domingo, abril 06, 2025

TRUMP, UN APRENDIZ DE BRUJO FACINEROSO.

 

 

TRUMP, UN APRENDIZ DE BRUJO FACINEROSO

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/trump-un-aprendiz-de-brujo-facineroso/

Hernando Llano Ángel.

Como en la conocida obra de Goethe, “El aprendiz de Brujo”[i], y evocando su concurso televisivo, Donald Trump ha desatado fuerzas incontrolables con su guerra de aranceles, cuyo desenlace es imposible predecir. Lo ha hecho con su estilo personal, como un típico facineroso, en la doble acepción del término: “delincuente habitual” y “persona malvada o de perversa condición”. Desde los jardines de la Casa Blanca lanza amenazas y extorsiona a casi todo el mundo con la escoba de los aranceles para proteger el mercado norteamericano y avanzar en su delirio nacionalista e imperialista de reindustrializar a MAGA. Parece que todavía no aprende de la bancarrota que sufrió con sus famosos Casinos, entre otros el esperpéntico “Trump Taj Mahal”[ii] y ahora quiere arrastrar el mercado y la sociedad norteamericana a la peligrosa ruleta del juego de los aranceles con el espejismo de promover una rápida reindustrialización, imposible de alcanzar en los inciertos 4 años que tiene. Años en los que puede convertir a MAGA en una malévola bruja odiada por todo el mundo y de paso profundizar la división de la otrora República entre dos bandos irreconciliables. Bandos que están al filo de una guerra civil, como ya palpita en las multitudinarias manifestaciones ciudadanas de este sábado contra sus antidemocráticas políticas y Ordenes Ejecutivas, quintaesencia de la discriminación y el menosprecio de la pluralidad consubstancial al pueblo norteamericano, un crisol de culturas, razas y migrantes.   

MAGA, el Gran Casino de Trump

Sin duda, es una apuesta fuerte y arriesgada, propia de un jugador mañoso, acostumbrado a ganar y que está convencido que en esta ocasión también triunfará. Es lo propio del capitalismo de Casino, donde el ganador se queda con todo y los perdedores con nada, como en los juegos de suma cero.  Lo dice y hace desde el pedestal ilusorio de un narcisista exitoso que se cree inexpugnable e invencible. Así lo demostró al salir al jardín de la Casa Blanca, enfundado en un pesado abrigo negro, ligeramente encorvado, con los pasos desafiantes de un facineroso impune, como personaje protagónico de una película de gánsteres de Coppola y Scorsese. Trump no actúa como jefe de Estado sino como un Sheriff mafioso que dispara órdenes y aranceles a diestra y siniestra. Un personaje patético y cómico, si no fuera por estar al frente de la potencia económicamente más depredadora y militarmente devastadora del planeta, cuyo único horizonte parece ser subordinar a todas las naciones y economías competidoras, arrogándose arbitrariamente, como Sheriff global, las vidas, los territorios, la libertad y el futuro mismo de la humanidad. Todo en nombre de MAGA y AMERICA FIRST. Para ello cuenta con una banda de tecnócratas cómplices, encabezada por Elon Musk, cuya Hybris abarca la conquista del universo, pues ya no le basta la tierra. A tal extremo ha llegado Trump con su banda de taumaturgos digitales, que ya han impuesto al mundo noticioso y a la actualidad cotidiana una agenda de mercaderes de la vida y traficantes de aranceles mortales, mientras en la Franja de Gaza avanza con sus armas y asistencia militar el genocidio del pueblo palestino. Un genocidio que pretende consumar impunemente con Netanyahu para levantar la “Riviera de Oriente Próximo”[iii] sobre las ruinas y los despojos de los agonizantes gazatíes. Un plan similar tiene para Ucrania, apropiándose de sus riquezas minerales y “tierras raras”, cediendo a Putin la región del Donbás y la devastada Donetsk[iv]. Solo falta que en el futuro extienda su red de hoteles internacionales y convierta a Ucrania en una especie de Casino coadministrado con Putin, su ejército de mercenarios y empresarios mafiosos.

