sábado, abril 26, 2025

El próximo Cónclave, entre el Génesis y el Apocalipsis.

 

 

El próximo Cónclave, entre el Génesis y el Apocalipsis

Las encíclicas Laudato Si y Fratelli Tutti son los mayores legados que deja a este mundo convulso, caótico e injusto, el pontificado de Francisco. Curiosamente, ambas encíclicas tienen relación directa con el Génesis y el Apocalipsis, principio y fin de la humanidad en la Biblia y la tradición judeocristiana.  Pero en la encíclica Laudato Si la versión antropocéntrica del Génesis es sustituida por una cosmocentrica y conservacionista. El relato bíblico nos dice que una vez Dios creó al “hombre a su imagen y semejanza, Macho y Hembra, les ordenó: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.

Laudato Si, un nuevo Génesis

Pero ese mandato es reinterpretado desde el comienzo por Laudato Si, acogiendo el panteísmo de Francisco de Asís: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»[i]. Más allá de la escandalosa paradoja que contiene el Génesis para los furiosos antiwokistas y los violentos homofóbicos, pues si hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, como Macho y Hembra, deberíamos reconocer que la divinidad goza de los dos géneros simultáneamente. Además, según el misticismo panteísta de Francisco de Asís, somos hijos y hermanos de la Tierra, pues ella nos sustenta y gobierna.  Es decir, somos dependientes de ella y no sus amos. En lugar de saquearla y devastarla, como machos insaciables, deberíamos respetarla y obedecerla como a una madre y cuidarla como una hermana o hermano. Pero hacemos exactamente lo contrario. Quizá por ello cada día la Pachamama está más agónica y la aqueja una catástrofe climática irreversible. Según la ONU, ya no vivimos bajo un calentamiento global sino sometidos a una ebullición global[ii]. Para no perecer, Laudato Si nos convoca a dejar atrás esa era antropocéntrica y vivir en la cosmocentrica, sin creernos los amos del universo, como pretende el megalómano prepotente de Elon Musk, secundado por el narcisismo delirante de Trump y esa pléyade de tecnoplutócratas que aspiran a gobernar el mundo con la IA, los espejismos de las redes sociales y las realidades aumentadas, creando mundos virtuales y fantásticos, manipulados a su antojo, jugando como dioses con nuestra frágil y efímera condición humana.

¿El último Cónclave?

Por eso el próximo Cónclave enfrenta un desafío existencial y cabe preguntarse si los cardenales serán capaces de elegir un Papa que dé realidad, continuidad y profundidad a esa utopia de Laudato Si. Si acontece lo contrario, que es muy probable, y eligen un Papa afín con el rubicundo y lascivo Trump del norte, que delira como un sádico perforando y perforando las entrañas de la tierra en busca de petróleo, gas y riquezas minerales, no cabe duda que será el último cónclave y el pontífice electo se convertirá en un mensajero del Apocalipsis. Deriva hacia el Apocalipsis que infructuosamente intentó revertir Francisco, con Laudato Si, pero sobre todo con Fratelli Tutti, pues ella contiene las claves para frenar la carrera desbocada de los jinetes que hoy cabalgan sobre los caballos del Apocalipsis: “blanco, bermejo, negro y amarillo. Según la exégesis, representan y son alegorías de la conquista o la gloria (Zelo), la guerra (Ares), el hambre (Limos) y la muerte (Moros/Tánatos), respectivamente, aunque sólo a este último se le nombra así”[iii]. Todo parece indicar que sobre Zelo cabalga Trump, enarbolando la bandera de MAGA[iv] por el sangriento sendero de la conquista y la gloria, para lo cual cuenta con otros dos tenebrosos caballeros, Netanyahu y Putin, que montan sobre la Guerra (Ares), el hambre (Limos) y la Muerte (Moros/Tánatos). Tanto es así, que Trump ya anunció en forma esperpéntica, cínica y criminal que piensa convertir a Gaza, en asocio con el genocida de Netanyahu, en la Riviera de Oriente Medio[v]. De otra parte, con su otro socio criminal, Vladimir Putin, pretende dividirse a Ucrania y expoliar su riqueza mineral de “tierras raras” para las tecnologías de punta[vi]. Sin duda, vivimos en un mundo donde tres gánsteres gobiernan impunemente, amparados en sus respectivos fueros de jefes de Estado y autócratas intocables[vii]. Para completar su faena de facineroso, como en una película de Hollywood, ahora Trump se apresura a asistir a las exequias del Papa Francisco y estar en primera fila. De paso, aprovechará para complotar con Cardenales afines la elección de un Papa complaciente y dócil con sus aventuras criminales.

