jueves, octubre 24, 2024

DEMOCRACIA, BIODIVERSIDAD Y PEGASUS

 

 

DEMOCRACIA, BIODIVERSIDAD Y PEGASUS

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/democracia-biodiversidad-y-pegasus/

Hernando Llano Ángel.

La democracia pretende ser la biodiversidad de la política, pues parte de reconocer que sin el respeto y la promoción de la pluralidad de intereses, valores e identidades no es posible la vida social, mucho menos la paz política. Si la consigna distintiva de la COP16[i] es “Paz con la naturaleza”, la de la democracia sería “Paz con la diversidad política”. La guerra es todo lo contrario. Su objetivo es la eliminación o sometimiento de esa diversidad, del Otro, al considerarlo como una amenaza para la propia existencia porque sus intereses, valores e identidades expresan otras formas de sentir, valorar y vivir que lo hacen irreductiblemente distinto, diríamos bioculturalmente diverso. Obviamente esa diversidad política no es natural, es producto de la historia y la cultura, cruzadas por las ansias de dominación y también de liberación de los pueblos por el control de sus riquezas terrenales y sus destinos vitales. De allí que no se trate tanto de una diversidad natural, valga la redundancia, biodiversa, sino de una pluralidad cultural, étnica y política, que es el terreno en donde nace y crece la frágil y polícroma planta de la democracia, siempre amenazada por las desigualdades, la violencia y las guerras.

Guerras predadoras y ecocidas

En últimas, toda guerra entre naciones y pueblos tiene como trasfondo el pillaje y el control de la biodiversidad, la mayoría de las veces revestida de una densa e indescifrable hojarasca de motivos. Motivos que van desde los más sagrados e históricos --como ladina y mentirosamente pretende hacerlo ver el sionismo contra el pueblo palestino-- pasando por los sublimes de la libertad y la dignidad humana –durante la “guerra fría”- hasta los más ruines y mezquinos de la gloria personal y el enriquecimiento criminal de sus comandantes y mercenarios en nombre de la Seguridad Mundial y la misma Democracia –OTAN Vs RUSIA—en la disputa por Ucrania. Así se va formando una simbiosis inextricable y a veces indescifrable entre biodiversidad y biopolítica, que es el actual nudo gordiano en que nos encontramos como humanidad y nación, involucrados en la absurda “guerra contra las drogas”. Un nudo que es también corredizo y puede ahorcarnos, si la política en su dimensión demiúrgica, planetaria y doméstica no es capaz de proteger y sustentar la biodiversidad, entre ellas la de MAMACOCA[ii], hoy amenazada por mercaderes, mercenarios y burócratas maniqueos con licencias de estadistas.

¿Política demiúrgica o mefistofélica?

