sábado, noviembre 16, 2024

LA DEMOCRACIA MUERE ENTRE PARADOJAS HISTÓRICAS Y TRAMOYAS INSTITUCIONALES

 

 

LA DEMOCRACIA MUERE ENTRE PARADOJAS HISTÓRICAS Y TRAMOYAS INSTITUCIONALES

https://blogs.elespectador.com/actualidad/calicanto/la-democracia-muere-entre-paradojas-historicas-y-tramoyas-institucionales/

Hernando Llano Ángel.

La democracia muere en Colombia entre paradojas históricas, como tener la más intensa y devastadora violencia política del continente y el conflicto armado interno más prolongado con cerca de 450.666 muertos[i], junto a la más sofisticada tramoya institucional de elecciones celebradas ininterrumpidamente durante 67 años, desde el Frente Nacional en 1957. Seguramente por ello, desde el colombiano más humilde hasta el más encumbrado; desde el casi analfabeta hasta el más erudito académico, considera que todavía vive en una de las democracias más longevas y estables del continente americano. Exceptuando, obviamente, la estadounidense, que hoy se encuentra en su fase agónica bajo el liderazgo de un autócrata como Donald Trump. Un autócrata que exhibe con orgullo su perfil de gánster político[ii] impune en lugar de estadista, puesto que incitó la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021 para desconocer e impugnar el legítimo triunfo electoral del presidente Joe Biden, sin consecuencia judicial y menos política alguna. Más bien todo lo contario, acaba de ser electo presidente por más de 71 millones de estadounidenses, cubriéndose así de inmunidad e impunidad. Algo muy parecido nos sucedió con la reelección del presidente Uribe entre el 2006-2010. Una reelección posible después de la aprobación de un artículito de la Constitución mediante la comisión del delito de cohecho, que le costó la condena a cárcel a sus ministros del Interior y Justicia, Sabas Pretelt de la Vega y de Salud, Diego Palacio Betancourt[iii], en el escándalo conocido como la “Yidispolítica”. En la reelección de ambos presidentes, Trump y Uribe, la legitimidad democrática, que presupone la legalidad y el respeto a la Constitución, fue sustituida por su legitimidad carismática, pues a sus millones de electores nada les importó que ellos desconocieran en forma olímpica las reglas del juego democrático e incluso promovieran delitos. Así, en forma imperceptible, muere la democracia en nombre de las elecciones, siendo esta la mayor paradoja de los tiempos aciagos que corren. Lo han demostrado en otras latitudes mandatarios tan distintos como Putin, Bukele, Ortega y Maduro, desde orillas ideológicas y políticas opuestas, pero con una personalidad carismática y autoritaria que los reviste y autoproclama como salvadores de sus pueblos, pero también victoriosos e impunes sepultureros de la democracia y el Estado de derecho, elegidos y admirados por millones de sus seguidores.

La Tramoya de elecciones contra la democracia

Lo paradójico es que todo ello se realiza bajo la tramoya de las elecciones, que por sí solas parecen conferir legitimidad a semejantes gobernantes electos y estabilidad a la democracia. Tramoya en las dos acepciones del diccionario de la Real Academia Española (RAE). La primera, como “conjunto de dispositivos manejados durante la representación teatral para realizar los cambios de decorado y los efectos escénicos” y, la segunda, “de enredo dispuesto con ingenio, disimulo y maña”. Ambos atributos son propios de las mencionadas elecciones, sin que por ello se pueda afirmar que sean suficientes para la existencia de la democracia. Más bien suele suceder todo lo contrario.

En nuestro caso, los dos sentidos se cumplen simultáneamente, gracias al ingenio y la astucia de la llamada “clase política”, más allá incluso de las ideologías de derecha, centro o izquierda que exhiban sus líderes y partidos políticos. Basta recordar la “democrática” fórmula del Frente Nacional, que permitió “realizar cambios de decorado y efectos escénicos” durante 16 años, conservando casi intacto el Statu Quo para garantizar que el “país político” continuará viviendo a expensas del “país nacional”.

Se institucionalizó, entonces, aquello contra lo que Gaitán siempre luchó y le costó su vida: “el triunfo de las oligarquías liberales y conservadores” de una manera tan estable, civilista y antidemocrática que perdura y resiste hasta el presente, bloqueando o recortando tímidas reformas sociales como la agraria, laboral, pensional y de salud de este gobierno, que la oposición tilda de mamertas y comunistas porque supuestamente amenazan de muerte la democracia.

Del Golpe de Opinión al robo de las elecciones y el holocausto de la Justicia.

