lunes, noviembre 22, 2010

DE-LIBERACIÓN


(http://calicantopinion.blogspot.com)

COLOMBIA ANEGADA

¡Vive Colombia, Navega por ella!

(Noviembre 21 de 2010)

Hernando Llano Ángel.

La nave de “Colombia” está anegada y naufraga en medio de un sedimento de escándalos acumulados por el gobierno de la “seguridad democrática”, bajo la heroica y acertada conducción del “libertador” Uribe, ubérrimo en complicidades y tramas delictivas. En apenas 100 días de transparencia y “prosperidad democrática”, las compuertas de complicidad que contenían esta avalancha de corrupción y crimen se rompieron y la Nación quedó inundada. Colombia hace agua. Las fétidas e incontenibles aguas de los negociados y de innumerables ilícitos arrasan con todo, como los arroyos en Barranquilla. Colombia se ahoga en las profundidades del éxito fraguado por Uribe con su ejemplar gabinete y la inteligencia obtusa de sus asesores. Incluso ya ha comenzado la fuga de algunas inteligencias menores, gracias a las esclusas y canales de complicidad abiertos por el presidente Martinelli de Panamá que, honrando la amistad con Uribe, concedió asilo de impunidad a la ex directora del DAS, María del Pilar Hurtado.

Una verdad profunda

De nuevo, la verdad se va al fondo y sólo con buzos y equipos especializados de salvamento judicial podremos conocer algún día el entramado criminal dirigido desde la Casa de Nariño para ocultar y minimizar su fórmula de gobernabilidad, basada en la simbiosis de la política con el crimen del paramilitarismo, que se empezó a concertar desde la ley 975 y la frustrada conversión de criminales de lesa humanidad en delincuentes políticos, bajo la tipificación de un imposible delito de sedición. Todo ello terroríficamente adornado con el telón de fondo de las acciones criminales de las FARC, que aportaron así la dosis de miedo requerida por Uribe para legitimar su maniqueísta “seguridad democrática”, según la cual quien no la respaldara se convertía auxiliar del terrorismo, como incluso tildó a los magistrados de las altas Cortes.

Esa es la verdad profunda que apenas está saliendo a flote. Allí se encuentra el origen del famoso choque de trenes entre el Ejecutivo y la rama Judicial, que no es otro que la fracasada estrategia uribista y sus mayorías en el Congreso de politizar el crimen contrainsurgente del paramilitarismo, fijando penas benignas a sus comandantes de entre 5 y 8 años. Estrategia que fue frustrada por fallos en derecho de la Corte Constitucional y la sala penal de la Corte Suprema de Justicia. Por eso da la impresión de que la justicia se hubiese politizado, cuando sucedió exactamente lo contrario: el crimen se politizó y por consiguiente la política se criminalizó y se reveló como parapolítica. Por eso la Casa de Nariño acogió amable y subrepticiamente a protagonistas del bajo mundo del crimen, como Job, para urdir tramas contra la Justicia. Por eso el mismo presidente Uribe ordenó a sus copartidarios votar rápidamente sus proyectos, antes de que fueran trasladados del Parlamento a la Picota. Por eso hundió la llamada silla vacía, para que la curul del congresista sub judice continuara ocupada por otro testaferro del crimen y no perder así su “gobernabilidad” parapolítica, todo ello en nombre de la sacrosanta “seguridad democrática”. De allí que la rama judicial, los políticos no cooptados y atrapados por esa red de complicidades y los periodistas independientes se convirtieran en el objetivo del DAS, pues había que impedir a toda costa que se conociera la verdad. Por eso es oportuno preguntarse ¿Todavía no te DAS cuenta que esa es la realidad? La verdad profunda de una gobernabilidad criminal camuflada bajo una fórmula libre de toda sospecha como la “seguridad democrática”.

El milagro de Santos

Ahora le corresponde a Santos hacer un milagro y desempeñarse como un insuperable cirujano estético para ocultar los estragos del paso del Tiempo, que termina por revelarlo todo, como las ejecuciones extrajudiciales, mal llamados “falsos positivos”, que siguen saliendo a flote, y el más reciente escándalo de Fondelibertad, cuando se desempeñaba como exitoso ministro de defensa uribista. Quizá por ello ahora recurre a una fórmula de gobernabilidad aún más falsa y mentirosa que la de su antecesor, como es la “Prosperidad democrática” y está promoviendo por todo el país “Acuerdos de prosperidad”, en lugar de impedir que las aguas de la profunda desigualdad económica y social continúen ahogando cotidianamente a más de 20 millones de compatriotas.

Porque no es el invierno la causa de nuestras mayores calamidades, sino la conversión de la política en una actividad paralela al crimen, vale decir paracriminal, la que nos tiene anegados en sangre y vergüenza desde hace más de 60 años. Y la única forma de superar semejante diluvio de ignominia es recurriendo a la conciencia y la decencia de la ciudadanía para que en las próximas elecciones condene al ostracismo de la derrota a todos aquellos que han convertido a Colombia en una mortífera laguna donde navegan impune y orgullosamente piratas disfrazados de políticos, que han hecho del crimen y el odio sus divisas y banderas para gobernar, bajo lemas tan atractivos como la seguridad y la prosperidad democráticas. Por eso hoy se celebra más la muerte que la vida y los partes oficiales exhiben con orgullo el listado de las bajas, así como las FARC secuestran la libertad en nombre de una supuesta revolución, reclutan la inocencia y asesinan a los campesinos, indígenas y lideres que defienden la autonomía de sus territorios y la dignidad de sus vidas.