén del régimen, pues optó por respaldar a Armando Benedetti y no a sus más cercanos e incondicionales correligionarios. Todo ello, en nombre del “sancocho nacional”, sin duda una fórmula políticamente ingeniosa y exitosa del mítico Jaime Bateman, probada con la elección de los 19 delegatarios de la Alianza Democrática M-19 en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991. Pero una receta con un alcance muy limitado por su escasa capacidad transformadora de la realidad política y social, como a la postre ha sucedido con la querida y nominalmente democrática Constitución. Una Constitución casi perfecta en su espíritu democrático, pero inocua en su aplicación e impotente en sus resultados. Hoy casi no tenemos Estado en muchas regiones del país, lo Social naufraga en reformas inconclusas y el Derecho se convirtió en una fórmula para la transacción de impunidades. En eso quedó el flamante Estado Social de Derecho de su artículo primero. Por eso nuestra cacareada democracia no pasa de ser una ficción política, cuando no una pesadilla interminable para millones de colombianos. Claro, no es culpa de la Carta, sino en manos de quién cayó, pues el entonces presidente César Gaviria terminó sazonando un sancocho indigesto, donde mezcló el neoliberalismo con el paramilitarismo, con sus banderas de la “apertura económica” y la institucionalización de las “Convivir”, coartada legal del paramilitarismo y las AUC. Resultó ser un pésimo chef y dejó un sancocho indigesto a sus sucesores en la presidencia y a todos los colombianos.

Un sancocho indigesto y mortal.

En efecto, de su eufórico “¡Bienvenidos al futuro!” pasamos a la nefasta “apertura económica”, la “guerra integral” contra las Farc y la contemporización con Pablo Escobar, que coronó en el artículo 35 su bandera de la “no extradición de colombianos por nacimiento”. Luego, el capo victorioso, continúo su falsa conversión en la “Catedral” y su espectacular fuga, burlando mágicamente un cerco de cientos de soldados. Es verdad, terminó ametrallado en un tejado en Medellín, pero gracias a la complacencia de Gaviria con los temibles PEPES, la generosa ayuda de los Rodríguez y la eficacia tecnológica de la DEA y la CIA, apoyadas por la Policía Nacional. Sin duda, el remedio terminó siendo peor que la enfermedad y durante su presidencia el cuerpo de la Nación y la recién nacida Constitución quedaron en manos de avariciosos y emprendedores privatizadores. La seguridad pública se confió a la disputa macabra de las AUC contra las guerrillas. Y, por último, las elecciones a Presidencia y Congreso fueron hipotecadas a generosos financiadores ilegales y legales: proceso 8.000 de Samper, Odebrecht con Santos y el Ñeñe Hernández con Duque. Sin descartar alianzas inimaginables, como la de Andrés Pastrana con las Farc a cambio de éstas vetar a Serpa, quien le ganó en primera vuelta. O al éxito de “dañado y punible ayuntamiento” de Álvaro Uribe Vélez con las AUC y luego a la reforma de un “articulito” gracias a Yidis y Teodolindo para su reelección. Por eso, ahora asistimos a una relación tan insólita como la del rebelde Petro con el “loco” de Benedetti. Esa es la realidad de la política nacional y la cocina poco saludable y hasta pestilente del “sancocho nacional”. Un potaje que se viene cocinando clandestinamente en la Casa de Nariño, al menos desde 1990 con Gaviria y sus sucesores, pero con la debida discreción y confidencialidad de los Consejos de Ministros, para no exacerbar con tanto desaliño el apetito desesperado de millones de colombianos, que siguen esperando un nutritivo y abundante sancocho. Receta y preparación fallida que hizo pública el presidente Petro. Por eso vale la pena preguntarse sobre la relación entre esa cocina palaciega y el hambre de sus electores, es decir, de aquellos que se comen cada cuatro años el cuento de la “democracia más estable y profunda da América Latina”. De allí, que no sea impertinente preguntarse, parodiando al expresidente Iván Duque: ¿De cuál democracia nos hablan?

¿De cuál democracia nos hablan?