Por eso lo que hoy está en riesgo es mucho más que la vida misma en su dimensión puramente biológica. Lo que está agonizando y corre riesgo de extinción es la vida política en su esencia demiúrgica y civilizadora por haberse degradado y convertido en un poder mefistofélico y devastador, al servicio de plutócratas y del mercado. Lo más paradójico es que tal metamorfosis letal de la política haya ocurrido en nombre de la democracia liberal y en defensa de los intereses más depredadores de la biodiversidad y la humanidad. Los intereses de las industrias militar, fósil y bursátil, como protagonistas del modelo capitalista neoliberal y su omnipresente mercado que exacerba nuestro insaciable e insociable apetito devorador de la Pachamama[iii] por alcanzar una momentánea y fugaz felicidad. Una felicidad que cada día disfrutan minorías más soberbias e indolentes, pues el 1% más rico acumula el 63% de la riqueza desde 2020, según informe de OXFAM[iv]. Minorías que condenan a las mayorías a la exclusión y las arrojan en manos de líderes políticos prestidigitadores que les prometen su redención y salvación si votan por ellos y depositan sus esperanzas en las urnas, convertidas así en auténticas cajas de Pandora. Cajas de las que luego escapan esas esperanzas y se expresan furiosamente en estallidos sociales, violencia anómica incontrolable y caravanas de migrantes que mueren en travesías infernales. De esta forma, casi imperceptible, en nombre de esa “democracia liberal” cuya esencia es una mercadocracia plutocrática, cada día ganan más elecciones en Europa líderes de ultraderecha xenofóbicos, como sucede en Austria, Alemania y España. En nuestro continente surgen outsiders delirantes como Javier Milei en Argentina, Bukele en El Salvador y Maduro en Venezuela, para quienes no hay salvación de la humanidad por fuera de la idolatría a sus mandatos y de las sociedades carcelarias que auspician y presiden. Por eso no es casualidad que para todos ellos no exista la crisis de la democracia, menos la climática y sean entusiastas defensores de las elecciones, siempre y cuando los favorezcan, de las energías fósiles, la industria militar y la mano dura, cuyo máximo exponente es Donald Trump, respaldado por el ególatra Elon Musk y su “inteligencia artificial”, para quien la tierra no es más que un megamercado inagotable de su ambición, que ya se expande y aspira a conquistar el universo. ¿Será que la tierra ya no es suficiente para satisfacer el tamaño de su codicia narcisista? Nos corresponde, entonces, como ciudadanía planetaria asumir un doble desafío existencial y épico. Primero, rescatar a la democracia de las manos de las plutocracias depredadoras y, segundo, liberar la política de ese poder mefistofélico para restituirle su dimensión demiúrgica, creadora y reguladora de la vida social, para la conservación de la biodiversidad planetaria. ¿Será ese el principal mensaje y legado de la COP16[v] para hacer realidad “La paz con la naturaleza”? Y ¿Seremos capaces de forjar como colombianos una democracia que promueva La paz con la diversidad política y ecológica”? Todo parece indicar que nos queda el último cuarto de hora para ello y que este “gobierno del cambio” no tiene otra alternativa que enfrentar ambos desafíos, si de verdad quiere estar a la altura de sus consignas rectoras: “Colombia, potencia mundial de la Vida” y la “Paz Total”.

¿De cuál democracia me hablas?

Tremendo desafío, pues enfrenta una oposición visceral que aún vive en la época feudal. Al extremo que es incapaz de reconocer al campesinado su ciudadanía plena, votando en el Congreso[vi] contra su derecho a tener un contrato agropecuario, legal y formal, como lo establecía “el artículo 32, que creaba el “jornal agropecuario”, una modalidad de pago diario con salario y prestaciones”. También fue excluido el artículo 33, que establecía condiciones mínimas de vivienda para trabajadores rurales. Y, lo más insólito, por no decir inverosímil, es que lo hagan en defensa de la “democracia y la seguridad jurídica”, supuestamente para evitar la pérdida de sus empleos actuales, como lo argumentan varios congresistas del Centro Democrático. En otras palabras, hay que defender este Statu Quo, propio de siervos de la gleba, que niega la ciudadanía al campesinado, ese “derecho a tener derechos”, para que puedan seguir viviendo agradecidos a la generosidad de sus patrones, que magnánimamente les permiten trabajar en sus haciendas. En verdad, esos congresistas son totalmente coherentes con la reforma laboral de su “presidente eterno”, que recortó a los trabajadores derechos como la remuneración de horas nocturnas, horas extras y días de fiesta, para supuestamente generar más empleo, reactivación económica y justicia social. Esa es la democracia y el Estado de derecho que les da miedo perder, la “Democracia de Señores”, si se aprueban las reformas sociales presentadas por el Pacto Histórico. Reformas que descalifican como izquierdistas, populistas e irrealizables, e incluso hasta agitan el fantasma del socialismo porque está realizando a paso lento una reforma rural integral, comprando a los latifundistas sus predios a precio de mercado. Por eso, tiene sentido parafrasear la famosa respuesta del expresidente Duque a un periodista y preguntarle ahora ¿De cuál democracia me hablas? Y complementarla con otra que él elude, pero que ya empieza a arrojar algunas respuestas policivas[vii], más propias de un Estado cacocrático y criminal que de uno de derecho que pregonaba por el mundo entero con su estribillo de “paz con legalidad”. ¿Será que Pegasus[viii] es mucho más real que el Unicornio de Silvio Rodríguez? Y, en tal caso ¿En dónde se ha perdido? ¿En qué manos estará? Por lo pronto, me atrevo a responder la primera pregunta, diciendo que no hay democracia donde millones de campesinos carecen de derechos sociales, además de haber sido despojados de sus terruños y desplazados como parías por toda Colombia, sin reconocerles el derecho civil a su posesión y propiedad, es decir, sin la más mínima garantía de seguridad jurídica y derecho a la Justicia. Pero para algunos, incluso renombrados juristas y académicos, la anterior es una respuesta disparatada, pues confunde la democracia descriptiva, la que realmente existe, con la prescriptiva e ideal, aquella que prescribió desde finales del siglo XVIII “IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD” en la declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, por cuya vigencia han muerto millones y todavía siguen muriendo muchos más sin conocerla y vivirla. Pero, justamente, esa es la democracia que pregona nuestra nominal y parcialmente vigente Constitución de 1991. Por lo pronto, la respuesta sobre PEGASUS habrá que dejarla a la FISCALÍA[ix], como es lo propio en todo Estado de derecho, respetuoso de la sacrosanta presunción de inocencia.  A propósito, PEGASO[x], el caballo alado de Zeus, con su par de poderosas alas era casi inalcanzable, ¿Será posible que nuestra vendada y lisiada justicia lo alcance?

