DEMOCRACIA, BIODIVERSIDAD Y PEGASUS
https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/democracia-biodiversidad-y-pegasus/
Hernando Llano Ángel.
La democracia pretende ser la
biodiversidad de la política, pues parte de reconocer que sin el respeto y la
promoción de la pluralidad de intereses, valores e identidades no es posible la
vida social, mucho menos la paz política. Si la consigna distintiva de la COP16[i]
es “Paz
con la naturaleza”, la de la democracia sería “Paz con la diversidad política”.
La guerra es todo lo contrario. Su objetivo es la eliminación o sometimiento de
esa diversidad, del Otro, al considerarlo como una amenaza para la propia existencia
porque sus intereses, valores e identidades expresan otras formas de sentir,
valorar y vivir que lo hacen irreductiblemente distinto, diríamos
bioculturalmente diverso. Obviamente esa diversidad política no es natural, es
producto de la historia y la cultura, cruzadas por las ansias de dominación y
también de liberación de los pueblos por el control de sus riquezas terrenales
y sus destinos vitales. De allí que no se trate tanto de una diversidad
natural, valga la redundancia, biodiversa, sino de una pluralidad cultural,
étnica y política, que es el terreno en donde nace y crece la frágil y
polícroma planta de la democracia, siempre amenazada por las desigualdades, la
violencia y las guerras.
Guerras predadoras y ecocidas
En últimas, toda guerra entre
naciones y pueblos tiene como trasfondo el pillaje y el control de la
biodiversidad, la mayoría de las veces revestida de una densa e indescifrable hojarasca
de motivos. Motivos que van desde los más sagrados e históricos --como ladina y
mentirosamente pretende hacerlo ver el sionismo contra el pueblo palestino--
pasando por los sublimes de la libertad y la dignidad humana –durante la
“guerra fría”- hasta los más ruines y mezquinos de la gloria personal y el
enriquecimiento criminal de sus comandantes y mercenarios en nombre de la Seguridad
Mundial y la misma Democracia –OTAN Vs RUSIA—en la disputa por Ucrania. Así se va
formando una simbiosis inextricable y a veces indescifrable entre biodiversidad
y biopolítica, que es el actual nudo gordiano en que nos encontramos como
humanidad y nación, involucrados en la absurda “guerra contra las drogas”. Un
nudo que es también corredizo y puede ahorcarnos, si la política en su
dimensión demiúrgica, planetaria y doméstica no es capaz de proteger y
sustentar la biodiversidad, entre ellas la de MAMACOCA[ii],
hoy amenazada por mercaderes, mercenarios y burócratas maniqueos con licencias
de estadistas.
¿Política demiúrgica o mefistofélica?
Por eso lo que hoy está en riesgo
es mucho más que la vida misma en su dimensión puramente biológica. Lo que está
agonizando y corre riesgo de extinción es la vida política en su esencia
demiúrgica y civilizadora por haberse degradado y convertido en un poder
mefistofélico y devastador, al servicio de plutócratas y del mercado. Lo más
paradójico es que tal metamorfosis letal de la política haya ocurrido en nombre
de la democracia liberal y en defensa de los intereses más depredadores de la
biodiversidad y la humanidad. Los intereses de las industrias militar, fósil y
bursátil, como protagonistas del modelo capitalista neoliberal y su
omnipresente mercado que exacerba nuestro insaciable e insociable apetito
devorador de la Pachamama[iii]
por alcanzar una momentánea y fugaz felicidad. Una felicidad que cada día
disfrutan minorías más soberbias e indolentes, pues el 1% más rico acumula el
63% de la riqueza desde 2020, según informe de OXFAM[iv].
Minorías que condenan a las mayorías a la exclusión y las arrojan en manos de
líderes políticos prestidigitadores que les prometen su redención y salvación
si votan por ellos y depositan sus esperanzas en las urnas, convertidas así en
auténticas cajas de Pandora. Cajas de las que luego escapan esas esperanzas y
se expresan furiosamente en estallidos sociales, violencia anómica
incontrolable y caravanas de migrantes que mueren en travesías infernales. De
esta forma, casi imperceptible, en nombre de esa “democracia liberal” cuya
esencia es una mercadocracia plutocrática, cada día ganan más elecciones en
Europa líderes de ultraderecha xenofóbicos, como sucede en Austria, Alemania y
España. En nuestro continente surgen outsiders delirantes como Javier Milei en
Argentina, Bukele en El Salvador y Maduro en Venezuela, para quienes no hay
salvación de la humanidad por fuera de la idolatría a sus mandatos y de las sociedades
carcelarias que auspician y presiden. Por eso no es casualidad que para todos
ellos no exista la crisis de la democracia, menos la climática y sean
entusiastas defensores de las elecciones, siempre y cuando los favorezcan, de
las energías fósiles, la industria militar y la mano dura, cuyo máximo
exponente es Donald Trump, respaldado por el ególatra Elon Musk y su
“inteligencia artificial”, para quien la tierra no es más que un megamercado
inagotable de su ambición, que ya se expande y aspira a conquistar el universo.