¿De cuál democracia nos hablan hoy melifluos candidatos reincidentes, como Sergio Fajardo y postizas candidatas de papel como Vicky Dávila? ¿Será de aquella que nos ha dejado más de 8 millones de desplazados, sin ellos haberse percatado? ¿De la del Catatumbo, Chocó, Cauca, Antioquía, Bolívar, Guaviare y las poblaciones hoy confinadas y asediadas mortalmente por bandas criminales? ¿De esa democracia que arroja un lastre sangriento de cerca de 800.000 víctimas mortales y más de 100 mil desaparecidos entre 1995 y 2018? ¿O de los 50 mil secuestros de la guerrilla y los 205.028 colombianos asesinados por los grupos paramilitares?, según cifras del Informe Final de la Comisión de la Verdad.[i] ¿En dónde vivían entonces esos candidatos, que hoy ponen el grito en el cielo? Esas cifras superan todas las víctimas de las dictaduras del Cono Sur y sus criminales cúpulas militares en Paraguay, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile. Lo inaudito es que nuestras víctimas sigan siendo sacrificadas en defensa de esta ejemplar democracia y sus responsables expresidentes todavía se precian de ser virtuosos demócratas, respaldados por “gente de bien”, que les rinde pleitesía y admiración por salvar a Colombia del terrorismo. Más trágico aún que esa sangría democrática continúe bajo la Paz Total y el “gobierno del cambio”.

Petro: ¿De rebelde a rehén del régimen?

Esas cifras son las señales y las más crueles huellas de identidad de este régimen electofáctico[ii], que desde la oposición denunció y fustigó con valor y rigor el congresista Gustavo Petro Urrego, pero que ahora como presidente parece haberse convertido en rehén del mismo. De denunciante implacable contra la corrupción del exalcalde de Bogotá, Samuel Moreno, pasó a defensor incondicional del “loco” sub judice Armando Benedetti. De acucioso investigador de la relación entre paramilitares y políticos, la monstruosa parapolítica que llevó a la cárcel a cerca de 60 congresistas, a quienes imploraba el presidente Uribe que votaran sus proyectos antes de ir a la cárcel, hoy Petro nombra a muchos de estos excomandantes gestores de paz. Por eso su figura como presidente y político se debate entre el drama y la comedia, la retórica y la impotencia, la coherencia y el oportunismo, en fin, entre un estadista o un demagogo. El estadista parece haber traicionado sus principios éticos en aras del éxito electoral y convertirse así en un presidente que reniega de esa ética de principios para poder triunfar y gobernar. Parece que hubiese “sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno solo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario”, según lo advierte Max Weber en su célebre conferencia “La política como vocación”. Tal parece ser el trasfondo de su relación con Benedetti y los excomandantes paramilitares, más cercanos al averno de la corrupción que al cielo prometido del “gobierno del cambio”. Un cambio que, paradójicamente, hasta ahora se ha limitado a su figura: cambió de rebelde a rehén del régimen. Tiene menos de año y medio para demostrar lo contrario y reivindicar el rebelde que se levantó en armas contra un régimen corrupto y ganó en las elecciones de 2022 una segunda oportunidad para hacer realidad la democracia, esta vez con su pueblo en las urnas y no con las armas, única forma de alcanzar la paz política y rectificar la inalcanzable y delirante paz total, que hasta ahora es la de los cementerios, los desplazamientos forzados y los confinamientos de comunidades rurales.

miércoles, febrero 12, 2025

Un liderazgo "petrificador" y deslegitimador

 

EL PAÍS- AMÉRICA-COLOMBIA

https://elpais.com/america-colombia/2025-02-10/un-liderazgo-petrificador-y-deslegitimador

Opinión

Un liderazgo “petrificador” y deslegitimador

Más le convendría al presidente Petro abandonar tanta paranoia con los suyos y empezar por reconocer autocríticamente su nefasto e incompetente estilo de liderazgo

Hernando Llano Ángel

09 FEB 2025 - 23:30 COT

Gustavo Petro Urrego, en un acto de impudicia presidencial e irresponsabilidad gubernamental, exhibió públicamente en el Consejo de Ministros, televisado el pasado 4 de febrero, su mayor defecto y talón de Aquiles: su liderazgo. Un liderazgo que no solo petrifica su gobernabilidad, sino que, además, erosiona su respetabilidad personal y legitimidad presidencial. De alguna manera, propició un “autogolpe” ante el gabinete ministerial y la opinión nacional al descalificar la competencia de sus más leales e incondicionales colaboradores: Augusto Rodríguez, Gustavo Bolívar, Susana Muhamad, Alexander López y la vicepresidenta Francia Márquez.