La claudicante Unión Europea

 Mientras todas estas atrocidades acontecen, los líderes europeos corren como siervos temerosos a reunirse con el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, para implorarle que Trump no abandone la OTAN. Entonces Rubio les responde que dejen semejante histeria, pues ello no sucederá si cada Estado europeo aporta al gasto militar de la OTAN el cinco por ciento de su respectivo PIB. A estos contemporizadores líderes de la Unión Europea les convendría leer el artículo “Hermano Hitler”, que escribió Thoma Mann entre la primavera de 1938 y 1939, cuando estaba exiliado en California y Suiza, y advirtió lo siguiente sobre el soberbio canciller del Tercer Reich: “Tanto peor para nosotros, y tanto más ignominioso para la indefensa Europa de nuestros días que, seducida, le tolera el papel de hombre de la hora, del imbatible; y gracias a la confluencia de circunstancias fabulosamente felices –es decir: infelices--, pues por casualidad no hay agua que no corra en el sentido de su molino, puede marchar, una tras otra, de una victoria sobre la nada –sobre la perfecta ausencia de resistencia— a la siguiente”. Solo habría que precisar que ahora con Trump Europa no está seducida sino intimidada y acobardada, lo que es aún peor.  Y, con insuperable precisión, como si describiera la actual figura de Trump, decía sobre Hitler: “Nadie está exento de ocuparse de su turbia figura debido al carácter vulgarmente efectista y amplificador de la política”.

¿Resucitará la República?

Afortunadamente miles de norteamericanos han salido este fin de semana a las calles y plazas para repudiar y rechazar ese tenebroso delirio de MAGA[v], que es la negación misma de la República norteamericana, sustentada en el consenso implícito de no reconocer enemigos irreconciliables al interior de la Nación y de sus partidos históricos, el Republicano y Demócrata. Consenso imprescindible para la existencia de la democracia que Trump rompió promoviendo la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021[vi], y que hoy horada y profundiza con sus violentos y descalificatorios discursos como presidente contra los demócratas y todo aquel que cuestione sus políticas, rebosantes de discriminación social y racial, desmantelando el Estado Federal de la mano de Elon Musk y persiguiendo con saña visceral a los migrantes, considerados peligrosos invasores y enemigos que ponen en riesgo la seguridad del indefenso y vulnerado Estado norteamericano. Por eso la pregunta es pertinente ¿resucitará la República?, ahora en víspera de semana santa. O, por el contrario ¿la sepultará definitivamente la pesadilla imperial de MAGA?

DEL PLEBISCITO A LA CONSULTA POPULAR (III)

 

 

DEL PLEBISCITO A LA CONSULTA POPULAR (III)

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/del-plebiscito-a-la-consulta-popular-iii/

https://elpais.com/america-colombia/2025-03-31/del-plebiscito-a-la-consulta-popular-iii.html

Hernando Llano Ángel.

Más allá de todas las vicisitudes y obstáculos que deberá superar la aprobación de la Consulta Popular (CP) en el Senado, vale la pena reflexionar sobre algunas de las principales paradojas que dicho trámite encierra.

Primera Paradoja

La primera, sin duda, es que siendo un mecanismo que nos permitiría a todos los ciudadanos y ciudadanas decidir directamente sobre asuntos vitales, como el trabajo y su justa remuneración, ahora esa misma CP dependerá de la autorización de sus preguntas en el Senado. Esto significa que nuestra voluntad ciudadana, supuestamente libre y soberana, en realidad se encuentra subordinada a la decisión de los senadores, en quienes solo cree el 10 por ciento de los ciudadanos, según la encuesta de Cultura Política del DANE del 2023[i].

Congresistas sin credibilidad ciudadana

Es comprensible que los congresistas tengan tan baja credibilidad, pues desde hace 34 años nos están debiendo el Estatuto de Trabajo que ordena el artículo 53 de la Constitución Política. Un Estatuto que deberían haber expedido, pero no lo han hecho porque son personeros del “País Político” y solo corren a reajustar cada año sus honorarios, sin la más mínima consideración y respeto por los trabajadores del “País Nacional”.  Según dicho artículo, el Estatuto del Trabajo deberá garantizar:  Igualdad de oportunidades para los trabajadores; remuneración mínima vital y móvil, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo; estabilidad en el empleo; irrenunciabilidad a los beneficios mínimos establecidos en normas laborales; facultades para transigir y conciliar sobre derechos inciertos y discutibles; situación más favorable al trabajador en caso de duda en la aplicación e interpretación de las fuentes formales de derecho; primacía de la realidad sobre formalidades establecidas por los sujetos de las relaciones laborales; garantía a la seguridad social, la capacitación, el adiestramiento y el descanso necesario; protección especial a la mujer, a la maternidad y al trabajador menor de edad”. Algunos de esos principios seguramente serán presentados como preguntas en la Consulta, siempre y cuando el Senado en pleno apruebe la CP.