Papa Francisco condena a Trump

Por eso es pertinente recordar las palabras del Papa Francisco condenando su persecución implacable contra los migrantes en Estados Unidos durante su primera campaña presidencial: "Una persona que quiere construir muros y no puentes no es cristiano”[viii]. Lo más grave y deplorable es que todos los jefes de Estado de la Unión Europea que asistirán a sus exequias han hecho lo mismo, como la misma Georgia Meloni en Italia, anfitriona de esa congregación de fariseos, atemorizados con los aranceles y el chantaje de Trump en la OTAN.  Incluso, el próximo canciller alemán, Friedrich Merz, en nombre de su partido, la Unión Cristiana Demócrata (CDU), ganó las elecciones con la bandera de contener y rechazar nuevas olas de migrantes en Alemania. Para toda esa multitud de farsantes, que deberían ser expulsados del Templo, va el comienzo de Fratelli Tutti: «Fratelli Tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite”. Ojalá la evocaran el sábado.



lunes, abril 21, 2025

Francisco, un Papa "Woke", común y excepcional.

 

FRANCISCO, UN PAPA “WOKE”, COMÚN Y EXCEPCIONAL

 https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/francisco-un-papa-woke-comun-y-excepcional/

Hernando Llano Ángel

Su partida es política y espiritualmente deplorable porque era el Jefe de Estado que con más intensidad   confrontaba los poderes dominantes, cuyos signos de identidad común son el genocidio, la iniquidad, la discriminación y la devastación del planeta. Poderes sustentados en la violencia genocida y belicista junto a la codicia sin límites de sus mercaderes, revestidos y camuflados bajo falacias como el nacionalismo, la democracia, la libertad, la prosperidad económica y hasta la seguridad humana. En nombre de ellas, todos los días mueren y son aniquiladas cientos de miles de personas en todos los continentes, mientas sus victimarios, revestidos de impunidad como jefes de Estado, son respaldados y hasta vitoreados por millones de fanáticos que los consideran sus salvadores y protectores. Desde Trump, pasando por Netanyahu, Putin y el mismo Zelenski, para solo mencionar los cuatro jinetes del Apocalipsis más conocidos, acompañados por una parafernalia de organismos internacionales que entonan el corifeo de la supuesta superioridad de Occidente frente a los demás del pueblo mundo. Desafiándolos, Francisco antepuso la lucidez de la razón y la fuerza de la sensibilidad y enarboló las banderas que hoy esos jinetes del apocalipsis pisotean: la dignidad humana, la vida de los pueblos y la sacralidad de la madre tierra, la Pachamama[i] de nuestros pueblos originarios, que hoy están al borde de la aniquilación.

De “Laudato Si” a “Fratelli Tutti”

Por eso el Papa Francisco expresó su compromiso y solidaridad con todas las víctimas en su carta encíclica Fratelli Tutti[ii] y la defensa de la vida planetaria en la “Casa Común” de Laudato Si[iii], cuyo comienzo, además de hermoso, es inaplazable e inclaudicable si queremos sobrevivir: «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba». En ese comienzo no solo resuenan los versos de Walt Whitman[iv]: “Creo que una hoja de hierba, no es menos que el día de trabajo de las estrellas y que una hormiga es perfecta”, sino que además condensa el espíritu del panteísmo profesado por todos los pueblos desde su origen, gracias al cual hoy resisten heroicamente al embate de ese Occidente tan civilizador como depredador. Ese Occidente responsable del magnicidio histórico del colonialismo, cuyo rostro hoy oculta bajo las más sutiles formas de la tecnología digital y pretende perfeccionar con la cruzada embaucadora de la IA, proyectando en la mente de todos realidades paralelas y mundos de cucaña. Ya uno de los más soberbios vástagos de la codicia, Elon Musk, de la mano de un narciso rubicundo arrastrado por su Hybris proteccionista de MAGA, anuncia la conquista de Marte y del espacio sideral. Por todo ello, más allá de la fe religiosa o del agnosticismo personal de cada quien, es muy inoportuna y hasta descorazonadora la partida de Francisco, a quienes sus malquerientes seguro lo evocaran como un Papa Woke.