Así lo hizo el entonces presidente Carlos Llera Restrepo[iv] cuando escamoteó y burló el triunfo del general Gustavo Rojas Pinilla en 1970, obtenido legítimamente en las urnas. Lo más irónico y paradójico es que a ese mismo general lo catapultaron y sentaron líderes civiles de ambos partidos en el solio presidencial en 1953, mediante un “golpe de opinión” promovido por el patricio liberal Darío Echandía y el conservador como Mariano Ospina Pérez. Tales acontecimientos, ambos profundamente antidemocráticos, se consumaron en nombre de la democracia y son por ello el mejor ejemplo de un enredo dispuesto con ingenio, disimulo y maña, como terminó siendo el juicio en el Congreso contra el general Rojas Pinilla promovido por los mismos que lo llevaron a la Presidencia. Enredo que solo en ocasiones extremas queda al desnudo y nos revela así el disimulo y la maña de esa falsa civilidad que exhiben impúdicamente supuestos líderes democráticos y jefes de Estado. Una civilidad acostumbrada a gobernar en complicidad con el poder militar y su impunidad histórica casi absoluta, sin asumir responsabilidad alguna por la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos y las libertades públicas, sin las cuales no existe democracia. Así sucedió hace 39 años, el 6 y 7 de noviembre de 1985, cuando el poder civil, representado por el presidente Belisario Betancur, actuó en complicidad con el poder militar y en nombre de la democracia decapitó la cúpula de la rama judicial y fueron sacrificados 11 magistrados, al no atender el llamado de “cese el fuego” que imploraba el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía. Como lúcida y valientemente lo expresó el entonces Procurador General de la Nación, Carlos Jiménez Gómez, en su denuncia ante la Cámara de Representantes: “En el Palacio de Justicia hizo crisis en el más alto nivel el tratamiento que todos los Gobiernos han dado a la población civil en el desarrollo de los combates armados”. Ese es el típico tratamiento de las dictaduras, apenas comparable con el bombardeo de Pinochet a la Casa de la Moneda en Chile en 1971 contra el presidente Salvador Allende. Ambos operativos, respaldados por numerosos líderes civiles y ejecutados por militares, destruyeron en lugar de retomar los dos edificios republicanos, arrasando de paso con la democracia. Un tratamiento que recientemente se repitió violentamente contra la población juvenil en el paro nacional del 2021, bajo la presidencia de Iván Duque, cuyo lema de “Paz con legalidad” terminó siendo paz con letalidad, pues dejó entre 46 víctimas mortales según la ONU[v] y 80 para diversas organizaciones de derechos humanos, como “Rutas del Conflicto”[vi].

La Tramoya de incivilidad y criminalidad del ELN

Para completar semejante tramoya de incivilidad y criminalidad, hoy supuestos rebeldes del ELN exigen cínicamente al gobierno su reconocimiento como organización política insurgente, pero realizan un paro armado en el Chocó que alcanza un nivel de degradación insuperable y ahoga a miles de familias campesinas en el confinamiento de la desesperación, el hambre y la muerte, mucho más profundo que el agua de los ríos desbordados que las circundan. Semejante comportamiento no es otra cosa que la criminalidad propia de un grupo armado organizado y como tal no tiene cabida reconocer al ELN como un grupo rebelde con proyecto político. Sin libertad de locomoción de la población campesina no hay política, sino confinamiento, miedo y desolación, que es lo propio de los criminales y los reaccionarios con sus campos de concentración. Por todo lo anterior, sin superar la paradoja mortal de la violencia política, el entramado de imposturas de esta tramoya estatal cacocrática y la supuesta civilidad de nuestros gobernantes y opositores armados, continuaremos muriendo en el ensueño de ser la democracia más longeva y estable de Suramérica. Longeva en perpetuar múltiples violencias, desfalcar los bienes y el presupuesto público en beneficio de cacocratas disfrazados de políticos. Pero también muy estable en cavar trincheras y fosas comunes en defensa de una democracia y un Estado de derecho que ha sido condenado en 50 ocasiones por la Corte Interamericana de Derechos Humanos[vii] por violaciones sistemáticas y generalizadas de los derechos fundamentales de su población, como las más de 6.000 víctimas de la Unión Patriótica[viii] y su exterminio como partido político.

Últimas noticias de la Tramoya nacional criminal.