 

 

 

 

 



viernes, octubre 18, 2024

EN EL PLATEADO ESTÁ "EL DORADO".

 

 

EN EL PLATEADO ESTÁ “EL DORADO”

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/en-el-plateado-esta-el-dorado1/

Hernando Llano Ángel.

La coca es un modus vivendi para El Plateado[i] pero también su modus moriendi. Se trata del oro verde de las hojas de Coca, El Dorado, que si bien es cierto cada día está más depreciado, todavía es muy disputado por diversos actores armados ilegales. Todo ello por ser absurdamente considerada “la mata que mata”. Claro, en las mentes maniqueas y recortadas de los prohibicionistas y de los partidarios de la “guerra contra las drogas”, que ignoran las maravillosas propiedades biológicas[ii] de la hoja de coca. Mentes que han llegado al extremo de criminalizar esa milenaria planta --¡como si la naturaleza fuera ilegal! -- en beneficio de mercaderes de la ambición y la muerte. Porque es el prohibicionismo y su correlato, la interminable y fracasada “guerra contra las drogas”, quienes engendran las numerosas organizaciones criminales que dependen de la hoja de coca y su transformación en cocaína para su supervivencia, logística criminal y el avituallamiento de sus tropas, en alianza con codiciosos mercaderes internacionales y no pocos corruptos y ambiciosos miembros de la Fuerza Pública. Sin olvidar la narco-adicción de las campañas políticas al menos desde 1982 con sus innumerables y honestos candidatos, como incluso lo reconoció el entonces candidato presidencial Alfonso López Michelsen. Por eso el corregimiento El Plateado, en el municipio de Argelia, Departamento del Cauca, no es solo un enclave de economía ilícita, sino una forma precaria de vivir y casi segura de morir para miles de campesinos, ahora atrapados en medio del fuego cruzado de esa absurda guerra, que los desplazará una vez más como parias por el territorio nacional. Pero podría ser todo lo contrario. Especialmente para las familias campesinas que apenas sobreviven en semejante infierno. Más aún, para este gobierno, cuya consigna central ¡Colombia, potencia mundial de la Vida!  y la COP16: ¡Paz con la Naturaleza! demandan una defensa especial de la biodiversidad amenazada y exterminada por la ambición depredadora de las economías ilegales. Para abordar este complejo problema, se desarrollará el panel “Diferentes miradas sobre las economías ilícitas en Colombia”, que tendrá lugar en el marco de la COP16 en la ciudad de Cali, el martes 29 de octubre, entre la 1:30 y las 3:00 p.m. en UNICOC, Cl. 13 Norte #3N-13, Auditorio Dr. Jorge Arango Tamayo, con la participación especial de Esneyder Gómez, líder indígena Nasa; Frank Pearl, presidente de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas; Paloma Valencia, senadora del Centro Democrático; y Mauricio Cabrera, viceministro de Políticas y Normalización Ambiental, Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Para intentar conjurar la gravedad de la crisis en El Plateado, que demanda mucho más que el combate de la Fuerza Pública contra los diversos actores armados ilegales y la presencia efímera de varios ministros, va esta propuesta quijotesca encaminada a convertir la “mata que mata” en una planta que dé vida y prosperidad, con el acompañamiento permanente de diversas instituciones del Estado y de la mano con las familias campesinas cocaleras. Su viabilidad depende de la acertada combinación de un prudente sortilegio con la poderosa alquimia de la política gubernamental, pero, sobre todo, de su receptividad en las deliberaciones y compromisos de la COP16 para superar el nefasto paradigma del prohibicionismo con su criminal y ecocida guerra contra las drogas. Una guerra que en la realidad es el apocalipsis de la biodiversidad, ejecutada bajo pomposos y eufemísticos nombres como el “Plan Colombia” y la aspersión con glifosato de vastos territorios selváticos y bosques tropicales.

