PANDEMÓNIMUN CAPITAL
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Hernando Llano Ángel
Y Bogotá amaneció convertida en un auténtico pandemónium[1],
la capital del infierno, pues los encargados de salvaguardar la vida de sus
ciudadanos –dos agentes de policía, Damián Rodríguez y Juan Camilo Lloreda[2]--
se dedicaron en plena vía pública, con sevicia y crueldad, a quitársela a
Javier Ordoñez. Todos lo vimos y de
alguna forma sentimos, en nuestras conciencias, las descargas de los taser
sobre la humanidad de Ordoñez[3].
Excepto el presidente Duque, su ministro de defensa y la alta oficialidad, que
todavía llaman a semejante tortura y posterior asesinato, “presunto abuso de autoridad y
homicidio”. Tardaron casi dos días en presentar disculpas oficiales,
con impostura de arrepentimiento. La escena es patética, pues el ministro de
defensa, Carlos Holmes Trujillo, con su habitual gallardía, se lleva la mano al
pecho y reconoce, como católico creyente, el pecado capital, pero oficialmente
habla de la “muerte de Javier Humberto Ordoñez, que nos duele y nos indigna”.
Acto seguido, con eufemismo oficial y legal, informa que “se ha dictado auto de
citación a audiencia por el presunto delito de abuso de autoridad y
homicidio”, rodeado de la cúpula oficial y el viceministro del
interior. Este reconocimiento de la culpa oficial, que podemos ver en YouTube[4],
condensa de cuerpo entero la gravedad de la crisis de autoridad y legitimidad de
nuestro Estado y, en este caso, de la Policía Nacional. Porque mientras se siga
intentando negar la realidad con eufemismos, llamando “homicidios colectivos” a
las masacres y “presunto abuso de autoridad y homicidio”, a lo que todos los
colombianos vimos y sentimos, esta crisis violenta se profundizará. De
persistir este negacionismo eufemístico del actual gobierno, cada vez las instituciones
y sus autoridades serán menos legítimas y acatadas. Por el contrario, cada día
serán más ilegitimas y atacadas, pues desatan una rabia y una ira juvenil
incontenible. Rabia e ira comprensibles, pero jamás justificables y mucho menos
legítimas, pues incurren en la misma lógica de venganza criminal que llevó a
los policías a matar brutalmente a Javier Humberto Ordoñez, en el interior del
Centro de Atención Inmediata de Villa Luz, convirtiéndolo en un centro de
aniquilación inmediata. Quizá por ello la furia pirómana que destruyó y calcinó
cerca de 17 Centros de Atención Inmediata en Bogotá. Lo anterior nos demuestra
que la legitimidad y credibilidad de toda autoridad, mucho más la pública que
la personal, derivan de la coherencia entre las palabras y las acciones. Los
CAI están para proteger y asistir a los ciudadanos, no para su tortura y
asesinato[5].
Por eso, nada deslegitima más que la incoherencia entre lo dicho y lo hecho,
pues siembra desconfianza, indignación y violencia. Más aún, cuando se utilizan
eufemismos oficiales para ocultar esa realidad.
La esquizofrenia
institucional
Es lo que acontece con casi todas nuestras instituciones y la mayoría de
políticos. En la Constitución Política pregonan una legitimidad nominal y en la
realidad política la desconocen y vulneran violentamente. Los congresistas,
salvo contadas excepciones, no trabajan en función del interés público y el
bienestar general, sino en beneficio de intereses empresariales, corporativos
o, lo que es peor, de partido, cuando no ilegales y hasta criminales. Tanto es
así, que el exsenador más votado, Álvaro Uribe Vélez, ya no es investigado por
la Corte Suprema de Justicia, sino por la Fiscalía y la justicia ordinaria, como
un vulgar delincuente común, por los presuntos delitos de fraude procesal y soborno
a testigos[6].
En nuestra Constitución, la Policía nacional tiene como “fin primordial el
mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y
libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia
convivan en paz” (artículo 218).
Pero, en la realidad, suele suceder todo lo contario, con una frecuencia
que ya no se puede atribuir solo a “manzanas podridas”. Sin desconocer, como
también lo hemos visto en algunos noticieros, el esfuerzo de algunos valientes
policías por contener los desmanes violentos de sus compañeros. Tan grave
crisis de legitimidad no se va corregir solo con la buena voluntad y el
sacrificio de sus mejores miembros, mientras la Policía Nacional continúe
siendo una institución más castrense y belicista, así en la Constitución sea
definida como “un cuerpo armado permanente de naturaleza civil”. Con la
degradación de nuestro conflicto armado y la lucha contra el narcotráfico, la
Policía Nacional ha puesto la cuota de sacrificio más alta de víctimas, cerca
de 62.000 entre mortales, desaparecidas y heridas[7].