Para terminar, las noticias de esta semana condensan en forma inverosímil tan desolador escenario. Conocimos la absolución de Santiago Uribe[ix] por falta de pruebas concluyentes en la conformación del grupo paramilitar de los llamados 12 apóstoles, por lo cual su hermano, el expresidente Álvaro Uribe, dio gracias a Dios, como si se tratará de un milagro celestial, que seguro espera se repita en la investigación penal en su contra por los delitos de soborno a testigo y fraude procesal. Continuó con el reconocimiento de los miembros del Secretariado de la extinta Farc-Ep de haber reclutado cerca de 18.677 niños y niñas entre 1996 y 2016, según la imputación realizada por la JEP[x], además de cometer graves delitos contra su integridad personal, abusos y violencia sexual[xi]. Y, por si fuera poco, el presidente Gustavo Petro nombra como gestor de paz a Hernán Giraldo[xii], temible jefe paramilitar del Bloque Tairona, apodado “taladro” por ser sindicado de la violación sexual de más de 200 niñas menores de edad, prontuario de depredador sexual por el cual fue expulsado de la jurisdicción de Justicia y Paz “por seguir en la vía del crimen, ligado principalmente a delitos sexuales contra menores”[xiii]. Ante semejante tramoya criminal nacional, asistimos a la rehabilitación y absolución de numerosos victimarios, bien por cuestionados fallos judiciales o resoluciones gubernamentales, que terminan revictimizando y mancillando la memoria y dignidad de miles de víctimas. Al anterior tramado y tinglado de impunidad, se suma la forma vergonzosa y oprobiosa en que el representante a la Cámara, Miguel Polo Polo[xiv], agredió a la Madres de Soacha al botar a la basura cientos de botas de plástico que simbolizaban la memoria de sus hijos ejecutados extrajudicialmente, cuyo número asciende a 6.400 “falsos positivos” que investiga la JEP[xv] por los cuales ya han sido imputados numerosos agentes de la Fuerza Pública[xvi]. Crímenes que ahora niega cínicamente el representante Polo, contra toda la evidencia judicial demostrada por la JEP[xvii]. Sin duda, estamos sumergidos en un desastre nacional no solo por causa de las lluvias, sino por la degradación ética y política de quienes persisten en llamar democracia a esta tanática tramoya institucional y defender este supuesto Estado de derecho que condena a millones de sus cándidos pobladores a malvivir y morir sin haberles garantizado el ejercicio de sus derechos ciudadanos básicos: los civiles a la vida, libertad, propiedad, seguridad y justicia; los políticos a elegir, expresarse y oponerse sin temor a ser asesinados o desaparecidos y los sociales a vivir en paz en un medio ambiente sano y a salvo de catástrofes evitables, con empleos decentes, pan, techo, educación, salud y dignidad, que es lo mínimo que garantiza, promueve y existe en toda auténtica democracia.

 



viernes, noviembre 08, 2024

REGRESA UN GÁNSTER A LA CASA BLANCA

 


Regresa un Gánster a la Casa Blanca

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"¿Promete a Estados Unidos, esta noche, que en ninguna circunstancia abusaría del poder como represalia contra nadie?", preguntó Hannity a Trump en la entrevista grabada en Davenport, Iowa. "Excepto el primer día", respondió Trump, “quiero cerrar la frontera y quiero perforar, perforar, perforar".

Hernando Llano Ángel

El triunfo presidencial de Donald Trump y su regreso a la Casa Blanca en enero de 2025 marcará la consolidación de la política gansteril en Norteamérica y en el ámbito internacional. No tanto por tratarse del primer presidente condenado por 34 cargos criminales , sino sobre todo porque sus dos consignas programáticas son la expresión más clara del faccionalismo político y el fanatismo nacionalista: “America First” y “Make America Great Again” (MAGA). Dichas consignas condensan el gansterismo político, alimentado por el nacionalismo supremacista blanco del gringo medio y de millones de latinos acomodados, que ven en Trump la realización de todos sus sueños y frustraciones: riqueza, concupiscencia, frivolidad, machismo, racismo, xenofobia, vulgaridad, consumismo, arribismo, egolatría, narcisismo, cinismo, fuerza y violencia. Pero, sobre todo, porque admiran su éxito impune, que supera todos los límites legales y morales, de cuya violación se ufana y pregona ante el mundo. Precisamente por todo lo anterior derrotó en forma tan contundente a Kamala Harris , una implacable exfiscal de California encargada de investigar, procesar y condenar delincuentes con un perfil parecido al de Trump, con el distintivo indiscutible de ser una mujer negra de ascendencia asiática. Es decir, una hija de inmigrantes con ínfulas presidenciales y valores liberales que Trump, en su astucia política y aprovechando el analfabetismo político  de sus fanáticos seguidores, tildaba de socialista y estigmatizaba como la mayor amenaza para la grandeza de Norteamérica si ella ganaba la presidencia. Con lucidez, Paul Auster, explicó el éxito de Trump y el partido republicano,  diciendo que lo elegían: “Porque les hace sentirse bien sobre sí mismos, y los demócratas les hacen sentirse mal sobre sí mismos. Es una manera cruda de verlo, pero es comprensible. Por eso le votan. Igual que Hitler les hizo a algunos alemanes sentirse bien sobre ellos mismos. Es una hostilidad furiosa y resentida hacia una sociedad cambiante. América es un país de inmigrantes, de gente de todos los orígenes, colores de piel, religiones, culturas. Muchos celebramos esa diversidad, pero otros no” .