Benedetti contra Progresistas

En su lugar, optó por una defensa sofística de Armando Benedetti, nombrado jefe de despacho presidencial, argumentado que merecía una segunda oportunidad, bajo la falaz acusación del sectarismo político de sus críticos, los progresistas, que lo vetaron. Incluso el presidente Petro llegó más lejos, pues comparó a Benedetti con el mítico fundador del M-19, Jaime Bateman, agregando que compartía con éste su toque de “locura” y espontaneidad costeña en la forma de hacer política, mientras movía sus dedos de la mano derecha, como contando dinero. Quizá por ello, Augusto Rodríguez, actual director de la Unidad Nacional de Protección, le ripostó que no compartía semejante comparación y agregó que desde la campaña presidencial le había advertido sobre los riesgos de Benedetti por sus relaciones con un tal Papá Pitufo, cuya identidad es Diego Marín Buitrago, más conocido como el “zar del contrabando” en Colombia. Actualmente, Marín está detenido en Portugal y su extradición a Colombia, solicitada por el presidente Petro, está pendiente de aprobación por el Supremo Tribunal de Justicia de dicho país. Por tal revelación en el Consejo de Ministros, Benedetti acaba de dar poder a su abogado, David Benavides, para que inicie acciones legales contra Rodríguez en la Fiscalía por omisión, injuria y calumnia.

Campañas y presidencias electofácticas

Para completar este penumbroso cuadro donde se fusionan política, criminalidad e investigaciones judiciales, ahora conocemos la noticia de que la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia acaba de acusar formalmente a Armando Benedetti por el delito de tráfico de influencias por su presunta participación en el entramado corrupto ligado a la contratación en el Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade). Así las cosas, volvemos al mismo escenario en que aparecen involucradas las últimas campañas presidenciales con poderes de facto criminales e ilegales. En algunos casos con poderes empresariales, como Odebrecht en las campañas de Santos y Óscar Iván Zuluaga en 2010 y 2014. En otras con personajes y fuerzas más oscuras y violentas, como Uribe con las AUC y luego la Yidispolítica, hasta llegar a Iván Duque con la Ñeñepolítica.

Cada día, pues, se hace más evidente y transparente que, desde los magnicidios de Galán, Jaramillo y Pizarro, han sido los poderes de facto los que determinan no solo quienes ganan la Presidencia y las mayorías en el Congreso, como sucedió con la parapolítica, donde cerca de 60 congresistas pasaron de la curul a la cárcel, sino también con quién, cómo y a favor de quiénes se gobierna. De alguna manera esa tensión fue la que explotó en el Consejo de Ministros, cuando los progresistas vetaron a Benedetti por su cuestionado rol durante la campaña presidencial, pero también por sus agresiones contra su esposa en Madrid, cuya investigación penal adelanta la Fiscalía General de la Nación y disciplinariamente el Ministerio de Relaciones Exteriores, ahora presidido por la canciller Laura Sarabia, quien fuera su asistente en la Unidad de Trabajo Legislativo en el Congreso. Antecedentes y relación que el presidente Petro minimiza, afectando de manera irreparable la validez y coherencia de un proyecto político que se precia de ser “revolucionario”, pero niega por completo con falacias como la existencia de “feminismos que destruyen a los hombres”, para refutar el rechazo de la ministra Muhamad a Benedetti como jefe de despacho presidencial.

Petro: ¿estadista o demagogo?