Sortilegio + Alquimia

El sortilegio sería desatar nacional e internacionalmente una suerte de embrujo y conjuro – desde la COP16-- que les permitiera ver y rectificar a los partidarios del prohibicionismo y de la “guerra contra las drogas” su extravío moral y existencial. Así aconteció con los prohibicionistas del consumo de licor en los Estados Unidos en 1933[iii], que los condujo a derogar la enmienda constitucional XVIII de 1920 y con ello arrebatarle a la mafia tan próspero negocio, convertido en una maquinaria de criminalidad y corrupción. Tal como nos sucede hoy a nosotros con la cocaína. Y la alquimia sería obra de la política mediante la regulación del cultivo y la transformación de la hoja coca en una industria legal y próspera, tal como lo hace Perú con su Empresa Nacional de la Coca (ENACO)[iv]. “ENACO exporta a Estados Unidos hojas de coca que son procesadas por la empresa Stepan Chemicals de Chicago, Illinois. De esta compañía, la empresa Coca-Cola recibe extractos de la planta Erythroxylum novogranatense var. truxillense (Coca Trujillo). Las hojas de coca son adquiridas legalmente (115 toneladas anuales aproximadamente) con permiso del Departamento de Justicia de los Estados Unido [v].  En este gobierno del cambio que tiene como eje del Plan Nacional de Desarrollo la llamada Economía Popular[vi], nada más coherente que incentivar la plantación de la hoja de coca, no su sustitución, y promover su transformación industrial en múltiples productos como bebidas, alimentos y medicamentos. Un buen ejemplo de lo anterior es la empresa COCA NASA[vii], que vende y distribuye una amplia gama de productos como la bebida COCA POLA, COCA LIBRE, el KITS BRINDE POR LA VIDA y una deliciosa y estimulante BEBIDA AROMÁTICA DE COCA Y MANZANILLA, además de la alimenticia HARINA DE COCA. Por todo lo anterior, el mayor desafío de este gobierno con su política de drogas: “Sembrando vidas desterramos el narcotráfico”[viii] sería transformar EL PLATEADO en un productivo campo de hoja de COCA[ix] para cosechar vida y posibilitar a sus habitantes un próspero desarrollo de la Economía Popular de la MAMA COCA. Quizás así algún día, no muy lejano, podamos disputar a Coca-Cola el mercado legal y global de la “chispa de la Vida” y salir del inframundo violento de la producción y el tráfico de cocaína en que estamos extraviados. Un inframundo de ilegalidad que cada día cobra más vidas de excluidos y abnegados campesinos, el destierro y el confinamiento de comunidades indígenas y afros. Por eso Colombia tiene la vergonzosa cifra de 79 defensores del medio ambiente asesinados en 2023[x], el mayor número del planeta, no obstante ser el segundo país de biodiversidad y tener la responsabilidad de presidir la COP16, que debería empezar por honrar sus luchas y memorias cumpliendo los compromisos adquiridos y defendiendo a ultranza la portentosa MAMA COCA. En El Plateado está El Dorado y como los conquistadores todavía seguimos buscándolo. No solo no lo vemos, sino que lo queremos erradicar y sustituir, en lugar de cultivarlo y valorarlo por su infinita generosidad y la resistencia milenaria de sus defensores aborígenes.

 



MÁS ALLÁ DEL CONSEJO NACIONAL ELECTORAL

 

 

MÁS ALLÁ DEL CONSEJO NACIONAL ELECTORAL

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/en-el-plateado-esta-el-dorado1/

Deme usted una ley, y yo hago diabluras. Pero sin una ley…”. Francisco de Paula Santander.