El Papa Woke

Sin duda, fue el Papa más común y excepcional que haya tenido la iglesia católica en siglos. Por eso fue denostado y hasta despreciado por aquellos que han traicionado el mensaje de ese Jesús de Nazaret, quien expulsó con furia a los mercaderes del templo, para no hablar de aquellos que durante generaciones han profanado y aún violan el templo más sagrado de cientos de miles de sus feligreses, su cuerpo. Todo ello contando con la complicidad de algunos jerarcas de la Iglesia, amparados en instituciones tan degradantes como el llamado “secreto pontificio”, que el mismo Papa Francisco abolió en 2019: “Sacerdotes y autoridades eclesiásticas ya no podrán escudarse en el llamado "secreto pontificio" en casos de violencia sexual o abusos de menores cometidos por clérigos después de que el papa Francisco lo aboliera para este tipo de situaciones”[v]. Dicha abolición fue acompañada de su postura contra la homofobia, que lo llevó a defender la igual dignidad de toda persona, más allá de los prejuicios dominantes y la hipocresía reinante de la “gente normal”, condescendiente con la violencia atroz de los crímenes contra la diversidad sexual y los feminicidios, cometidos supuestamente en defensa de las buenas costumbres y el orden natural. Aquel que pregonan Trump y Orban, así como la reciente providencia de la Corte Suprema de Gran Bretaña, según la cual “el término mujer está determinado por el sexo biológico”[vi], lo que en últimas refuerza el fanatismo y oscurantismo tras el cual se ocultan machos homicidas como los asesinos de Sara Millerey González Borja en Bello, Antioquia[vii]. Si a ello agregamos la defensa de Francisco de todas las minorías, que ya son una multitud casi incalculable, cerca de 281 millones de migrantes[viii], el cuatro por ciento de la población mundial, el Papa era para esos poderosos que dominan el mundo un peligroso defensor del Wokismo[ix], cuyo destino como ideología debería ser el infierno.

Milei y Meloni, los Antiwoke

Comenzando por el presidente de su querida Argentina, Javier Milei, que se autoproclama como anarquista liberal y es el cruzado contra el wokismo: “el virus mental de esta era. Es un cáncer que colonizó las instituciones más importantes del mundo y que frena el progreso de la humanidad"[x], así como la primera ministra italiana Giorgia Meloni que persiste en expulsar a los migrantes a Albania[xi]. No deja de ser una cruel ironía que ambos estuvieran tan cerca y a la vez lejanos de la humanidad del Papa Francisco y su defensa de la igualdad y la dignidad humana, siempre alerta y crítico a esas cosmovisiones atávicas que ahora predominan en la política mundial. Cosmovisiones supuestamente basadas en el orden natural del patriarcado; la economía arancelaria del nacionalismo imperial; el genocidio sionista de Netanyahu, que no se puede tildar de antisemitismo, como lo demuestran miles de judíos que lo repudian en manifestaciones cada vez más frecuentes en Israel y los prejuicios vergonzosos de la supremacía racial de Trump que está demoliendo la República norteamericana en nombre de la seguridad nacional.

Cónclave Político y Mundano

Por todo lo anterior, el próximo cónclave será el más político y mundano que podamos imaginar. En él, no solo está en juego el futuro incierto del catolicismo, sino del mundo mismo, pues si se imponen las tendencias más conservadoras entre los cardenales que elegirán el próximo pontífice, estaríamos al frente de un tinglado de poderes apocalípticos, que el Papa Francisco siempre confrontó con el humanismo del diálogo interreligioso y sus lúcidas y valientes Laudato Si y Fratelli Tutti: “Fratelli Tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite.          



Colombia, entre el perdón y la reconciliación.

