Colombia Tanática y Gobierno
Homicida
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Hernando Llano Ángel
Mayo y junio de este 2021 quedarán en la memoria de todos los colombianos
como los meses más funestos de nuestras vidas. Los meses en que nos extraviamos
en laberintos de violencia y en el ascenso exponencial de la pandemia. Y, lo
más grave, es que continuaremos siendo conducidos por dicho laberinto mortal,
como consecuencia de la incurable endemia política que aqueja tanto al gobierno
nacional como al Comité Nacional del Paro, incapaces de superar sus posiciones
de fuerza para comenzar a desbloquear esta encrucijada letal. A lo anterior, se
suma el desvarío febril por la reactivación económica que ataca a los
gobernantes de las principales ciudades y departamentos, a la totalidad de
agentes económicos y la mayoría de los consumidores, agobiados de tanta
cuarentena, que saldrán como si fueran zombies inmortales a consumir y beber su
último trago de vida. Bogotá, Medellín y Cali están a punto de colapsar en la
disponibilidad de las camas UCI, con promedios de ocupación superiores al 97%[1]
y, sin embargo, se decreta nacionalmente normalidad económica. Tal pareciera
que las autoridades se hubiesen puesto de acuerdo para competir entre ellas por
quien obtendrá la mayor tasa de mortalidad al finalizar este mes de junio. La
confluencia de estos dos factores nos tiene hoy viviendo en una Colombia
tanática. Para intentar salir de ese laberinto y no llegar a finales de junio a
un escenario apocalíptico donde continúen cabalgando sobre todo el territorio
nacional los jinetes del hambre, la muerte, la guerra y el autoengaño, es
necesario empezar a conjurar el jinete de la soberbia y su cabalgadura más
mortífera que es el autismo y el autoritarismo presidencial.
La cabalgadura más mortal
Sin duda, esa cabalgadura está confeccionada con el autismo de Duque y su
correlato, el autoritarismo del gobierno nacional. Y es la más mortal porque
parte del supuesto incuestionable de que sus proyectos, decisiones y mandatos
son justos y legítimos, por lo cual deben ser obedecidos y acatados sin
chistar. A tal grado llega la soberbia autoritaria de Duque, del Centro
Democrático y su bancada de gobierno, que la Corte Constitucional tuvo que
obligarlo a firmar la ley Estatutaria de la JEP, que habían objetado alegando
una supuesta superioridad moral para proteger los derechos de los menores
reclutados y ultrajados por todos los actores armados en desarrollo del
conflicto armado interno. Esos menores a los que el actual ministro de defensa,
Diego Molina, llamó “máquinas de guerra”[2],
para justificar el bombardeo a un campamento guerrillero. En forma similar procedió Duque con su
proyecto de reforma tributaria, afirmando con voz estentórea que nadie se
podría oponer a ella porque promovía la “sostenibilidad social”. Y lo que
terminó generando fue la hecatombe social y su forzoso retiro. Al 31 de mayo,
las víctimas mortales que ha cobrado semejante autismo y soberbia presidencial supera
las 70, según Indepaz[3],
y cerca de 129 personas han sido denunciadas como desaparecidas, según la revista
Semana[4].
De allí la urgencia vital de la visita en terreno de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, que empezará el 8 de junio, para esclarecer y contener tan
tenebroso escenario, cuya simbiosis es la complacencia y complicidad de
miembros de la Fuerza Pública con paramilitares citadinos. Un escenario tras el
cual está una concepción profundamente antidemocrática de la autoridad,
revestida de un formalismo legal que con el inconstitucional Decreto 575 del 28
de mayo[5],
más conocido como de Asistencia Militar, artículos, incisos y una ampulosa
retórica sobre la vigencia del “Estado de derecho”, revela la médula de la
gobernabilidad autoritaria, que no es otra que el despliegue de la manu
militari y su accionar criminal. Una “asistencia militar” que cada día cobra
entre la juventud y la población civil más víctimas, como sucede en Cali,
cuando en las noches los llamados “halcones de la muerte” salen a disparar
contra quienes están en los bloqueos, en desarrollo de operativos adelantados
por la Policía. En la noche del pasado
viernes 4 de junio, fueron asesinados en el Paso del Comercio los jóvenes Segundo
Jaime Rosas, estudiante de Ingeniería Eléctrica de la Universidad del Valle, y
Cristian Delgadillo Sánchez, quien hacia parte de un colectivo de ciclistas[6].
