DEL PLEBISCITO A LA
CONSULTA (I)
https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/del-plebiscito-a-la-consulta-popular/
https://elpais.com/america-colombia/2025-03-17/del-plebiscito-a-la-consulta-i.html
Hernando Llano Ángel.
Todo
parece indicar que los colombianos estamos históricamente condenados a fracasar
en nombre de la democracia. Desde el
plebiscito de 1957, que instauró el Frente Nacional y algunos ingeniosos
analistas nacionales llamaron “democracia restringida” y otros, estudiosos
extranjeros, “democracia consociacional”, millones de colombianos han muerto en
nombre de esa proclamada democracia. Unos, defendiéndola ferozmente con sus
armas desde el Estado y otros, atacándola violenta y criminalmente, sin límite
alguno, desde la insurgencia. Obviamente, en ambos casos, la víctima mortal ha
sido la democracia y los perdedores de siempre hemos sido todos los
colombianos. Comenzando por los más pobres, que disparan, matan y mueren en
nombre de tan grandiosa y demagógica palabra. Los institucionales, creen que disparan
por la “patria” y los camuflados insurgentes por la “revolución”. Sucede así, fundamentalmente,
porque desde el Estado, esa democracia ha sido incapaz de garantizar a la
mayoría el ejercicio pleno de sus derechos civiles, políticos, sociales,
económicos y culturales, consignados ampliamente en la Constitución del 91. De
otra parte, desde las filas insurgentes, solo ven en la población civil una
masa de maniobra militar para el reclutamiento de menores, el confinamiento, la
extorsión y las masacres, pues sus “proyectos revolucionarios” han naufragado
en un lodazal de codicia y sangre, disputándose entre sí y con otros grupos
delincuenciales el control de rentas ilegales. Es lo que acontece en el
Catatumbo, en el Plateado y en cerca de 12 regiones con graves crisis
humanitarias[i].
Democracia entre
socios cleptócratas
Sin
duda, la del Frente Nacional fue una “democracia consociacional”, entre socios
liberales y conservadores, que se robaron la libre expresión de la voluntad
ciudadana y se repartieron miti-miti el Estado durante 16 años en nombre de un
plebiscito y la reconciliación nacional. Un plebiscito que reportó pingües
beneficios para los señores “demócratas” del “país político” y pérdidas
considerables para el “país nacional”, es decir, la mayoría de colombianos. A
tal punto que, en 1970, quizá el presidente más progresista del Frente Nacional,
el liberal Carlos Lleras Restrepo, promovió con la ANUC[ii] su fracasado proyecto de
reforma agraria, pero también burló la voluntad ciudadana popular que había
votado por la ANAPO[iii]
y su candidato Gustavo Rojas Pinilla, para darle el triunfo al conservador
Misael Pastrana Borrero. Honró, así, la fórmula cleptocrática convenida entre
socios liberales y conservadores para administrar el Estado, pero sacrificó la
democracia en aras de la estabilidad institucional y la seguridad, pues temió
que, si “Rojas decide salir uniformado
para iniciar una marcha por las principales avenidas con destino al palacio de
San Carlos, temo que haya un levantamiento, una sublevación, con todas las
atrocidades y derramamiento de sangre que de ella se pueda derivar. No puedo
permitir por ningún motivo la toma del
poder por la fuerza”, como se lo confesó a su jefe
de prensa, Próspero Morales, según testimonio del periodista Jorge Téllez[iv].
Paradoja y Parábola
Histórica
Pero
lo que realmente impidió Lleras fue el triunfo electoral de Rojas y su ascenso
legal y pacífico a la presidencia de la República. Como una cruel ironía de la
historia, ello generó el surgimiento del M-19 y hoy es presidente uno de sus
integrantes, entonces joven adolescente, Gustavo Petro Urrego. Por eso vivimos
en esta especie de paradoja y parábola aleccionadora, pues la consigna
fundacional del M-19 “Con el pueblo, con
las armas, al poder”, Petro la convirtió con el pueblo en las urnas a la
Casa de Nariño, pero no al poder. En parte, porque su mismo liderazgo retórico,
megalómano y mesiánico, mina continuamente su poder ejecutivo en cada alocución,
pues le impide convertir sus grandilocuentes palabras: “Colombia, potencia mundial de la
Vida” y la “Paz Total”, en hechos y realidades cotidianas concretas, mientras
responsabiliza de ello a sus colaboradores, como lo vimos en el deplorable
Consejo de Ministros del pasado 4 de febrero.