 

https://elpais.com/america-colombia/2025-04-19/colombia-entre-el-perdon-y-la-reconciliacion.html

Conflicto colombiano

Opinión

 

Colombia, entre el perdón y la reconciliación

Ambos valores son muy invocados durante la Semana Santa, pero ausentes en la vida cotidiana de la mayoría


Hernando Llano Ángel

18 ABR 2025 - 23:15 COT

 Para salir y abandonar algún día el laberinto de violencias y la manigua de odios en que vivimos atrapados y extraviados los colombianos, debemos tejer entre todos un hilo de Ariadna con las hebras del perdón y la trama de la reconciliación. Perdón y reconciliación muy invocados en los sermones de esta Semana Santa, pero ausentes en la vida cotidiana de la mayoría. Comenzando por sus líderes políticos más representativos y los numerosos aspirantes a sucederlos, quienes todavía creen que el perdón personal es impunidad y la reconciliación política solo una estratagema para ganar elecciones. No deja de ser paradójico que esto suceda en una sociedad que se precia de ser cristiana, pues tanto el perdón como la reconciliación son los legados más universales y valiosos dejados a la humanidad por Jesús de Nazaret. Legados hoy casi completamente olvidados, cuando no negados por sus más devotos y fervientes seguidores, como sucedió con Pedro, su discípulo predilecto, quien lo negó en menos de lo que canta un gallo. Todavía resulta más insólito que haya sido precisamente Hannah Arendt, una judía agnóstica, quien rescatara el perdón del ámbito personal y religioso para llevarlo a la esfera pública, resaltando su imprescindible poder reparador, transformador y redentor en la acción política.

Los límites del perdón

En su obra La condición humana, lo resalta así: “Sin ser perdonados, liberados de las consecuencias de lo que hemos hecho, nuestra capacidad para actuar quedaría, por decirlo así, confinada a un solo acto del que nunca podríamos recobrarnos”. Si lo anterior acontece en la esfera de las relaciones interpersonales, lo es mucho más en el ámbito de la vida política, especialmente cuando ella ha encallado en las profundidades de las guerras fratricidas y los crímenes atroces. Pero ello no significa que todo pueda ser perdonado, como sucede con los crímenes de lesa humanidad y los de guerra, contemplados en el Estatuto de Roma, que son imprescriptibles y sobre los cuales tiene competencia la Corte Penal Internacional en los eventos donde el sistema judicial de alguno de sus Estados, como alta parte contratante, no esté en capacidad de investigar y juzgarlos o carezca de la voluntad política para ello. Porque si esos crímenes se olvidan, indultan o permanecen impunes, jamás podrá existir un orden político legítimo y menos una convivencia aceptable y digna para la humanidad. Si ello acontece, muchas víctimas sobrevivientes siempre estarán al acecho de la venganza para honrar la memoria de sus seres queridos y antepasados, prolongando así por generaciones la espiral de violencias. De allí que el perdón no pueda ser una competencia exclusiva que se arrogue el Estado, pues solo las víctimas y sus seres queridos, en la intimidad de sus corazones, podrán hacerlo. Como bien lo define el filósofo Javier Sádaba, el perdón es la soberanía del yo [1] y jamás podrá ningún Estado arrebatarla por más sofisticados y justos que sean sus tribunales.

El poder de la reconciliación

Todo lo contrario sucede con la reconciliación, que podríamos definir como la soberanía del nosotros, es decir, de las comunidades políticas que se expresan a través de sus Estados, bien celebrando tratados internacionales de paz o promulgando constituciones políticas que cierran ciclos aciagos de confrontaciones violentas internas. Pero igual que el perdón, la reconciliación es muy exigente y siempre será renuente a las ceremonias formales que la adulteran con abrazos, frecuentes entre quienes no tienen autenticidad personal ni voluntad política para realizarla, sino que la utilizan como estratagema para alcanzar sus objetivos políticos. Al respecto, Raimundo Panikkar [2], con su sabiduría de hombre renacentista, en su libro Paz y desarme cultural [3], nos recuerda que la reconciliación “viene de conciliación y guarda relación con eclesia: convocar a los otros y a todos a hablar con los otros”, por lo tanto, precisa que “en la verdadera reconciliación no hay vencedores ni vencidos. Todos salen ganando, porque el todo, del cual todos formamos parte, se ve respetado” y, en el evento de haber vencidos, “estos se sienten en la mesa redonda de la paz y no en el banquillo de los acusados”.

¿Sin horizonte de reconciliación?

