sábado, diciembre 21, 2024

Érase una vez Navidad.

 

 

ÉRASE UNA VEZ NAVIDAD

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https://elpais.com/america-colombia/2024-12-21/erase-una-vez-natividad.html

 “Los tiempos en que aún nuestros sentidos ardían luminosos como llamas, los tiempos en que el hombre conocía el rostro y la mano de su padre; en que algunos sencillos y profundos conservaban la impronta de la Imagen.  Novalis

Hernando Llano Ángel.

Entonces éramos felices, conversábamos mirándonos a los ojos, sin extraviarnos en la pantalla del smartphone. Hablábamos y nos escuchábamos sin mensajes de texto y emoticones. Nos reconocíamos y comprendíamos sin recurrir a ningún artefacto. Bastaba mirarnos a la cara. No borrábamos y mucho menos eliminábamos lo que pensábamos. Tampoco reaccionábamos o insultábamos con la velocidad de un clic. Mucho menos teníamos al alcance de la mano ChapGpt[i] para expresarnos mejor y parecer más inteligentes. Todavía éramos naturalmente inteligentes.

Sentíamos y pensábamos antes de hablar y escribir. Teníamos algo personal, íntimo e intransferible para decirnos. Aún éramos humanos, no adminículos de la tecnología, al vaivén de los algoritmos. No vivíamos atrapados en redes sociales desfogando prejuicios, propalando mentiras y odios, creyéndonos mejores y superiores a todos los demás. No existían esas redes, cloacas del rumor, la vulgaridad y la vanidad, donde se renuncia y pierde todo vestigio de dignidad y decencia personal. Redes que forman miles de tribus con mensajes hostiles donde todos sienten, piensan y son iguales a los algoritmos que alimentan sus identidades narcisistas y pueriles, encalladas en la evocación de un pasado lleno de picardías sexistas, machistas, conquistas imaginarias, complicidades académicas, borracheras inolvidables y fraudes exitosos.

Extraviados de felicidad

En esas navidades de infancia gozábamos inocentemente la libertad de ser y no de tener. Deambulábamos extraviados por calles y ciudades buscando direcciones, sin contar con la guía de Waze. Así nos topábamos de vez en cuando con la felicidad. Éramos irremediablemente ingenuos, escribíamos cartas al Niño Dios, hoy suplantado por un pederasta de la inocencia llamado Papá Noel. Y, lo más inverosímil, el Niño Dios nos respondía con generosidad, porque sabía lo que queríamos. Entonces nuestros deseos tenían límites, eran familiares. Ahora nuestros deseos están proyectados y exacerbados sin límites en la vastedad sideral del comercio electrónico y la publicidad, esa Celestina que nos seduce con una felicidad ilusoria y nos ata de por vida a las redes del crédito y el consumo.

Por eso vivimos pagando cuotas eternas e intereses agiotistas, que renovamos con cada promoción y espejismo publicitario.  Creemos que el éxito y la felicidad se obtienen con cada nueva compra. La felicidad es cada vez más eléctrica, veloz y fugaz: un nuevo carro hibrido con todos los dispositivos imaginables nos guía con precisión hasta nuestro destino final, la muerte. Celulares cada vez más inteligentes, nos predicen lo que va a suceder, nos suplantan, comunican y hablan en nuestro nombre. Confieren honor y hasta distinción social. Electrodomésticos autónomos nos liberan del tedioso y odioso trabajo manual. En fin, cosas y casas inteligentes nos ofrecen todo al alcance de la mano y basta con mover un dedo para que luzcan impecables, inodoras y hermosas, vacías de sentido y llenas de bisuterías. En ellas, sus privilegiados propietarios todo lo tienen resuelto, hasta el sentido de sus vidas, previstas y prefiguradas por algoritmos que manipulan sus deseos. Ya no piensan, para eso está ChatGpt, que resuelve en segundos con absoluta certeza todas sus preguntas y dudas.