Faccionalismo facineroso

Con semejante amalgama de “virtudes” y prejuicios insuperables propios del supremacista blanco que encarna Trump, tan cercanos y familiares a sus millones de votantes, celebró airoso y orgulloso su regreso a la Casa Blanca. En su discurso triunfalista, comenzó diciendo: "Es una victoria política que no se había visto antes. [...] EEUU nos ha dado un mandato sin precedentes". Sin duda, nunca antes había llegado a la Casa Blanca un gánster de sus dimensiones. Y con él, el faccionalismo político más peligroso, el facineroso que se sabe intocable, respaldado por los sectores plutocráticos más codiciosos, aupados por las nuevas tecnologías, que representa Elon Musk , a quien ya anuncia como integrante de su gabinete. Una coalición de la mentira en el poder con tecnología de punto y su red X, para negar la realidad y crear mundos alternativos y paralelos que cautivan a millones de incautos y analfabetas políticos, extraviados en las redes sociales. Contra ese faccionalismo y sus letales consecuencias para la República escribieron en El Federalista en 1788, Madison, Hamilton y Jay, padres de la Constitución norteamericana, que “una facción es un cierto número de ciudadanos, tanto si suman una mayoría como una minoría del total, que están unidos y actúan mediante un impulso o pasión común, o por un interés contrario a los derechos de otros ciudadanos o a los intereses permanentes y agregados de la comunidad”. Imposible encontrar una definición más precisa de lo que significa Trump como presidente y líder del partido republicano que, para completar el cuadro de catástrofes políticos previsibles, contará con el apoyo mayoritario en el Congreso para gobernar. En otras palabras, Trump dispondrá de esa facción mayoritaria que respaldará su delirio de MAGA, casi parecido a las mayorías que apoyaron a Hitler en la pesadilla criminal del Tercer Reich. En efecto, los seguidores de Trump “actúan mediante un impulso o pasión común, o por un interés contrario a los derechos de otros ciudadanos o a los intereses permanentes y agregados de la comunidad”, empezando por los derechos de sus adversarios políticos internos, a quienes tilda de peligrosos enemigos socialistas que amenazan la grandeza de MAGA.  Ni hablar de su proceder en el ámbito internacional que desde ya amenaza los “intereses permanentes y agregados” de la unidad nacional de Ucrania, también la existencia y seguridad del pueblo palestino, además de desconocer la crisis climática global, que afecta gravemente a todos los seres vivos y sintientes de Pachamama.

Política Internacional Gansteril 

Lo anterior no es una especulación infundada, pues ya Trump ha anunciado que terminará la guerra en Ucrania en 24 horas, lo que augura un rápido acuerdo de negociante hotelero con Putin, y un abandono a Volodímir Zelenski, para propiciar la secesión de la cuenca del Donets o Dombás  a favor de Rusia. Así aligera el peso de la financiación de la OTAN y de esa guerra calamitosa para el fisco norteamericano, que Biden ha sostenido. Para completar el cuadro de gansterismo de su política internacional, que cínicamente presenta ante incautos como pacifista, ha animado a Netanyahu a “completar la tarea iniciada”. Por eso todos los autócratas del mundo, que han subordinado la política a sus jugosos negocios y los de sus socios, junto a los líderes con antecedentes criminales, o que se encuentran sub judice y son expertos en desafiar las reglas democráticas o reformarlas a su favor, se apresuraron a felicitarlo con el cinismo propio de cómplices plutócratas. Desde Putin en Rusia, Víktor Orban en Hungría, Milei en Argentina hasta el “presidente eterno”, cuyo mensaje hay que resaltar, especialmente por su claridad y coherencia: “Colombia necesita fortalecer su histórica relación con los Estados Unidos en todos los temas, como la lucha contra el crimen, la economía y el fortalecimiento del tejido social". A uno le quedan dudas al respecto, dado los 34 cargos criminales por los que fue condenado Trump , sus desfalcos económicos por los que debe pagar 355 millones de dólares más intereses  y con mayor razón por la forma como protegerá el tejido social de los inmigrantes en Norteamérica, amenazándolos con deportaciones masivas. Sin olvidar la forma como incitó la toma del Capitolio  el 6 de enero 2021para impedir el reconocimiento del triunfo legítimo de Joe Biden y su anunció de que será dictador  por un día: "Excepto el primer día", respondió Trump, “quiero cerrar la frontera y quiero perforar, perforar, perforar".

¿De la Guerra Climática a la nuclear?