¿Será que la tierra ya no es suficiente para satisfacer el tamaño de su codicia
narcisista? Nos corresponde, entonces, como ciudadanía planetaria asumir un
doble desafío existencial y épico. Primero, rescatar a la democracia de las
manos de las plutocracias depredadoras y, segundo, liberar la política de ese
poder mefistofélico para restituirle su dimensión demiúrgica, creadora y
reguladora de la vida social, para la conservación de la biodiversidad
planetaria. ¿Será ese el principal mensaje y legado de la COP16[v]
para hacer realidad “La paz con la naturaleza”? Y ¿Seremos
capaces de forjar como colombianos una democracia que promueva “La
paz con la diversidad política y ecológica”? Todo parece indicar que
nos queda el último cuarto de hora para ello y que este “gobierno del cambio”
no tiene otra alternativa que enfrentar ambos desafíos, si de verdad quiere
estar a la altura de sus consignas rectoras: “Colombia, potencia mundial de la
Vida” y la “Paz Total”.
¿De cuál democracia me hablas?
Tremendo desafío, pues enfrenta
una oposición visceral que aún vive en la época feudal. Al extremo que es
incapaz de reconocer al campesinado su ciudadanía plena, votando en el Congreso[vi]
contra su derecho a tener un contrato agropecuario, legal y formal, como lo
establecía “el artículo 32, que creaba el “jornal agropecuario”, una modalidad
de pago diario con salario y prestaciones”. También fue excluido el artículo
33, que establecía condiciones mínimas de vivienda para trabajadores rurales.
Y, lo más insólito, por no decir inverosímil, es que lo hagan en defensa de la “democracia
y la seguridad jurídica”, supuestamente para evitar la pérdida de sus
empleos actuales, como lo argumentan varios congresistas del Centro
Democrático. En otras palabras, hay que defender este Statu Quo, propio de
siervos de la gleba, que niega la ciudadanía al campesinado, ese “derecho
a tener derechos”, para que puedan seguir viviendo agradecidos a la
generosidad de sus patrones, que magnánimamente les permiten trabajar en sus haciendas.
En verdad, esos congresistas son totalmente coherentes con la reforma laboral
de su “presidente eterno”, que recortó a los trabajadores derechos como la
remuneración de horas nocturnas, horas extras y días de fiesta, para
supuestamente generar más empleo, reactivación económica y justicia social. Esa
es la democracia y el Estado de derecho que les da miedo perder, la “Democracia
de Señores”, si se aprueban las reformas sociales presentadas por el Pacto
Histórico. Reformas que descalifican como izquierdistas, populistas e
irrealizables, e incluso hasta agitan el fantasma del socialismo porque está
realizando a paso lento una reforma rural integral, comprando a los
latifundistas sus predios a precio de mercado. Por eso, tiene sentido
parafrasear la famosa respuesta del expresidente Duque a un periodista y
preguntarle ahora ¿De cuál democracia me
hablas? Y complementarla con otra que él elude, pero que ya empieza a
arrojar algunas respuestas policivas[vii],
más propias de un Estado cacocrático y criminal que de uno de derecho que
pregonaba por el mundo entero con su estribillo de “paz con legalidad”. ¿Será
que Pegasus[viii]
es mucho más real que el Unicornio de Silvio Rodríguez? Y, en tal caso ¿En dónde se ha perdido? ¿En qué manos estará? Por lo pronto, me
atrevo a responder la primera pregunta, diciendo que no hay democracia donde
millones de campesinos carecen de derechos sociales, además de haber sido
despojados de sus terruños y desplazados como parías por toda Colombia, sin
reconocerles el derecho civil a su posesión y propiedad, es decir, sin la más
mínima garantía de seguridad jurídica y derecho a la Justicia. Pero para
algunos, incluso renombrados juristas y académicos, la anterior es una
respuesta disparatada, pues confunde la democracia descriptiva, la que
realmente existe, con la prescriptiva e ideal, aquella que prescribió desde
finales del siglo XVIII “IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD” en la declaración de
los Derechos del Hombre y el Ciudadano, por cuya vigencia han muerto millones y
todavía siguen muriendo muchos más sin conocerla y vivirla. Pero, justamente,
esa es la democracia que pregona nuestra nominal y parcialmente vigente
Constitución de 1991. Por lo pronto, la respuesta sobre PEGASUS habrá que
dejarla a la FISCALÍA[ix],
como es lo propio en todo Estado de derecho, respetuoso de la sacrosanta
presunción de inocencia. A propósito,
PEGASO[x],
el caballo alado de Zeus, con su par de poderosas alas era casi inalcanzable, ¿Será
posible que nuestra vendada y lisiada justicia lo alcance?
[i]https://co.video.search.yahoo.com/search/video?fr=mcafee&p=la+cop16+cali&type=E210CO1490G0#id=1&vid=828c9f44096b2e86e239b9bbc5bd382f&action=click
[vi] https://caracol.com.co/2024/10/17/reforma-laboral-articulos-aprobados-eliminados-y-fechas-claves-a-tener-en-cuenta/
[vii] https://elpais.com/america-colombia/2024-10-22/petro-entrega-nuevos-detalles-de-la-supuesta-compra-del-software-espia-pegasus-y-acusa-a-un-directivo-de-la-empresa-duena-del-programa-de-lavar-activos.html