Sin duda, en Colombia todavía estamos lejos de alcanzar la reconciliación, aunque en la Constitución del 91 hayamos avanzado, pues entonces estuvo precedida por Álvaro Gómez Hurtado, secuestrado por el M-19 y Antonio Navarro Wolf, máxima figura de la Alianza Democrática-M19, junto a Horacio Serpa Uribe, en nombre del partido Liberal. También estuvieron en la Asamblea Constituyente y no en el banquillo de los acusados, los representantes de movimientos rebeldes desmovilizados como el EPL, el Quintín Lame y el PRT. Pero quedó por fuera las FARC-EP, la mayor guerrilla de entonces, pues el mismo 9 de diciembre de 1990, cuando elegíamos a los delegatarios a la Asamblea Constituyente, fue bombardeada en Casa Verde y más tarde el presidente Gaviria le declaró la “guerra integral”. Por último, al rechazar la ciudadanía en el plebiscito del 2016 el Acuerdo de Paz alcanzado entre el Estado colombiano y las FARC-EP, la reconciliación desapareció del horizonte político en Colombia y se eclipsó casi totalmente durante el gobierno del presidente Iván Duque y su política de “Paz con legalidad”, que se convirtió en el paro nacional del 2021 en “paz con letalidad”.

“Gobierno del cambio” sin reconciliación nacional

Y ahora, con Gustavo Petro, bajo el “Gobierno del cambio”, dicho horizonte vuelve a extraviarse, tanto en el Congreso de la República por la incapacidad de alcanzar acuerdos para reformas sociales inaplazables y vitales, como la Salud y el Trabajo, sin las cuales nunca habrá paz social. Pero también con el virtual fin de la política de Paz Total, pues el presidente Petro acaba de poner fin al cese del fuego con las disidencias de alias Calarcá y el llamado Estado Mayor de los Bloques (EMB) [4]Por eso, cabe formular un par de preguntas: ¿Será que estamos condenados a victimizarnos eternamente y nunca reconciliarnos por esa incapacidad para realizar acuerdos que nos permitan a todos una convivencia más justa y amable? ¿Cuándo tendremos una derecha y una izquierda democráticas que puedan impulsar reformas sin estigmatizar al contrario de oligarca o mamerto y buscar furiosamente su deslegitimación política, impedir su gobernabilidad y hasta incitar a su aniquilación física? Un par de preguntas no tanto para resolverlas en esta Semana Santa, sino sobre todo para contestarlas sin odio, revancha y violencia en las urnas en el 2026 y evitar así que se abran más tumbas de víctimas irredentas y gobiernos de victimarios arrogantes. Entonces, quizá logremos entre todos el milagro de resucitar y reinventar la democracia en Colombia para reconciliarnos y honrar así la memoria de todas las víctimas.

[1] https://www.casadellibro.com.co/libro-el-perdonla-soberania-del-yo/9788449301414/454571
[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Raimon_Panikkar
[3] https://www.raimon-panikkar.org/spagnolo/XXXV-Paz-y-desarme.html
[4] https://elpais.com/america-colombia/2025-04-18/el-gobierno-de-colombia-vira-del-apaciguamiento-a-la-ofensiva-militar.html

 

martes, abril 15, 2025

Colombia: ¿Entre la victimización eterna y la reconciliación imposible?

Colombia: ¿Entre la victimización eterna y la reconciliación imposible?

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¿Será que estamos condenados a victimizarnos eternamente y nunca reconciliarnos por esa incapacidad para realizar acuerdos que nos permitan a todos una convivencia más justa y amable? ¿Cuándo tendremos una derecha y una izquierda democráticas que puedan impulsar reformas sin estigmatizar al contrario de oligarca o mamerto y buscar furiosamente su deslegitimación política, impedir su gobernabilidad y hasta incitar a su aniquilación física?

Hernando Llano Ángel

El pasado 9 de abril se conmemoró en Colombia el día de la memoria y la solidaridad con las víctimas[i]. Una fecha memorable y dolorosa porque en Colombia parece que nunca murieran las víctimas, pues vivimos en medio de una victimización incesante y permanente, cotidiana, cuyo origen histórico es casi imposible de precisar. Es como si ellas fueran un signo de nuestra identidad nacional y del paisaje político. Desde luego, tampoco mueren los victimarios porque ellos siempre están asistidos de “buenas razones” y de una conciencia libre de toda sospecha y responsabilidad para cometer sus crímenes impunemente, generación tras generación. Algunos lo hacen en nombre del Estado, la Democracia, la Patria y la Seguridad, otros en nombre de la Justicia, la Revolución y hasta la Liberación Nacional. Todas palabras con mayúscula, como la magnitud de sus crímenes, tras los cuales se ocultan la defensa de privilegios intocables, venganzas personales y hasta una codicia sin límites. Pero hubo un hombre que intentó detener esa sangría interminable hace 79 años, Jorge Eliecer Gaitán, en un célebre discurso, ya casi olvidado, que se conoce como la “Oración por la Paz” [ii], pronunciada en la plaza de Bolívar de Bogotá el 7 de febrero de 1946.