De otra parte, al ser Trump un negacionista de la crisis climática, pues retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París  en 2017 – al que luego lo reincorporó Biden en 2021-- es posible que reincida en su estímulo entusiasta por las energías fósiles (“quiero perforar, perforar, perforar”) y declaré así una “guerra climática” contra el planeta y la humanidad, lo que constituye sin duda una amenaza mortal contra “los intereses permanentes y agregados” de todos los seres vivo de Pachamama, como expresión de su faccionalismo ecocida y fanatismo mercadocéntrico. Pero quizá lo más preocupante es que con su política internacional de “Pax norteamericana” en función de MAGA, si propicia la secesión de Ucrania y respalda el genocidio de Netanyahu en el medio oriente, termine animando a la China a ir por Taiwán, lo que nos conduciría al escenario apocalíptico de guerras nucleares disuasorias y exterminadoras, que consolidarían un orden internacional criminal al mando de jefes de Estado gansteriles, que se saben inmunes e impunes. Y todavía queda por considerar los impredecibles efectos para la economía mundial de su credo proteccionista “America First” que amenaza con altos aranceles a la Unión Europea y a la China, lo que podría catalizar una recesión mundial incalculable. Por todo lo anterior, es una vergüenza que la inmensa mayoría de jefes de Estado por consideraciones pragmáticas o intereses estratégicos corran a felicitar a semejante gánster de la política, que es una amenaza no solo para la paz mundial sino incluso para la vida planetaria.




CALI Y EL LEGADO DE LA COP16

 

CALI Y EL LEGADO DE LA COP16

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Hernando Llano Ángel.

De la “Paz con la naturaleza”, consigna programática de la COP16, pasamos inadvertidamente a la consigna “Negocios con la naturaleza”. Y sucedió de manera imperceptible y feliz, celebrada por todos, recorriendo con aire de feria decembrina la Zona Verde. Una zona amplia y abierta a la alegría desde el Bulevar del río, la plazoleta del CAM y el paseo Bolívar, con cientos de stands ecológica y rústicamente construidos, brindando toda la generosidad de la Pachamama del pacífico, la amazonia y otros rincones del planeta a la curiosidad y el consumismo de miles de citadinos deslumbrados por tanta biodiversidad. Sin lugar a duda, este año la feria comenzó en octubre a sorbos de viche y aromática de Coca y Menta, bebidas mucho más saludables y estimulantes que los edulcorados alcoholes, otras sustancias y polvos adictivos. Todo ello gracias a la COP16 que al menos por diez días nos permitió conocer y degustar los portentos de la biodiversidad y comprobar, por enésima vez, que la Coca no es “la mata que mata” y mucho menos cocaína, así como la uva no es vino. Que con la coca y el viche se puede desarrollar la renombrada Economía Popular que es bandera en el Plan de Desarrollo del “Gobierno del cambio”, mucho más allá de anuncios efectistas y circunstanciales como la compra ocasional de la hoja coca en EL PLATEADO. Ambos emprendimientos, el viche y la coca, precisan un respaldo institucional y empresarial que permita su transformación y la amplia comercialización de sus productos, como los ofrecidos en el portal de COCA-NASA[i]. Si no se hace desde un gobierno que se pregona progresista y fustiga con elocuencia la depredación de la biodiversidad llevada a cabo por las energías fósiles, entonces se dilapidaría el mayor legado de la COP16: impedir que organizaciones criminales, más allá del membrete que lleven, continúen arrasando con la amazonia y los bosques tropicales, asesinando a sus custodios y confinando a las comunidades rurales. Todo ello movidos por una codicia sin límites que ha degradado la sagrada y portentosa MAMACOCA hasta convertirla en una sustancia sangrienta y mortífera.

La Alquimia del Mercado Legal

Paradójicamente, ello lo puede impedir el mercado, si se regula legalmente la siembra y transformación de la hoja de coca. Pero si se continúa con el prohibicionismo y su criminal e ineficiente “guerra contra las drogas”, no solo caerán más líderes ambientalistas, ya tenemos el deshonroso primer lugar de asesinados en el mundo, con79[ii]en el 2023, sino que aumentarán las ganancias, la devastación de la biodiversidad y el control territorial y poblacional de las organizaciones armadas ilegales. Así lo denunció el líder campesino Jonathan Centeno en el panel “Diversas miradas sobre las economías ilegales”, convocado y organizado por “Valiente es dialogar”, realizado en la zona verde del CAM el pasado martes 29 de noviembre. Pero de no hacerlo, entonces el mercado, ese agujero negro que devora todos nuestros deseos y crea publicitariamente hasta los inimaginables, terminará cooptando la COP16 para beneficio de unos pocos y convertirá la biodiversidad en un botín en perjuicio de toda la humanidad. Sería algo desastroso y vergonzoso, pero ya se escucha en foros académicos, como uno realizado en la Universidad Javeriana de Cali por los estudiantes de DemoCrítica[iii], nada menos que por boca del exministro Alejandro Gaviria, que Colombia puede ser “la Arabia Saudita de la biodiversidad”. En otras palabras, continuar viendo en PACHAMAMA una despensa inagotable para los negocios, como si fuéramos la especie propietaria de todas sus riquezas, que no son inagotables y mucho menos tasables en las bolsas de valores y las mentes de sus codiciosos mercaderes. Esa mentalidad mercadocéntrica no solo nos tiene al borde del apocalipsis, ya la ONU nos advierte que pasamos del calentamiento global a la ebullición global[iv], sino que además nos impide pensarnos como seres de la naturaleza, animales racionales y sensibles, para convertirnos en consumidores depredadores de la misma, cometiendo una especie de matricidio planetario, en lugar de cuidarla y salvarla como hijos agradecidos. Por eso, vale la pena preguntarse qué legado puede dejar la COP16 para Cali como ciudad y para todos sus habitantes.

