viernes, agosto 06, 2010

DE-LIBERACIÓN
(Agosto 6 de 2010)

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Álvaro Uribe Vélez: Un Presidente paradójico

Hernando Llano Ángel.

En víspera de abandonar la Casa de Nariño, el signo de la paradoja parece marcar los ocho años de Uribe Vélez en la presidencia de la República. Al menos se pueden destacar ocho grandes paradojas. Veámoslas, en forma vertiginosa, comparadas con las principales metas de su “Manifiesto Democrático” y los resultados obtenidos durante estos dos periodos. Para empezar, ya desde el punto 98 del Manifiesto consideraba insuficientes los primeros cuatro años y anunciaba con voz profética su prolongación en un gobierno de Unidad Nacional: “Insistiré que el País necesita líneas estratégicas de continuidad; una coalición de largo plazo que las ejecute porque un Presidente en cuatro años no resuelve la totalidad de los complejos problemas nacionales. Pero avanzaremos. Por eso propongo un Gobierno de Unidad Nacional para rescatar la civilidad”. Es evidente que tampoco le alcanzaron estos últimos cuatro años, pero hay que reconocer que avanzó notablemente en la profundización de los “complejos problemas nacionales”, como a continuación se puede apreciar en las siguientes ocho paradojas:

1- Avanzamos del conflicto armado interno a uno de carácter regional.

La primera paradoja y la más insólita, es que en su obsesión por negar la existencia del conflicto armado interno, terminó ampliándolo y profundizándolo hasta transformarlo en un conflicto de carácter regional, que hoy afecta no sólo la región andina sino que compromete a todo el continente americano. Con el agravante de haberlo internacionalizado en un horizonte de guerra y no de paz, como consecuencia de su cruzada contra el terrorismo, que desconoció el mismo Derecho Internacional y la soberanía territorial del Ecuador. Cruzada que a su vez catalizó la más grave y profunda crisis humanitaria de orden político y social en el continente, para transitar así de la promesa de la paz a la pesadilla de la hecatombe humanitaria.

2- Pasamos de la paz a la hecatombe humanitaria.

En efecto, en el punto 2 de su célebre Manifiesto Democrático consignó: “Sueño con una Colombia en la que todos podamos vivir en paz, resolver nuestras diferencias pacífica y creativamente, gozar en familia de nuestras carreteras, paisajes y ríos”. Es una lástima que dicho sueño se haya convertido en una pesadilla para cerca de tres millones y medios de desplazados, que no han podido regresar a disfrutar sus “paisajes y ríos”. También que tengamos el mayor número de víctimas de minas antipersonal en el mundo; la más incierta cifra de desapariciones forzadas; el más alto índice de sindicalistas asesinados y “un patrón sistemático de ejecuciones extrajudiciales” o “falsos positivos”, según Philip Alston, Relator de las Naciones Unidas, que implica a un alto número de miembros de la Fuerza Pública. Todo ello, bajo la impronta de la “seguridad democrática” y la Directiva 029 del Ministerio de Defensa, a la cual dieron exitoso cumplimiento los entonces ministros Camilo Ospina y Juan Manuel Santos, desde mañana Presidente en ejercicio.

3- Del Estado Comunitario al Plutocrático y Cacocrático.

En el punto 4 del Manifiesto expresa otro sueño, que lamentablemente cumplió al revés: “Sueño con un Estado al servicio del pueblo y no para provecho de la corrupción y la politiquería. Hoy el Estado es permisivo con la corrupción, gigante en politiquería y avaro con lo social”. La primera parte la cumplió con creces, otorgando a personas de escasos recursos, como Luis Carlos Sarmiento Angulo, incentivos de Agro Ingreso Seguro por apenas12 mil millones de pesos. Igual generosidad tuvo con otras 46 personas que hicieron aportes a su campaña presidencial por 600 millones y coincidencialmente recibieron de su ministro de agricultura Andrés Felipe Arias (Uribito) 45 mil millones de pesos para mejorar la competitividad de sus modestas agro-empresas. En cuanto al “Estado permisivo con la corrupción y gigante en politiquería”, sobresalen los estímulos a congresistas como Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, gracias a los cuales se reformó un “articulito” de la Constitución que le facilitó continuar en la Casa de Nariño por otros 4 años, para no mencionar la degradación de la carrera diplomática, convertida en refugio de “buenos muchachos” como Salvador Arana y Jorge Noguera, habilidosos cacos del entramado criminal de los paramilitares. Hoy el primero está condenado por la Corte Suprema de Justicia a 40 años de prisión por el asesinato del exalcalde de “El Roble”, Edualdo Díaz y el segundo está ad portas de serlo por el asesinato del profesor de sociología Alfredo Correa de Andreis, en Barranquilla.