La Oración por la Paz

Una oración muy pertinente para los próximos días de semana santa, pues contiene la principal clave para que los colombianos pongamos fin a esta victimización interminable e intentemos, 77 años después de su magnicidio, una reconciliación política amplia, estable y duradera. Esa clave la encontramos en el siguiente aparte de la oración, dirigida a la conciencia del presidente conservador Mariano Ospina Pérez, quien no la atendió: “Señor presidente: Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad”.  Esa petición es, ni más ni menos, la esencia de la democracia y si se hubiera atendido no estaríamos ahora extraviados en este laberinto de violencias degradadas, donde la política se mezcla inextricablemente con el odio, la venganza y la codicia. También es cierto que toda nuestra historia hubiese sido distinta, porque Gaitán con el apoyo de la mayoría de ese pueblo congregado en la plaza de Bolívar, seguro habría sido electo presidente en 1949, cumpliéndose así la definición mínima de democracia que todavía no comprendemos y menos practicamos: “Esa forma de gobierno que permite contar cabezas en lugar de cortarlas”, según James Bryce.

“Cortar cabezas sin poder contarlas”

Desde entonces, tenemos en Colombia todo lo contrario. Una forma de gobierno que permite cortar cabezas sin poder contarlas. Nunca sabremos con precisión el número de víctimas de la Violencia y menos del actual conflicto armado interno, que todos los días las aumenta. Entre otras cosas, porque ya es imposible discernir entre la violencia política, la del narcotráfico y la común. Hoy se encuentran traslapadas formando un entramado de criminalidad que recorre toda la sociedad y llega hasta la cumbre de las instituciones estatales en 1982. Pablo Escobar fue su máximo exponente como suplente en la Cámara de Representantes por el Movimiento Alternativa Liberal en 1982, siendo a la vez el capo del cartel de Medellín y cabeza de los terroríficos Extraditables, que precipitaron violentamente el proceso constituyente con el magnicidio de Luis Carlos Galán el 18 de agosto de 1989. Magnicidio que desató el surgimiento del movimiento estudiantil de la séptima papeleta y la posterior convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente en 1990 y su instalación en 1991. Asamblea donde Pablo Escobar coronó su más preciado objetivo político, la prohibición de la extradición de colombianos por nacimiento, consagrada en el artículo 35 de la Carta, ya derogado, a cambio de cesar su ola de atentados terroristas e ingresar a su cárcel personal de “La Catedral”, de la que luego se fugó sin dificultad alguna el 22 de julio de 1992.

Una reconciliación política inimaginable

Pero, por esas paradojas de la historia, también fue en dicha Asamblea donde por primera vez asistimos los colombianos a una reconciliación política más allá de la elitista del Frente Nacional de los partidos liberal y conservador. La reconciliación entre Álvaro Gómez Hurtado y Antonio Navarro Wolf, quienes presidieron la Constituyente con Horacio Serpa, representante del partido liberal. Una reconciliación insólita e inimaginable, no sólo por estar Gómez Hurtado y Navarro Wolf situados en los extremos del arco político e ideológico, sino sobre todo porque fue entre una víctima del secuestro, Álvaro Gómez y un responsable del mismo, Antonio Navarro, como dirigente del M-19. Una reconciliación que incluso les permitió a sus movimientos políticos, el Movimiento de Salvación Nacional y la Alianza Democrática-M19, formar una coalición y aprobar algunos artículos de la Constitución, derrotando al partido liberal, entonces con el mayor número de delegatarios. Esa es la esencia de toda reconciliación política: transformar a los enemigos que antes se eliminaban en el campo de batalla en civilizados interlocutores políticos, capaces de llegar acuerdos, sin renunciar a sus identidades y proyectos políticos, como en efecto sucedió en la Constituyente con las organizaciones rebeldes que se desmovilizaron: M-19, EPL, Movimiento Quintín Lame y PRT. Pero ese proceso quedó inconcluso, pues no fue posible alcanzarlo con las FARC-EP y el ELN, a quienes declaró el gobierno de Gaviria la llamada “guerra integral”. Lo que siguió es historia conocida por todos hasta llegar al Acuerdo de Paz del 2016 y el triunfo del NO en el plebiscito, que volvió a frustrar hasta nuestros días lo que reclamaba Gaitán hace 79 años: “Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad”.