Segunda Paradoja

De no hacerlo, entonces estaríamos frente a la segunda y más grave paradoja, la inexistencia de la llamada democracia directa o participativa, pues los ciudadanos no podríamos participar en la CP y se nos arrebataría el derecho a decidir. Nada menos que el derecho al ejercicio de nuestra soberanía reconocida en el artículo 3 de la Constitución. A decir verdad, esa paradoja la origina ese mismo artículo al prescribir que “el pueblo ejerce su soberanía en forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la Constitución establece”. Y los congresistas, como representantes nuestros, decidieron mediante la ley estatutaria 1757 de 2015 que la CP solo podría realizarse si la convocatoria era aprobaba por el Senado, según su artículo 20, ordinal d. En conclusión, la tan celebrada y elogiada democracia directa termina siendo un apéndice de la democracia representativa, pues todos los mecanismos de participación ciudadana están subordinados a las decisiones y actuaciones de nuestros representantes. Por eso, esta CP la propone y presenta el presidente Petro, con la firma de todos sus ministros, al Senado en pleno. Ya lo habían hecho antes el presidente Uribe con su fracasado referendo constitucional y Santos con el malogrado Plebiscito del Acuerdo de Paz. Incluso, el referendo contra la corrupción, con firmas ciudadanas, también fracasó, salvo la norma sobre la contratación pública, pues las demás disposiciones no alcanzaron el umbral exigido por dicha ley, mínimo el 25 por ciento del censo electoral entonces vigente. Los anteriores son antecedentes que auguran un incierto resultado a la CP, si se llegare a realizar, pero también expresan la tercera y quizá más sorprendente paradoja: las limitaciones de la soberanía popular y la precariedad del llamado constituyente primario.

 Tercera Paradoja

Sin duda, es inevitable la limitación de la soberanía popular, pues la democracia no tolera un soberano absoluto, fácilmente manipulable por líderes carismáticos que se arrogan esa voluntad popular, hablan y deciden en nombre de toda la Nación y casi siempre terminan arruinándola o destruyéndola. Lo hicieron en el pasado Hitler, Mussolini, Stalin y son una amenaza en el presente, tanto en el norte de nuestro continente (Trump), en Centroamérica (Ortega y Murillo), en nuestra frontera (Maduro), en Europa (Orbán), Rusia (Putin), y Oriente Próximo (Netanyahu). En todos esos casos, paradójicamente, en nombre del pueblo, su soberanía y seguridad se escribe, revisa o niega la historia, como trágica y brutalmente sucede hoy en Palestina. Lo insólito es que la materia prima y la víctima propiciatoria de tales “epopeyas” siempre sea el constituyente primario. Que, en la realidad, tiene muy poco de constituyente y demasiado de primario, pues es relativamente fácil manipularlo y atemorizarlo, exacerbando sus prejuicios, odios y miedos mediante el uso de las redes sociales, los algoritmos y ahora la IA. Entonces, sale a votar “verraco” y los resultados terminan siendo, por lo general, frustrantes o desastrosos para el propio constituyente primario, como el Brexit en Gran Bretaña y el plebiscito del Acuerdo de Paz entre nosotros. Quizá ello suceda porque como constituyentes primarios somos muy precarios y hasta impotentes, sin embargo, nos creemos más racionales, preparados y autónomos de lo que realmente somos. Pero, sobre todo, porque tenemos la certeza de que quienes nos representan son unos impostores incompetentes, salvo contadísimas excepciones, que viven a costa de nuestro trabajo, necesidades, frustraciones e ilusiones y casi nunca cumplen sus funciones “consultando la justicia y el bien común”, como les ordena el artículo 133 de la Constitución Política.

Reinvención de la democracia o catástrofe planetaria

Por eso la democracia representativa, que es la realmente existente, está agónica y cada vez más desprestigiada en todo el mundo. Según reciente sondeo del Latinobarómetro, en Colombia la insatisfacción es del 80 por ciento, solo superada por Perú (91%), Ecuador (87%), Venezuela (84%) y Panamá (83%)[ii].  Entonces, creemos ilusamente que la podemos salvar, hasta sustituir y reemplazar con la fantasmagórica democracia directa, como sucedió durante la “primavera árabe”, los indignados en España, los ocupas en Estados Unidos y hasta el estallido social en nuestro país. Pero el asunto es mucho más complejo y de largo aliento. Es un desafío histórico que nos exige a todos reinventar la democracia y ello comienza por nuestra formación y responsabilidad ciudadana y la de por lo menos cuatro generaciones más, capaces de disputar el sentido de la vida pública y la dirección de los Estados a la nueva clase de cleptócratas tecnológicos (Musk, Bezos, Zuckerberg) que roban y manipulan la voluntad ciudadana junto a soberbios cacócratas autocráticos al mando del Estado (Trump). Abundan en la actualidad y gobiernan como mercaderes de los bienes públicos, desmantelan Estados, devastan el planeta, rearman sus huestes aumentando el despilfarro del gasto militar y ordenan impunemente crímenes de guerra. Lo hacen porque en su Hybris han perdido toda noción del derecho internacional, de la dignidad humana, la sacralidad de la vida y libertad de los pueblos, pero sobre todo porque olvidan la fragilidad perenne de lo existente, comenzando por la estulticia de ellos mismos y sus delirantes metas.