Navidades con Globos de Felicidad

En las navidades de ayer todo era distinto. Hasta elevar un globo tenía sentido. Era una aventura en la que todos los miembros de la familia participaban. Recuerdo mis ojos de niño alucinado, fijos en el papelillo multicolor que se iba inflando. Su boca trabada con alambres rústicos y delicados dejaba escapar el humo, para luego tambalearse y empezar a subir despacio, como si llevara toda la alegría y la esperanza de la familia. Era un globo predestinado, porque de diez, si lográbamos elevar cinco era una proeza.

El fuego de las ilusiones

Era el preciso instante en que cualquier movimiento en falso quemaba ese mundo de ilusiones y se consumía la aventura en medio de nuestra algarabía de niños inconsolables y la frustración de los mayores. Pero con la alegría recalentada por el globo chamuscado, comenzábamos otra aventura hasta lograr que un nuevo mundo cálido, encerrado en papelillos de colores, dejara tras de sí una huella de humo negro y se perdiera en las entrañas de la noche, en los contornos de la luna.

Adviento ya no existe

Entonces éramos sencillos, torpes y felices. Conocíamos el sentido profundo de Adviento[ii] como símbolo de esperanza, amor y luz de quien nació en Nazaret, Galilea, huyendo de Herodes[iii], hace ya más de 20 siglos, según los evangelios de Juan y Marcos[iv], por lo que lo llamaban el nazareno. Hoy es tierra arrasada y seguro sería un refugiado más, sobreviviendo en un pesebre junto a millones de sus coterráneos, tildado de subversivo, traidor o hasta terrorista, por aquellos que todavía no logran comprender su mensaje de igualdad, dignidad, fraternidad y perdón. Un mensaje y una doctrina sin los cuales nunca será posible la reconciliación y la convivencia pacífica entre todos los pueblos y culturas. Especialmente, entre palestinos e israelíes. Reconciliación y convivencia hoy aniquiladas por quienes, con la soberbia de su codicia ilimitada (Musk), poder militar (Trump, Putin, Kim Jong-un, OTAN) y tecnologías informáticas (Zuckerberg y Bezos) dominan el mundo y configuran un “orden internacional” a la medida de sus delirios, ordenando crímenes de lesa humanidad con plena impunidad. Todo ello bajo la coartada de ser jefes de Estado. Por eso Jesús de Nazaret respondió a Pilato: “«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero no, mi Reino no es de aquí”[v] y fue crucificado. ¿Seremos capaces de resucitar su espíritu y reconocernos como iguales en dignidad y fraternidad, más allá de fanatismos políticos nacionalistas, tecnológicos, económicos, étnicos y religiosos? Es mi deseo. Entonces recobraríamos el sentido de la Natividad y volvería a nacer nuestra común humanidad.

lunes, diciembre 16, 2024

ENTRE VICTORIAS POLÍTICAS ELECTORALES Y FRACASOS GUBERNAMENTALES

 

 

ENTRE VICTORIAS POLÍTICAS ELECTORALES Y FRACASOS GUBERNAMENTALES

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Un fracaso nunca se improvisa, un fracaso se construye”. Joan Fuster.

Hernando Llano Ángel.

Tal parece ser la constante en la vida política nacional e internacional. A las victorias políticas alcanzadas en las urnas siguen los fracasos gubernamentales provocados. Cada vez es más insondable la distancia entre lo dicho por el candidato en campaña y lo hecho por el gobernante en ejercicio. Así las cosas, lo primero que pierde el ganador al empezar a gobernar desde los aposentos estatales –que están muy lejos de ser el “poder”— es la confianza ciudadana. Luego pierde la credibilidad y por último hasta el respeto. Dilapida en cuestión de días o meses su capital político electoral. De candidato victorioso pasa a ser un gobernante vituperado y repudiado.  En ese trance están Emmanuel Macron en Francia, Olaf Scholz en Alemania y Gustavo Petro en Colombia, obviamente con diferencias y matices sustanciales.