Ausencia de
deliberación y concertación
Además,
esa distancia insalvable entre su retórica, justa y necesaria para promover sus
reformas de Salud y Laboral, choca frontalmente con una oposición cerril,
celosa de conservar inmodificable un statu quo radicalmente injusto y
narcisista. Un statu quo que sus voceros en el Congreso pregonan defender, con
cinismo indolente, en nombre de una democracia incapaz de reconocer en la
realidad el goce efectivo de esos vitales derechos, trabajo y salud, a la
mayoría de colombianos. Todo lo contrario, esa oposición ha sido complaciente,
cuando no cómplice, con el desfalco y desvío de dinero público de numerosas EPS.
También en el pasado aprobó una reforma laboral regresiva, por iniciativa del
presidente Uribe, que recortó y lesionó considerablemente el salario de los
trabajadores al despojarlos del justo pago de horas extras, nocturnas,
dominicales y días festivos. Y todo ello, para generar más empleo, sin que esa meta se alcanzara
en forma estable y sostenida. Ahora, un reducido grupo de 8 senadores
opositores[v], pretende hundir el
proyecto de reforma laboral con una ponencia negativa, so pretexto de que la
reforma atenta gravemente contra la generación de empleo formal.
Como
sucede con el proyecto de reforma a la salud, lo más deplorable es la ausencia
de un debate público, con suficiente información y profunda deliberación, para
develar hasta qué punto los proyectos gubernamentales son solo buenas
intenciones irrealizables o, por el contrario, el bloqueo de la oposición es
oportunista y trata de ocultar, con sus proyecciones catastróficas, la defensa
de intereses minoritarios de poderosos conglomerados empresariales y gremiales.
Porque de nuevo, lo que está en juego es el sentido y alcance de la democracia,
como lo señala la Constitución del 91, que desde su artículo 1 prescribe “la
prevalencia del interés general” sin el cual no podrá existir “Estado
Social de Derecho”, mucho menos “el respeto a la dignidad humana, el trabajo
y la solidaridad de las personas que integran” a Colombia.
¿Senado
Vs Consulta Popular?
Sin
cumplir el artículo 1 de la Constitución y el 22: “La paz es un derecho y un deber
de obligatorio cumplimiento”, nunca podremos vivir en una democracia
real y continuaremos padeciendo este penumbroso y descompuesto entramado de
complicidades e intereses minoritarios de cacócratas, que se enriquecen con la política
y, desde el Congreso, usufructúan en beneficios propio y a favor de gremios y
empresas este régimen electofáctico[vi]. Un régimen que
periódicamente se reelige para continuar y encubrir su corrupta e impune
administración. Es el mismo “País Político”, “que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder” y
predomina sobre el “País Nacional “que
piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país
político. El país político tiene rutas
distintas a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!”, decía Gaitán el 20 de abril de 1946
en el Teatro Nacional en Bogotá y 79 años después estamos en las mismas y con
los mismos. La Consulta Popular anunciada por el presidente Petro puede ser una
oportunidad más para enfrentar y quizá resolver ese “tremendo drama”. Sin
duda, un desafío histórico que precisa la mayor responsabilidad de la
ciudadanía, si el Senado aprueba la convocatoria. Si no lo hace, corroboraría
una vez más la lúcida reflexión de Gaitán y negaría, en nombre de esa supuesta
“democracia representativa” del “país político” la democracia participativa del
“País Nacional”. Pero si la aprueba, es crucial una argumentada deliberación
pública antes de votar para impedir su vulgar manipulación por las redes
sociales con mentiras polarizadoras, como lo hicieron los adversarios del Acuerdo
de Paz en 2016 al llevar “verraca a la gente a votar”[vii]. Espero contribuir, en
próximas entregas, para que esto último no se repita en la Consulta, conforme
lo prescribe la ley estatutaria 1757 de 2015[viii].
[i] https://elpais.com/america-colombia/2025-02-18/catatumbo-choco-o-putumayo-los-12-focos-de-la-guerra-que-amenazan-a-las-comunidades-en-colombia.html
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