lunes, mayo 19, 2014

HAY QUE CONTAR CABEZAS EN LUGAR DE CORTARLAS

DE-LIBERACIÓN

HAY QUE CONTAR CABEZAS EN LUGAR DE CORTARLAS
(Mayo 18 de 2014)

Hernando Llano Ángel
¿Tiene sentido votar?
En víspera de la próxima elección presidencial, bien vale la pena reflexionar sobre el sentido de votar. Y la primera reflexión es al mismo tiempo una grave tribulación ¿Tiene algún sentido votar el próximo domingo 25 de mayo? Pregunta que puede parecer absurda para quien ya ha tomado la decisión irrevocable de votar por un candidato o una candidata específica, porque considera que es la mejor opción para Colombia. Pero aún en este caso, valdría la pena preguntarse si dicho ciudadano o ciudadana tomó la decisión considerando sólo  sus propios intereses y valores, o también la repercusión de su voto en el conjunto de la sociedad. Porque votar, si bien es un acto esencialmente personal, su repercusión es fundamentalmente social, colectiva y pública. Sin duda, es la decisión personal con mayor repercusión colectiva que podamos tomar el próximo 25 de mayo. Con ella decidiremos, no sólo cómo queremos vivir nuestra propia vida, sino también cómo será la de todos los demás. De allí el principio del sufragio universal, igual y secreto, pues todos tenemos el mismo poder de decidir, no sólo quién gobernará y tomará las decisiones en nuestro nombre, sino sobre todo qué tipo de decisiones y qué políticas públicas serán las que afectarán nuestras vidas y las futuras generaciones. ¿Serán políticas a favor de la convivencia o la confrontación? ¿De la profundización de esta degradada guerra o del comienzo de su fin? ¿De la igualdad social o de los privilegios y beneficios para unos pocos? Por eso quien no vota, renuncia al ejercicio de su libertad y responsabilidad, pues deja en manos de otros su destino. Tenía toda la razón el político y diplomático irlandés, Edmund Burke, cuando sentenció: “Los gobernantes corruptos son elegidos por ciudadanos honestos que no votan”, pues con su abstención permiten que continúen gobernando los mismos de siempre en beneficio de minorías indolentes.

Nadie es apolítico

Y esto sucede así, porque nadie en este mundo puede escapar a las consecuencias de la política. Nadie puede vivir sin respirar aire puro y beber agua potable, asuntos vitales que cada día dependen más de las políticas públicas ambientales que decidan los gobernantes que elegimos. Políticas que pueden estar al servicio de la ambición de las grandes empresas mineras, o de los derechos que todos tenemos a nuestra tierra y agua.  Así mismo, nadie puede vivir sin tener un lugar seguro y amable donde trabajar, descansar, amar y soñar. Pero resulta que en nuestra patria cerca de 6 millones de colombianos, la mayoría mujeres viudas, niños y niñas huérfanos, han sido despojados cruelmente de su terruño y deambulan como fantasmas por nuestras ciudades y campos. Y todo ello sucede porque estamos en una guerra despiadada, ensañada contra los más débiles e indefensos, desde hace más de 50 años. Porque políticamente no hemos sido capaces de reconocernos todos y todas, sin excepción alguna, como personas dignas con iguales derechos y aspiraciones a la vida, la libertad, la seguridad y la convivencia.

Es decir, como una ciudadanía capaz de convivir y construir una sociedad y un Estado que nos dignifique a todos y todas por igual, sin distinción alguna de clase, género, etnia, credo religioso o ideología política.

Por todo lo anterior, más allá de por cuál candidato decida usted votar, todo ciudadano y ciudadana debe reflexionar si con su decisión contribuirá o no a que nos reconozcamos como lo que somos en las urnas, ciudadanos con igual poder decisorio en la vida pública, empeñados en construir una Colombia que supere la división y confrontación sangrienta entre víctimas y victimarios, o, por el contrario, continuemos empeñados en seguir matándonos con la  absurda pretensión de demostrar que unos son mejores que otros, profundizando trincheras y sembrando  la  tierra de minas y tumbas.

Tal es el sentido esencial del voto del próximo domingo 25 de mayo. Quizá entonces cobre entre nosotros vida y sentido la sencilla y profunda definición de la democracia de otro político irlandés, James Bryce, cuando dijo: “Es aquella forma de gobierno que permite contar cabezas en lugar de cortarlas”. Pero lamentablemente en Colombia llevamos más de 50 años cortando cabezas sin poder contarlas. Ya va siendo hora de que empecemos a contarnos y convivir entre todos y todas, si al menos queremos vivir como humanos y cristianos.



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