Para comprender y desbloquear el panorama de terror en Cali y sus complejas
dimensiones políticas, económicas, sociales y criminales, se precisa de
análisis rigurosos como los del profesor Carlos Duarte, del Instituto de
Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, publicado en la
Silla Vacía[7]. Y la
conclusión más importante, pero también la más preocupante, no solo para Cali,
sino para todo el país, es que la estrategia militar y de choque que profundiza
el presidente Duque y su partido el Centro Democrático solo causará más
víctimas mortales e ilegitimidad del Estado. Porque es bien sabido que “con las
bayonetas pueden hacerse muchas cosas, menos sentarse sobre ellas”. Por eso no
hay vía más eficaz y vital que la promovida en Cali por el alcalde Jorge Iván
Ospina mediante el decreto 304[8]
para desbloquear la ciudad, pues parte del reconocimiento del diálogo y del
poder de los acuerdos, como el sustento de toda autoridad y legitimidad
democrática[9].
Exactamente lo contrario de quienes confunden autoridad con autoritarismo, como
lo hace el gobierno nacional, pues éste en lugar de sustentarse en la
persuasión y los acuerdos, que es lo propio de la legitimidad democrática, se
afianza sobre la imposición, la fuerza, la violencia y la muerte. De allí que
sea tan deplorable la obsesión presidencial con la “asistencia militar” y la de
su ministro de justicia[10]
conminando a los empresarios de la ciudad a que desconozcan el decreto 304 y no
se dejen confundir por el alcalde Ospina, supuestamente porque el presidente
tiene la competencia constitucional de restablecer el orden público en toda la
nación y sus decretos prevalecen sobre los de las autoridades territoriales. Es
una vergüenza la ignorancia constitucional y legal del ministro de justicia,
pues olvida y desconoce totalmente el bloque de constitucionalidad consagrado
en nuestra Carta Política, que explícitamente señala en su artículo 93 que “los
tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, prevalecen en
el orden interno”. Y uno de ellos es el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos de la Convención Americana de Derechos Humanos, que precisamente la
CIDH se encarga de velar y garantizar. Por todo ello, si el presidente Duque
profundiza su tendencia autoritaria y busca a través de la asistencia militar
evadir no solo la declaratoria de conmoción interior, sino además desconocer la
aplicación del Decreto 304 y continuar arrasando los bloqueos solo por la
fuerza y la violencia, con el aumento de la violación de los derechos humanos
expresado en pérdidas de vidas humanas, heridos graves y desapariciones, más
temprano que tarde tendrá que responder no solo ante la Corte Constitucional y
el Congreso de la República, sino ante la misma Corte Penal Internacional en
compañía de su nuevo mejor aliado en materia de violación a los derechos
humanos, Nicolás Maduro.
[1] https://www.semana.com/nacion/articulo/ocupacion-de-uci-para-covid-19-en-bogota-sigue-por-encima-del-97/202136/
[2]https://www.elespectador.com/judicial/son-maquinas-de-guerra-asi-justifico-diego-molano-bombardeo-a-adolescentes-article/
[6] https://noticias.caracoltv.com/valle/identifican-a-los-dos-muertos-tras-enfrentamientos-en-paso-del-comercio-nororiente-de-cali
[7] https://lasillavacia.com/silla-llena/red-social/paro-nacional-2021-estado-contra-la-sociedad-78401
[8] https://www.cali.gov.co/gobierno/publicaciones/161158/alcaldia-de-cali-es-pionera-en-firmar-decreto-para-la-construccion-de-acuerdos-y-mesa-de-dialogo-con-manifestantes/
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