viernes, julio 29, 2022

EL MAYOR DESAFÍO POLÍTICO DE PETRO

 

EL MAYOR DESAFÍO POLÍTICO DE PETRO

Hernando Llano Ángel.

El mayor desafío político de Gustavo Petro como Presidente de la República es no ser inferior al Petro que ganó las elecciones como líder político del “País Nacional” y frustrar, una vez más, la esperanza de millones de colombianos que demandan el verdadero cambio prometido. Tiene que ser como Presidente el líder de este país de los nadies y las nadies, que es mucho más plural y multitudinario que los 11.291.986 votos que lo llevaron a la Casa de Nariño. Quizá por ello compartió esta semana su miedo de “primiparo” al empezar en la Presidencia en compañía de los estudiantes que también iniciaron sus carreras en la Universidad Externado de Colombia[1], de la que egresó como economista en 1981, deseándose mutuamente buen suerte. Ese “País Nacional”  de los nadies y las nadies espera que en estos cuatro años cumpla con los tres objetivos históricos anunciados en su discurso[2] como Presidente electo: Paz, Justicia Social y Justicia Ambiental. Tres objetivos que no podrá alcanzar contando solo con los votos de su coalición, por más que se llame “Pacto Histórico”[3]. Es verdad que ya tiene las mayorías del “País Político” en el Congreso, pero la cuenta de cobro que le puede pasar esa maraña de representantes de intereses voraces y oligárquicos, puede refundir y hundir dichos objetivos en el mar de mermelada y corrupción en que medran esos testaferros de intereses corporativos y particulares, disfrazados de congresistas. Ese “País Político”[4] no ha cambiado un ápice desde la antológica descripción de Gaitán en su discurso del 20 de abril de 1946: “En Colombia hay dos países: el país político, que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene rutas distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!”. Y más adelante describe magistralmente la mediocridad de esos representantes del “País Político” en forma imperecedera, vigente hasta el día de hoy: “No se habrán sentado en los bancos de la universidad; ni descollado en la agricultura, en la ciencia, en la técnica, pero serán senadores o representantes o diputados, o mimados con las mejores canonjías. El criterio para medirlos no será su capacidad sino su habilidad electoral. Y desplazarán al médico, ahuyentará al ingeniero, sustituirán al universitario. No tendrán título, pero serán doctores. Y vendrá necesariamente esa honda putrefacción moral que circunda la vida colombiana, con profunda repugnancia de su pueblo. Es así como se ha logrado derrumbar el concepto ético. El hombre, cuanto más vil sea, servirá mejor; cuanto más abyecto será más útil”.  Es imposible encontrar un diagnóstico más preciso del tumor maligno de la corrupción política que carcome la riqueza y salud del “País Nacional”. Un tumor que en nuestros días hizo metástasis en la parapolítica y produjo esa simbiosis entre el crimen y el statu quo, que circula por todas las instancias del Estado cacocrático[5] y es la matriz del actual régimen político electofáctico[6]. El mismo Salvatore Mancuso lo declaró en la emisión central del noticiero televisivo de RCN el 28 de abril de 2008 al periodista Juan Carlos Giraldo: “En la medida que avance la guerrilla a contar las verdades y luego el narcotráfico a contar las verdades, más de la mitad del Congreso de la República estará vinculado a estos fenómenos que se dieron regionalmente en las diferentes zonas de Colombia. Lo que dije fue que el 35% del Congreso fue elegido en zonas donde habían estado las Autodefensas. En esos estados nosotros fuimos los que cobramos tributación, impartimos justicia, tuvimos el control territorial y militar de la región y todas estas personas que querían hacer política en la región tenían que venir y concertar con los representantes políticos que teníamos allí”.