El estallido social

Por no reconocer plenamente el presidente Duque dicho Acuerdo y mucho menos tener la capacidad de conducir las luchas sociales por vía constitucionales, ellas tuvieron un punto de eclosión social en el 2021 durante el estallido social y el posterior triunfo electoral de Gustavo Petro en el 2022. Pero lo más descorazonador es que durante estos tres años del “Gobierno del Cambio” tampoco se haya podido conducir constitucionalmente esas luchas, tramitando en el Congreso reformas sociales inaplazables como la del sistema de salud y las relaciones laborales. Quizá ello nos suceda por “ser federación de rencores y archipiélago de egoísmos”, como lo decía Belisario Betancur, y no “hermandad de iguales, a fin de que no llegue a decirse de nosotros la terrible expresión del historiador, de haber llevado a nuestra gente a que prefiera la violencia a la injusticia”. ¿Será que estamos condenados a victimizarnos eternamente y nunca reconciliarnos por esa incapacidad para realizar acuerdos que nos permitan a todos una convivencia más justa y amable? ¿Cuándo tendremos una derecha y una izquierda democráticas que puedan impulsar reformas sin estigmatizar al contrario de oligarca o mamerto y buscar furiosamente su deslegitimación política, impedir su gobernabilidad y hasta incitar su aniquilación física? Un par de preguntas no tanto para resolverlas en esta semana santa, sino sobre todo para contestarlas sin odio, revancha y violencia en las urnas en el 2026 y evitar así que se abran más tumbas de víctimas irredentas y gobiernos de victimarios arrogantes. Entonces quizá logremos entre todos el milagro de resucitar la democracia en Colombia y honrar la memoria de todas sus víctimas.

[i] https://www.unidadvictimas.gov.co/especiales/9deAbril2021/index.html

[ii] https://centrodememoriahistorica.gov.co/oracion-por-la-paz-por-jorge-eliecer-gaitan/

domingo, abril 06, 2025

TRUMP, UN APRENDIZ DE BRUJO FACINEROSO.

 

 

TRUMP, UN APRENDIZ DE BRUJO FACINEROSO

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/trump-un-aprendiz-de-brujo-facineroso/

Hernando Llano Ángel.

Como en la conocida obra de Goethe, “El aprendiz de Brujo”[i], y evocando su concurso televisivo, Donald Trump ha desatado fuerzas incontrolables con su guerra de aranceles, cuyo desenlace es imposible predecir. Lo ha hecho con su estilo personal, como un típico facineroso, en la doble acepción del término: “delincuente habitual” y “persona malvada o de perversa condición”. Desde los jardines de la Casa Blanca lanza amenazas y extorsiona a casi todo el mundo con la escoba de los aranceles para proteger el mercado norteamericano y avanzar en su delirio nacionalista e imperialista de reindustrializar a MAGA. Parece que todavía no aprende de la bancarrota que sufrió con sus famosos Casinos, entre otros el esperpéntico “Trump Taj Mahal”[ii] y ahora quiere arrastrar el mercado y la sociedad norteamericana a la peligrosa ruleta del juego de los aranceles con el espejismo de promover una rápida reindustrialización, imposible de alcanzar en los inciertos 4 años que tiene. Años en los que puede convertir a MAGA en una malévola bruja odiada por todo el mundo y de paso profundizar la división de la otrora República entre dos bandos irreconciliables. Bandos que están al filo de una guerra civil, como ya palpita en las multitudinarias manifestaciones ciudadanas de este sábado contra sus antidemocráticas políticas y Ordenes Ejecutivas, quintaesencia de la discriminación y el menosprecio de la pluralidad consubstancial al pueblo norteamericano, un crisol de culturas, razas y migrantes.   