¿De sucursal del Cielo a capital planetaria de la biodiversidad?

Puede agotarse en un estado de ánimo exaltado por su éxito, parecido al de una rumba decembrina, pues ya es vox populi escuchar que Cali cambió, que es otra completamente distinta, como supuestamente aconteció después de los Juegos Panamericanos en 1971. Por ese entonces un par de jóvenes irreverentes, Carlos Mayolo y Luis Ospina, realizaron el documental “Oiga, Vea”, que nos mostraba la otra Cali, la excluida de los juegos, que crecía periférica y precariamente, sin servicios públicos. En pocas palabras, esa Cali donde sus habitantes estaban fuera de lugar, y despectivamente se los llamaba “guabalosos”, como si no fueran ciudadanos iguales a la “gente de bien” que vivía en barrios decentes. ¿Repetiremos esa historia, ahora engreídos por nuestra biodiversidad y la prodigiosa cantidad de aves que nos circundan, al tiempo que todavía muchos que viven en el norte, oeste y sur de Cali todavía discriminan y se burlan de los “guabalosos” de las laderas, los corregimientos y el oriente? Al punto que les molesta verlos en centros comerciales, universidades y sus exclusivos barrios de “gente de bien”, excepto cuando les prestan sus servicios. Otros niegan visceralmente a esa Cali periférica que se levanta y re-existe con la mano de la dignidad en alto y por eso se oponen al reconocimiento de Puerto Resistencia como Bien de Interés Cultural de la Nación por parte del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. Sin ese reconocimiento qué valor puede tener una biodiversidad que es incapaz de reconciliarse con la pluralidad cultural, social y étnica que hace de Cali un crisol de pueblos de aluvión, con colonos venidos de todos los rincones del país, empezando por los paisas, y de cientos de miles expulsados y desplazados de sus terruños por el aluvión inadmisible y cruel de la violencia de extremistas de izquierda y derecha, muchas veces con la anuencia y complicidad de agentes del mismo Estado. Tal es el mayor desafío que tenemos como ciudad, nos toca demostrar que no solo gozamos de una biodiversidad exuberante, sino que somos un pueblo mestizo, amalgamado con multiplicidad de pieles, saberes, ritmos y sabores. Hay que reconocer que la Cali más querida y admirada en todo el mundo es la plebeya con sus personajes inolvidables: Jovita, el “Loco Guerra”, “Amparo Arrebato” y sus salseros inmortales: Jairo Varela, el Grupo Niche, Guayacanes, Fruco y sus Tesos; con el jolgorio mundano de sus comparsas y escuelas barriales de salsa que todos los diciembres se toman la ciudad y con los triunfos inolvidables y las derrotas inmerecidas de sus gloriosos equipos, América y Cali. De nada nos sirve que tengamos como ciudad la mayor diversidad de aves de Colombia si somos incapaces de convivir alegremente compartiendo nuestra pluralidad cultural e interétnica, tratándonos como ciudadanos con igual dignidad y oportunidades para el goce de nuestros derechos y responsabilidades colectivas. Si lo logramos, la COP 16 nos dejará el mayor legado, pues seremos capaces de reconciliar la riqueza de la biodiversidad con la alegría de la convivencia social y política, promotora de una nueva Cali donde todos nos reconozcamos como ciudadanos con igual dignidad, más allá de apellidos y abolengos; de vivir en el norte o el sur; en las laderas y los corregimientos; en el exclusivo Oeste o el popular Oriente. Entonces bailaremos en el “Séptimo Cielo” y nadie vivirá en la antesala infernal de la discriminación racial, la pobreza, el miedo, la inseguridad y la criminalidad. Así la Reconciliación no será una Rara Avis, sino un ave endémica en nuestra ciudad.

