TRUMP, DUQUE, GUAIDÓ Y MADURO ¿CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS?
(Febrero 20 de 2019)
Hernando Llano Ángel.
Sin duda, la elocuencia y la
seguridad son dotes que despliega el presidente Duque en sus intervenciones
públicas, más allá de las ayudas técnicas que lo asistan. A tal punto que
parece estar actuando, casi leyendo un libreto, como si estuviera representando
un papel para el que se siente predestinado. Un papel tanto más trascendental
cuanto que es intemporal, ya que pretende abarcar el pasado, el presente y el
futuro. Lo grave es que lo hace con tal arrogancia y una convicción tan
absoluta de poseer la verdad, que incluso no depara en reescribir la historia,
como cuando atribuyó a los Padres Fundadores de la República norteamericana una
influencia directa en la gesta de nuestra independencia, que en realidad nunca
existió.
¿Los cuatro jinetes del Apocalipsis?
Sin lugar a dudas, la mayor
posverdad o Falsa Noticia de nuestros
días es el liderazgo democrático que se arroga Trump y que sumisamente emula Duque,
como un leal Boy Scout y un bufón colonial, incapaz siquiera de rechazar la
estratagema y el tinglado belicista de enviar 5.000 tropas a nuestro
territorio. Con semejantes argucias fatales ambos dicen promover la democracia
en la arena internacional, compitiendo así con Maduro en cinismo y desparpajo
cuando éste afirma que defiende y promueve el socialismo del siglo XXI y la
soberanía del pueblo venezolano. Tal escenario de impostores y farsantes que se
disputan en forma tragicómica el rol de estadistas demócratas y de líder
socialista está bien para una exitosa serie de Netflix, pero no para contar con
el apoyo de millones de ingenuos “ciudadanos de bien” y de “nostálgicos
anti-imperialistas”, que los aúpan en sus aventuras de mercaderes de la muerte.
Lo que está en juego no es la democracia, sino la mercadocracia del petróleo y
el dominio geopolítico de la región, ya no sólo por Estados Unidos sino también
por Rusia y China. Esa es la encrucijada histórica ante la que nos encontramos.
Lo más grave es que sus protagonistas no son estadistas. Cada día se parecen
más a los cuatro jinetes del Apocalipsis: la conquista, la guerra, el hambre y
la muerte. Y todos juegan a ella con
cartas marcadas, Trump con la “ayuda humanitaria; Duque con “el cerco diplomático”;
Guaidó con la “transición democrática” y Maduro con la “soberanía nacional y el
socialismo”, que pronto será: “Patria Libre o Morir”.
Ojalá esta tragicomedia termine
en una vulgar transacción de poder, negocios e impunidad, bajo el espejismo de
“elecciones libres y transparentes” y no en una epopeya, sangrienta y cínica,
denominada “intervención humanitaria”. Intervención que seguro contará con el
sacrificio de miles de “heroicos ciudadanos” inmolados por la codicia, la
vanidad y la criminalidad de quienes se autoproclaman estadistas y demócratas.
Sin embargo, en la realidad representan, respectivamente, los papeles de un
autócrata payaso imperial; un fiel bufón colonial; un valioso alfil político en
el ajedrez geopolítico “interméstico”[1]
y un cleptócrata criminal, cómplice de una corrupta cúpula militar. Cúpula que todavía lo respalda y está a punto de
enajenar a terceros las mayores reservas petrolíferas del planeta, degradando
así un sueño de justicia social en una tragicomedia infernal, con un telón de
fondo musical, en el mejor de los casos, o con pozos ardiendo como en Irak, en
el más apocalíptico de los
escenarios .
[1]
Pues la crisis venezolana es tanto de orden doméstica como internacional y sólo
se resolverá cuando las fuerzas y los intereses en conflicto, en ambos ámbitos,
lo decidan por negociación o imposición.
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