4- De la buena administración pública al delito de “lesa comunidad”.

Continuando con el punto 17 del famoso Manifiesto, tenemos otra profecía autocumplida: “Necesitamos crear la cultura de buena administración de lo público. Las empresas estatales son las empresas privadas más importantes porque pertenecen a toda la comunidad. Es un delito de lesa comunidad hacer fiesta con lo estatal. Para salvar al Seguro Social, al Sena, al Bienestar Familiar, al Sisben y la educación pública, cero politiquería. Cuando los politiqueros se sienten amenazados salen con el cuento de que las van a privatizar.” En efecto, el Seguro Social fue liquidado y transformado en la fantasmagórica “NUEVA” EPS, que según el reciente informe de la Defensoría Nacional del Pueblo se encuentra en el último lugar en la percepción de los usuarios sobre la calidad de sus servicios, con 58.43 puntos sobre 100, “siendo la única que no pasó el mínimo aceptable”. A los delitos de lesa humanidad ya señalados, habrá que añadir el de “lesa comunidad” del Manifiesto, inventado por la inteligencia superior de Uribe cuando era candidato en el 2002 y perpetrado por la NUEVA EPS en su postrera administración presidencial. En cuanto a la “cultura de la buena administración de lo público”, según la Auditoría General de la República, en Colombia por causa del fraude y la corrupción se pierden 4.2 Billones de pesos al año, que equivalen a dos veces el presupuesto de Coldeportes, el Sena y 1.8 el de Bienestar Familiar. En la clasificación de Transparencia Internacional y su índice sobre percepción de la corrupción, siendo 0.00 la peor calificación y 10 la mejor, Colombia se raja con 3.7 en el 2009. Y según la percepción ciudadana, se pasó del 72.6% en el 2008 al 77.3% el año pasado sobre el aumento de corrupción en la administración pública.

5- Del Congreso Visible a la Picota.

En el punto 19 del Manifiesto se lee: “Necesitamos un Congreso Visible. Que la gente conozca por nombre propio a los congresistas. Que sepa a qué hora entran y a qué hora salen, qué proyectos presentan, qué debates impulsan”. En efecto, gracias a la tenacidad del poder judicial y a los testimonios de los comandantes paramilitares, antes de que fueran extraditados para contener y aplacar un poco el escándalo de la parapolítica, hoy se encuentran 91 congresistas procesados de los elegidos en el 2006, y el 79% de ellos son miembros de partidos que pertenecen o pertenecieron a la coalición uribista. Al respecto, no hay que olvidar el consejo del propio presidente Uribe: “voten, mientras puedan hacerlo”, pues muchos de sus copartidarios pasaron rápidamente del régimen parlamentario al carcelario. Sin duda, Uribe quedará registrado en la historia política nacional como el artífice impune de la más perversa mutación que pueda experimentar una sociedad, la simbiosis del crimen con la política, bajo la forma de coaliciones insospechadas entre paramilitares y destacados políticos regionales y nacionales. En la actualidad hay 101 figuras regionales procesadas, entre ex gobernadores, ex alcaldes, diputados y concejales.

Semejante proeza fue posible gracias a su manipulación maniquea del miedo ciudadano infundido por el terror de las FARC, que le permitió en dos ocasiones ser Presidente sin tener partido y con el respaldo de millones de firmas de ciudadanos, al mismo tiempo que canalizaba todos los votos aportados por una vasta red mutante de políticos y criminales, camuflados bajo las más curiosas siglas y letras del alfabeto, desde la “U” hasta el PIN, incluyendo tránsfugas liberales y conservadores, que hoy se confunden y cubren en el abrazo de la Unidad Nacional, santificados y transubstanciados por la reciente victoria electoral.

6-“De una Colombia sin guerrilla ni paramilitares” a las nuevas Bandas Criminales.

“Es la garantía de la seguridad ciudadana durante el conflicto y después de alcanzar la paz”, reza el punto 26 del Manifiesto, pero la realidad nos demuestra que ha sucedido algo peor e inesperado, pues según el Inspector General de la Policía, general José Roberto León, los miembros de las denominadas oficialmente nuevas Bandas Criminales (Bacrim) pasaron de 2000, al comienzo de 2009, a cerca de 3.700 a finales del año y están presentes en 19 Departamentos y 159 Municipios, en forma de “1.170 pequeñas redes que se dedican al microtráfico y a ejecutar todo tipo de crímenes”. Como si lo anterior fuera poco, el éxito de la llamada “seguridad democrática” ha acelerado las coaliciones más insólitas en diversas regiones del país entre la guerrilla y los narcotraficantes, incubándose así una nueva metamorfosis de los actores armados, que profundiza la politización del narcotráfico y la degradación de la política.