Entonces el gobernante de turno comprueba, con dramatismo, que su gobernabilidad es devorada por el agujero negro de la incompetencia y/o la corrupción, que combinadas succionan todo e incluso amenazan con devorarlo a él mismo. Es lo que acaba de suceder en Francia, con la renuncia del primer ministro Michel Barnier, destituido por la Asamblea Nacional con 331 votos a favor de la moción de censura. Es lo que le va a suceder al canciller de Alemania, Olaf Scholz, cuando pierda la moción de confianza que votará el Bundestag el próximo 16 de diciembre. Y es lo que le está sucediendo al presidente Petro y el Pacto Histórico.

¿De crisis de gobernabilidad a crisis de legitimidad?

Con la enorme y grave diferencia de encontrarse Petro al frente de un régimen presidencial, cuyo período constitucional termina el 7 de agosto de 2026, lo que amenaza con convertir la actual crisis de gobernabilidad en una incontenible de ingobernabilidad e ilegitimidad, dada la avalancha de corrupción en la UNGRD. Una avalancha que ya arrastró al saliente ministro de Hacienda y Crédito Público, Ricardo Bonilla, al torrente de los desempleados.

Avalancha que agudiza el mismo presidente Petro, al nombrar como su asesor en la Casa de Nariño al inefable Armando Benedetti. Una decisión oficialmente más turbia que el ingreso clandestino del indeseable “Job”[i], por los sótanos de la “Casa de Nari”, durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. El ingreso de ambos personajes revela la descomposición cacocrática[ii] de sus respectivos gobiernos y las semejanzas entre los máximos líderes y antagonistas de la política colombiana, Uribe y Petro, al permitir la presencia en la Casa de Nariño de semejantes personajes. Armando Benedetti, moralmente decadente y Antonio López, alias Job[iii], un peligroso criminal, quien fuera asesor político de “don Berna” –Diego Fernando Murillo- cabeza de la oficina de sicarios de Envigado.

Es inadmisible que el “presidente del cambio” nombre como asesor a Benedetti con un salario de 21 millones de pesos mensuales, sin que conozcamos exactamente sus funciones, más allá de serle leal y pagarle sus servicios por los aportes en el caribe a su triunfante campaña presidencial.

¿Del “Golpe blando” al electoral del 2026?

Con semejante nombramiento, Petro configura el escenario del golpe electoral que se daría en las urnas en el 2026, donde probablemente gane una combinación mediática de la “belleza” con la “fuerza”. Tal parece ser la fórmula que círculos de la extrema derecha preparan con la figura de una supuesta “periodista, periodista”, para la presidencia, y el general (r) Zapateiro, vicepresidencia, con su grito de guerra victorioso: “Ajúa”[iv]. Entonces se cumpliría la sentencia del pensador pancatalán Joan Fuster[v]: “Un fracaso nunca se improvisa, un fracaso se construye, que debería tener presente el presidente Petro y el Pacto Histórico, dedicándose a recobrar la confianza y la credibilidad ciudadana en este escaso año y medio que les queda.

“Buenos Tiempos”

Si no lo hacen, entonces en el 2026 volverán a la Casa de Nariño y serán mayoría en el Congreso los mismos de siempre. Aquellos que, otro catalán, Joan Manuel Serrat, describió perfectamente en su canción “Buenos Tiempos[vi]: “Corren buenos tiempos, buenos tiempos para la bandada de los que se amoldan a todo con tal que no les falte de nada… Tiempos fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas… Tiempos fabulosos para plañideras, charlatanes visionarios y vírgenes milagreras… Corren buenos tiempos, buenos tiempos, preferentemente para los de toda la vida, para los mismos de siempre. Para los mismos de siempre. Siempre. Siempre”.