 


jueves, octubre 24, 2024

DEMOCRACIA, BIODIVERSIDAD Y PEGASUS

 

 

DEMOCRACIA, BIODIVERSIDAD Y PEGASUS

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Hernando Llano Ángel.

La democracia pretende ser la biodiversidad de la política, pues parte de reconocer que sin el respeto y la promoción de la pluralidad de intereses, valores e identidades no es posible la vida social, mucho menos la paz política. Si la consigna distintiva de la COP16[i] es “Paz con la naturaleza”, la de la democracia sería “Paz con la diversidad política”. La guerra es todo lo contrario. Su objetivo es la eliminación o sometimiento de esa diversidad, del Otro, al considerarlo como una amenaza para la propia existencia porque sus intereses, valores e identidades expresan otras formas de sentir, valorar y vivir que lo hacen irreductiblemente distinto, diríamos bioculturalmente diverso. Obviamente esa diversidad política no es natural, es producto de la historia y la cultura, cruzadas por las ansias de dominación y también de liberación de los pueblos por el control de sus riquezas terrenales y sus destinos vitales. De allí que no se trate tanto de una diversidad natural, valga la redundancia, biodiversa, sino de una pluralidad cultural, étnica y política, que es el terreno en donde nace y crece la frágil y polícroma planta de la democracia, siempre amenazada por las desigualdades, la violencia y las guerras.

Guerras predadoras y ecocidas

En últimas, toda guerra entre naciones y pueblos tiene como trasfondo el pillaje y el control de la biodiversidad, la mayoría de las veces revestida de una densa e indescifrable hojarasca de motivos. Motivos que van desde los más sagrados e históricos --como ladina y mentirosamente pretende hacerlo ver el sionismo contra el pueblo palestino-- pasando por los sublimes de la libertad y la dignidad humana –durante la “guerra fría”- hasta los más ruines y mezquinos de la gloria personal y el enriquecimiento criminal de sus comandantes y mercenarios en nombre de la Seguridad Mundial y la misma Democracia –OTAN Vs RUSIA—en la disputa por Ucrania. Así se va formando una simbiosis inextricable y a veces indescifrable entre biodiversidad y biopolítica, que es el actual nudo gordiano en que nos encontramos como humanidad y nación, involucrados en la absurda “guerra contra las drogas”. Un nudo que es también corredizo y puede ahorcarnos, si la política en su dimensión demiúrgica, planetaria y doméstica no es capaz de proteger y sustentar la biodiversidad, entre ellas la de MAMACOCA[ii], hoy amenazada por mercaderes, mercenarios y burócratas maniqueos con licencias de estadistas.

¿Política demiúrgica o mefistofélica?

Por eso lo que hoy está en riesgo es mucho más que la vida misma en su dimensión puramente biológica. Lo que está agonizando y corre riesgo de extinción es la vida política en su esencia demiúrgica y civilizadora por haberse degradado y convertido en un poder mefistofélico y devastador, al servicio de plutócratas y del mercado. Lo más paradójico es que tal metamorfosis letal de la política haya ocurrido en nombre de la democracia liberal y en defensa de los intereses más depredadores de la biodiversidad y la humanidad. Los intereses de las industrias militar, fósil y bursátil, como protagonistas del modelo capitalista neoliberal y su omnipresente mercado que exacerba nuestro insaciable e insociable apetito devorador de la Pachamama[iii] por alcanzar una momentánea y fugaz felicidad. Una felicidad que cada día disfrutan minorías más soberbias e indolentes, pues el 1% más rico acumula el 63% de la riqueza desde 2020, según informe de OXFAM[iv]. Minorías que condenan a las mayorías a la exclusión y las arrojan en manos de líderes políticos prestidigitadores que les prometen su redención y salvación si votan por ellos y depositan sus esperanzas en las urnas, convertidas así en auténticas cajas de Pandora. Cajas de las que luego escapan esas esperanzas y se expresan furiosamente en estallidos sociales, violencia anómica incontrolable y caravanas de migrantes que mueren en travesías infernales. De esta forma, casi imperceptible, en nombre de esa “democracia liberal” cuya esencia es una mercadocracia plutocrática, cada día ganan más elecciones en Europa líderes de ultraderecha xenofóbicos, como sucede en Austria, Alemania y España. En nuestro continente surgen outsiders delirantes como Javier Milei en Argentina, Bukele en El Salvador y Maduro en Venezuela, para quienes no hay salvación de la humanidad por fuera de la idolatría a sus mandatos y de las sociedades carcelarias que auspician y presiden. Por eso no es casualidad que para todos ellos no exista la crisis de la democracia, menos la climática y sean entusiastas defensores de las elecciones, siempre y cuando los favorezcan, de las energías fósiles, la industria militar y la mano dura, cuyo máximo exponente es Donald Trump, respaldado por el ególatra Elon Musk y su “inteligencia artificial”, para quien la tierra no es más que un megamercado inagotable de su ambición, que ya se expande y aspira a conquistar el universo. ¿Será que la tierra ya no es suficiente para satisfacer el tamaño de su codicia narcisista? Nos corresponde, entonces, como ciudadanía planetaria asumir un doble desafío existencial y épico. Primero, rescatar a la democracia de las manos de las plutocracias depredadoras y, segundo, liberar la política de ese poder mefistofélico para restituirle su dimensión demiúrgica, creadora y reguladora de la vida social, para la conservación de la biodiversidad planetaria. ¿Será ese el principal mensaje y legado de la COP16[v] para hacer realidad “La paz con la naturaleza”? Y ¿Seremos capaces de forjar como colombianos una democracia que promueva La paz con la diversidad política y ecológica”? Todo parece indicar que nos queda el último cuarto de hora para ello y que este “gobierno del cambio” no tiene otra alternativa que enfrentar ambos desafíos, si de verdad quiere estar a la altura de sus consignas rectoras: “Colombia, potencia mundial de la Vida” y la “Paz Total”.