Todo parece indicar que la gallinita Rumbo se desorientó y no empolló los huevos esperados por el Presidente, sino los de la famosa serpiente que no ha podido matar a pesar de los más de 21.12 billones de pesos destinados a la Fuerza Pública en el presupuesto actual para cortarle la cabeza. Dicha cifra equivale al 14.2% del PIB y es superior al presupuesto actual para la educación, que es de 20.58 billones.

7- De la fraternidad en el campo y la reforma agraria al despojo de más de 5 millones de hectáreas.

El punto 63 del Manifiesto proclama: “Necesitamos a los campesinos y a los empresarios. Fraternidad en la tenencia de tierras, sin feudalismo ni lucha de clases. Adelantaremos una política de tierras encaminada a mejorar las condiciones sociales y productivas de nuestros campesinos pobres. La tierra que se compre para reforma agraria deberá ser buena y productiva”. Pero la cruel realidad del despojo a sangre y fuego de la tierra campesina demuestra lo contrario: cerca de 5.5 millones de hectáreas arrebatadas por la acción conjunta del narcoparamilitarismo, la guerrilla y el desarrollo de ambiciosos proyectos agroindustriales, como el cultivo de la palma africana, ha condenado a millones de campesinos a deambular como fantasmas por nuestras ciudades. Sin olvidar el escándalo de la hacienda Carimagua, inicialmente destinada a campesinos desplazados, para luego pretender ser asignada a la agroindustria so pretexto de garantizar su adecuada explotación.

8- Por último, del fallido Estatuto antiterrorista a la política del terror.

En el punto 33 del Manifiesto aparece la más reveladora de todas las paradojas, pues anunciaba la urgente necesidad de: “Un estatuto antiterrorista que facilite la detención, la captura, el allanamiento”, en su momento declarado inexequible por la Corte Constitucional. Estatuto sustentado así por el entonces candidato Uribe: “A diferencia de mis años de estudiante, hoy violencia política y terrorismo son idénticos. Cualquier acto de violencia por razones políticas o ideológicas es terrorismo. También es terrorismo la defensa violenta del orden estatal”. Con semejante declaración del candidato Uribe no parece necesario esperar el título que la historia le conferirá como Presidente, si es que antes no lo hace la justicia nacional o internacional.

Pero falta la mayor y más temible paradoja de todas a los ojos de Uribe, que explica en gran parte la forma como precipitó la actual crisis con Venezuela, y es que el gobierno de Santos cometa el sacrilegio de abrir las puertas del diálogo con las FARC y abandone así su política de culebrero del terror que tantos dividendos le ha reportado, como vehementemente lo advirtió en su despedida ante la cúpula militar: “sabemos que la culebra del terrorismo, cuando siente que está asfixiada y le tenemos una horqueta en el pescuezo, ahí mismo pide procesos de paz, para que le aflojemos la horqueta, tomar oxígeno y volver a envenenar (...) Y muy hábiles como quieren internacionalizar la solicitud de oxígeno; ahora quieren internacionalizar la solicitud de que les levantemos la horqueta, para seguir envenenando a los colombianos. En esa trampita no vamos a caer”.

Moraleja: Razón tenia Max Weber en su célebre conferencia “La política como vocación”, cuando señaló: “Es una tremenda verdad y un hecho básico de la Historia, el que frecuentemente o, mejor, generalmente, el resultado final de la acción política guarda una relación absolutamente inadecuada, y frecuentemente incluso paradójica, con su sentido originario”, pues la obsesión de Uribe por matar la culebra le está dando vida política gracias al auspicio de Hugo Chávez, su alter ego presidencial y mayor adversario político internacional. Tal parece que el estratega político siempre vence al militar. Quizá vuelva a cumplirse el refrán de nuestras guerras civiles del siglo XIX: “Colombia es una tierra de cosas singulares, dan la guerra los civiles y hacen la paz los militares”, aunque en este caso se trate de un simple cadete de la Armada Nacional, sin subestimar que cuenta con la ayuda de Angelino, la Conferencia Episcopal y hasta el señor de los Milagros de Buga.