MAGA, el Gran Casino de Trump

Sin duda, es una apuesta fuerte y arriesgada, propia de un jugador mañoso, acostumbrado a ganar y que está convencido que en esta ocasión también triunfará. Es lo propio del capitalismo de Casino, donde el ganador se queda con todo y los perdedores con nada, como en los juegos de suma cero.  Lo dice y hace desde el pedestal ilusorio de un narcisista exitoso que se cree inexpugnable e invencible. Así lo demostró al salir al jardín de la Casa Blanca, enfundado en un pesado abrigo negro, ligeramente encorvado, con los pasos desafiantes de un facineroso impune, como personaje protagónico de una película de gánsteres de Coppola y Scorsese. Trump no actúa como jefe de Estado sino como un Sheriff mafioso que dispara órdenes y aranceles a diestra y siniestra. Un personaje patético y cómico, si no fuera por estar al frente de la potencia económicamente más depredadora y militarmente devastadora del planeta, cuyo único horizonte parece ser subordinar a todas las naciones y economías competidoras, arrogándose arbitrariamente, como Sheriff global, las vidas, los territorios, la libertad y el futuro mismo de la humanidad. Todo en nombre de MAGA y AMERICA FIRST. Para ello cuenta con una banda de tecnócratas cómplices, encabezada por Elon Musk, cuya Hybris abarca la conquista del universo, pues ya no le basta la tierra. A tal extremo ha llegado Trump con su banda de taumaturgos digitales, que ya han impuesto al mundo noticioso y a la actualidad cotidiana una agenda de mercaderes de la vida y traficantes de aranceles mortales, mientras en la Franja de Gaza avanza con sus armas y asistencia militar el genocidio del pueblo palestino. Un genocidio que pretende consumar impunemente con Netanyahu para levantar la “Riviera de Oriente Próximo”[iii] sobre las ruinas y los despojos de los agonizantes gazatíes. Un plan similar tiene para Ucrania, apropiándose de sus riquezas minerales y “tierras raras”, cediendo a Putin la región del Donbás y la devastada Donetsk[iv]. Solo falta que en el futuro extienda su red de hoteles internacionales y convierta a Ucrania en una especie de Casino coadministrado con Putin, su ejército de mercenarios y empresarios mafiosos.

La claudicante Unión Europea

 Mientras todas estas atrocidades acontecen, los líderes europeos corren como siervos temerosos a reunirse con el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, para implorarle que Trump no abandone la OTAN. Entonces Rubio les responde que dejen semejante histeria, pues ello no sucederá si cada Estado europeo aporta al gasto militar de la OTAN el cinco por ciento de su respectivo PIB. A estos contemporizadores líderes de la Unión Europea les convendría leer el artículo “Hermano Hitler”, que escribió Thoma Mann entre la primavera de 1938 y 1939, cuando estaba exiliado en California y Suiza, y advirtió lo siguiente sobre el soberbio canciller del Tercer Reich: “Tanto peor para nosotros, y tanto más ignominioso para la indefensa Europa de nuestros días que, seducida, le tolera el papel de hombre de la hora, del imbatible; y gracias a la confluencia de circunstancias fabulosamente felices –es decir: infelices--, pues por casualidad no hay agua que no corra en el sentido de su molino, puede marchar, una tras otra, de una victoria sobre la nada –sobre la perfecta ausencia de resistencia— a la siguiente”. Solo habría que precisar que ahora con Trump Europa no está seducida sino intimidada y acobardada, lo que es aún peor.  Y, con insuperable precisión, como si describiera la actual figura de Trump, decía sobre Hitler: “Nadie está exento de ocuparse de su turbia figura debido al carácter vulgarmente efectista y amplificador de la política”.

¿Resucitará la República?

Afortunadamente miles de norteamericanos han salido este fin de semana a las calles y plazas para repudiar y rechazar ese tenebroso delirio de MAGA[v], que es la negación misma de la República norteamericana, sustentada en el consenso implícito de no reconocer enemigos irreconciliables al interior de la Nación y de sus partidos históricos, el Republicano y Demócrata. Consenso imprescindible para la existencia de la democracia que Trump rompió promoviendo la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021[vi], y que hoy horada y profundiza con sus violentos y descalificatorios discursos como presidente contra los demócratas y todo aquel que cuestione sus políticas, rebosantes de discriminación social y racial, desmantelando el Estado Federal de la mano de Elon Musk y persiguiendo con saña visceral a los migrantes, considerados peligrosos invasores y enemigos que ponen en riesgo la seguridad del indefenso y vulnerado Estado norteamericano. Por eso la pregunta es pertinente ¿resucitará la República?, ahora en víspera de semana santa. O, por el contrario ¿la sepultará definitivamente la pesadilla imperial de MAGA?