Esa canción en su álbum “Sombras de la China” de 1998, resume el reciente triunfo presidencial de Trump con Elon Musk. También describe nuestra actual y prematura campaña electoral por la presidencia en el 2026, pues ya tenemos más de una “plañidera” y varios “charlatanes visionarios”. Es más, la letra nos habla del presente y avizora lo que nos puede pasar desde el 2026 hasta el 2030: “Tiempos fabulosos, fabulosos para sacar tajada de desastres consentidos y catástrofes provocadas”, como la corrupción de la (UNGRD), convertida en Unidad Nacional Generadora de Riesgos y Desastres. Por eso estos tiempos no son de cambio y nos dejan petrificados en el actual régimen electofáctico,[vii] cuya esencia es la fusión de la gobernabilidad con el clientelismo y la criminalidad, que bien describió así Álvaro Gómez Hurtado (Q.E.P.D) en entrevista televisada con Julio Nieto Bernal[viii]: "el gobierno hace parte del régimen, pero del gobierno hace parte el Congreso, naturalmente, hacen parte los periódicos, los grupos económicos, ellos tienen sus vinculaciones visibles e invisibles, de manera que no hay lo que uno busca en la política, uno tiene una oferta, una propuesta, y eso si la propuesta es buena debe tener solidaridades, en cambio lo que nosotros estamos viendo aquí es que no se buscan las solidaridades por convencimiento sino que por interés, se buscan complicidades. Es un sistema de complicidades generales por eso es muy difícil hacer política”. Lo expresó quien conoció las intimidades del régimen y probablemente por eso fue víctima del mismo.

 

 

 

 

 

 

lunes, diciembre 09, 2024

JESÚS ABAD COLORADO, UN FOTÓGRAFO DE VERDAD

 

 

JESÚS ABAD COLORADO, UN FOTÓGRAFO DE VERDAD

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Hernando Llano Ángel.

Al disparar su cámara, Jesús Abad Colorado nunca elige al azar un objetivo. No fotografía la belleza sino la verdad, por más atroz que ella sea, sin lentes deformantes. Por eso siempre elige rostros, manos y cuerpos horadados por la violencia y el sufrimiento. Su mirada nunca es objetiva, está emocionalmente afectada y comprometida con el padecimiento de las víctimas y su agonía.

Sus fotografías no tienen objetivos, mucho menos, pretenden ser objetivas. Son radicalmente subjetivas, desgarradoras y verdaderas. Ellas llevan nuestras miradas más allá de las víctimas, de sus heridas insondables y sus cuerpos mutilados. Sus fotografías nos interpelan por cientos de miles de vidas destrozadas y sueños truncados. Su cámara, en un segundo, registra y realza la dignidad de hombres, mujeres, niños y niñas que en vida fueron condenados al olvido y solo son reconocidos en el momento de su atroz muerte. La mayoría, campesinos que durante sus vidas honraron, cuidaron y cultivaron la tierra, la amaron, y de manera injusta y arbitraria fueron sepultados y hasta desaparecidos en sus oscuras entrañas, donde miles aún permanecen anónimos en fosas comunes por encontrar y desenterrar.

Así, Jesús Abad, conjura su ausencia definitiva y los resucita a este mundo. Sus vidas quedan inmortalizadas y grabadas en la recamara de la memoria colectiva. Por eso es un fotógrafo y periodista de verdad. Siempre anda armado con su cámara, con ella apunta y dispara e impide así que los proyectiles de los victimarios asesinen también la memoria de sus víctimas. Su cámara es un dispositivo de la historia, nos narra con la fuerza irrebatible de las imágenes las identidades y responsabilidades de los victimarios, pero también retrata sin concesiones nuestra indolencia e insensibilidad frente a lo sucedido.

Los múltiples rostros de la verdad

Sin duda, los testimonios de sus incontables y dolorosas imágenes nos permiten comprender y ver la verdad contenida en esta paradójica reflexión de Kafka: “Es difícil decir la verdad; porque si bien es cierto que solo es una, también es cierto que es algo vivo y, por tanto, tiene un rostro vivo y cambiante”. Esos cientos de rostros, fue lo que nos reveló en su discurso Jesús Abad Colorado, al recibir el Gran premio a la Vida y Obra de un periodista en la clausura de los premios Simón Bolívar de Periodismo 2024[i] y narrarnos con sus fotografías el intrincado laberinto de violencias en que vivimos y miles mueren atrapados.

Porque no es cierto, en nuestra compleja realidad social y política, que una imagen valga más que mil palabras. Todas esas imágenes están inscritas y son consecuencia de una oscura trama de intereses y conflictos que apenas estamos vislumbrando, gracias a rigurosas investigaciones realizadas en los últimos años por el Centro Nacional de Memoria Histórica[ii] y el Informe final de la Comisión para el esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición.

Para conocer esas terribles verdades y sus responsables, por acción u omisión, hay que ver el documental “No hubo tiempo para la tristeza[iii], en donde aparecen numerosas fotografías de Jesús Abad Colorado, y consultar el portal de la Comisión de la Verdad y su informe final “Hay futuro, si hay verdad”[iv]. Gracias a ellos y la incansable reportería gráfica de Jesús Abad, sabemos que la verdad “tiene un rostro vivo y cambiante”, que no es otro que el de las víctimas y sus victimarios. Un rostro tan vivo y mutante que en ocasiones es intercambiable e indescifrable, pues las víctimas de ayer se convierten en victimarios mañana, formando así una maraña de terror y venganzas interminables, que todavía no cesa y muchos pretenden prolongar indefinidamente en nombre de la justicia.

Más allá de las víctimas y los victimarios

Lo más cruel y paradójico es que el mayor número de víctimas haya sido y sigan siendo los campesinos, las comunidades indígenas y negras, convertidas por todos los actores armados, desde los legales e institucionales hasta los ilegales, insurgentes y paramilitares, en carne de cañón y en masa de maniobra de sus mortíferas estrategias militares. Es lo que está sucediendo hoy en El Plateado, en Chocó, en Arauca, Putumayo, en el norte del Cauca, en Antioquia, para solo referir los territorios y las poblaciones más victimizadas.

Ayer, esos campesinos para sobrevivir al asedio del Ejército Nacional en Marquetalia, se convirtieron en guerrilleros y luego, obnubilados por sus victorias y delirios de poder, se ensañaron contra otros campesinos en su disputa territorial contra el ejército y los paramilitares. Luego, para el sostenimiento de sus filas, se transformaron en liberticidas e hicieron del secuestro una industria. Ahora son narcodependientes, traficantes y cancerberos de economías ilegales, que desafían y sepultan las esperanzas de la “Paz Total”.

Y, en medio de ese degradado entramado criminal, otros muchos campesinos, también para sobrevivir o cobrar venganza, se vistieron de paramilitares. Hasta llegar al extremo gubernamental de que otros campesinos, portando el uniforme del Ejército Nacional, en cumplimiento de órdenes y supuestas políticas de “seguridad democrática”, como la Directiva 029 de 2005[v], asesinaran a miles de jóvenes campesinos y citadinos, disfrazándolos de guerrilleros y sepultándolos como “falsos positivos”[vi].

Pero lo más inaudito es que todos los anteriores victimarios revistan sus crímenes con narrativas inverosímiles como la defensa de la democracia, la justicia social, la revolución y hasta la soberanía nacional. Narrativas que Jesús Abad Colorado con el valor, la sensibilidad, la fidelidad de sus lentes y la contundencia de sus fotografías, desnuda y deshace por completo, revelándonos verdades que no se pueden seguir ocultando con las lentes deformantes de instituciones, intereses y privilegios al servicio de los victimarios, amparados en sus coartas criminales, sean ellas supuestamente democráticas, revolucionarias y hasta populares.

La vida y obra periodística de Jesús Abad Colorado nos ha revelado esa terrible verdad en cientos de fotografías, confrontándonos con los rostros de miles de víctimas y los de unos cuantos victimarios, que todavía cínicamente evaden sus responsabilidades históricas gracias a la complacencia de millones de ciudadanos que los admiran y de un poderoso corifeo de medios periodísticos que los adulan, excusan y hasta llaman “salvadores de la patria”. Solo cabe esperar que la JEP no sea inferior al único desafío histórico que quizá pueda cumplir: contarnos todas las verdades, identificar a sus principales responsables y sancionarlos simbólicamente, pues no hay penas para el tamaño, número y gravedad de sus execrables crímenes. Muchos menos para reparar a sus innumerables víctimas, su desaparición irreversible y el dolor inconsolable de sus descendientes.