Por ello, renunció su ministro de las Culturas, Juan David Correa, aduciendo que “no podía tener de jefe a un maltratador de mujeres”, refiriéndose a Benedetti. Es lamentable que funcionarios como Juan David Correa y Jorge Rojas tengan que renunciar en lugar de Benedetti. Y todavía peor, que señale a Rojas de “querer acabar el Gobierno, como quiere la extrema derecha”. Más le convendría al presidente Petro abandonar tanta paranoia con los suyos y empezar por reconocer autocríticamente su nefasto e incompetente estilo de liderazgo. Un estilo prepotente y descortés, parecido al de Trump, pero acompañado de impotencia en el cumplimiento de las metas de Gobierno. Metas indiscutiblemente progresistas que, al quedarse en el papel, aumentan la frustración y desconfianza en millones de sus electores y dan impulso a una oposición implacable, que celebrará eufórica tantos desaciertos en las elecciones del 2026.

Si continúa el presidente Petro embebido en su diletantismo filosófico y literario, no solo demostrará carecer de vocación política de estadista, sino que terminará “siendo un comediante al tomar a la ligera la responsabilidad por las consecuencias de sus actos y preocuparse solo por la “impresión” que hace”, como señaló Weber que es lo propio de todo demagogo, quien solo tiene en cuenta “el efecto que produce”. De suceder así, su administración pasará a la historia como la UNGRD: un Gobierno de Riesgos y Desastres, que aplazará por cien años más la segunda oportunidad que todos merecemos en este país de la belleza, la vida y el horror, mucho más que Benedetti, a quien probablemente la justicia no le dé más oportunidades.

 

domingo, febrero 02, 2025

MÁS ALLÁ DE "TRUMPADAS" Y "PETRADAS"

 

 

Más allá de “Trumpadas” y “Petradas”

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/mas-alla-de-trumpadas-y-petradas/

https://elpais.com/america-colombia/2025-02-03/mas-alla-de-trumpadas-y-petradas.html

Hernando Llano Ángel.

No se trata de un asunto personal, sino estatal. No es la lucha de David contra Goliat, aunque lo parezca. Tampoco de la soberbia de Trump contra la terquedad de Petro, como él mismo la llama en uno de sus trinos[i]. Es, ni más ni menos, un asunto de dignidad humana y derechos humanos de millones de migrantes, sometidos a la puja entre dos Estados cuyos gobernantes parecen incapaces de comportarse como estadistas. En su febril cruce de mensajes por X, la arena de combate propiedad de Elon Musk –una ironía digna de Hollywood-- tanto Trump como Petro incurren en lo que Max Weber llamaba el mayor pecado de los políticos: La vanidad, la necesidad de aparecer siempre que sea posible en primer plano”. Y para eso está X, convertido en el teatro global de las más pueriles y peligrosas vanidades. Vanidades que se convierten en letales cuando las utilizan sin mesura y responsabilidad aquellos que, como Trump y Petro, tienen el poder de disponer de la vida, la libertad, la prosperidad y dignidad de millones de personas. Como jefes de Estado, en efecto, representan la dignidad de sus pueblos, vale decir, de sus naciones. Pero, en este caso, convierten a sus ciudadanos y nacionales en masa de maniobra de sus respectivos proyectos políticos y gubernamentales. Por eso, aunque suene ingenuo, me atrevo a recomendarles a los dos que lean la célebre conferencia de Weber “La Política como vocación”, pronunciada en Múnich en un frio invierno de 1919, que conserva plena vigencia, como sucede con toda obra clásica

Consejos de Max Weber para ambos

El primer consejo, es que “La política se hace con la cabeza y no con otras partes del cuerpo o del alma”. Y está muy claro que ambos utilizan muy poco su cabeza. En su lugar dan rienda suelta a sus proyectos y pasiones políticas, sin consideración a las consecuencias para sus respectivos pueblos y la humanidad. Lo más grave es que esos proyectos, paradójicamente, no solo son incompatibles y antagónicos, sino que además carecen de finalidades objetivas, como las llama Weber. De una parte, sobresale la irresponsabilidad de Trump con su nación y el planeta al continuar “perforando, perforando” para obtener más petróleo y desvincular a Estados Unidos del Acuerdo de París[ii]. Pero también Petro al pretender una transición energética abrupta, descuidando los ingresos imprescindibles para sus políticas sociales derivados de la exploración, explotación y exportación del crudo.