Solo en la guerra contra los extraditables de Pablo Escobar, fueron asesinados 435
policías[8].
Como consecuencia de lo anterior, la Policía Nacional se ha convertido en una
institución esquizofrénica, como muchas otras, pues constitucionalmente es
definida de carácter civil, pero en la realidad es militar y muchas veces letal.
Por eso hace parte de la Fuerza Pública, goza de fuero militar y responde ante
el ministro de defensa. De allí que, ante las amenazas, ataques violentos y
actos de vandalismo, muchos de sus miembros, como aconteció en Bogotá,
respondan militarmente, disparen sus armas y las protestas terminen en masacres
que, hasta el día de hoy, dejaron 13
civiles sin vida solo en Bogotá[9].
Un presidente con autismo
institucional
Por todo lo anterior, es lamentable que el presidente Duque haya descartado
de entrada la propuesta de la alcaldesa Claudia López para promover una reforma
constitucional de la Policía, adscribirla al ministerio del Interior y
despojarla del fuero penal militar. Fuero que la mayoría de las veces es de impunidad,
como podría suceder con el proceso que se adelanta por el asesinato de Dilan
Cruz[10].
Con esta decisión, el presidente Duque demuestra que sufre de una grave
enfermedad que es el autismo institucional, la cual consiste en considerar
legítima e irreformable una institución estatal por el solo hecho de serla.
Cuando en la realidad la legitimidad de toda institución pública y de sus
autoridades depende directamente de su legalidad, los servicios y el beneficio
que preste a sus ciudadanos. De allí, la crisis de legitimidad y autoridad de
la Policía, y todavía más del Congreso Nacional. Crisis que no se pueden
superar mediante el autoritarismo de la fuerza y la violencia, en el caso de la
Policía, y mucho menos a través de leyes que benefician a minorías e intereses
económicos depredadores de empresas mineras, agroindustriales y ganaderas, como
sucede en el Congreso. Y si al autismo institucional sumamos otra enfermedad
oficial, quizá más grave, que es la semántica de la mentira, expresada en
eufemismos institucionales como: “El futuro es de todos” y “la
paz con legalidad”, no es de sorprendernos que Bogotá se haya
convertido en la capital del pandemónium nacional en que estamos viviendo.
Hasta el 8 de septiembre se han cometido 55 masacres en Colombia, según el
siguiente informe de Indepaz[11],
han sido asesinados 211 líderes sociales[12]
y 42 excombatientes de las Farc. Así las cosas, las consignas oficiales se
están convirtiendo cruelmente en todo lo contrario: “El futuro NO es de todos”,
sino de los sobrevivientes a las masacres y la “paz es letal”, no
legal, pues cada día mueren más soldados, policías y campesinos, en campos
minados y emboscadas. La pregunta obvia es ¿De qué futuro, legalidad y paz nos
habla el presidente Duque? ¿Cómo puede proclamarse democrático un Estado que es
incapaz de garantizar la vida y los derechos humanos de sus asociados? Es una respuesta que nos corresponde dar a los
ciudadanos, pues ya conocemos los eufemismos oficiales sobre la “democracia más
antigua, estable y profunda de Sudamérica”. Sin duda, la más antigua en
reprimir sistemáticamente a sus ciudadanos, la más estable en negarle sus
derechos fundamentales y la más profunda en cavar trincheras y fosas comunes.
[2] https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/javier-ordonez-estos-son-los-policias-implicados-en-su-muerte-537317
[5] https://www.lafm.com.co/judicial/se-revela-necropsia-javier-ordonez-tenia-nueve-fracturas-en-el-craneo
[6] https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/las-razones-por-que-esta-en-casa-por-carcel-el-expresidente-alvaro-uribe-527188
[7] https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/antes-solo-habia-8000-policias-inscritos-como-victimas-hoy-son-62000-directora-unipep-articulo-904822/
[8]https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Cronolog%C3%ADa_del_Cartel_de_Medell%C3%ADn#:~:text=1%20de%20septiembre%3A%20En%20un,y%20215%20solo%20en%20Medell%C3%ADn.
[9] https://www.eltiempo.com/bogota/javier-ordonez-muertos-en-disturbios-en-bogota-ultimas-noticias-537235
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