Hernando Llano Ángel.

La investigación que el Consejo Nacional Electoral (CNE)[i] ha iniciado por la presunta violación de los topes de financiación de la campaña presidencial de Gustavo Petro contra todos sus directivos y, en particular, contra el candidato ganador por su rol protagónico, es mucho más que un asunto administrativo. Es un asunto de poder político. Y como tal pretende ser una formulación de cargos contra el presidente de la república para compulsar copias a la Comisión de Acusaciones e iniciar así una investigación con un fin político evidente, la pérdida de su investidura, según lo estipulado en el artículo 109[ii] de la Constitución, si se demuestra la violación de dichos topes legales. Como sucede en todos los casos en los que está en juego el poder, el derecho aquí no es más que un comodín que utilizan los principales jugadores para ganar la partida. Así acontece en todas las latitudes, independientemente del carácter del régimen, sea democrático o autoritario. Basta mirar las maniobras legales de Maduro para asegurar su fraudulento triunfo, recurriendo a todas las instancias del poder electoral y judicial bajo su control. También su utilización de la ley y el poder judicial como un ariete contra sus opositores, inhabilitando a María Corina Machado como candidata presidencial. Por eso la oposición venezolana no se desgasta incoando recursos legales y procedimentales contra un aparato estatal totalmente controlado por la autocracia cacocrática[iii] de Maduro y su inconmensurable red de cómplices y vasallos consentidos. Vasallos y cómplices que han consolidado la llamada “boliburguesía”, cuya existencia e impunidad está simbióticamente fusionada con el control del Estado. De allí la dificultad e imposibilidad de una transición democrática, pues lo que está en juego es la misma libertad y prosperidad de quienes hoy usurpan el Estado en Venezuela.

Del Espíritu de las Leyes contra la Justicia y la Vida.

En nuestro caso, el asunto es similar, solo que sucede de una forma más sutil, sofisticada y hasta cruel desde la noche de los tiempos, bajo la coartada del espíritu de las leyes atribuido a Francisco de Paula Santander. A tal punto que, en nombre de las leyes y la estabilidad de las instituciones –según lo asumió el mismo presidente Belisario Betancur tras la toma del Palacio de Justicia[iv]-- fue derruida la famosa sentencia de Santander grabada en el frontispicio del Palacio de Justicia: “Colombianos, las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la libertad”. El presidente Betancur invocó dichas leyes para no ordenar un cese del fuego y así condenó a morir más de 100 personas, entre ellas el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, junto a 10 magistrados más[v]. Y, todavía con mayor cinismo, el entonces coronel Alfonso Plazas Vega respondió a los periodistas que con sus tanques: “Estaba manteniendo la democracia, maestro...pues nadie iba a atentar contra la independencia de la rama jurisdiccional[vi]. Poco le importó al oficial que el Palacio de Justicia ardiera y quedara reducido a escombros para reclamar victoria. Menos que fuera decapitada la rama judicial, perpetrando la fuerza pública crímenes de lesa humanidad, como las 11 personas desaparecidas[vii] y las numerosas ejecuciones extrajudiciales, siendo la del magistrado auxiliar del Consejo de Estado, Carlos Horacio Urán Rojas[viii], la más impune e indignante. Sin olvidar la cruel ironía y terrorífica paradoja de llamar el M-19 a su delirante acción: “Operación Antonio Nariño, por los Derechos del Hombre”[ix].  Quizá por ello, Santander le respondió a Bolívar, cuando éste le demandaba armas y hombres para proseguir su campaña libertadora del Sur: Deme usted una ley, y yo hago diabluras. Pero sin una ley…”, Santander no estaba dispuesto a enviarle refuerzos.

Sin duda, esa tradición de blandir la ley para obtener réditos militares y ahora políticos, es la que mantiene viva y retoma el Consejo Nacional Electoral, avalado por el Consejo de Estado, al desconocer el fuero presidencial integral que ampara a Gustavo Petro en ejercicio de su cargo. Según lo señala el exmagistrado de la Corte Constitucional, José Gregorio Hernández en su cuenta X: “El fuero constitucional cobija al presidente de la República durante su período implica la exclusividad del Congreso para investigarlo, juzgarlo, condenarlo o absolverlo. Si otra entidad asume esa competencia, viola la Constitución y vulnera el derecho al debido proceso. Así lo asegura también el exministro de justicia Yezid Reyes con el propósito de “evitar que la voluntad popular manifestada en la elección de un presidente pudiera ser fácilmente desconocida por autoridades administrativas o judiciales[x].

