QATAR, UN MUNDIAL
ESPECTACULAR Y ESPECTRAL
https://blogs.elespectador.com/politica/calicanto/qatar-mundial-espectacular-espectral
Hernando Llano Ángel
Espectacular por la belleza de los estadios y el despliegue publicitario
por proyectar a Qatar[1]
como un país moderno, rico y esplendoroso, que emula y supera en prosperidad a
la mayoría de los países occidentales. Algo similar hizo Putin hace cuatro años,
cuando pretendió convencer al mundo del renacimiento de una Rusia poderosa y
feliz, que hoy niega con su brutal y criminal invasión de Ucrania. Detrás de
ese marketing político-futbolístico está el terror. Un terror auspiciado por la
FIFA[2],
la organización internacional más hipócrita, corrupta y peligrosa del planeta, pues
logra suspender nuestro juicio moral en nombre de un fútbol radicalmente
inhumano. Es el terror auspiciado por esa alianza letal entre la riqueza, el
crimen, el autoritarismo y la impunidad de mandatarios como Putin y el emir Tamim bin Hamad Al Thani, quien llegó al
trono en 2013 luego de la abdicación de su padre, Hamad bin Khalifa Al Thani[3].
Por eso el mundial de Qatar es espectral. Detrás de esos fabulosos estadios se
esconde la explotación y muerte de un número incierto de trabajadores migrantes[4]
–muy parecida a las vidas sacrificadas en cualquier campo de concentración nazi
o en un Gulag soviético— pues nadie responde por esas vidas cegadas en aras del
más fastuoso y costoso mundial realizado. Esas vidas no valen nada, más aún se
pone en duda el número de trabajadores que cobraron esos fatales accidentes
laborales. Son vida nuda[5],
en la expresión del filósofo Giorgio Agamben[6].
Los gritos agónicos en caída libre de
esos obreros migrantes, hoy son acallados por la estridencia de los goles celebrados
por los miles de fanáticos de sus selecciones victoriosas. Las lágrimas solo
alcanzan para lamentar la eliminación de las selecciones amadas, no para los
migrantes sacrificados y “desaparecidos”. Los himnos se entonan en nombre de
los jugadores y las selecciones que se disputan la copa mundial. No hay ni
siquiera un réquiem[7] por
quienes hoy nos brindan con sus vidas tanta alegría, celebrada en todo el
planeta. Eso ya no nos importa, solo queremos disfrutar y gozar el mundial. No
hay lugar para la culpa y los lamentos. No se puede arruinar el hermoso eslogan
de este mundial: “Football unites the world in passion, in love, in peace. Football
unites us in hope and in joy. Football unites us all. Football unites the world ”[8], que escuchamos en boca de Cristiano
Ronaldo, Harry Kane y Lionel Messi, entre otras destacadas figuras, antes de
cada partido. Para mayor ironía, las estrellas de Francia, como kylian Mbappé[9],
es nacido en París, pero hijo del inmigrante camerunés Wilfried Mbappé y
Ousmane Dembélé[10],
también parisino, es hijo de padre maliense y de madre francesa con ascendencia
mauritana y senegalesa. Ambos defienden la bandera de una nación que en su
pasado colonialista dejó una estela de oprobios y crímenes impunes en el
continente africano. Y hoy Francia es campeona mundial gracias al talento, el
esfuerzo y los goles de esos hijos de inmigrantes, que un número nada
despreciable de franceses, liderados por Marine Le Pen[11],
desprecian y no quisieran tener en su territorio. Como se puede leer en
Wikipedia: “Le Pen se opone fuertemente al multiculturalismo, llamándolo "un
arma para el extremismo islámico” y ha apoyado leyes en contra del uso
de símbolos religiosos en público que han sido categorizadas por algunos como
Islamofobicas. En varias ocasiones ha mostrado su apoyo al mandatario ruso
Vladímir Putin y, a pesar de condenar la Invasión rusa de Ucrania de 2022, se
ha negado a retirar su apoyo a Putin, llamándolo "un posible aliado para
Francia". Por todo lo anterior, mi simpatía y admiración está con
Marruecos en el partido de mañana miércoles, pues su triunfo y la eliminación
de Francia sería más que un acto de justicia futbolística. Sería un acto de
justicia humanitaria en memoria no solo de millones de víctimas del
colonialismo del Estado francés –que no del pueblo francés-- sino también de
los obreros migrantes que murieron levantando esos templos de alegría, que hoy
Qatar los ha convertido en monumentos de ignominia. Quizá por eso tenga tanta
prisa en desmontarlos[12]
y borrar rápidamente semejante oprobio. Hay que deshacerse de las huellas
incriminatorias. Borrarlas de la memoria y el espacio físico en donde tantos
murieron. Esas muertes deberían avergonzarnos cuando cantamos los goles de
nuestra selección favorita. Goles que celebraré sí son de Marruecos en nombre
de la vida y la dignidad de todas las víctimas de este espectacular y espectral
mundial. Que la final del mundial sea entre selecciones de pueblos que la
“civilizada Europa” ha eliminado, explotado, sojuzgado o combatido en nombre de
sus imperiales intereses y del colonialismo, como Marruecos, Croacia y la misma
Argentina, al usurparle Inglaterra las Malvinas. Entonces que gane el mejor el
18 de diciembre y se rinda un tributo póstumo a los trabajadores explotados y
sacrificados impunemente por la FIFA y Qatar.
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