¿De cuál democracia me hablas?

Tremendo desafío, pues enfrenta una oposición visceral que aún vive en la época feudal. Al extremo que es incapaz de reconocer al campesinado su ciudadanía plena, votando en el Congreso[vi] contra su derecho a tener un contrato agropecuario, legal y formal, como lo establecía “el artículo 32, que creaba el “jornal agropecuario”, una modalidad de pago diario con salario y prestaciones”. También fue excluido el artículo 33, que establecía condiciones mínimas de vivienda para trabajadores rurales. Y, lo más insólito, por no decir inverosímil, es que lo hagan en defensa de la “democracia y la seguridad jurídica”, supuestamente para evitar la pérdida de sus empleos actuales, como lo argumentan varios congresistas del Centro Democrático. En otras palabras, hay que defender este Statu Quo, propio de siervos de la gleba, que niega la ciudadanía al campesinado, ese “derecho a tener derechos”, para que puedan seguir viviendo agradecidos a la generosidad de sus patrones, que magnánimamente les permiten trabajar en sus haciendas. En verdad, esos congresistas son totalmente coherentes con la reforma laboral de su “presidente eterno”, que recortó a los trabajadores derechos como la remuneración de horas nocturnas, horas extras y días de fiesta, para supuestamente generar más empleo, reactivación económica y justicia social. Esa es la democracia y el Estado de derecho que les da miedo perder, la “Democracia de Señores”, si se aprueban las reformas sociales presentadas por el Pacto Histórico. Reformas que descalifican como izquierdistas, populistas e irrealizables, e incluso hasta agitan el fantasma del socialismo porque está realizando a paso lento una reforma rural integral, comprando a los latifundistas sus predios a precio de mercado. Por eso, tiene sentido parafrasear la famosa respuesta del expresidente Duque a un periodista y preguntarle ahora ¿De cuál democracia me hablas? Y complementarla con otra que él elude, pero que ya empieza a arrojar algunas respuestas policivas[vii], más propias de un Estado cacocrático y criminal que de uno de derecho que pregonaba por el mundo entero con su estribillo de “paz con legalidad”. ¿Será que Pegasus[viii] es mucho más real que el Unicornio de Silvio Rodríguez? Y, en tal caso ¿En dónde se ha perdido? ¿En qué manos estará? Por lo pronto, me atrevo a responder la primera pregunta, diciendo que no hay democracia donde millones de campesinos carecen de derechos sociales, además de haber sido despojados de sus terruños y desplazados como parías por toda Colombia, sin reconocerles el derecho civil a su posesión y propiedad, es decir, sin la más mínima garantía de seguridad jurídica y derecho a la Justicia. Pero para algunos, incluso renombrados juristas y académicos, la anterior es una respuesta disparatada, pues confunde la democracia descriptiva, la que realmente existe, con la prescriptiva e ideal, aquella que prescribió desde finales del siglo XVIII “IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD” en la declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, por cuya vigencia han muerto millones y todavía siguen muriendo muchos más sin conocerla y vivirla. Pero, justamente, esa es la democracia que pregona nuestra nominal y parcialmente vigente Constitución de 1991. Por lo pronto, la respuesta sobre PEGASUS habrá que dejarla a la FISCALÍA[ix], como es lo propio en todo Estado de derecho, respetuoso de la sacrosanta presunción de inocencia.  A propósito, PEGASO[x], el caballo alado de Zeus, con su par de poderosas alas era casi inalcanzable, ¿Será posible que nuestra vendada y lisiada justicia lo alcance?