Confrontación política-electoral Vs Acuerdo Nacional

Ante semejante escenario, el presidente Petro ha optado por responder desde la lógica del poder político y renunciar a la estrategia de la defensa legal pues, como lo expresó su abogado Héctor Carvajal, “no voy a presentar descargos porque no puedo atender sus requerimientos. Si digo que no tienen competencia, no puedo actuar en su proceso[xi]. Así las cosas, pasamos de los estrados administrativos del CNE a la arena política en las calles y las plazas, corriendo el riesgo de que el poder ejecutivo exalte una soberanía popular que desprecie los límites constitucionales y entremos en una deriva plebiscitaria, aupada por el verbo encendido y el carisma popular del presidente Petro, quien ya se vislumbra actuando en el escenario alucinante del Poder y no desde la Presidencia, como debe hacerlo. Un escenario que lo llevaría a descuidar, con grave riesgo, sus responsabilidades constitucionales como jefe de Estado, que reclama con tanto derecho y ahínco ante el CNE, para asumir el rol de un caudillo agitador en defensa del poder popular. Claro que dicha deriva agitacional también depende de la contraparte, en particular de una oposición visceral como la de la senadora María Fernanda Cabal, quien ya “ha radicado comunicación ante la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, dirigida al Comité de Asuntos Exteriores, para alertar sobre la grave situación que enfrenta Colombia bajo el gobierno de Gustavo Petro que ha decidido atacar la institucionalidad”. Con posturas tan antagónicas e irreconciliables, que incluso apelan a un supuesto tutelaje norteamericano, difícilmente se podrá avanzar en un Acuerdo Nacional[xii] y menos alcanzarlo por las vías de la constitucionalidad y la gobernabilidad democrática.

¿Cuál Acuerdo Nacional?

Los cinco puntos propuestos por el ministro del interior, Juan Fernando Cristo, buscan ser el punto de partida para retomar la gobernabilidad democrática, superando la actual pugnacidad antidemocrática en que están trabados los sectores más radicalizados del gobierno y la oposición. Por ahora ese punto de partida parece demasiado incierto, pues el País Político de extrema derecha ha jugado la carta de bloquear e impedir el avance de los proyectos reformistas del Pacto Histórico para arrastrarlo al fracaso, exacerbando la frustración social, agravada por su baja capacidad de gestión pública y recientes escándalos de corrupción. Esa estrategia es la de un golpe de opinión prolongado que le permitirá a esa oposición visceral, probablemente, volver en el 2026 a la Casa de Nariño, supuestamente para salvar la democracia en nombre del Estado de derecho y la estabilidad institucional. Una democracia, un Estado de derecho y una estabilidad de la que históricamente son responsables y cuyas ejecutorias más vergonzosas son las siguientes escabrosas cifras del Informe Final de la Comisión de la Verdad: 450.664 homicidios. Esa cifra abarca personas que perdieron la vida a causa del conflicto armado entre 1985 y 2018 y se advierte que, si se tiene en cuenta el subregistro, el universo podría ser de 800.000 víctimas. La década con más víctimas: entre 1995 y 2004, hubo aproximadamente el 45 por ciento de las víctimas (202.293 víctimas)[xiii]. Un Estado de Derecho que ha sido condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 48 ocasiones[xiv], entre ellas por el exterminio de la Unión Patriótica[xv] con cerca de 6000 miembros y simpatizantes asesinados, superando incluso a la dictatorial Venezuela que ha sido condenada en 34 casos, sin incurrir en los extremos aniquiladores de nuestro “democrático estado de derecho”. Por todo ello, es pertinente preguntar: ¿De cuál democracia y Estado de derecho nos hablan los responsables de semejante catástrofe humanitaria? ¿Continuaremos en el 2026 votando por ellos en las urnas, manipulados por el miedo y engañados por demagogos, mientras continúan creciendo las tumbas, la exclusión social y el hambre en nombre de esta letal “democracia” y criminal “Estado de derecho”?