La auténtica vocación política

Por eso Weber insiste que todo hombre con auténtica vocación política, como se precisa en un estadista, debe conjugar tres cualidades: “1- La Pasión; 2- La entrega a la Causa con Responsabilidad y 3- La Mesura”. De allí que advierta: “La pasión no convierte a nadie en político, sino está al servicio de una causa y no hace de su responsabilidad hacia esa causa el norte que oriente sus acciones”. Por eso recomienda la mesura como: La cualidad psicológica decisiva del político. Capacidad para dejar que la realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es decir, para guardar la distancia con los hombres y las cosas. El no saber guardar distancias es uno de los pecados mortales de todo político”. Pecado mortal en que incurren tanto Trump como Petro. Pero además insiste en que la “Pasión en el sentido de positividad, de entrega apasionada a una causa, al dios o al demonio que la gobierna” debe tener “finalidades objetivas”. Y no hay duda que la causa de America First y Make America Great Again (MAGA), en el mundo actual, no es una finalidad objetiva. Por el contrario, se puede transformar en una calamidad nacional y arrastrar el mundo entero a un punto de no retorno. Igual acontece con Petro y su política de “Paz Total”, convertida ahora en una impredecible alianza con Venezuela para combatir al ELN y el narcotráfico en el Catatumbo. Es inevitable comparar a Petro con el también muy bien intencionado expresidente Belisario Betancur que en su discurso de investidura proclamó que: “No se derrame una gota más de sangre colombiana” y fue incapaz de contener la sangría del Palacio de Justicia y de la Unión Patriótica. Todo parece indicar que Petro va por el mismo callejón sin salida. Algo similar le sucede a Trump en su propia casa y el mundo entero se resiste estupefacto a su pretensión de ser el Sheriff del planeta para administrarlo con sus tecnócratas, como si fuera una más de sus empresas, desconociendo el Estado de derecho y el Derecho Internacional Público.

¿El fin de la República Norteamericana?

En lugar de MAGA, Trump parece ser el último presidente de la República Norteamericana, pues niega su historia de crisol donde se fundieron y mezclaron millones de inmigrantes europeos, como su abuelo alemán[iii], que la hicieron grande, es verdad, diezmando a sus pobladores originarios y anexándose por la fuerza y los dólares gran parte de su actual territorio[iv]. Un pasado poco honroso y admirable. Lo inverosímil es que ignore que en el presente ello es un delirio irrealizable, una más de sus alucinaciones de teócrata imperial[v], supuestamente enviado por Dios para conducir a su “pueblo elegido” y realizar la pesadilla de MAGA. Por eso incurre en contradicciones políticas y aberraciones legales como indultar a 1.600[vi] de sus fanáticos seguidores que violenta y criminalmente asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021 y se ensaña contra inmigrantes latinos irregulares, tildándolos de peligrosos criminales que ponen en riesgo la seguridad nacional. Incluso, desconoce la Decimocuarta Enmienda de la Constitución[vii], según la cual una persona es ciudadana estadounidense automáticamente al nacer en los Estados Unidos. Por ello un Juez suspendió la aplicación de esa Orden Ejecutiva. Ahora proyecta convertir a Guantánamo en una especie de campo de concentración para recluir a los más peligrosos criminales inmigrantes. Pero es incapaz de reconocer que son mucho más peligrosos aquellos fanáticos norteamericanos que se dedican a disparar indiscriminadamente en universidades, escuelas y supermercados. Paul Auster en su libro, “Un país bañando en sangre”, publicado en el 2023, señala: Millón y medio de norteamericanos han perdido la vida a balazos desde 1968: más muertes que la suma total de todas las muertes sufridas en guerra por este país desde que se disparó el primer tiro de la Revolución Norteamericana (p.170).  Por eso Trump en su discurso de investidura expresó: En Estados Unidos lo imposible es lo mejor que hacemos”. Así acontece porque Trump es un hombre de la Asociación Nacional del Rifle (ANR)[viii].