Del Régimen electofáctico al democrático

Dicha entrevista puede verse completa en https://www.youtube.com/watch?v=sf4XNpHbwOk. El 13 de mayo de 2008, apenas 20 días después, el presidente Uribe ordenó su extradición[7] a Estados Unidos junto a 13 comandantes paramilitares, supuestamente porque no cumplieron sus compromisos con la paz. No hay que ser muy suspicaz para concluir que el motivo real fue impedir que se conociera a fondo esa red de complicidades y a todos los responsables implicados en esa criminal y putrefacta verdad. La verdad del entramado criminal en que se convirtió el Estado colombiano y cuyo trasfondo es esa alianza entre sectores políticos y el crimen organizado, que es la médula central del régimen electofáctico y está presente desde el auge del narcotráfico a finales de la década del ochenta hasta nuestros días. Una alianza que tiene las expresiones más insólitas, desde Jefes de Seguridad de la Presidencia de Uribe, como el general Mauricio Santoyo[8], pasando por excomandantes de las Farc-Ep, como Iván Márquez[9] y su “Nueva Marquetalia”,  hasta llegar a las cumbres del sector financiero con el Banco de Occidente[10] del grupo AVAL en Panamá. Una alianza ubicua, clandestina y tácita que cobija a miembros de la Fuerza Pública y políticos regionales[11] que, al romperse con la extradición de Otoniel, desencadena hoy la criminal venganza del “Plan Pistola”[12], ensañada contra el eslabón más débil de la cadena, ajeno por completo a dicho corrupto entramado, los patrulleros de la Policía Nacional, cobrando más de 35 víctimas mortales[13] entre sus filas, como la patrullera Leydi Tatiana Sánchez Montoya[14]. De nuevo la mortífera combinación de los metales que con tanta eficacia utilizó Pablo Escobar: Plata y Plomo, hasta dejar su impronta en el artículo 35 la Constitución del 91, que prohibía la extradición de colombianos por nacimiento. Por eso el mayor, más peligroso y difícil desafío que enfrentará Petro como Presidente de la República es desencallar la corrupta y decrépita nave del Estado de ese mar de sargazos formado por la alianza del crimen con la política e iniciar esa larga e incierta travesía de la transición del actual régimen electofáctico hacia una auténtica democracia ciudadana, como la propuesta por la OEA y el PNUD en su informe: “NUESTRA DEMOCRACIA”[15]. Para ello, Petro cuenta con una tripulación competente y experimentada, además de la bitácora del Informe Final de la Comisión de la Verdad[16]. En su gabinete ya está Iván Velásquez Gómez[17] como ministro de Defensa. Un hombre que conoce bien los entresijos de la parapolítica con el “País Político”, esa fusión del narcoparamilitarismo con más de 60 congresistas[18] que hicieron parte de la coalición de gobierno del presidente Uribe y terminaron condenados en La Picota, no sin antes atender su petición de votar los proyectos de ley que con urgencia les solicitaba[19].  Quizá por ello la senadora Paloma Valencia y el Centro Democrático tanto le temen. No porque Velásquez haya politizado la justicia, sino más bien todo lo contrario, pues contribuyó como pocos investigadores y magistrados a descriminalizar la política y depurarla en nuestro país, como también lo hizo en Guatemala al mando de la Comisión Internacional contra la Impunidad (CICIG), cuyo éxito resalta este informe[20] del Real Instituto Elcano. Sin duda, Iván Velásquez es el hombre indicado para liderar, contener y romper la captura impune del Estado por el crimen, como un primer paso para avanzar hacia la transición democrática de esa Colombia en Paz, con justicia social y ambiental prometida por Petro. El próximo 7 de agosto se inicia esa travesía, que seguro será tempestuosa y difícil, pues se trata de poner fin a ese “tremendo drama del pueblo colombiano”, el de un “País Nacional” despreciado, esquilmado, explotado y victimizado por el “País Político”, como bien lo expresó Gaitán hace más de 74 años. Ya es hora de recordar y hacer realidad el refranero tradicional: “No hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista”. ¿Podrá Petro continuar la obra democratizadora que el País Político le impidió empezar a Gaitán? Para ello conviene que tenga en cuenta este lúcido consejo de la politóloga norteamericana Terry Lynn Karl: “Los democratizadores deben aprender a dividir tanto como unificar, y no solo a dar esperanzas sino a desalentar expectativas”. Especialmente aquellas expectativas inalcanzables en 4 años y cuya realización demanda un bloque histórico[21] de largo aliento, más allá de toda tentación caudillista personal, formado por múltiples y organizadas ciudadanías políticas, étnicas, empresariales, ecológicas, académicas y culturales, tan potentes y vitales como la biodiversidad de nuestra tierra. Sin esa urdimbre de ciudadanías será muy difícil, sino imposible, avanzar con éxito por la travesía que se inicia este próximo 7 de agosto y conducir la nave del Estado colombiano al puerto de una democracia real, sin violencia, como lo plantea el volumen “No matarás”[22] del Informe Final de la Comisión de la Verdad.                                           (ellano@javerianacali.edu.co).



No hay comentarios.: