MÁS ALLÁ DEL CONSEJO
NACIONAL ELECTORAL
https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/en-el-plateado-esta-el-dorado1/
“Deme
usted una ley, y yo hago diabluras. Pero sin una ley…”.
Francisco de Paula
Santander.
Hernando Llano Ángel.
La
investigación que el Consejo Nacional Electoral (CNE)[i] ha iniciado por la
presunta violación de los topes de financiación de la campaña presidencial de
Gustavo Petro contra todos sus directivos y, en particular, contra el candidato
ganador por su rol protagónico, es mucho más que un asunto administrativo. Es
un asunto de poder político. Y como tal pretende ser una formulación de cargos contra
el presidente de la república para compulsar copias a la Comisión de
Acusaciones e iniciar así una investigación con un fin político evidente, la
pérdida de su investidura, según lo estipulado en el artículo 109[ii] de la Constitución, si se
demuestra la violación de dichos topes legales. Como sucede en todos los casos
en los que está en juego el poder, el derecho aquí no es más que un comodín que
utilizan los principales jugadores para ganar la partida. Así acontece en todas
las latitudes, independientemente del carácter del régimen, sea democrático o
autoritario. Basta mirar las maniobras legales de Maduro para asegurar su
fraudulento triunfo, recurriendo a todas las instancias del poder electoral y
judicial bajo su control. También su utilización de la ley y el poder judicial
como un ariete contra sus opositores, inhabilitando a María Corina Machado como
candidata presidencial. Por eso la oposición venezolana no se desgasta incoando
recursos legales y procedimentales contra un aparato estatal totalmente
controlado por la autocracia cacocrática[iii] de Maduro y su
inconmensurable red de cómplices y vasallos consentidos. Vasallos y cómplices
que han consolidado la llamada “boliburguesía”, cuya existencia e impunidad
está simbióticamente fusionada con el control del Estado. De allí la dificultad
e imposibilidad de una transición democrática, pues lo que está en juego es la
misma libertad y prosperidad de quienes hoy usurpan el Estado en Venezuela.
Del Espíritu de las
Leyes contra la Justicia y la Vida.
En
nuestro caso, el asunto es similar, solo que sucede de una forma más sutil,
sofisticada y hasta cruel desde la noche de los tiempos, bajo la coartada del
espíritu de las leyes atribuido a Francisco de Paula Santander. A tal punto que,
en nombre de las leyes y la estabilidad de las instituciones –según lo asumió
el mismo presidente Belisario Betancur tras la toma del Palacio de Justicia[iv]-- fue derruida la famosa
sentencia de Santander grabada en el frontispicio del Palacio de Justicia: “Colombianos, las armas os han dado la
independencia, las leyes os darán la libertad”. El presidente Betancur
invocó dichas leyes para no ordenar un cese del fuego y así condenó a morir más
de 100 personas, entre ellas el presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Alfonso Reyes Echandía, junto a 10 magistrados más[v]. Y, todavía con mayor cinismo,
el entonces coronel Alfonso Plazas Vega respondió a los periodistas que con sus
tanques: “Estaba manteniendo la democracia, maestro...pues nadie iba a atentar contra la independencia de la rama
jurisdiccional”[vi].
Poco le importó al oficial que el Palacio de Justicia ardiera y quedara
reducido a escombros para reclamar victoria. Menos que fuera decapitada la rama
judicial, perpetrando la fuerza pública crímenes de lesa humanidad, como las 11
personas desaparecidas[vii] y las numerosas
ejecuciones extrajudiciales, siendo la del magistrado auxiliar del Consejo de
Estado, Carlos Horacio Urán Rojas[viii], la más impune e
indignante. Sin olvidar la cruel ironía y terrorífica paradoja de llamar el
M-19 a su delirante acción: “Operación Antonio Nariño, por los Derechos
del Hombre”[ix]. Quizá por ello, Santander le respondió a
Bolívar, cuando éste le demandaba armas y hombres para proseguir su campaña
libertadora del Sur: “Deme usted una ley, y yo hago
diabluras. Pero sin una ley…”, Santander no estaba dispuesto a
enviarle refuerzos.
Sin
duda, esa tradición de blandir la ley para obtener réditos militares y ahora
políticos, es la que mantiene viva y retoma el Consejo Nacional Electoral,
avalado por el Consejo de Estado, al desconocer el fuero presidencial integral
que ampara a Gustavo Petro en ejercicio de su cargo. Según lo señala el
exmagistrado de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández en su cuenta X:
“El fuero constitucional cobija al
presidente de la República durante su período implica la exclusividad del Congreso para investigarlo, juzgarlo,
condenarlo o absolverlo. Si otra
entidad asume esa competencia, viola la Constitución y vulnera el derecho al
debido proceso”. Así lo asegura también el exministro de justicia Yezid
Reyes con el propósito de “evitar que la
voluntad popular manifestada en la elección de un presidente pudiera ser fácilmente desconocida por
autoridades administrativas o judiciales”[x].
Confrontación
política-electoral Vs Acuerdo Nacional
Ante
semejante escenario, el presidente Petro ha optado por responder desde la
lógica del poder político y renunciar a la estrategia de la defensa legal pues,
como lo expresó su abogado Héctor Carvajal, “no
voy a presentar descargos porque no puedo atender sus requerimientos. Si digo que no tienen competencia, no
puedo actuar en su proceso”[xi]. Así las cosas, pasamos
de los estrados administrativos del CNE a la arena política en las calles y las
plazas, corriendo el riesgo de que el poder ejecutivo exalte una soberanía
popular que desprecie los límites constitucionales y entremos en una deriva
plebiscitaria, aupada por el verbo encendido y el carisma popular del
presidente Petro, quien ya se vislumbra actuando en el escenario alucinante del
Poder y no desde la Presidencia, como debe hacerlo. Un escenario que lo
llevaría a descuidar, con grave riesgo, sus responsabilidades constitucionales
como jefe de Estado, que reclama con tanto derecho y ahínco ante el CNE, para
asumir el rol de un caudillo agitador en defensa del poder popular. Claro que
dicha deriva agitacional también depende de la contraparte, en particular de
una oposición visceral como la de la senadora María Fernanda Cabal, quien ya “ha radicado comunicación ante la Cámara de Representantes de los Estados
Unidos, dirigida al Comité de Asuntos Exteriores, para alertar sobre la
grave situación que enfrenta Colombia bajo el gobierno de Gustavo Petro que ha
decidido atacar la institucionalidad”. Con posturas tan antagónicas e
irreconciliables, que incluso apelan a un supuesto tutelaje norteamericano,
difícilmente se podrá avanzar en un Acuerdo Nacional[xii] y menos alcanzarlo por
las vías de la constitucionalidad y la gobernabilidad democrática.
¿Cuál Acuerdo
Nacional?
Los
cinco puntos propuestos por el ministro del interior, Juan Fernando Cristo, buscan
ser el punto de partida para retomar la gobernabilidad democrática, superando
la actual pugnacidad antidemocrática en que están trabados los sectores más
radicalizados del gobierno y la oposición. Por ahora ese punto de partida parece
demasiado incierto, pues el País Político de extrema derecha ha jugado la carta
de bloquear e impedir el avance de los proyectos reformistas del Pacto
Histórico para arrastrarlo al fracaso, exacerbando la frustración social, agravada
por su baja capacidad de gestión pública y recientes escándalos de corrupción.
Esa estrategia es la de un golpe de opinión prolongado que le permitirá a esa
oposición visceral, probablemente, volver en el 2026 a la Casa de Nariño,
supuestamente para salvar la democracia en nombre del Estado de derecho y la
estabilidad institucional. Una democracia, un Estado de derecho y una
estabilidad de la que históricamente son responsables y cuyas ejecutorias más vergonzosas
son las siguientes escabrosas cifras del Informe Final de la Comisión de la
Verdad: “450.664 homicidios. Esa cifra abarca personas que perdieron la vida
a causa del conflicto armado entre 1985
y 2018 y se advierte que, si se tiene en cuenta el subregistro, el universo podría ser de 800.000 víctimas.
La década con más víctimas: entre 1995 y
2004, hubo aproximadamente el 45 por ciento de las víctimas (202.293 víctimas)[xiii]. Un Estado de Derecho
que ha sido condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 48
ocasiones[xiv],
entre ellas por el exterminio de la Unión Patriótica[xv] con cerca de 6000
miembros y simpatizantes asesinados, superando incluso a la dictatorial Venezuela
que ha sido condenada en 34 casos, sin incurrir en los extremos aniquiladores
de nuestro “democrático estado de derecho”. Por todo ello, es pertinente
preguntar: ¿De cuál democracia y Estado de derecho nos hablan los responsables
de semejante catástrofe humanitaria? ¿Continuaremos en el 2026 votando por
ellos en las urnas, manipulados por el miedo y engañados por demagogos,
mientras continúan creciendo las tumbas, la exclusión social y el hambre en
nombre de esta letal “democracia” y criminal “Estado de derecho”?
[i] https://cnnespanol.cnn.com/2024/10/08/consejo-electoral-colombia-investigacion-cargos-petro-orix/
[vi]https://co.video.search.yahoo.com/search/video?fr=mcafee&p=plazas+vega+y+toma+del+palacio+de+justicia&type=E210CO1490G0#id=3&vid=b1edd3ce5635f99a952eeb62557b365b&action=click
[vii] https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/los-desaparecidos-del-palacio-de-justicia-que-aun-no-han-sido-encontrados-431060
[xi] https://www.elespectador.com/judicial/el-presidente-gustavo-petro-no-se-va-a-defender-de-la-investigacion-del-cne/?utm_source=onesignal&utm_medium=push&utm_campaign=judicial&utm_content=todos
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